miércoles, 23 de noviembre de 2022

 

“LOS HIJOS DE LA BESTIA”

El problema y las consecuencias de emplear el terrorismo como táctica masiva de la guerra hibrida


Por Charles H. Slim y Ali Al Najafi

Mucho antes de que la bandera negra de ISIS fuera arriada de la ciudad de Mosul, en los lugares donde se manejaban y dirigía la matanza en Iraq conocían la naturaleza falsa de esa organización ¿Cómo lo sabían? Simplemente porque ellos la construyeron. Este monstruo ingenierizado y armado por las agencias de inteligencia además de sembrar la muerte y el terror, apoderándose de la simbología islámica (como la “Shahada” que luce en el paño) ha sido un fabuloso negocio, fue un activo para la propaganda islamófoba que campea por Europa.

Su sorpresivo salto a la escena en junio de 2014 trajo consigo un fabuloso negocio para la venta de armas y el reclutamiento de mercenarios (en principio árabes) como peones imprescindibles para el juego que Washington y sus colegas europeos de la OTAN y las monarquías del golfo habían puesto a rodar sobre el norte de África en 2010. Tras destituir al gobierno libio y asesinar al presidente Mohammar Al Gadafi, convirtieron al país en base de toda clase de agrupaciones yihadistas de orientación Takfir y Wahabis entre ellas, los remanentes del “Estado Islámico de Iraq” dispersos en el desierto “Al Sham” ubicado entre Siria e Iraq ¿Quién y por qué los llevaron hasta allí? La respuesta la conoceríamos pronto.

Mientras los servicios de inteligencia franceses y británicos coordinaban con sus colegas emiratíes el despliegue de agitadores contra Siria, Ankara y Washington pactaban en secreto rearmar y poner en actividad al “Estado Islámico de Iraq” con nuevos elementos, moderno armamento y objetivos tácticos exclusivamente atinentes a la agenda geopolítica de EEUU. Pero el primer ministro turco Erdogan puso una condición para jugar este juego: Vía libre para llevar adelante su propia guerra contra los kurdos sirios a lo que Obama no puso reparos siempre y cuando cumpliera con su parte. Pero esto último no significaba que los estadounidenses (y en particular los israelíes) no se sirvieran de los kurdos YPG y PKK para atacar a Damasco.

Estos elementos eran vitales para las operaciones y estaba en sus planes, sumarlos a los kurdos iraquíes del Clan Barzani, algo que muchos de los kurdos sirios no estaban dispuestos a aceptar. Cuando la ciudad de Kobane fue sitiada por el ISIS, fue muy difícil convencer al Clan Barzani para que ayudara a sus hermanos sirios. Barzani no movería ni un dedo sin lograr algo a cambio y el despliegue del ISIS le dio la oportunidad para tomar ganancias de estas circunstancias. Fue así que aprovecho para apoderarse de los campos petrolíferos de Kirkuk arrebatándole el control a Bagdad. Otra cuestión que no hay que olvidar es su cooperación permitiendo albergar en el Kurdistán bases estadounidenses y cuarteles del Mossad israelí desde donde se opera tanto contra los países árabes como contra Irán.

Así, mientras Obama hablaba de sus preocupaciones por la violación de los derechos humanos en Siria por parte de Assad y proclamaba la “lucha contra el terrorismo”, la CIA y el Pentágono ya estaban en acción, ultimando los preparativos para el despliegue del “ISIS” sobre Iraq y al mismo tiempo, compraban las voluntades de algunos comandantes kurdos sirios, bajo la promesa de protegerlos de Turquía, si volvían sus esfuerzos contra Damasco.

De esta manera y con estas complicidades, Washington y Ankara propiciaron que se instauraran santuarios para un terrorismo a su servicio. Así Idlib bajo el control de una confederación de yihadistas afiliados a “Al Qaeda” tutelados por Ankara y la provincia siria de Deir Ezzor bajo el control de pistoleros kurdos protegidos por EEUU han venido siendo las fuentes y puntos de salida para los ataques terroristas no solo sobre Turquía sino también en toda la región. Hoy seguramente Erdogan mira hacia atrás y ve muy difícil desanudar esa madeja de enredos que él mismo ayudo a crear.

Lo ocurrido en Estambul el 13 de noviembre pasado es consecuencia de esta siniestra geopolítica. Una bomba colocada por una mujer siria en la concurrida peatonal del barrio Beyoglu que mató a seis personas e hirió a otras ochenta personas puso en discusión las consecuencias de estas políticas sucias de los estados ¿Por qué colocó esta bomba? Según las primeras investigaciones, la mujer habría confesado que cumplió órdenes del Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), dichos que según las autoridades turcas fueron confirmados por grabaciones interceptadas de una llamada telefónica en la que elementos kurdos de esa organización ordenaban eliminarla después del ataque.

El problema con estas situaciones es poder identificar con certeza y precisión a los atacantes. Cuando son ataques suicidas la identificación se hace más factible y las dudas pueden disiparse. Pero cuando son esta clase de atentados en los que se plantan los explosivos las cosas se complican y la posibilidad de una manipulación esta presente. Como lo hemos venido viendo a lo largo de las últimas décadas, ataques terroristas que se endilgan a ciertos autores han sido Banderas Falsas fabricadas por ciertas agencias de inteligencia; entonces cabría preguntar ¿Será realmente esta mujer detenida la perpetradora del atentado o, es una coartada puesta por la policía o el MIT? Si bien los kurdos del PKK habían estado lanzando sangrientos atentados desde 2015 y que se extendieron hasta 2017, las circunstancias preexistentes en el que se produce el ataque del 13 de noviembre pasado obliga a sospechar sino podría estar motivado por otros asuntos, ajenos a los kurdos.

Recept Tiyip Erdogan llego al poder en agosto de 2014, precisamente por su dura postura en asuntos de seguridad pública y en particular, la referida a la persecución del terrorismo separatista kurdo. Sin dudas, su presidencia fue vital para posibilitar que los planes de desestabilización contra Siria y particularmente para el despliegue del “ISIS” contra Iraq. Desde hace un tiempo hasta esta parte la imagen de su gobierno se ha venido abajo, especialmente por la severa crisis económica que azota al país. El atentado del 13 de noviembre podría suponer la reactivación de los ataques terroristas del PKK y sus colegas del YPG (Unidades de Defensa Popular) dentro de Turquía, pero también podría tratarse de una operación orquestada desde adentro (Falsa Bandera) para reimpulsar su reelección.

 

 

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