“LOS HIJOS DE LA BESTIA”
El problema y las consecuencias de emplear el terrorismo
como táctica masiva de la guerra hibrida
Por Charles
H. Slim y Ali Al Najafi
Mucho antes de que la bandera negra de ISIS
fuera arriada de la ciudad de Mosul, en los lugares donde se manejaban y
dirigía la matanza en Iraq conocían la naturaleza falsa de esa organización
¿Cómo lo sabían? Simplemente porque ellos la construyeron. Este monstruo
ingenierizado y armado por las agencias de inteligencia además de sembrar la
muerte y el terror, apoderándose de la simbología islámica (como la “Shahada”
que luce en el paño) ha sido un fabuloso negocio, fue un activo para la
propaganda islamófoba que campea por Europa.
Su sorpresivo salto a
la escena en junio de 2014 trajo consigo un fabuloso negocio para la venta de
armas y el reclutamiento de mercenarios (en principio árabes) como peones
imprescindibles para el juego que Washington y sus colegas europeos de la OTAN
y las monarquías del golfo habían puesto a rodar sobre el norte de África en
2010. Tras destituir al gobierno libio y asesinar al presidente Mohammar Al
Gadafi, convirtieron al país en base de toda clase de agrupaciones yihadistas de
orientación Takfir y Wahabis entre ellas, los remanentes del “Estado Islámico
de Iraq” dispersos en el desierto “Al Sham” ubicado entre Siria e Iraq ¿Quién y
por qué los llevaron hasta allí? La respuesta la conoceríamos pronto.
Mientras los servicios
de inteligencia franceses y británicos coordinaban con sus colegas emiratíes el
despliegue de agitadores contra Siria, Ankara y Washington pactaban en secreto
rearmar y poner en actividad al “Estado Islámico de Iraq” con nuevos elementos,
moderno armamento y objetivos tácticos exclusivamente atinentes a la agenda
geopolítica de EEUU. Pero el primer ministro turco Erdogan puso una condición
para jugar este juego: Vía libre para llevar adelante su propia guerra contra
los kurdos sirios a lo que Obama no puso reparos siempre y cuando cumpliera con
su parte. Pero esto último no significaba que los estadounidenses (y en
particular los israelíes) no se sirvieran de los kurdos YPG y PKK para atacar a
Damasco.
Estos elementos eran
vitales para las operaciones y estaba en sus planes, sumarlos a los kurdos
iraquíes del Clan Barzani, algo que muchos de los kurdos sirios no estaban
dispuestos a aceptar. Cuando la ciudad de Kobane fue sitiada por el ISIS, fue
muy difícil convencer al Clan Barzani para que ayudara a sus hermanos sirios. Barzani
no movería ni un dedo sin lograr algo a cambio y el despliegue del ISIS le dio
la oportunidad para tomar ganancias de estas circunstancias. Fue así que
aprovecho para apoderarse de los campos petrolíferos de Kirkuk arrebatándole el
control a Bagdad. Otra cuestión que no hay que olvidar es su cooperación permitiendo
albergar en el Kurdistán bases estadounidenses y cuarteles del Mossad israelí
desde donde se opera tanto contra los países árabes como contra Irán.
Así, mientras Obama
hablaba de sus preocupaciones por la violación de los derechos humanos en Siria
por parte de Assad y proclamaba la “lucha contra el terrorismo”, la CIA y el
Pentágono ya estaban en acción, ultimando los preparativos para el despliegue
del “ISIS” sobre Iraq y al mismo tiempo, compraban las voluntades de algunos
comandantes kurdos sirios, bajo la promesa de protegerlos de Turquía, si volvían
sus esfuerzos contra Damasco.
De esta manera y con
estas complicidades, Washington y Ankara propiciaron que se instauraran
santuarios para un terrorismo a su servicio. Así Idlib bajo el control de una
confederación de yihadistas afiliados a “Al Qaeda” tutelados por Ankara y la
provincia siria de Deir Ezzor bajo el control de pistoleros kurdos protegidos
por EEUU han venido siendo las fuentes y puntos de salida para los ataques
terroristas no solo sobre Turquía sino también en toda la región. Hoy
seguramente Erdogan mira hacia atrás y ve muy difícil desanudar esa madeja de
enredos que él mismo ayudo a crear.
Lo ocurrido en Estambul
el 13 de noviembre pasado es consecuencia de esta siniestra geopolítica. Una
bomba colocada por una mujer siria en la concurrida peatonal del barrio Beyoglu
que mató a seis personas e hirió a otras ochenta personas puso en discusión las
consecuencias de estas políticas sucias de los estados ¿Por qué colocó esta
bomba? Según las primeras investigaciones, la mujer habría confesado que
cumplió órdenes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), dichos que según
las autoridades turcas fueron confirmados por grabaciones interceptadas de una
llamada telefónica en la que elementos kurdos de esa organización ordenaban
eliminarla después del ataque.
El problema con estas
situaciones es poder identificar con certeza y precisión a los atacantes. Cuando
son ataques suicidas la identificación se hace más factible y las dudas pueden
disiparse. Pero cuando son esta clase de atentados en los que se plantan los
explosivos las cosas se complican y la posibilidad de una manipulación esta
presente. Como lo hemos venido viendo a lo largo de las últimas décadas,
ataques terroristas que se endilgan a ciertos autores han sido Banderas Falsas
fabricadas por ciertas agencias de inteligencia; entonces cabría preguntar
¿Será realmente esta mujer detenida la perpetradora del atentado o, es una
coartada puesta por la policía o el MIT? Si bien los kurdos del PKK habían
estado lanzando sangrientos atentados desde 2015 y que se extendieron hasta
2017, las circunstancias preexistentes en el que se produce el ataque del 13 de
noviembre pasado obliga a sospechar sino podría estar motivado por otros
asuntos, ajenos a los kurdos.
Recept Tiyip Erdogan
llego al poder en agosto de 2014, precisamente por su dura postura en asuntos
de seguridad pública y en particular, la referida a la persecución del
terrorismo separatista kurdo. Sin dudas, su presidencia fue vital para
posibilitar que los planes de desestabilización contra Siria y particularmente
para el despliegue del “ISIS” contra Iraq. Desde hace un tiempo hasta esta
parte la imagen de su gobierno se ha venido abajo, especialmente por la severa
crisis económica que azota al país. El atentado del 13 de noviembre podría
suponer la reactivación de los ataques terroristas del PKK y sus colegas del
YPG (Unidades de Defensa Popular) dentro de Turquía, pero también podría
tratarse de una operación orquestada desde adentro (Falsa Bandera) para
reimpulsar su reelección.