sábado, 7 de noviembre de 2015


EN LA MIRA


“DEL ESTADO Y SUS ABERRACIONES CONTEMPORANEAS”

Cómo la realidad y el pragmatismo político han superado a las doctrinas clásicas sobre la concepción del estado y la legitimidad de origen


Para los autores clásicos de la concepción del estado como un ente aparte de los individuos que lo componen y que persigue el fin de la seguridad, la representatividad mediante la entrega de la soberanía de cada miembro a ese ente colectivo que a su vez devolverá beneficios. Será en estas concepciones como la de Thomas Hobbes en su metáfora monstruosa, que representaba al estado como esa mítica  bestia llamada Leviatan;  o la del libertario Russeau o del anárquico italiano Gramci que inspiro al insípido y aburguesado “Eurocomunismo”.

Todo eso es solo letra muerta. A la altura de las circunstancias actuales, las concepciones del estado de cualquiera de estos autores clásicos  e incluso de Carl Marx,  son inservibles para entender cómo se puede justificar la existencia de fenómenos que, a pesar de sus denominaciones, no parecerían ser un ESTADO pero, que en el desarrollo de la realidad, se asemejan  a uno.  Para simplificar, los elementos básicos de un estado son, territorio, gobierno y población.

El presente prologo es para referirnos al mal llamado “Estado Islámico”. Los estados como tales, no crecen de la noche a la mañana y menos aún, pueden sobrevivir si no tienen los recursos suficientes para poder sobrellevar las naturales oposiciones y luchas que suscita la decisión de crear un estado como tal.   Con éste hipotético “Califato”, claramente permitido por las potencias occidentales, se trató de pasar por encima cualquier de las concepciones conocidas sobre lo que es y cómo evoluciona un estado (v.  “Estado Islámico” http://www.voltairenet.org/article189082.html )

En el caso de esta entelequia, la misma no pudo haberse materializado sin la destrucción del estado de Iraq,  el cual, que no caben dudas no se ha recuperado desde la invasión del 2003. Pero lo peor no es esto último, sino el hecho de que se lo ha mantenido deliberadamente  en estado de coma para que además de dependiente de Washington, sea una mera maqueta decorativa que solo en apariencias conserva sus símbolos nacionales y algún que otra intrascendente área de la política nacional (Por ejemplo: Turismo, servicios y tal vez la salud) No caben dudas de que los estadounidenses y sus aliados hicieron un muy buen trabajo para desmembrarlo quebrando la cohesión social que existían previamente a su llegada.

Fue así que concomitante a la presencia estadounidense que a su vez entronó a una secta chiita como el partido “Dawa” que se dedicó a perseguir y encarcelar a los pobladores sunitas, hizo su aparición “Al Qaeda-Iraq”, que lejos estuvo de agredir la presencia norteamericana   concentrándose  en sembrar el terror contra los ciudadanos chiitas en venganza por la “apostasía” de los personeros en Bagdad.  La unidad nacional había sido destruida y a pesar de la opresiva y brutal política pro-estadounidense implementada por el títere Nouri Al Maliki y compañía contra la disidencia que no cesaba,  la desobediencia civil y la resistencia armada en las zonas del centro norte –especialmente en Al Anbar- se convirtió en una situación constante y sin final.  De esta manera se fue abonando el terreno para que la semilla de un extremismo como el de “Daesh” floreciera sin problemas hasta –y con la ayuda de agentes foráneos- convertirse en un “estado” (v. Estado Islámico https://actualidad.rt.com/themes/view/131402-irak-guerra-eiil-isis ).

La aparición y progresivo desarrollo de éste ente, además de servir de apoyo en la creación de un espacio físico libre de autoridad estatal para respaldar las operaciones de los grupos mercenarios que trataban de destruir al gobierno sirio, fue muy funcional para enturbiar aún más la situación de por sí inestable de Iraq.

Pero la historia del siglo XX tiene la muestra más cabal de cómo se puede crear de la nada un estado, otorgándole todo lo necesario para que este germine; y es el caso de Israel. El estado judío no nació y se impuso porque “sea el pueblo elegido de Dios”, o hubiese intervenido “la voluntad divina”  o sandeces similares que suelen predicar las iglesias evangelistas neosionistas que saturan el espectro comunicacional, especialmente en Latinoamérica. El dinero, las armas y el apoyo político constante de Washington, Londres y la entonces Comunidad Europea fue el factor para que  los judíos implantados en Palestina pudieran imponerse por la fuerza sobre los nativos árabes de la región.

