DEFENSA Y SEGURIDAD
“POROSIDAD MARITIMA”
La desaparición del submarino ARA San Juan y las revelaciones de documentos clasificados de la Armada dejan en evidencia la indefensión
Por Javier B. Dal
El miércoles 15
de noviembre de 2017 ha pasado a ser una fecha negra para la historia argentina
y el comienzo de un largo debate sobre cuál debe ser el papel de las Fuerzas
Armadas dentro de las actuales circunstancias internacionales y a que
delineamiento geoestratégico de país deben responder.
La inaceptable
desaparición del submarino “ARA San Juan” a la altura de las circunstancias y
en vista de varios hechos que no terminan de explicarse, debiera desatar en el
gobierno un interés por reestructurar en forma cabal a la Armada.
Más allá de discurrir si el submarino fue atacado por navíos
británicos o se hundió por un colapso estructural vinculado a los años de
desidia política en el área, lo cierto es que ello ha servido para mostrar
hasta donde ha llegado el desarme del sistema de defensa argentino que no puede
ni siquiera auxiliar a sus propias unidades. Sin dudas, que algo fallo
garrafalmente y no ha sido precisamente el submarino ni su tripulación.
En los países que se toma en serio la seguridad territorial para la
custodia de sus intereses y su patrimonio nacional, hay una variedad de dispositivos que se
activan ante una amenaza, tanto al territorio como a cualquiera de sus unidades
que se hallan en operaciones dentro de su jurisdicción. Pero en la Argentina
desde hace 35 años hasta esta parte, el desguace de las tres armas ha sido
metódico, paulatino y lo peor de todo, consentido. En ese sentido, es tarde para lamentaciones y
hoy han costado 44 vidas, pero de seguir con la misma inercia política y de
vacilación en el tema de la defensa, al país puede costarle mucho más caro.
Los argumentos que corrientemente suelen escucharse de sectores que
poco y nada saben –y menos aún les interesa- sobre las posibilidades de
la estructuración de Fuerzas Armadas operativas y eficientes es que no hay
dinero para ello. Falso. El país como un ente político dentro del concierto
internacional, cuenta con un PBI por el cual se financian varios sectores
estratégicos de sus funciones, y la defensa es uno de ellos. Esto es una
obligación del estado, si quiere jugar el rol de tal. Pese a ello, no faltan
ganas en un sector del actual gobierno, de prácticamente privatizar el área
comenzando con las fabricaciones militares y que podría llegar a la
implementación incluso, de empresas privadas de seguridad como “Xe” o
“Constellis” (entre muchas otras) para que se hagan cargo de la defensa, algo
inaceptable desde todo punto de vista.
Pero volviendo a lo que hace a la custodia de los espacios
acuáticos y los mares territoriales argentinos, vemos que para emprender una
tarea semejante, el país carece de equipo, naves y hombres para cubrir con
verdadera efectividad todo lo que ocurre dentro de sus aguas y del espacio
aéreo que lo cubre. Si hacemos un
pequeño ejercicio y nos imaginamos por un momento que el submarino “ARA San
Juan” al momento de haber sufrido el “incidente” que lo condeno a muerte, de
haber habido una planificación de defensa coordinada y de respuesta inmediata
ante semejante evento, no solo habría
sido posible ubicar inmediatamente el lugar preciso del siniestro sino también,
tomar por sorpresa a los agresores que tratarían de retirarse a aguas
internacionales cuanto antes. Pero ¿Qué aviones tiene la Armada para un
propósito semejante? O mejor pregúntense ¿Qué habría sucedido si Argentina
hubiera tenido una pareja de aviones “MIG-31M” de guardia ante un evento
semejante? La cuestión suena a ciencia ficción ¿no? Pues, de haber existido
estos recursos operativos, es muy probable que el episodio hubiera tenido una
inmediata represalia sobre los intrusos. Es más, si Argentina hubiera tenido
esa mínima potencialidad, los británicos lo hubieran pensado dos veces y
hubieran dejado pasar pacíficamente al “ARA San Juan”.
Pero incluso si la Armada hubiera estado actualizada con los
sistemas de inteligencia electrónica contemporánea complementados con misiles
costeros multipropósito y vigilancia
aérea pasiva, no hubiera ni siquiera sido necesario que dos interceptores
hubieran tenido que salir al encuentro de buques agresores. Ni hablemos si
contara con aviones de exploración e inteligencia electrónica avanzada. Obviamente
hablamos de modernos aviones de guerra electrónica tipo “AWACS” para tareas navales que obviamente superen a
los dos viejos “P-38 Orión” entregados en 1997; incluso con una pareja de
“EA-18G” de fabricación norteamericana hubiera sido suficiente para disuadir
una amenaza naval.
Pero hay otras opciones. La sola operatividad de un avión ruso
“II-60” de guerra electrónica que barriera la costa patagónica hasta desde
Bahía Blanca hasta el cabo de Hornos habría bastado para alertar movimientos
irregulares de cualquier barco sospechoso como los movimientos de la flota
británica y chilena que merodean a gusto por los mares argentinos, aunque ello
cabe señalarlo, representa una decisión política que éste gobierno no estaría
en posición de tomar.
BASTION K300-P |
Un sistema en red de defensa costera como el que ofrece el sistema
ruso “Bastion K300P”, es una muy buena opción para vigilar y prevenir
incursiones navales tanto de superficie como sumergidas que actualmente se
prueba con éxito en algunos escenarios bélicos reales (Armadni Noviny. http://www.armadninoviny.cz/syrie-uvedla-do-provozu-dve-baterie-protilodniho-systemu-bastion.html
)
Otra opción muy eficaz y
accesible a los costos operativos, es una flota de Drones para observación y
guerra electrónica, como parte de una guardia pasiva de los mares argentinos
que incluso podrían ser operados desde unidades navales con helipuerto o
artefactos navales adaptados a dichos propósitos. En este sentido, la variedad de modelos existentes para tales
propósitos es extensa pero, sería estratégicamente recomendable que los
aparatos de transporte fuesen de ingeniería nacional y los equipos de guerra
electrónica ajenos a la tecnología de la OTAN ya que (y no es necesario
decirlo), la misma opera en las islas Malvinas.
La operatividad de Drones
marinos clase “Sea Hunter” podría ser una de esas opciones pero no para
la Argentina.
Lo que Argentina no puede seguir postergando y menos aún a la vista
de lo ocurrido, es la adquisición de material naval óptimo y de alta tecnología
que haga presencia en el extenso litoral marítimo incluyendo sus aguas
insulares. Recuperar una capacidad naval movible y disuasoria no solo es
posible sino que se hace evidentemente necesaria ante los hechos consumados (Pensamiento
Estratégico y Político. “Alternativas para mejorar la defensa naval”. https://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2016/01/defensa-y-seguridad-alternativas-para.html )
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