LA ERA DEL CONTROL QUANTICO
Atraso, desidia y la necesidad de una importante porción de la
población argentina abrió la puerta para que una multinacional pudiera hacerse
con valiosos datos biométricos personales para propósitos que nunca serán
esclarecidos ¿Dónde estaba el estado presente?
Por
Charles H. Slim
Los avances en tecnología en lo que va del milenio han sido abismales, pero desde un año hasta acá, con el extraordinario desarrollo de la Inteligencia Artificial ese avance sin control puede llegar a ser altamente peligroso para la humanidad.
Desde el inicio de estos avances, han sido los gobiernos,
caracterizados por sus sistemas y agencias de inteligencia intrusivos e
invasivos de la intimidad quienes han hecho de estas herramientas tecnológicas,
armas para recabar información personal y datos de personas comunes que luego
son utilizados para propósitos que los incautos nunca sabrán.
No decimos “aparición” de la IA ya que desde hace décadas que las
potencias estaban en pleno trabajo para su desarrollo y perfeccionamiento.
Quienes ya venían utilizando las primeras versiones de esta entidad virtual
eran los estadounidenses y los chinos direccionándolas para tareas de
investigación, vigilancia e inteligencia electrónica. Quienes se ubican en la
primera línea de estas categorías son agencias gubernamentales como la CIA, el
Mossad israelí y el MI6 y en oriente sin dudas, China.
La llamada “lucha contra el terrorismo” fue sin dudas la excusa por
antonomasia que estos gobiernos alegaron para avanzar sobre la intimidad de las
personas y una de las herramientas principales ha sido el desarrollo de la
informática. Las invasiones llevadas a cabo bajo las parvularias y hoy
develadas mentiras impulsadas por EEUU y sus aliados, tuvieron (entre otros)
finalidades muy bien determinadas y nada
transparentes que convirtieron a las sociedades ocupadas como campos de prueba
para el desarrollo precisamente de tecnologías de control, vigilancia y
represión de la “insurgencia”. Principales colaboradores y asesores en el
montaje de este sistema panóptico virtual fueron los israelíes, expertos y con
larga práctica en vigilar con sistemas electrónicos a los territorios ocupados
en Palestina y en los países vecinos como Siria y el Líbano.
Solo para dar ejemplo de ello, las fuerzas de la OTAN (ISAF) en
Afganistán y las estadounidenses en Iraq usaron sistemas de identificación
digital basados entre otros, escaneo del rostro y del iris de los habitantes
para determinar de forma más abarcativa y precisa sus identidades para
establecer bancos de datos bien precisos que tras retirarse, quedaron en manos
de las agencias de inteligencia.
Lo mismo ya venían implementando los organismos gubernamentales israelíes
sobre los palestinos escaneando la retina de sus ojos mediante un sistema que
se conoce como “Red Wolf” con la única finalidad de refinar la información
individual y poder ubicarlos de forma inmediata para disponer de ellos como
mejor les convenga. No hay que olvidar cual es el contexto en el que Israel usa
la Inteligencia Artificial y sus extensos antecedentes sobre la violación a los
derechos humanos.
Aunque esta tecnología de recopilación de datos no tiene contacto y por
ende no invasiva, los datos extraídos son altamente sensibles para la
personalidad del sujeto.
¿Qué ha hecho el estado argentino en cuanto a estos avances tecnológicos
y los peligros de su manipulación para fines nada amigables?
En Argentina hace tiempo que se recaban desde el exterior y sin
consentimiento y de forma subrepticia, datos e información de sus habitantes. Los
británicos desde las Malvinas y desde buques con sistemas de interceptación
electrónica ya venían recopilando sin ninguna clase de autorización,
comunicaciones, conversaciones y obviamente, datos personales de cada una de
esas actividades ¿Por qué pudo suceder esto? Muy simple: Hace décadas que no
existe una política de seguridad e inteligencia alguna que prevenga y mucho
menos contra reste estas operaciones.
Al parecer esta pereza del estado argentino ha vuelto a quedar en evidencia
con una nueva y muy preocupante situación.
La última noticia sobre episodios similares, nos dan cuenta de varias
denuncias contra la multinacional WORLDCOIN por haber estado recabando
información sensible (en especial por escaneo de rostro y del iris de los ojos)
de ciudadanos argentinos a cambio de unos 50 dólares, han despertado las
alarmas sobre cuáles serían los fines reales y últimos de todo esto. No hay
dudas de que se ha explotado las necesidades que por estos momentos pasa un
país en banca rota con una crisis socio-económico-política que está llegando a
niveles no esperados.
Esto obligó al gobierno a tomar intervención y abrir una investigación
encabezada por La Agencia de Acceso a la Información Pública (AAIP) quien
ejerce la facultad de organismo y autoridad de Aplicación de la Ley 25.326 de
Protección de Datos Personales. Pero, si lo vemos desde el punto de vista
práctico, las autoridades ya llegan tarde.
El desconocimiento y la necesidad ha sido un campo fértil para estas
prospecciones disfrazadas de benéficas y que muchas veces enmascaran las actividades
de agencias gubernamentales. Quienes han entregado esta clase de datos
biométricos por unos cuantos dólares no tienen ni idea para qué han sido
recabados ni quiénes los utilizaran.
Lo denunciado en Buenos Aires no debería asombrar a nadie. Las multinacionales
y Corporaciones gozan de un gran poder económico que va secundado de una
influencia política, con el cual abrirse paso en estados con debilidades
legales o fallas de seguridad es algo relativamente fácil de hacer.
La conclusión de esto revela una gran inseguridad en todos los niveles
de la vida de los argentinos. Sabíamos del crecimiento de la inseguridad
ciudadana, de la inseguridad jurídica que constantemente se reclama en las
relaciones privadas entre el estado y actores externos, de la inseguridad
económico-financiera que refleja sus cíclicas crisis macroeconómicas y ahora,
con estas recopilaciones de datos biométricos los argentinos entran de cabeza como
potenciales esclavos en la era digital.