ALIANZA ASIMETRICA
¿Por qué las
pretensiones del gobierno de Milei de jugar como aliado de EEUU y la OTAN no
son reales?
Por Charles H.
Slim
Ese dicho que dice que la “historia vuelve a repetirse” puede tener connotaciones positivas o negativas atendiendo al caso que se dé. En la política y en la geopolítica eso puede resultar muchas veces negativo y hasta incluso fatal. Para la Argentina este parece ser un axioma en su existencia política ya que (y como lo vemos hoy) pareciera gustar de tropezar con la misma piedra una y otra vez.
En la década de
los setentas las administraciones de Ford y Carter establecieron intimas
relaciones con los gobiernos militares sudamericanos, incluyendo al de
Argentina haciéndoles creer que eran parte imprescindible de su seguridad
nacional colocándolos en el pedestal de los “defensores de la democracia
occidental”. Lo cierto es que fueron usados por el Departamento de Estado, el
Pentágono y la CIA para realizar los trabajos sucios de su geopolítica como
actores de contención contra el comunismo y cuando dejaron de ser útiles, se
deshicieron de ellos.
En 1982 en
momentos que Argentina llevaba adelante la recuperación de las islas Malvinas
para ejercer un acto de posesión que cortara el término de prescripción de
ocupación británica, en Washington la administración Reagan-Bush violo sus
compromisos hemisféricos del TIAR prestando asistencia y apoyo estratégico a
Gran Bretaña.
Más cerca en el
tiempo, el gobierno “peronista” de Carlos Menem en 1990 se postró literalmente
ante Washington para involucrarse en la crisis del Golfo Pérsico y su posterior
guerra de 1991 que pese a las expectativas de Buenos Aires de ser considerado
(entre otras cuestiones) como un “aliado-extra OTAN”, quedaron en la nada. Documentos
clasificados de la época detallan que el gobierno argentino pretendía
participar en las inversiones de reconstrucción de Kuwait y que la
administración norteamericana le habría dicho que lo tendrían en consideración.
Más allá de la candidez del gobierno menemista y su desenfadada obsecuencia -y
discutido alineamiento- hay que reconocerle que fue un paso audaz dentro de
la agenda geopolítica en la cual todos los gobiernos previos rehuyeron atender.
En 2015 el
gobierno de Mauricio Macri trato de recrear una experiencia similar, pero sin
éxito.
Actualmente hay
tratativas avanzadas dentro del gobierno nacional que buscan llamar el interés
de Washington para que el país sea considerado como un potencial aliado militar
abriéndose en ese sentido, varias opciones que podrían seducir a los estrategas
del norte. Si consideramos que el Comando Sur ya hizo pie en Tierra del Fuego y
es un hecho que instalarían una base naval en Ushuaia, la faz pasiva de
colaboración ya es un hecho, el problema de aquí en más sería ¿Cuáles o de
dónde saldrán los recursos para reestructurar a las FFAA si Milei pretende
jugar en la geopolítica atlantista?
Para los
aplaudidores de algunos medios capitalinos, las palabras de Bessent podrían
incluir el financiamiento de esta área.
Lo que actualmente
plantea el gobierno pro-atlantista de Milei es una reedición de la geopolítica
en el menemismo solo que con nuevos ingredientes y en un marco global mucho muy
diferente. A diferencia de Menem que fue un arribista en el pináculo del
hegemonismo norteamericano (por el derrumbe de la URSS en 1991), Milei y su
gente buscan entrar en los asuntos geopolíticos de la OTAN con un EEUU alejado
de dicha organización y en momentos que la crisis económico-financiera golpea
al propio Washington.
En este sentido se
puede intuir la vocación de poner al país en el ruedo geopolítico, surge del
claro impulso ideológico de preferencia del mandatario que se ve circunspecta -y
como ya es una costumbre histórica- a la dependencia financiera por el
interminable ciclo de la deuda. Hay en este último sentido muy pocas
precisiones y aún menos claridad sobre la efectividad de la ayuda financiera
que proporcionaría el Tesoro y si esa ayuda estaría condicionada a una
“contribución de sangre” argentina. Al mismo tiempo y sobre esto último, dónde
sería necesaria la carne de cañón de argentinos: ¿Ucrania, donde los
mercenarios colombianos han sido estafados por el régimen de Zelensky o
simplemente han sido eliminados por no querer pelear?, ¿Gaza, donde judíos
argentinos prestando servicio en las FDI e involucrados en el genocidio de la
franja de Gaza, van a unirse tropas regulares del ejército argentino?, o quizá
¿operando en el Mar Rojo como blanco móvil para los misiles yemeníes?, ¿Qué
será del “principio de no agresión” tan voceado por el libertario Milei?
Milei y sus
laderos no buscan esta alianza para favorecer al país, ella está destinada a un
círculo de intereses internos que tienen vinculaciones con funcionarios (entre
ellos Scott Bessent) la actual administración de La Casa Blanca.
EEUU ya no es la
potencia que fue en los noventas. Ciertamente tiene más bases militares
alrededor del globo que cualquier otro país, pero muchas han cerrado y otras
cerraran pronto por la crisis financiera intergubernamental que poco se habla
en Argentina. El internacionalismo liberal que motorizaba estas políticas belicistas
está siendo transformado a la mirada economicista de Trump. Si tomamos esto en
consideración, la apuesta de los Milei es bastante riesgosa y se potencia con
la dinámica belicista que se observa en los gobiernos europeos especialmente
Gran Bretaña, Alemania y Francia que para tratar de compensar la ausencia de
EEUU y tapar sus fracasos domésticos han puesto el asunto de Ucrania como una
bandera que entre otros asuntos, puede redituarles por la industria
armamentística.
Por lo pronto al
Departamento de Estado le interesa que Milei corra a los chinos del país y les
entregue sus plazas en las áreas estratégicas (incluidas las militares) a las
empresas y agencias gubernamentales norteamericanas. Así se presenta el
panorama para Milei y Cía pero, esto estará condicionado al resultado en las
elecciones del 26 de octubre ¿Lo logrará?





