“UNA DELGADA LINEA GRIS”
Por qué el peligro de una escalada nuclear en
Ucrania es muy probable
Por Charles
H. Slim
Cuando Iraq en 1980 lanzo un ataque sorpresa sobre
la costa del canal del “Shatt Al Arab” controlada por Irán, los clamores y el
escándalo internacional por la agresión pronto de acallaron por un simple
motivo, a Washington no le molestaba. Es más, para los funcionarios del
Departamento de Estado de la administración de Jimmy Carter los iraquíes solo
estaban reclamando derechos que habían sido pasados por alto en el Tratado de
Argel de 1975.
El contexto político favorecía
a Bagdad y Saddam Hussein era mirado con gran estima por el Establishment
estadounidense y también europeo. Un año antes la Revolución Islámica del Imán
Jomeini removió el Status Quo de la corrupta monarquía del Sha Reza Palevi en
Teherán cortando de cuajo con un régimen que daba ventajas estratégicas a
Washington contra la amenaza Soviética. Uno de los pilares estratégicos de EEUU
había sido derribado y fue así que se comenzó a tejer una estrategia para
desbancar la revolución de Jomeini y reinstaurar el viejo régimen. Alimentar el
rencor de Iraq por el control del canal fue sin dudas el punto de entrada. Esto
dio lugar a una guerra de ocho años en la que la implicancia de occidente tuvo aristas
oscuras y terribles para los habitantes de la región.
Desde Washington y particularmente
desde los medios occidentales se ocultaron las consecuencias de esta guerra y
mucho más, las complicidades que sus gobiernos tuvieron en mantenerla en el
tiempo. A quien más convenía eso era a EEUU y a Israel interesados en que Iraq
hiciera el trabajo sucio de eliminar a la revolución islámica y al mismo
tiempo, desgastarse en el proceso. Para ello (y cada uno a su modo) prestaron
apoyo tanto a Bagdad como de forma encubierta a Teherán como una forma de
perpetuar en conflicto (escándalo Irán-Contras).
En ese momento Naciones
Unidas no logró frenar las hostilidades sino que, por el contrario, se mostro
muy pasivo durante el conflicto. Solo
recién el Consejo de Seguridad mostro una súbita preocupación cuando en Julio
de 1982 Irán concentraba fuerzas que amenazaban invadir a Iraq ¿Y quién había
descubierto e informado de estos movimientos?
EEUU dejaba entrever
que estaba prestando apoyo estratégico a Iraq y su excusa era que Irán
recibiría apoyo de la URSS. Pero esto último era imposible de esperar dado que
existía un choque ideológico insuperable entre Teherán y Moscú. Pese a ello,
Washington comenzaría a darle mayor apoyo a Bagdad incluso autorizando a
gobiernos y laboratorios europeos para que prestaran colaboración en el acceso
y desarrollo de armas químicas y biológicas con las cuales compensar la superioridad
numérica iraní.
Si en aquel momento no hubiera existido la URSS habría sido muy probable que Washington le habría dado a Iraq una bomba atómica (aunque con la segura oposición de Israel) para terminar con la situación ¿Usted lo cree improbable? Como dice el dicho, quién mata una vez lo hará otra. EEUU fue el primero en usar armas nucleares contra las poblaciones civiles de Nagasaki e Hiroshima. Pero la pulseada por los misiles cubanos en 1962 que tuvo en vilo al mundo y el bochornoso incidente “Able Archer” en 1983 por el cual los estadounidenses estuvieron a punto de desatar una confrontación nuclear con la URSS deja muy claro (y dejando de lado episodios tácticos en Iraq y Yemen) que su mentalidad y sus muy exiguas consideraciones sobre las consecuencias humanas pesan mucho cuando sus intereses están sobre la mesa. A la luz de estos antecedentes podemos ver que las decisiones de La Casa Blanca están más allá de lo racional.
Actualmente en la
guerra que se desarrolla en Ucrania, el peligro de una escalada nuclear se va
potenciando con el correr de los acontecimientos mostrando mediante una profusa
propaganda (cargada de simplonismos maliciosos y reduccionismos obtusos) como
posible iniciador y único responsable a Rusia. Pero detrás de esta posibilidad
hay una dinámica de creciente presión e instigación que es alimentada por EEUU
y sus socios de la OTAN que están llevando las cosas a un punto de no retorno. Los
deliberados ataques ucranianos sobre la central nuclear de Zaporiye se enmarcan
en esa dirección.
Sumado a esto y en los
hechos es seguro que en las bodegas de los buques y submarinos norteamericanos
que merodean por el Mar Negro y el Mar Báltico hay cabezas nucleares preparadas
para ser usadas y no se ha escuchado ninguna preocupación de la AIEA por estos
despliegues ¿Acaso esta potencialidad en proximidades a Rusia no representa una
amenaza a su soberanía? Lo peor de ello, es que lo saben, lo que demuestra un
desprecio por la paz y al mismo tiempo, el mezquino interés por perpetuar el
fabuloso negocio de la guerra.
Podemos deducir que en
Washington y más precisamente dentro de la administración de Joe Biden, se
espera que el gobierno de Vladimir Putin colapse y con ello, como un efecto dominó
haga colapsar a todo el país lo que representaría en los hechos, la eliminación
de un obstáculo geopolítico central para las aspiraciones hegemonistas de los
EEUU a través de la OTAN. Es la misma expectativa que tuvieron desde el 2011 con
el gobierno de Bashar Al Assad y que claramente fracasaron precisamente, porque
Rusia lo evito. Igualmente, estas esperanzas solo son parte de los sueños
húmedos de los neoconservadores más reaccionarios y de su secta más venenosa,
los “Straussianos” quienes (igual que Joe Biden) saben que China es un actor preponderante
e imposible de ignorar que no permitirá semejante situación.
Por fortuna, tanto los
sectores políticos rusos (incluso los liberales) como parte importante de su
población y también la global saben de estas aspiraciones. Más allá de que los
medios occidentales en particular los angloestadounidenses obvien el oscuro pasado
de sus gobiernos, de las incumplidas promesas de no extender la OTAN y su
incumbencia en el golpe de estado de 2014 en Ucrania, los rusos no se olvidan
lo que representó para sus padres y abuelos el haberles abierto la puerta a los
intereses financieros norteamericanos quienes, en el marco de la caída de la
Unión Soviética allá por 1991 y tras asociarse con los oligarcas locales, hundieron
en la miseria y la corrupción a toda la sociedad.