CAMINO DE LA VICTORIA
¿Qué tan real es la ruptura político-ideológica dentro del gobierno argentino?
Por
Javier B. Dal
A un año de la llegada del gobierno de Javier Milei y Victoria Villarruel a La Casa Rosada, mucha agua ha pasado bajo el puente y más allá de las apariencias hoy la relación nada es lo que fue. Posiciones políticas transitoriamente coincidentes y puntos de vista disimiles sobre el rumbo de la nación en el contexto geopolítico no auguraban durabilidad y eso lo sabían ambos apenas se juntaron para llegar al poder.
Tal vez en alguna época liberales y nacionalistas pudieron funcionar en
una alianza para gobernar. Pero actualmente el liberalismo y el nacionalismo en
este país (y sin dudas en todo el mundo) son dos concepciones diluidas y sin
sentido que como todas las ideologías políticas, ya han perdido la credibilidad,
la convocatoria y el poder aglutinante que alguna vez tuvieron.
Milei, un autoproclamado libertario y anarco capitalista, se juntó con
una clara representante del nacionalismo católico como es Victoria Villarruel con
el único objetivo de aunar fuerzas ante la maquinaria política de la casta que
desde 1983 hasta el presente tras acaparar la vida política mediante la conformación
de una partidocracia, ha convertido al estado (en todos sus niveles) y al
sistema en una gran caja de negocios turbios.
Como era previsible, la convivencia no auguraba duración. Su alianza es
la mejor demostración de un matrimonio por conveniencias en el cual, ambos
saben que en cualquier momento se romperá. Sumado al papel de la hermana del
presidente (EL JEFE) quien digita su entorno y aparta a quien ella considera
los indeseables, los compromisos asumidos por los Milei distan y mucho de lo
que Villarruel y el ala nacionalista pueden consentir. Mientras los Milei ya no
esconden su filiación sionista y atlantista que domina en la intelectualidad y
los medios de CABA, Villarruel ha sido más cercana al sentir del interior, a la
institucionalidad conservadora y a las tradiciones cristianas de raigambre
católica apostólica y romana que las caracterizan.
La aparición de una pegatina de afiches muy sugestiva en la que se
muestra a la vice con poncho y sombrero como si fuera un caudillo, secundada al
pie con los referentes políticos y la simbología que allí se ven ciertamente es
algo novedoso, pero no inesperado.
Hablando de la simbología, ya vemos que toda ella no tiene nada que ver
con las convicciones de los Milei y los intereses que están detrás. Malvinas
como causa nacional bien sabemos está completamente entregada a Londres y hoy
en las islas el movimiento de buques de la Real armada británica y el rearme de
las instalaciones militares en Port Stanley es silenciado por este gobierno.
Con respecto a la virgen, un símbolo del catolicismo tampoco es identificable
con el actual mandatario quien como ya ha demostrado con dichos y hechos, está
entregado (conversión mediante) de cuerpo y alma a la causa sionista.
La mirada de los Milei y Cía no tiene nada que ver con la visión
nacionalista de Villarruel que se halla en las antípodas de aquel. Mientras
Milei ya a comenzado a tomar una serie de medidas que ligara al país a los
intereses geopolíticos angloestadounidenses y con ello, comprometiendo al país
con los conflictos de la OTAN (tanto en Eurasia como en Medio Oriente y
posiblemente en el Indico-pacífico), Villarruel y de acuerdo a quienes la
apoyarían eso es una traición a los intereses del país.
Los referentes que se hallan en esta corriente que apoyarían a
Villarruel provienen del peronismo histórico y el nacionalismo que en algún
momento represento el Coronel “carapintada” Mohamed Alí Seineldín, un militar
que tras ser embaucado y traicionado por Menem, piso la trampa que se concretó
con el alzamiento armado del 3 de diciembre de 1990 justo en momentos que la
Argentina se aprestaba a participar en una guerra en el Golfo Pérsico. Este
sector de las ideas y en especial del nacionalismo ultramontano que Seineldín
difundía, fue persistentemente atacado desde los medios y relegado por el
sistema y la partidocracia que conforman la que hoy los Milei llaman “casta”.
A diferencia del “nacionalismo popular” del que hacía gala el Kirchnerismo,
el que representaba Seineldín despertaba una seria preocupación en Washington y
en especial en el Foreign Office de Londres interesados en mantener a la
Argentina postrada y bajo control por el asunto del atlántico sur.
Quienes más desprecian esta corriente ideológica son casualmente los
que componen el entorno del presidente, no porque lo consideren antidemocrático,
o represente un peligro para el gobierno de Milei sino, porque lo son para sus
intereses geoeconómicos y geopolíticos. Particular aversión se centra contra el
nacionalismo que representaba Seineldín quien en vida ya advertía de todo lo
que hoy está ocurriendo no solo en el país sino en el mundo.
Ahora, si Victoria Villarruel es una militante nacionalista de esta
estirpe o si en realidad estos afiches representan una verdadera vocación de
poder alternativo al engendro que los Milei y en particular Karina Milei esta
tratando de construir, solo el tiempo lo dirá. Sea o no esto una posibilidad posible
de concretarse que no queden dudas de que los encargados del MI6 y sus socios
de la CIA en el país seguirán de cerca esto y tiraran de los hilos de acuerdo a
las conveniencias de sus gobiernos.