“THE GLOBALIST HOPE”
Mientras en Washington la administración de Joe
Biden se tambalea por las consecuencias humanitarias que traerá revitalizar el
papel de la OTAN contra Rusia y Londres prepara la salida de Johnson, los
globalistas ven con esperanzas al sur del continente ante el fracaso del
populismo argentino ¿Vuelve Macri?
Por Sir Charlattam
En medio del actual marasmo que sacude a la geopolítica
que ya significa un cambio de paradigma, nadie se ha fijado donde están parados
los globalistas y en que se ven afectados sus planes ante las actuales
circunstancias. Tal vez sea necesario recordar quienes son los que conforman
este sector tan elitista y cuáles son sus objetivos y entonces usted comenzara
a comprender muchas cosas que a simple vista no tienen mucho sentido.
Los globalistas forman
parte de una elite financiera y política, centrada en el occidente anglosajón
(EEUU, Reino Unido y la UE), que pretende destruir los estados nación y
sumirlos bajo una administración centralizada y global usando como principal
herramienta, la imposición de la vía digital que además de controlar -en
todos los aspectos de su vida- a cada individuo, dejara inoperantes a las
instituciones políticas, económicas, financieras y hasta religiosas de los
estados soberanos. En definitiva, lo que se busca es despersonalizar al ser
humano bajo una falsa igualdad que se lograría disociando valores, identidades
y géneros en su existencia. Ni George Orwell pudo vaticinar semejante
intensión. Con semejante esquema claramente la democracia pasará
definitivamente a ser una decoración semántica.
Entre los más
influyentes miembros de este club están el actual presidente Joe Biden quien
nos es más que la cara visible de los globalistas norteamericanos dentro del
partido Demócrata que se alinean detrás del Clan Clinton (que incluye a Barak
Obama) y de potentados financistas de Wall Street quienes al fin y al cabo son
los emergentes visibles del denominado Establishment. Los más destacados y
visibles benefactores de esta corriente oscurantista son personas físicas y
jurídicas como son las Fundaciones Ford y Rockefeller, Open Society de
Soros, International Planned Parenthood Federation y las organizaciones
LGTB que apuntan a disolver a la familia tradicional -y con ello un control
de natalidad mediante matrimonios igualitarios- son una criatura de Hillary
Clinton y su gente.
El ascenso de un out
sider a la política como Donald Trump en 2016 fue un obstáculo para el
progreso de estos planes y ello no fue una casualidad ya que Trump representaba
(y aún sigue representando) la silenciosa mayoría trabajadora y de clase media que
había sido postergada por las políticas este sector que durante las últimas dos
décadas han volcado miles de millones de dólares a buscar la hegemonía global a
base intervencionismos y fabricación de enemigos de supuesta entidad global. Pero
también halló el apoyo de los sectores conservadores y puritanos más
recalcitrantes. El accionar de Trump contra el globalismo fue tan abrasivo que los
medios corporativos unieron fuerzas para tratar de desacreditarlo. De ahí que
se comenzó a difundir una imagen populista y proteccionista de Trump, como epítetos
destinados a degradar su imagen pública.
Las actuales
circunstancias signadas por la continua instigación de alimentar la guerra en
Ucrania y las consecuencias humanitarias que ello están generando, prevé para
los próximos meses un desastre económico-humanitario de alcance global
materializado por una probable hambruna, que recaerá más dramáticamente sobre áreas
poblacionales más comprometidas producida por la intransigencia y el doble
juego de los anglosajones que buscando dañar a Rusia causaran una catástrofe
humanitaria sobre el continente africano, algo que no es casual.
Pero el globalismo para
ser tal requiere de adeptos en todo el globo y es por ello que sus mentores además
de movilizar sus ONG´s requieren de apoyo político local.
Fuera de aquel bloque
hay aspirantes a formar parte de este selecto club. Tanto en Latinoamérica como
en los otros continentes, hay candidatos con influencias financieras y políticas
que se inscriben en este plan globalista. En la Argentina el más destacado de
estos exponentes es el empresario Mauricio Macri quien salido del mundo de los
negocios y las empresas familiares, construyo una exitosa carrera política
gobernando la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tras liderar el espacio de
CAMBIEMOS (que agrupo a radicales, independientes y al anglófilo PRO) logro
llegar a la presidencia en 2015 poniendo en agenda llevar al país por ese
sendero.
Además de las
circunstancias adversas de una compleja situación político-económica que se venía
arrastrando desde años se sumó la carencia de estructura del país para absorber
los cambios sistémicos que requiere el globalismo. Uno de ellos y tal vez el
más destacado sea la falta de una infraestructura tecnológica que priva de conexión
de internet a una buena parte del interior del país que impide un desarrollo
igualitario (federal).
Pero como hemos dicho,
el globalismo apunta a la destrucción de las soberanías y a desmontar los
estados, no de forma abrupta y violenta pero si dejando que las corporaciones
privadas y los intereses transnacionales ocupen de a poco los sectores estratégicos
de su estructura. La Argentina de forma inconsciente ha sido muy funcional a
estos planes y al mismo tiempo ello fue creando las condiciones políticas para
que florezca esta semilla importada del Reino Unido y los Países Bajos que de
prosperar terminara por crear una gigantesca granja y prestadora de servicios
administrada por Zoom desde alguna pequeña oficina en Washington.
En la Argentina a pesar
de la catastrófica gestión de Mauricio Macri, la oposición “seudo-peronista” que
hoy gobierna ha demostrado ser aún peor (si es que se podía llegar a semejante
nivel) que se refleja en una caída estrepitosa de la imagen del presidente Alberto
Fernández y de todo su gabinete. Aún así, la lucha intestina por el poder es
feroz. Pese a que existe una supuesta oposición, la misma no presenta la misma
tenacidad que la que el Kirchnerismo liderado por la vice Fernández le ha hace
a su presidente. La explicación de esto último es simple: Son parte del mismo
sistema y siguen por diversos carriles la agenda globalista.
Todavía hay ilusos que
creen que la vice Cristina Fernández es una especie de alternativa política,
una “cruzada” contra el globalismo que la ponen en la misma línea de Rusia y
China. Semejante creencia no solo es un error sino que también demuestra que no
conocen la historia política de cómo se maneja a la Argentina. Ella (CFK) como
sus subalternos tienen tantos matices como lo requiera la ocasión. No ha sido
una casualidad que tras el giro en el aire del gobierno argentino sobre la
cuestión de Ucrania, tanto en Rusia como en Ucrania exista mucho escepticismo
sobre la real posición argentina en el asunto. Incluso aquellos más moderados
se hacen una simple pregunta ¿Traidores o amateurs?
Tal vez lo más difícil de
entender sea por qué la Argentina no aprovecha el momento para exportar su
trigo cuando hay retenidos 25 millones de toneladas de cereales en los puertos
ucranianos que se pudrirán en sus silos.