“LOS AGUJEROS NEGROS DE LA DEMOCRACIA”
El 11/S fue el evento disparador de las inútiles
guerras preventivas de EEUU ¿Cuáles fueron los beneficios para los invadidos?
Por Dany
Smith
Una aldea en llamas al noroeste de Jalalabad, el
secuestro a pleno día de un joven musulmán en las calles de Berlín o una familia
aplastada bajo los escombros de su casa en la localidad de Al Ramadi en Iraq tienen
un nexo en común: La mano de EEUU y Gran Bretaña. Han pasado 21 años del 11/S y
aún no se han explicado con la transparencia del caso quiénes fueron en
realidad los orquestadores de estos ataques aunque si hemos podido ver, quienes
se beneficiaron.
Estas bestialidades contra
la humanidad solo fueron una parte visible de una época nefasta marcada por el
terror de comienzos del siglo. Todas estas incontables víctimas no reciben las
condolencias ni mucho menos esa actuada consternación que hipócritamente los
medios le rinden a una reina que fue parte en la validación en este genocidio
legalizado por un gran embuste fabricado y pontificado por la Corporación de
los medios allí mismo dentro de los EEUU.
Detrás de estas
incontables tragedias silenciosamente y ocultadas por los medios al conocimiento
de la opinión pública se ejecutaban otras tan o más siniestras tragedias que
terminarían por develar el verdadero rostro de la democracia
angloestadounidense.
El montaje y las
mentiras fueron el marco para construir una siniestra infraestructura que los
EEUU y sus aliados usarían para llevar adelante la estigmatización y la
persecución contra el mundo islámico y contra los musulmanes críticos a las
bestialidades que la administración de George W. Bush y sus adalides
neoconservadores llevaban a cabo bajo la arenga de una versión engañosa de lo
ocurrido el 11/S. Esa infraestructura creada por ordenes ejecutivas y piezas
legales como la “Patriot Act” multiplico los tentáculos de la inteligencia en rededor
de los derechos fundamentales con docena de agencias que se dedicarían a toda
clase de asuntos inconfesables.
La cara pública de esto
ha sido sin dudas la prisión de Guantánamo, en la isla de Cuba, pero el asunto
no se limita solamente a ese despreciable sitio.
La persecución se
concretó no solo en los países árabes-islámicos invadidos sino también en
cualquier país donde radicara alguien sospechado de terrorismo. Células y
equipos dirigidos por la CIA operaban con impunidad algunas veces con la
connivencia de los gobiernos. El secuestro, el aprisionamiento y las torturas fueron
las tareas centrales de esta estructura diseñada y autorizada por el entonces Secretario
de Defensa Donald Rumsfeld de la cual se valieron los militares y las agencias
de inteligencia con George Tenet al mando de la CIA quien -tras la
revelación del embuste contra Iraq- cargaría con parte de las culpas tras
comprobarse las mentiras y engaños del gobierno.
Inspiradores intelectuales
en el diseño y construcción de esta maquinaria (y claro del 11/S) fueron sin
dudas los colegas sionistas expertos en estos asuntos, socios estrechos contra
los árabes, ideológicamente compatibles y beneficiarios en los planes por desmembrar
el Oriente Medio y demonizar al mundo árabe-islámico.
Las hordas de carniceros
y psicópatas contratados por la “Agencia” para servir a esta infraestructura
gubernamental tuvieron su agosto y no tuvieron límites en la ejecución de sus
faenas, en especial en los cadalsos en Afganistán e Iraq donde se ensayaron
toda clase de humillaciones, vejámenes y torturas sobre hombres y mujeres. Ni
la Comisión de Inteligencia (compuesta por republicanos y demócratas) ni la
justicia, ni ninguna otra instancia ha querido ahondar en todas estas
violaciones a los derechos humanos y cuando las preguntas del público comenzaron
a hacerse muy molestas el gobierno solo cerraba la boca.
Confiados de que todo
esto no podría ir más allá de los rumores, los burócratas de esta
administración se cayeron de bruces con las revelaciones de 2004 en Abu-Graib
que tan solo era la punta de un iceberg más grande y brutal en lo que estaban
haciendo con miles de personas. Fue allí cuando los lugartenientes de Rumsfeld
le hicieron llegar sus inquietudes tales como ¿Qué diablos haremos si descubren
todo lo que estamos haciendo allí?
En aquellos momentos y
aún hoy es muy difícil explicar por qué el gobierno federal de los Estados
Unidos violo todos los protocolos y las Convenciones de Ginebra sobre el trato
a prisioneros y la prohibición del uso de las torturas. Creerse en argumentos
como que los apresados eran “lo peor de lo peor” o adjetivos similares no es un
argumento jurídico y mucho menos moral que valide esas acciones. Incluso, si
los burócratas de Bush no tenían nada que esconder ¿Por qué mantuvieron los
agujeros negros de la CIA y de la inteligencia militar dispersos en lugares
fuera de la jurisdicción penal local e internacional?
Quien podía imaginarse
por aquellas épocas que una ambiciosa y despiadada joven llamada Gina Haspel que
disfrutaba con infringir dolor a prisioneros en los agujeros negros de la CIA en
Tailandia tras ser enviada a supervisar los interrogatorios en Iraq, se vería
involucrada y puesta en evidencias en grotescas fotografías tomadas con
cadáveres de algunos interrogados, terminaría siendo la directora de la CIA.
Los hechos eran
contundentes y por ello imposibles de justificar. El estupor gano en los
primeros momentos, pero pronto los Think Tanks comenzaron a ingeniar cómo
manipular esa realidad para construir un relato con argumentos retorcidos y desviados
del tema central.
Todas las
argumentaciones que se ha tratado de instalar como la de un fantasmagórico
Osama Bin Ladem líder de un grupo llamado “Al Qaeda” que había sido creado y
hasta hacía muy poco seguía siendo un activo de la CIA, estaba detrás de la
búsqueda de armas Químicas, Biológicas y Nucleares, lucen increíbles no solo
por estas promiscuas incumbencias sino por el hecho (siempre apartado de los
medios occidentales) de que Bin Ladem afectado por complicaciones renales ya
había muerto en 2000 en un quirófano de un hospital emiratí. Si eso fue así
¿Por qué mintió la CIA? O también podríamos decir ¿Se dejó engañar la
administración Bush-Cheney o fueron los deliberados planificadores de todo esto?
Por ello no fue casual
que apenas huyó Tenet de su cargo le siguiera el número dos James Pavitt a
cargo de Operaciones Especiales muy bien consustanciado con estas aberraciones.
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