IMPOTENCIA EXPORTADORA
¿Cuál es una de las fallas más graves para el desarrollo y crecimiento comercial
argentino?
Por
Javier B. Dal
Una de las cuestiones que debería traer el desarrollo de las políticas
libertarias del gobierno de Milei es el comercio y en especial el comercio
internacional. Abrir y ampliar las rutas comerciales del país hacia el mundo
debería ser una meta irreductible para el desarrollo de la economía del país.
Pero si
bien el país tiene los recursos y las materias primas para ofrecerlos al mundo,
hay un pequeño detalle en este esquema que pone entredicho dichas expectativas
y es ¿Cómo podría moverlos a otras tierras?
El
transporte es la clave estratégica para ello. Siempre debemos remarcar que un
país de las dimensiones de Argentina y en particular su litoral costero, no
puede tener tan famélica flota de navíos comerciales para no decir simplemente obsoletos.
No nos referimos a la flota de ríos en especial el Paraná y de cabotaje que a
los problemas materiales viene con una continua y crónica crisis sindical que
la ha degradado a caer por debajo de otros países de la región.
Nos
referimos a los buques de calado para transporte a granel transoceánicos que
sean capaces de surcar grandes distancias de forma competitiva y a costos
razonables. Hoy la flota comercial de ultramar argentina es inexistente y
ningún gobierno en los últimos cuarenta años a la fecha ha propuesto alguna
solución. La alguna vez existente FANU[1]
(y su derivación ELMA) es un sueño vaporoso de la historia pero que quizá pueda
ser retomado por el actual gobierno.
Si la
libertad de comercio es una de las premisas de Milei y si se despoja de sus
prejuicios con ciertas partes del mundo, a la Argentina le esperan grandes
oportunidades para ampliar su mercado, pero antes deberá resolver un problema
estratégico: Construir una flota.
Esta breve
conclusión requiere de una extensa y planificada política que llevará años en
concretar pero en algún momento hay que empezar.
Actualmente,
el comercio que se lleva a cabo por mar es uno de los más importantes y los
principales actores en este campo no son quienes en Buenos Aires creen. Más
allá de la anglofilia y su afección ideológico-cultural por lo estadounidense que
caracteriza a muchos de los actuales funcionarios de gobierno (y que cala en
una parte de la población), quien lidera el área del comercio marítimo es China.
Pero el país asiático no llego a este lugar por casualidad o por quedarse
esperando que otra potencia le ayudara. Para ello, Pekín viene desde hace décadas
invirtiendo en el desarrollo y construcción de astilleros para la producción
buques de transporte comercial llegando en 2023 a tener pedidos de entrega de
1794 buques a clientes nacionales y extranjeros, siguiéndole Corea del Sur con
734 buques, Japón 587 y bien atrás la industria naval estadounidense con apenas
5 buques (según fuente de “The Japan Times”).
China para
2023 tenía -y digo tenía porque ha crecido- una flota de 5000 buques de
transporte comercial transoceánico mientras que los EEUU solo reporta una flota
de tan solo 177 buques de bandera estadounidense.
El dato
informa que China tiene una capacidad de construcción naval 200 veces superior
a la estadounidense y obviamente, infinita con respecto a la que tiene la
Argentina que es al presente, es definitivamente nula. Si algo podemos decir de
Argentina en esta situación es que TANDANOR ha comenzado a parchar algunos
buques que hacía tiempo estaban esperando ser reparados, pero nada más.
A partir de
estos datos y de las expectativas de ampliar las rutas comerciales del país
suenan como simples deseos que se evaporan en el aire, salvo que el gobierno y
las postreras administraciones se tomen enserio el tema y hagan las inversiones
necesarias para reactivar el área y obviamente lo hagan con quienes sean
competentes para ello.
Queda claro
que la inversión necesaria deberá prever estrictos controles anti corrupción
que ha sido, además de la ineficiencia administrativa, el cáncer que se comió a
esta área -entre otras- del estado.
A las
claras se ve que la República Popular de China es el candidato obligado para
solicitar la asesoría y porque no su participación en la construcción de un
sector estratégico como es la construcción de buques con capacidad de
navegación ultramar. Pero para ello, el presidente Milei y su circulo deberían
dejar de lado sus prejuicios importados de Washington ya que, más allá del creíble
entusiasmo anti chino y rusofobo del mandatario (que le llevo a sacar al país
de los BRICS+), debería ver los datos de la realidad, aplicar el pragmatismo
que tanto se ve en otras cuestiones y hacerse a un lado de la guerra intestina
que existe entre EEUU y China que precisamente se da en el marco de la
decadencia de una potencia y la asunción de la otra.