miércoles, 15 de octubre de 2025

 

ALIANZA ASIMETRICA

¿Por qué las pretensiones del gobierno de Milei de jugar como aliado de EEUU y la OTAN no son reales?

 

Por Charles H. Slim

Ese dicho que dice que la “historia vuelve a repetirse” puede tener connotaciones positivas o negativas atendiendo al caso que se dé. En la política y en la geopolítica eso puede resultar muchas veces negativo y hasta incluso fatal. Para la Argentina este parece ser un axioma en su existencia política ya que (y como lo vemos hoy) pareciera gustar de tropezar con la misma piedra una y otra vez.

En la década de los setentas las administraciones de Ford y Carter establecieron intimas relaciones con los gobiernos militares sudamericanos, incluyendo al de Argentina haciéndoles creer que eran parte imprescindible de su seguridad nacional colocándolos en el pedestal de los “defensores de la democracia occidental”. Lo cierto es que fueron usados por el Departamento de Estado, el Pentágono y la CIA para realizar los trabajos sucios de su geopolítica como actores de contención contra el comunismo y cuando dejaron de ser útiles, se deshicieron de ellos.

En 1982 en momentos que Argentina llevaba adelante la recuperación de las islas Malvinas para ejercer un acto de posesión que cortara el término de prescripción de ocupación británica, en Washington la administración Reagan-Bush violo sus compromisos hemisféricos del TIAR prestando asistencia y apoyo estratégico a Gran Bretaña.

Más cerca en el tiempo, el gobierno “peronista” de Carlos Menem en 1990 se postró literalmente ante Washington para involucrarse en la crisis del Golfo Pérsico y su posterior guerra de 1991 que pese a las expectativas de Buenos Aires de ser considerado (entre otras cuestiones) como un “aliado-extra OTAN”, quedaron en la nada. Documentos clasificados de la época detallan que el gobierno argentino pretendía participar en las inversiones de reconstrucción de Kuwait y que la administración norteamericana le habría dicho que lo tendrían en consideración. Más allá de la candidez del gobierno menemista y su desenfadada obsecuencia -y discutido alineamiento- hay que reconocerle que fue un paso audaz dentro de la agenda geopolítica en la cual todos los gobiernos previos rehuyeron atender.

En 2015 el gobierno de Mauricio Macri trato de recrear una experiencia similar, pero sin éxito.

Actualmente hay tratativas avanzadas dentro del gobierno nacional que buscan llamar el interés de Washington para que el país sea considerado como un potencial aliado militar abriéndose en ese sentido, varias opciones que podrían seducir a los estrategas del norte. Si consideramos que el Comando Sur ya hizo pie en Tierra del Fuego y es un hecho que instalarían una base naval en Ushuaia, la faz pasiva de colaboración ya es un hecho, el problema de aquí en más sería ¿Cuáles o de dónde saldrán los recursos para reestructurar a las FFAA si Milei pretende jugar en la geopolítica atlantista?

Para los aplaudidores de algunos medios capitalinos, las palabras de Bessent podrían incluir el financiamiento de esta área.  

Lo que actualmente plantea el gobierno pro-atlantista de Milei es una reedición de la geopolítica en el menemismo solo que con nuevos ingredientes y en un marco global mucho muy diferente. A diferencia de Menem que fue un arribista en el pináculo del hegemonismo norteamericano (por el derrumbe de la URSS en 1991), Milei y su gente buscan entrar en los asuntos geopolíticos de la OTAN con un EEUU alejado de dicha organización y en momentos que la crisis económico-financiera golpea al propio Washington.

En este sentido se puede intuir la vocación de poner al país en el ruedo geopolítico, surge del claro impulso ideológico de preferencia del mandatario que se ve circunspecta -y como ya es una costumbre histórica- a la dependencia financiera por el interminable ciclo de la deuda. Hay en este último sentido muy pocas precisiones y aún menos claridad sobre la efectividad de la ayuda financiera que proporcionaría el Tesoro y si esa ayuda estaría condicionada a una “contribución de sangre” argentina. Al mismo tiempo y sobre esto último, dónde sería necesaria la carne de cañón de argentinos: ¿Ucrania, donde los mercenarios colombianos han sido estafados por el régimen de Zelensky o simplemente han sido eliminados por no querer pelear?, ¿Gaza, donde judíos argentinos prestando servicio en las FDI e involucrados en el genocidio de la franja de Gaza, van a unirse tropas regulares del ejército argentino?, o quizá ¿operando en el Mar Rojo como blanco móvil para los misiles yemeníes?, ¿Qué será del “principio de no agresión” tan voceado por el libertario Milei?

Milei y sus laderos no buscan esta alianza para favorecer al país, ella está destinada a un círculo de intereses internos que tienen vinculaciones con funcionarios (entre ellos Scott Bessent) la actual administración de La Casa Blanca.

EEUU ya no es la potencia que fue en los noventas. Ciertamente tiene más bases militares alrededor del globo que cualquier otro país, pero muchas han cerrado y otras cerraran pronto por la crisis financiera intergubernamental que poco se habla en Argentina. El internacionalismo liberal que motorizaba estas políticas belicistas está siendo transformado a la mirada economicista de Trump. Si tomamos esto en consideración, la apuesta de los Milei es bastante riesgosa y se potencia con la dinámica belicista que se observa en los gobiernos europeos especialmente Gran Bretaña, Alemania y Francia que para tratar de compensar la ausencia de EEUU y tapar sus fracasos domésticos han puesto el asunto de Ucrania como una bandera que entre otros asuntos, puede redituarles por la industria armamentística.

Por lo pronto al Departamento de Estado le interesa que Milei corra a los chinos del país y les entregue sus plazas en las áreas estratégicas (incluidas las militares) a las empresas y agencias gubernamentales norteamericanas. Así se presenta el panorama para Milei y Cía pero, esto estará condicionado al resultado en las elecciones del 26 de octubre ¿Lo logrará?

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario