“ELECCION ESTRATEGICA”
Meter la cabeza bajo la tierra ha sido la
solución de los políticos argentinos para atender los problemas de los últimos
39 años. El abandono de la defensa y la degradación de las Fuerzas Armadas son
las consecuencias visibles
Por Charles
H. Slim
Cuando los pilotos argentinos demostraron sus
capacidades en la guerra de las Malvinas de 1982, los comandantes de la RAF en Whitehall
mostraron su creciente preocupación por la posibilidad de perder el control del
espacio aéreo del Teatro de guerra. Pero quienes más se preocuparon (y con
mucha razón) fueron los almirantes de la Real Flota ya que estaban en
conocimiento que los argentinos tenían una fuerza aeronaval respetable. Los más
prudentes advirtieron que no sería un “pícnick” y pronto lo comprobarían en
carne propia.
Pero tras bambalinas y
mientras tronaban las bombas en el atlántico sur, el Foreign Office y
sus tentáculos del MI6 no perdieron el tiempo y pergeñaron todas las medidas
posibles (incluyendo la colaboración de Chile) para sabotear las capacidades de
la Fuerza Área Argentina. Para ello contaron con información de primera mano de
cada uno de los modelos de los aviones de fabricación estadounidense provistos
por sus colegas en Washington. Con esta invalorable fuente de información y con
la entrega de misiles AIM-SideWinder, los estrategas de campo y los pilotos británicos
sabían las vulnerabilidades de los viejos A-4Q y A-4M que despegaban de Río
Grande y otros que llegaban desde la ciudad de Bahía Blanca en la provincia de
Buenos Aires.
Lo mismo con los
aviones franceses Mirage III y los navales Super Etendar estos últimos armados
con sus mortíferos misiles EXOCET-AM39. Los capitanes y comandantes de los
navíos de la Task Force expresaron sus tempranas preocupaciones que su superior
el Comandante Sandy Woodward compartía y que expreso por escrito en un memo a
Margaret Thatcher. A Londres no le costó nada convencer a los franceses para no
entregar los misiles que estaban pendientes e incluso, dar detalles de algunas
características técnicas del Super Etendard. Los negocios entre Londres y París
que los vinculaban con la OTAN estaban por encima de todo y Mitterrand no los
iba a dejar a un lado.
Aquello fue una valiosa
enseñanza que los posteriores gobiernos en Buenos Aires nunca aprendieron. Desde
entonces sus funcionarios se han dedicado a expoliar los dineros públicos para
sus propios intereses políticos y por supuesto, para dar cupos laborales a
familiares, amigos y como no podía ser de otro modo, mantener sus vicios
personales.
La defensa es una de
las áreas más importantes para un país ya que de ella dependerá su poder de
negociación y subsistencia. Pese a ello, cada uno de los gobiernos que han
pasado desde 1983 hasta el presente menospreciaron esta perspectiva y las
consecuencias de ello se advierten actualmente. A tal punto se llegó en este
despropósito que durante la gestión del peronismo en la década de los noventas algunos
de sus funcionarios promovían su desarme para poner al país bajo la “protección
de la OTAN”, una idea tan absurda que por suerte no interesó a Washington.
Más cerca en el tiempo,
entre el final del gobierno “nacional y popular” de la por entonces presidente
Cristina Fernández y el entrante del “anglófilo-sionista” Mauricio Macri, es
decir por mediados del 2015, la Argentina estuvo muy cerca de volver a cometer
un error garrafal con la propuesta de adquirir aviones israelíes “Kfir”, viejos,
inoperantes y problemáticos, operación que afortunadamente fue abortada a
tiempo. Fue por ello que (y más allá de la cercanía política con Tel Aviv)
Londres no había mostrado reparos en esa propuesta. Igualmente, el gobierno de Macri
comete otro error y adquiere aviones Super Etendard Modernissé (SEM) que además
de obsoletos y haber llegado con piezas vencidas, también son bien conocidos
por los británicos.
