“CRONICA DE UN ESTADO FALLIDO”
El fallido “atentado” contra la vicepresidente argentina
habla de una falla más general ¿Qué tan fallado es el estado argentino?
Por Javier
B. Dal
Eran apenas las 20 horas cuando una joven de 19
años de edad que esperaba a su novio a la salida del trabajo fue baleada por un
grupo de delincuentes en la localidad de General San Martín en la provincia de
Buenos Aires. Ella como otros cientos de víctimas de la delincuencia en el cono
urbano pasaron a ser un número más en las estadísticas de un estado que desde
hace décadas no funciona ¿Acaso existe una estructura de inteligencia criminal
destinada a prevenir esto? El resultado nos dice que no.
Ciertamente aquí en
Argentina hay dos realidades alternas y superpuestas en las que hay una
justicia para ricos y otra para pobres que se ha profundizado con el paso de
los años y de la mano de gobiernos totalmente corruptos.
Las causas de los
atentados de 1992 y 1994 aún están en un Stand By por la ausencia de una
justicia independiente y de intereses ajenos al país. El asesinato del fiscal
Nisman en enero de 2015 también es otro ejemplo de una notoria influencia
tóxica de intereses y debilidad de la administración de justicia.
La desaparición del
submarino “ARA San Juan” en 2017 fue sin dudas otro atentado, una agresión vergonzosamente
silenciada que se cobro la vida de sus 44 tripulantes tapado por una justicia
permeable a las influencias políticas de un gobierno comprometido con los
intereses del enemigo histórico del país.
La novela montada en
rededor de la vicepresidente Cristina Fernández entra dentro de este desdoblado
sistema de corrupción, ineficacias e impunidad que aleja aún más a las personas
del común de tener una justicia asequible a todo el pueblo como base de una
institucionalidad medianamente creíble para sostener la convivencia social.
El supuesto “conato” de
atentado visto el jueves 1 de septiembre último en la vereda de las calles
Juncal y Uruguay de la capital, ha servido para visualizar un estado de cosas que
confirman la situación de estado fallido de la Argentina. La calificación del
evento como tal se da por varias inconsistencias. El inexplicable acercamiento
de un supuesto sicario que en medio de una multitud coloca una pistola a
centímetros de la vicepresidente desata muchas preguntas no solo para los
expertos en inteligencia y seguridad sino para la gente de a pie.
Ante todo, hay que
tomar en cuenta el contexto temporal, espacial y político para analizar este
evento. Primero, la situación de la vicepresidente acorralada por un pedido de
pena que podría condenarla a más de doce años de prisión por delitos cometidos
durante su gestión fue un disparador de la agitación partidaria para darle su apoyo.
Intentando salir del paso ante las evidencias y agotado el margen de maniobra
de sus costosos abogados, la misma vice lanzó una improvisada defensa mediática
tratando de sustentar una violación al derecho de defensa en juicio algo que,
en su oportunidad ejercito sin responder preguntas mediante una actuación para
los medios.
Obviamente los medios
que la investigan desde hace años y que han sido fuente principal de las causas
penales actuales, remarcaron estas incongruencias poniéndola en más aprietos.
A partir de allí y
desde el mismo gobierno (incluso del mismo presidente Alberto Fernández) se
comenzaron a lanzar escandalosas e impertinentes señales de descredito al
trabajo del Ministerio público y a toda la justicia federal sesgando con una
muy notoria arbitrariedad la labor del poder judicial que atenta contra la
independencia de los poderes del estado.
Así estaban las cosas y
tras una pulseada entre manifestantes alegres por el pedido de condena (calificados
de macristas) y los partidarios de la vice, éstos últimos ganaron la calle y
allí permanecerían por días imponiendo su voluntad por sobre la seguridad
pública de la ciudad de Buenos Aires y de la nación. Aquí es donde comienza la
elaboración del escenario perfecto. Los “camporistas” levantaron las vallas y
expulsaron a las fuerzas policiales de la ciudad, algo que fue apoyado desde
varios funcionarios del gobierno y tolerado por una oposición política fofa.
Liberada la zona, con ausencia
de policías y sin la existencia de inteligencia criminal propia (disgregada y
degradada desde hace décadas) el descontrol y la muchedumbre planteaba la
oportunidad para cualquier cosa. Ahora bien y considerando la importancia que
reviste la seguridad de un alto funcionario como CFK ¿Cómo se permitió llegar a
semejante situación?
Esta pregunta nos lleva
a otra cuestión ¿Se permitió deliberadamente o fue producto de la impericia?
Todas las fuerzas de seguridad dependen de ordenes políticas por lo cual son
los ministros y sus secretarios quienes deben responder. Así mismo surgen otras
curiosidades en el accionar del “sicario” como ser, su mano con la pistola
aparece en primer cuadro y desde varios ángulos (casi como la escena de una
película) y tras gatillar dos veces -que se oye en los audios- vemos a
los custodios e incluso a los fanáticos totalmente ausentes de ese hecho.
Obviamente y tras ser advertido intenta huir descartando el arma para ser
finalmente inmovilizado por los presentes y detenido por la custodia de la
vice.
Ahora bien. Si según
las fuentes oficiales hablan de un arma cargada con cinco balas pero sin
haberla armado para su disparo, eso nos informa una característica del atacante
¿Es un profesional o un improvisado? Los hallazgos en su domicilio hallando
harían presumir una preparación pero, ¿Para qué acopiar tantas balas si iba a
cometer un atentado? Si nos creemos la posibilidad de que hubiera servido el
proyectil en la recamara ¿Por qué no disparó?; ¿La trajo consigo el atacante o
le fue entregada en las inmediaciones o incluso en medio de la multitud? En
esta última cuestión el teléfono celular del agresor reportaría una fuente informativa
y probatoria importantísima entonces ¿Por qué al abrirlo se constató que había
sido reseteado? A pesar de que tanto la Policía Federal como la PSA tienen
SoftWare comprados a Israel (expertos en espiar la vida ajena), no lograron
abrir exitosamente el aparato. Sospechosamente conveniente ¿No lo creen?
Los discursos
posteriores de varios representantes cercanos al gobierno parecen estar
direccionados a sembrar la culpa y el oscurantismo entre una parte del
electorado crítico y un sector de la prensa local con una velada intención. Es
muy probable que todo se resuma a una operación psicológica destinada a buscar
la conmoción en la opinión pública. Aquí quedará a consideración de cada
ciudadano valorar si esta siendo o no manipulado.
Por último, y tal vez
la cuestión más preocupante (considerando la opacidad institucional existente) ¿Es
la misma arma que se ve en la imagen la que hoy tiene la policía bajo
custodia?