“CONSECUENCIAS DE MALAS DECISIONES”
La falta de energía y su encarecimiento en
Europa y la escases de cereales para sensibles regiones del planeta es una
oportunidad que la Argentina no podrá explotar ¿Por qué?
Por Charles
H. Slim
Una de las acostumbradas postales de Argentina
es ver como los políticos, indistintamente del partido al que pertenezcan,
critican a sus predecesores sin más argumentos que llorar sobre la leche
derramada. La imprevisibilidad se ha convertido en una ley no escrita para los
argentinos y es por ello que el país sufre un estado de cosas producto de una
constante falta de acción coherente y planificada.
Para estos políticos la
democracia es un decorado que tapa un estado desvencijado que solo sirve como
una bolsa de empleo para ellos sus familiares y amigos. Es un buen negocio que
en épocas de elecciones es solventado por el dinero de los impuestos.
Actualmente y en un cálculo conservador la carrera electoral le cuesta a las
arcas públicas unos 110 millones de dólares tan solo para financiar campañas
electorales huecas y sin contenidos que postulan a los mismos charlatanes de
siempre. Así ha sido desde 1983 cuando gracias a anuencia de Washington (que ya
no necesitaba de las dictaduras para contener a la URSS) y tras la derrota de
la guerra en Malvinas, los políticos argentinos quienes habían confraternizado
con el anterior Status Quo, tuvieron Carta blanca para reestablecer el negocio
de la democracia.
A los continuos desmanejos
en materia económica, los manejos presupuestarios atendiendo a los intereses de
los partidos de gobierno dejando de lado los intereses estratégicos del estado
fueron llevando a la desinversión en áreas vitales del estado para el desarrollo
en horas tempranas de la globalización que ya predecía la necesidad de
planificar amplias conexiones con el mundo.
Hace tiempo que se
advierte esta falencia estratégica pero que siempre ha sido ignorada por los
gobiernos de turno. La llegada de la pandemia de Covid 19 en 2020 puso en
evidencia esto. Cuando se comenzó a prever la necesidad de conseguir
implementos médicos en cantidad (como los respiradores y barbijos) e incluso,
transportar medicinas y vacunas que requerían cadenas de frío desde lugares
remotos como la Federación rusa y China, la Argentina cayó en cuentas que no
tenía aviones de transporte óptimos y a la medida de esas necesidades y en
tales particulares circunstancias. El uso de los aviones de pasajeros de “Aerolíneas
Argentinas” (no preparados ni acondicionados para estas tareas) fue el único y
último recurso con el cual se pudieron salvar estas necesidades.
La actual crisis
mundial existente en la cual la demanda de energía para Europa y de materias
primas para sitios acuciados por imperiosas necesidades (como los fertilizantes
y granos para África) se ven limitadas por falta o altísimos costos de servicios
logísticos para concretar estos transportes, es otra oportunidad histórica que
la Argentina deja pasar producto de la desidia y la corrupción estructural que
se halla consolidada a nivel gubernamental y que por décadas se ha comido gran
parte de los bienes del estado. Y sino ¿Por qué la Argentina no vuelve a
repetir aquel papel de proveedor de granos y carnes que supo tener en épocas de
la segunda guerra mundial?
Primero, ya no cuenta
con la infraestructura naviera que le proporcione la capacidad de transporte
que en algún momento llego a tener. Segundo y en lo que hace a las materias que
podría abastecer a estos escenarios y en las actuales circunstancias, como
efecto de lo primero no tiene como trasladarlos, eso sin contar con las
limitaciones de explotación de recursos (como el gas de Vaca Muerta), las
tributarias y trabas políticas que EEUU y Gran Bretaña le pondrían si Buenos
Aires quisiera intervenir en negocios como el abastecimiento de gas y petróleo a
la UE.
Consecuencia de los
desmanejos y la corrupción se fue desmontando con el paso de los años toda la
infraestructura logística estatal como la que poseía la Empresa Líneas
Marítimas Argentinas ELMA (cerrada en 1996) que junto a otras empresas privadas
llegó a tener una de las flotas fluviales mercantes más importantes de Sudamérica
extendiendo su prestigio alrededor del mundo. Incluso, se sumaban a esta
potencialidad las flotas de transporte de carburantes de YPF y de la YPC que
cubrían todas las rutas de cabotaje y ultramar. Las pésimas políticas privatizadoras de los
noventas (en las cuales participo el actual presidente), los cambios en el
negocio del transporte con prácticas como el “Shipping” y la total falta de
visión de los gobiernos para tomar enserio este sector, llevo al cierre de las
actividades y el paulatino desguace de toda esa área y por consiguiente a la
situación actual de una completa ausencia del estado. Hoy hablar de una flota
de ultramar es casi una cuestión de ciencia ficción.
Con esto en consideración
se ve muy claro que el país no solo no tiene como generar ingresos genuinos
mediante la exportación y la importación sino que, por esta falta de visión estratégica
y voluntad política, el gobierno no prevé que una política de planificación y
reactivación de la industria naviera no solo resolvería este problema estratégico
sino que reabriría una plaza laboral que requiere de miles de puestos de
trabajo que irían desde la mano de obra especializada (soldadores,
electricistas, montadores etcetc) en los astilleros y los puertos hasta el
personal destinado a la administración. Sumado a esto y algo muy importante, es
la modernización de la infraestructura portuaria para poder cubrir las
necesidades de cargas y buques cada vez más sofisticados que llegan al país. Queda
claro y para no volver a repetir los errores del pasado, quienes deberán ocuparse
de esta área debe ser gente idónea, con experiencia en la materia y lo más
importante, honesta y sin contaminación partidocratica para administrarla que
lleve al continuo corsi et ricorsi que ha estancado el desarrollo del
país.
Es por ello que hoy el
país carece de una marina mercante y por más que el presidente Alberto Fernández
hable de oportunidades y de potencialidades del país, solo son palabras vacías
en un mar de oportunidades que solo saben aprovechar aquellos que planifican
con políticas sostenibles y a largo plazo.