Al parecer y solo en
los últimos meses, el actual gobierno argentino parece que ha tomado conciencia
del degradado estado de indefensión en el que se halla el país y los riesgos
que ello implica. Ello supone que han caído en cuentas del complicado y
peligroso marco geopolítico en el que nos hallamos. Aunque como dice el refrán
“más vale tarde que nunca” aquí esa tardanza no es perdonable máxime si quienes
han sido funcionales con estas demoras son quienes hoy manejan el estado.
Las gestiones del
Ministerio de Defensa argentino para la posible adquisición de reactores chinos
JF-7 “Thunder” parecen orientadas a una toma de conciencia de todo esto.
Ciertamente y más allá de si la elección de este aparato cubre o no las
necesidades de un extenso espacio aéreo hoy totalmente desguarnecido y de si es
la solución tecnológica más optima, el vendedor elegido ya demuestra un cambio
inteligente y estratégico. Así se vería el fin de la dependencia de material
viejo y usado fabricado por países (que guste o no) siguen siendo una amenaza que
en los hechos se proyecta desde las islas del Atlántico sur sobre el continente.
En este contexto, la
barajada opción de adquirir F-16 daneses o de similares estadounidenses usados
(casi fundidos) entra dentro de este esquema inconveniente dado que ambos (Dinamarca
y EEUU) son aliados del Reino Unido. Igualmente, Londres se halla al pendiente
de las gestiones entre Buenos Aires y Pekín por el JF-17 y el Foreign Office ya
ha puesto manos a la obra para tratar de trabar las negociaciones.
El JF-17 es un avión
desarrollado entre China y Pakistán que en sus primeras versiones fue equipado
con potentes motores rusos Klimov RD-93 que fueron adquiridos por países como
Birmania y Myanmar. Pero la versión que podría adquirir la Argentina sería una
versión mejorada con motor chino WS-13 que obviaría las dificultades que
traería el mantenimiento y repuestos del material ruso actualmente sometido al
bloqueo occidental.
En cuanto al desempeño
de este aparato, hay limitaciones en la capacidad de transporte de armamento
que se compensaría con su polivalencia para la acción. Esta equipado con
sistemas de detección infrarojos IRST y un radar KLJ-7ª con una antena activa
AESA. Agregado a ello, la posibilidad de que venga con armas chinas como ser
los misiles aire aire PL-10IIR AAM de corto alcance y el PL-12 AAM de mayor
alcance (120 kilómetros) dirigido por radar activo cubriría una de las
carencias inentendibles en la defensa aérea argentina.
Por último y según
expertos en este avión, se le agrega la capacidad de operar como avión naval (otro
de los espacios abandonados por el estado argentino) con sistemas de armas
antibuque chinos pudiendo ser equipado para dicho propósito con misiles C-802 (YJ-83),
armado con una cabeza explosiva de 165 kg considerados por los analistas
occidentales como letales para embarcaciones de mediano porte.
Con una cabeza de
explosivos semi perforante que es guiada por un radar activo, el misil en su
ruta al blanco va acomodando su altitud hasta unos 3 a 5 metros del nivel del
agua pudiendo cambiar bruscamente su trayectoria en cercanías al blanco a los
fines de dificultar la eficacia de los sistemas antibuque. Sin dudas este
juguete en manos de los pilotos argentinos los marinos británicos acostumbrados
a pasear impunemente por las aguas del atlántico sur deberán pensarlo muy bien.
Agregado a estas
características, este misil tiene otra ventaja que podrían ser muy bien
explotadas por las FFAA argentinas y ella es su adaptabilidad para ser lanzado
desde diferentes plataformas lo que reduce considerablemente los costos.
En resumen, las
gestiones no solo parecen inteligentes sino que en el actual t conflictivo marco
internacional son imperativas y aunque ello no resolverá una situación que
lleva 40 años de abandono al menos es un comienzo.
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