domingo, 11 de septiembre de 2022

 

“LOS AGUJEROS NEGROS DE LA DEMOCRACIA”

El 11/S fue el evento disparador de las inútiles guerras preventivas de EEUU ¿Cuáles fueron los beneficios para los invadidos?

Por Dany Smith

Una aldea en llamas al noroeste de Jalalabad, el secuestro a pleno día de un joven musulmán en las calles de Berlín o una familia aplastada bajo los escombros de su casa en la localidad de Al Ramadi en Iraq tienen un nexo en común: La mano de EEUU y Gran Bretaña. Han pasado 21 años del 11/S y aún no se han explicado con la transparencia del caso quiénes fueron en realidad los orquestadores de estos ataques aunque si hemos podido ver, quienes se beneficiaron.

Estas bestialidades contra la humanidad solo fueron una parte visible de una época nefasta marcada por el terror de comienzos del siglo. Todas estas incontables víctimas no reciben las condolencias ni mucho menos esa actuada consternación que hipócritamente los medios le rinden a una reina que fue parte en la validación en este genocidio legalizado por un gran embuste fabricado y pontificado por la Corporación de los medios allí mismo dentro de los EEUU.

Detrás de estas incontables tragedias silenciosamente y ocultadas por los medios al conocimiento de la opinión pública se ejecutaban otras tan o más siniestras tragedias que terminarían por develar el verdadero rostro de la democracia angloestadounidense.  

El montaje y las mentiras fueron el marco para construir una siniestra infraestructura que los EEUU y sus aliados usarían para llevar adelante la estigmatización y la persecución contra el mundo islámico y contra los musulmanes críticos a las bestialidades que la administración de George W. Bush y sus adalides neoconservadores llevaban a cabo bajo la arenga de una versión engañosa de lo ocurrido el 11/S. Esa infraestructura creada por ordenes ejecutivas y piezas legales como la “Patriot Act” multiplico los tentáculos de la inteligencia en rededor de los derechos fundamentales con docena de agencias que se dedicarían a toda clase de asuntos inconfesables.

La cara pública de esto ha sido sin dudas la prisión de Guantánamo, en la isla de Cuba, pero el asunto no se limita solamente a ese despreciable sitio.

La persecución se concretó no solo en los países árabes-islámicos invadidos sino también en cualquier país donde radicara alguien sospechado de terrorismo. Células y equipos dirigidos por la CIA operaban con impunidad algunas veces con la connivencia de los gobiernos. El secuestro, el aprisionamiento y las torturas fueron las tareas centrales de esta estructura diseñada y autorizada por el entonces Secretario de Defensa Donald Rumsfeld de la cual se valieron los militares y las agencias de inteligencia con George Tenet al mando de la CIA quien -tras la revelación del embuste contra Iraq- cargaría con parte de las culpas tras comprobarse las mentiras y engaños del gobierno.

Inspiradores intelectuales en el diseño y construcción de esta maquinaria (y claro del 11/S) fueron sin dudas los colegas sionistas expertos en estos asuntos, socios estrechos contra los árabes, ideológicamente compatibles y beneficiarios en los planes por desmembrar el Oriente Medio y demonizar al mundo árabe-islámico.

Las hordas de carniceros y psicópatas contratados por la “Agencia” para servir a esta infraestructura gubernamental tuvieron su agosto y no tuvieron límites en la ejecución de sus faenas, en especial en los cadalsos en Afganistán e Iraq donde se ensayaron toda clase de humillaciones, vejámenes y torturas sobre hombres y mujeres. Ni la Comisión de Inteligencia (compuesta por republicanos y demócratas) ni la justicia, ni ninguna otra instancia ha querido ahondar en todas estas violaciones a los derechos humanos y cuando las preguntas del público comenzaron a hacerse muy molestas el gobierno solo cerraba la boca.

Confiados de que todo esto no podría ir más allá de los rumores, los burócratas de esta administración se cayeron de bruces con las revelaciones de 2004 en Abu-Graib que tan solo era la punta de un iceberg más grande y brutal en lo que estaban haciendo con miles de personas. Fue allí cuando los lugartenientes de Rumsfeld le hicieron llegar sus inquietudes tales como ¿Qué diablos haremos si descubren todo lo que estamos haciendo allí?

En aquellos momentos y aún hoy es muy difícil explicar por qué el gobierno federal de los Estados Unidos violo todos los protocolos y las Convenciones de Ginebra sobre el trato a prisioneros y la prohibición del uso de las torturas. Creerse en argumentos como que los apresados eran “lo peor de lo peor” o adjetivos similares no es un argumento jurídico y mucho menos moral que valide esas acciones. Incluso, si los burócratas de Bush no tenían nada que esconder ¿Por qué mantuvieron los agujeros negros de la CIA y de la inteligencia militar dispersos en lugares fuera de la jurisdicción penal local e internacional? 

Quien podía imaginarse por aquellas épocas que una ambiciosa y despiadada joven llamada Gina Haspel que disfrutaba con infringir dolor a prisioneros en los agujeros negros de la CIA en Tailandia tras ser enviada a supervisar los interrogatorios en Iraq, se vería involucrada y puesta en evidencias en grotescas fotografías tomadas con cadáveres de algunos interrogados, terminaría siendo la directora de la CIA.

Los hechos eran contundentes y por ello imposibles de justificar. El estupor gano en los primeros momentos, pero pronto los Think Tanks comenzaron a ingeniar cómo manipular esa realidad para construir un relato con argumentos retorcidos y desviados del tema central.

Todas las argumentaciones que se ha tratado de instalar como la de un fantasmagórico Osama Bin Ladem líder de un grupo llamado “Al Qaeda” que había sido creado y hasta hacía muy poco seguía siendo un activo de la CIA, estaba detrás de la búsqueda de armas Químicas, Biológicas y Nucleares, lucen increíbles no solo por estas promiscuas incumbencias sino por el hecho (siempre apartado de los medios occidentales) de que Bin Ladem afectado por complicaciones renales ya había muerto en 2000 en un quirófano de un hospital emiratí. Si eso fue así ¿Por qué mintió la CIA? O también podríamos decir ¿Se dejó engañar la administración Bush-Cheney o fueron los deliberados planificadores de todo esto?

Por ello no fue casual que apenas huyó Tenet de su cargo le siguiera el número dos James Pavitt a cargo de Operaciones Especiales muy bien consustanciado con estas aberraciones.

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