jueves, 10 de agosto de 2023

 

LA ERA DEL CONTROL QUANTICO

Atraso, desidia y la necesidad de una importante porción de la población argentina abrió la puerta para que una multinacional pudiera hacerse con valiosos datos biométricos personales para propósitos que nunca serán esclarecidos ¿Dónde estaba el estado presente?


Por Charles H. Slim

Los avances en tecnología en lo que va del milenio han sido abismales, pero desde un año hasta acá, con el extraordinario desarrollo de la Inteligencia Artificial ese avance sin control puede llegar a ser altamente peligroso para la humanidad.

Desde el inicio de estos avances, han sido los gobiernos, caracterizados por sus sistemas y agencias de inteligencia intrusivos e invasivos de la intimidad quienes han hecho de estas herramientas tecnológicas, armas para recabar información personal y datos de personas comunes que luego son utilizados para propósitos que los incautos nunca sabrán.

No decimos “aparición” de la IA ya que desde hace décadas que las potencias estaban en pleno trabajo para su desarrollo y perfeccionamiento. Quienes ya venían utilizando las primeras versiones de esta entidad virtual eran los estadounidenses y los chinos direccionándolas para tareas de investigación, vigilancia e inteligencia electrónica. Quienes se ubican en la primera línea de estas categorías son agencias gubernamentales como la CIA, el Mossad israelí y el MI6 y en oriente sin dudas, China.

La llamada “lucha contra el terrorismo” fue sin dudas la excusa por antonomasia que estos gobiernos alegaron para avanzar sobre la intimidad de las personas y una de las herramientas principales ha sido el desarrollo de la informática. Las invasiones llevadas a cabo bajo las parvularias y hoy develadas mentiras impulsadas por EEUU y sus aliados, tuvieron (entre otros) finalidades muy bien determinadas y  nada transparentes que convirtieron a las sociedades ocupadas como campos de prueba para el desarrollo precisamente de tecnologías de control, vigilancia y represión de la “insurgencia”. Principales colaboradores y asesores en el montaje de este sistema panóptico virtual fueron los israelíes, expertos y con larga práctica en vigilar con sistemas electrónicos a los territorios ocupados en Palestina y en los países vecinos como Siria y el Líbano.

Solo para dar ejemplo de ello, las fuerzas de la OTAN (ISAF) en Afganistán y las estadounidenses en Iraq usaron sistemas de identificación digital basados entre otros, escaneo del rostro y del iris de los habitantes para determinar de forma más abarcativa y precisa sus identidades para establecer bancos de datos bien precisos que tras retirarse, quedaron en manos de las agencias de inteligencia.

Lo mismo ya venían implementando los organismos gubernamentales israelíes sobre los palestinos escaneando la retina de sus ojos mediante un sistema que se conoce como “Red Wolf” con la única finalidad de refinar la información individual y poder ubicarlos de forma inmediata para disponer de ellos como mejor les convenga. No hay que olvidar cual es el contexto en el que Israel usa la Inteligencia Artificial y sus extensos antecedentes sobre la violación a los derechos humanos.

Aunque esta tecnología de recopilación de datos no tiene contacto y por ende no invasiva, los datos extraídos son altamente sensibles para la personalidad del sujeto.

¿Qué ha hecho el estado argentino en cuanto a estos avances tecnológicos y los peligros de su manipulación para fines nada amigables?

En Argentina hace tiempo que se recaban desde el exterior y sin consentimiento y de forma subrepticia, datos e información de sus habitantes. Los británicos desde las Malvinas y desde buques con sistemas de interceptación electrónica ya venían recopilando sin ninguna clase de autorización, comunicaciones, conversaciones y obviamente, datos personales de cada una de esas actividades ¿Por qué pudo suceder esto? Muy simple: Hace décadas que no existe una política de seguridad e inteligencia alguna que prevenga y mucho menos contra reste estas operaciones.  

Al parecer esta pereza del estado argentino ha vuelto a quedar en evidencia con una nueva y muy preocupante situación.

La última noticia sobre episodios similares, nos dan cuenta de varias denuncias contra la multinacional WORLDCOIN por haber estado recabando información sensible (en especial por escaneo de rostro y del iris de los ojos) de ciudadanos argentinos a cambio de unos 50 dólares, han despertado las alarmas sobre cuáles serían los fines reales y últimos de todo esto. No hay dudas de que se ha explotado las necesidades que por estos momentos pasa un país en banca rota con una crisis socio-económico-política que está llegando a niveles no esperados.

Esto obligó al gobierno a tomar intervención y abrir una investigación encabezada por La Agencia de Acceso a la Información Pública (AAIP) quien ejerce la facultad de organismo y autoridad de Aplicación de la Ley 25.326 de Protección de Datos Personales. Pero, si lo vemos desde el punto de vista práctico, las autoridades ya llegan tarde.

El desconocimiento y la necesidad ha sido un campo fértil para estas prospecciones disfrazadas de benéficas y que muchas veces enmascaran las actividades de agencias gubernamentales. Quienes han entregado esta clase de datos biométricos por unos cuantos dólares no tienen ni idea para qué han sido recabados ni quiénes los utilizaran.

Lo denunciado en Buenos Aires no debería asombrar a nadie. Las multinacionales y Corporaciones gozan de un gran poder económico que va secundado de una influencia política, con el cual abrirse paso en estados con debilidades legales o fallas de seguridad es algo relativamente fácil de hacer.

La conclusión de esto revela una gran inseguridad en todos los niveles de la vida de los argentinos. Sabíamos del crecimiento de la inseguridad ciudadana, de la inseguridad jurídica que constantemente se reclama en las relaciones privadas entre el estado y actores externos, de la inseguridad económico-financiera que refleja sus cíclicas crisis macroeconómicas y ahora, con estas recopilaciones de datos biométricos los argentinos entran de cabeza como potenciales esclavos en la era digital.

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