MULTILATERALIDAD
DEMOCRATICA
¿Por qué la multilateralidad es verdaderamente el camino del respeto a
los derechos, la libertad y la soberanía de las naciones? Rompiendo las cadenas
de la unilateralidad estadounidense
Por
Charles H. Slim
Una serie de acontecimientos ya han dado muestra del inicio de un nuevo orden global fuera de la influencia atlantista y con ello, el languidecimiento de la hegemonía estadounidense como punta de lanza del bloque occidental.
Claro está
que no estará exceptuada de sobresaltos y grandes revueltas en todo lo
establecido y en particular, en escenario geopolítico que George H. Bush
inauguró en 1990 como el NWO. El 24 de febrero del 2022 ha sido el inicio y
punto de quiebre de esta realidad que poco a poco se va estableciendo tal como
lo evidencia el desarrollo de los eventos en el campo de batalla.
Esta nueva
era será la del respeto real a las soberanías de los países, los derechos de
sus habitantes y de sus correspondientes culturas sin la insidiosa injerencia
maquinadora de las sigilosas políticas disgregadoras que Washington y sus
aliados han sabido desperdigar en regiones clave del mundo con un solo
propósito: Establecer el caos controlado en pro de mantener la supremacía.
Durante
estos treinta años lo hemos visto muy claro. Destruyendo países y atomizando
sociedades, los intereses angloestadounidenses comenzaron con la creación de un
círculo vicioso en el cual los negocios son lo principal. En esta lógica oscura
fue que crearon las fuentes para el terrorismo e incluso lo han apoyado para
crear una inseguridad permanente que obligue a gobiernos débiles y corruptos a
comprar sus soluciones. En síntesis: Crean el problema y te venden la solución.
La reacción
de Rusia en Ucrania fue precisamente, el corte en seco y de un solo golpe al
nudo gordiano creado en 2014 por Washington y Bruselas con la cooperación de un
político mentiroso como Volodymyr Zelensky más interesado en su propio
protagonismo que en la paz y la estabilidad.
Cuando
escuchamos (hoy menos) que EEUU y la OTAN luchan contra las autocracias que
según ellos representan Rusia, China, Irán y otros, no es otra cosa que el
alegato desesperado de quién pierde el poder porque se le está escurriendo como
el agua entre las manos.
Esta clase
de argumentos son los más trillados entre los comunicadores de los medios
argentinos (Capital Federal) obviando cualquier otro punto de vista que de un
panorama más completo e imparcial de un conflicto que solo se lo mira con un
ojo. Tal vez usted crea que es por la influencia de la comunidad ucraniana
local. No es por eso. Solo siguen lo que Washington y Londres dicen.
Nada nuevo
aquí en Argentina. Los medios y en particular sus empleados se mueven en la
dirección que el viento angloestadounidense sople como las veletas del viento
sobre un tejado. Cualquier material y en particular, elaboraciones culturales
retrogradas que provengan del norte o de la deslumbrante Europa occidental son
tomadas como grandes avances del progresismo aún si ello en realidad son
grandes bolsas de excremento.
Para los “populistas
K”, “republicaneros” y “liberales” argentos, todos por igual, enaltecer
minorías como el LGTBQ poniéndolas por sobre una mayoría que no practica o
incluso no tiene la intención de adherir a esa preferencia sexual, es un
ideario de avanzada al que califican de “progresista” solo porque viene del
adorado mundo anglosajón. A tal punto llega la influencia política de esta
tendencia que se ha llegado al ridículo de ser una obligación decirle mujer a
un sujeto trans por el solo hecho de una “autopercepción”.
No es
casual que dichos movimientos hayan sido políticamente impulsados desde EEUU por
sectores como la pervertida camarilla de Hillary Clinton sospechada de estar detrás
de varios asesinatos en épocas de la gobernación de Arkanzas[1]
y participar en (catalogado por los medios como Teoría de la Conspiración)
fiestas pederastas en el llamado “Pizza-gate”[2].
Tampoco
olvidemos que el lobbie LGTBQ ha sido generosamente financiado por el nada
benéfico George Soros convirtiéndose al día presente en un poderoso y agresivo
grupo de poder ¿Por qué? No porque interese la libertad y los derechos de los
individuos de esta preferencia sexual sino, para usarlos como agentes
disruptivos y subversivos contra sociedades con valores y comportamientos
opuestos como sucede en los países islámicos y los orientales en general. Esto
responde a una estrategia geopolítica de poner la vida privada como un asunto
público y a partir de allí generalizarlo de forma indiscriminada para penetrar
fronteras.
Esta
táctica insidiosa y forzada articulada mediante ONGs y asociaciones ligadas al
gobierno estadounidense (como N.E.D. subsidiada
-aunque digan que no- para “extender la democracia”)[3]
es la demostración más clara de la no democracia y la falta de respeto a la
libertad sobre cómo deben vivir y sentir en otras culturas.
EEUU no
defiende y mucho menos le importa promocionar ninguna democracia y prueba de
ello son los últimos treinta años de una lista interminable de crímenes que no
pueden ser procesados por la terrible y corruptora influencia del poder político-financiero
y militar que opera sobre La Haya, la CPI extendiéndose alrededor del globo.
Con lo cual esa supuesta pulseada no es otra cosa que un eslogan muy gastado y
no resiste un archivo de la historia contemporánea.
EEUU y su
elite político-financiera que han vivido en los últimos treinta años a la
sombra de conspiraciones, intrigas, invasiones y guerras por negocios, están
sintiendo en carne propia como hoy el mundo les da la espalda precisamente,
porque no quieren más inestabilidad y ser rehenes de los conflictos que crea
para sus propios intereses.
La aventura
atlantista en Ucrania es sin dudas uno de los capítulos finales de la hegemonía
estadounidense y es por ello de la desesperación en La Casa Blanca.