“LA PAZ QUE AMERICA QUIERE”
La estafa de la democracia occidental solo
cierra con la paz de los cementerios
Por Charles
H. Slim
Cuando el presidente estadounidense George W. Bush allá por septiembre de 2002 hablaba de su compromiso con “la dignidad humana”, “la mejora de los derechos humanos” y “la libertad” como pilares argumentativos en su discurso ante la 57º sesión de la Asamblea de Naciones Unidas, pocos eran quienes se creían que hablaba con la verdad. Para otros, era la justificación para ampliar su política de intervencionismo para el Medio Oriente que ya estaba planificada por su sequito de neoconservadores desde hacía una década. Es más, al poco tiempo, aquellos crédulos verían con sus propios ojos lo que representaría para los EEUU esos conceptos.
La oximorónica operación
“Libertad iraquí” precedida de un brutal bombardeo denominado “Conmoción y
pavor” no pudo ser más gráfica de lo que los EEUU entendían y siguen entiendo
de la palabra paz. Aplastar a un país y demoler sus ciudades con armas
prohibidas como son las bombas termobáricas, dispositivos nucleares tácticos
(como el utilizado en cercanías del Aeropuerto) y otras con uranio empobrecido
lanzadas sobre el centro de Bagdad no podía ser otra cosa que aspirar a la “paz
de los cementerios”. Y para quienes sobrevivieron y se defendieron de su
ocupación, les esperarían a manos de los especialistas de la CIA y sus
invitados de honor (Mossad) las más abyectas prácticas de torturas y vejaciones
en los aterradores aposentos de “Abu-Graib”. En resumidas cuentas, eliminar a
quienes se oponen a sus designios.
Esa es la lógica
enferma que Washington busca perpetuar sobre los palestinos a manos del estado
de Israel. Los neoconservadores, especialmente la secta de los “Straussianos” y
sus colegas sionistas israelíes solo quieren la paz de los palestinos muertos o
de los silenciados en las mazmorras de sus tétricas prisiones.
Pero a pesar de que nos
hallamos en el siglo XXI y durante toda la mitad del siglo pasado tras dos horrorosas
grandes guerras, se han atiborrado las bibliotecas de tratados y libros sobre
la prohibición de tratos inhumanos y la aplicación de la tortura, fuimos
testigos de cómo a comienzos del milenio y a espaldas de la opinión pública
occidental (de EEUU, Canadá y UE) sus gobiernos con EEUU a la cabeza, montaron
una estructura macabra que en nombre de la seguridad nacional, llevaban adelante
un verdadero aquelarre de violaciones a los derechos humanos contra los árabes
y los ciudadanos de confesión islámica argumentando que “luchaba contra el
terrorismo”.
Enseguida nos dimos
cuenta que ello era una siniestra estrategia que no buscaba lo que se
presentaba sino todo lo contrario ¿Quién ganaba con esto? En todo el período
que fue de septiembre de 2001 hasta apenas unos años atrás, Israel (¿democracia
de oriente?) tuvo las manos libres para aplicar de forma sistemática,
deliberada y sin ningún límite de los organismos internacionales como Naciones
Unidas, una verdadera y refinada limpieza étnica (que incluye el envenenamiento
de aguas y fumigación de químicos con Drones) sobre la población árabe
palestina con la finalidad de ir sacándole más territorios, incluida Jerusalen.
Mientras EEUU distraía
al mundo con su “guerra contra el terror” y se colocaban en el escenario bulos
“yihadistas” como “Estado Islámico” (piezas tácticas de su inteligencia), los
palestinos eran invisibilizados ya que como árabes (semitas) y musulmanes
estaban dentro del estereotipo creado por los artífices de todo esto. En todo
ese período los palestinos fueron desangrados como nunca y su fue voz apagada
por el ensordecedor show que los medios occidentales crearon con aquellos embustes.
Esa es la misma lógica
que Washington y sus socios de Bruselas tratan de imponer en las actuales
circunstancias de Ucrania aunque con claras dificultades por conseguirlo. Ya
desde el golpe orquestado por la CIA en Kiev de 2014 vienen trabajando para
maquillar la cara de un régimen supremacista que ha asesinado a compatriotas
del Donbass por haberse negado a subordinarse al Status Quo pro-OTAN y por ese
imperdonable pecado de ser ruso-parlantes. Desde ese entonces (y actualmente de
forma obscena con el títere Volodymyr Zelensky y su régimen supremacista) que
asesores, equipos de asesinos de la OTAN bien disimulados entre las fuerzas
gubernamentales, vinieron operando contra los pobladores de la región rebelde y
pese a ello ¿Dónde estaba Naciones Unidas o los lacrimógenos informes de los
medios occidentales?
A pesar de que el
occidente “democrático”, en especial la UE (que se alinea a Washington como un
soldado raso) trabo un infame cerrojo sobre los medios rusos (censura), lleva invertidos
cientos de millones de dólares en propaganda rusofoba y con la complicidad del
sistema financiero puso en marcha el ilegal saqueo de los activos bancarios de
Rusia en el hemisferio, el gobierno de Vladimir Putin y la Federación rusa
siguen en pie.
Desde esa lógica
torcida que surge de las cabezas enfermas de los llamados neoconservadores y
sus socios sionistas (israelíes y no israelíes), sus víctimas no tienen derecho
a responder, deben dejarse aplastar, humillar, violar, torturar y asesinar.
Incluso más. Si la verdad es expuesta a la luz de la opinión pública y amenaza
a sus intereses debe taparse a toda costa como últimamente sucedió de forma
alevosa y desvergonzada tras el asesinato a sangre fría de la periodista
palestina Shairin Abu Akleh o de la periodista rusa Daryna Dugina; y que decir
de los atentados contra las tuberías de gas Nord Stream y el puente de Kerch.
Sin lugar a dudas,
cuando Rusia comenzó a devolverles golpe por golpe las gentilezas por los
ataques terroristas que comenzó a sufrir en su propio territorio, ejecutados
por el FSU pero claramente secundados por elementos de la OTAN (como el Coronel
británico Chris Donnely), o de los palestinos que han comenzado a darse cuenta
que es la unión lo único que puede liberarlos y hoy enfrentan decididamente a
las tropas y bandas de colonos israelíes en Cizjordania, estos chacales del
consumismo capitalista, racistas disfrazados de demócratas, que viven y han
cosechado sus fortunas gracias a la desviación de los patrones de la vida
(impulsando entre la niñez agendas de género LGTB) y la muerte ajena gritan
desaforados “terroristas, eso no se vale”.
Mientras exista
resistencia a esta estafa global, EEUU y sus socios no lograran esa extorsiva e
inaceptable paz necrótica.