Además, otro de los factores vitales para impulsar esta “mística” mesiánica fue –y sigue siendo- la propaganda mediática que por aquellas épocas se realizaba masivamente desde los más altos niveles de la diplomacia internacional, hasta la pegatina de panfletos en universidades estadounidenses y europeas, con el fin de reclutar a jóvenes judíos y simpatizantes de la “causa” para moverlos a la lucha por la conquista de la “tierra prometida” bajo el ideario secular del sionismo creado por el periodista austriaco Thedoro Herzl.

Pero para ello, células sionistas habían venido desarrollando una previa y muy activa campaña de terrorismo en Palestina, tanto contra los palestinos como contra las autoridades  británicas.  Algunos de los más destacados grupos armados como el “Haganá”, “Irgun” “Palmach” o las “Pandillas Stern” (1), tras la implantación y reconocimiento internacional por parte de Naciones Unidas en 1948 pasaron a ser las llamadas “Fuerzas de defensa de Israel” que no son ni más ni menos que sus Fuerzas Armadas.

Obviamente que estos grupos armados, que comenzaron con acciones solapadas y muy sangrientas, pasaron a tener la fuerza armada suficiente como para doblegar el brazo del imperio británico en retirada y por supuesto, para imponerse sobre los pésimamente armados beduinos que poblaban la región. Y esa fuerza no salió de las bendiciones de “Dios” ni de los suplicantes y culposos  pedidos de los rabinos ortodoxos ante el “Kotel”, sino del incesante flujo de dinero, armas y municiones que llegaban como ríos tanto desde occidente como desde algunos países tras la cortina de hierro.

De ese modo, los jerarcas de aquellas organizaciones armadas –entre ellos Ben Gurion- aprovechando lo fresco de las desgracias de la segunda guerra, manipulando las culpas a los europeos y muy bien direccionadas desde EEUU, muchos gobiernos no se atrevieron a negar la ayuda que se les requería para concretar el plan de implantar un estado judío.  De esta manera, modernos rifles estadounidenses y británicos se combinaban con los fusiles y ametralladoras checoslovacas (2); y no era solo el apoyo a una “causa justa”, era el sonido del dinero lo que movía esta gran empresa.

Detrás de la novela y las propagandas mesiánicas orientadas a conmover a la opinión pública no judía del mundo, se movieron grandes negocios de armas que atiborraron los arsenales del repentino y espontaneo estado de Israel.  Para muchos historiadores, las reclamaciones sionistas de un estado propio, se veían circunscriptas a la –y bien escondida- amplia negativa estadounidense a receptar una masiva inmigración judía a sus tierras. Como contraparte a estos sentimientos y en esos años, la URSS liderada por Josep Stalin, veía con muy buenos ojos el proyecto de implantación de un estado judío en medio de territorios árabes dado que además de no confiar en los partidos comunistas árabes –a los cuales consideraba como agentes de Londres- creía que podía conseguir en éste nuevo ente, un aliado contra las potencias coloniales en decadencia y la creciente influencia de EEUU en la región.

Fue precisamente por la anuencia y la firma de decretos gubernamentales por parte de Stalin, que la Checoslovaquia vendió desde fusiles hasta aviones “Avia” y “Spitfire”. El negocio fue redondo y se calcula que la suma en las transacciones alcanzaron los 20 millones de dólares, lo que para la época representó una fortuna. La caballería  real de camellos  transjordana y sus fusileros armados con Mausers no representaron una amenaza para los organizados y bien armados grupos de las autodefensas. Igualmente y pese a que muchos dirigentes judíos de ese entonces señalaron que esas armas fueron las que salvaron a Israel de las agresiones de sus vecinos árabes en las primeras etapas de su existencia, otras más llegaron al mismo tiempo desde otros países y seguirían llegando sin cesar hasta el presente, siendo con ello –y el desarrollo propio de una industria armamentística (3)- el factor detrás de la inestable subsistencia del llamado estado de Israel.  

Hoy el mal llamado “Estado Islámico” –ya que la mayoría de la Umma no lo reconoce-, sostiene su posición por una continua provisión de dinero, armas y municiones y la pregunta es ¿Hasta cuándo?

A pesar de las diferencias en estos dos paradigmas de una concepción del estado muy peculiar, existen elementos muy semejantes en la viabilidad para que se pudieran manifestar y tal vez, los más odiosos como son la violencia, el dinero y la pretendida representatividad de un colectivo que cada vez más, rechazan con vehemencia.


1-      ABC (Madrid). Pandilla Stern. Hemeroteca.  http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1948/09/25/007.html
BALAGÁN. “Israel y el tráfico de armas”. http://blogs.publico.es/balagan/2015/08/31/israel-y-el-trafico-de-armas /

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