sábado, 9 de julio de 2016

NACIONAL



“HOMBRES DE LA INDEPENDENCIA”

A doscientos años de la independencia Argentina, sigue pendiente la aparición de una clase política que emule a sus antecesores




Por Pepe Beru
Hace 200 años atrás la Argentina no existía aun como un ente nacional como tal, pero en las venas de los hombres y mujeres que habitaban este suelo, ya corría la sangre caliente dispuesta al sacrificio de la lucha por la libertad y una verdadera independencia de aquel poder central en España y por supuesto, de los peligros que representaban sus rivales Inglaterra y Francia que siempre estaban al salto de la oportunidad para tratar de sacar algún beneficio para sus coronas.

No se puede dejar de recordar y de valorar lo que significó para aquellas gentes vivir en esa época de tantas carencias y de una vida dura, en la que no había las ventajas tecnológicas, comunicacionales ni las banalidades estupidizantes que hoy están en voga globalmente. Allí los hombres que se proponían metas tan altas y serias como era conspirar contra la realeza foránea que solo buscaba riquezas y vasallaje, debían forjar su temple sobre la marcha y ante las adversidades que corrían ante aquellos vecinos que seguían viendo como muy conveniente mantener el “Status Quo” con Madrid,  quienes no dudaban en informar a los agentes de la realeza de la existencia de traidores a la “madre patria”.

La lucha indeclinable por la libertad de la corona dio lugar a la aparición de hombres destacables en la historia argentina, siendo algunos de ellos el general José de San Martín, el general Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra, Hipólito Buchard entre muchos otros que hicieron proezas muy pocas veces contadas en los libros de historia nacionales. La razón para ello era por la inconvenciencia política y el pacatismo que para algunos gobiernos en épocas pretéritas, representaba ventilar acciones que dejaban mal parados a los entonces poderes imperiales.
Andre Paul Buchard

Aquellos hombres y mujeres nacionales conocieron la presión insoportable del enemigo que asolaba desde el mar que con sus navíos que bloqueaban el Río de la Plata. Día y noche y cuando las condiciones lo ameritaban, los realistas bombardeaban Buenos Aires pintando un escenario grisáceo y taciturno ensombrecido por el humo de las baterías de los cañones, arcabuces pesados y las llamas de los lugares destruidos por aquellos.  Oh si, ciertamente que nuestros antepasados conocieron lo que era la presión de los poderes imperiales que valga la aclaración, en aquellas jornadas eran los mismos que actúan –de formas más discretas- en el presente.

Nuestros bravos combatientes y la población estaban inermes ante el poder naval de los agresores realistas y fue por ello que y por el mérito de hombres visionarios y osados de carácter, emprendieron  la tarea de tratar de emparejar esa desventaja que hoy día puede verse en otras latitudes con las impunes y brutales agresiones aéreas sobre otros pueblos hermanos del mundo. En la tarea de crear una incipiente Armada para hacer frente a esta situación, fue  confiada al navegante maltés  Juan Bautista Azopardo quien tras lograr armar algunas goletas y bergantines con cañones de tierra y acorazarlos provisoriamente con maderos en las bajo cubiertas, hizo todo lo que pudo para defender las costas de la pequeña Buenos Aires, pero fue diezmado en la batalla de “San Nicolás” a comienzos de 1811, cayendo prisionero de España.

De aquella jornada destacó su segundo, el francés André Paul Bouchard quien tras lograr escapar a la captura realista, siguió combatiendo en el Río Paraná corriendo a los navíos españoles e incluso franceses que querían penetrar al territorio nacional. En 1812 revisto como Alférez en el ejército de Granaderos del Gral San Martín y fue asignado a reforzar al “Ejército del norte” que era comandando por el Gral Manuel Belgrano. Su carácter inquieto y aventurero lo llevaron a volver a Buenos Aires y allí tomar el mando de la fragata “María Josefa”.  No paso mucho tiempo hasta que patriotas comprometidos con la causa, que trabajaban tras bambalinas y encarando proyectos de envergadura, financiaron patentes de Corso para que hombres como Buchard llevaran sus operaciones marítimas contra los realistas al pacifico, llevando a que se reuniera tras el cruce del Cabo de Hornos con quien sería el fundador de la Armada Argentina el Almirante irlandés Guillermo Brown.
Travesía de Buchard por el mundo

De las misiones bajo la patente de corsario, Buchard tuvo como destacados elementos de tripulación al joven Tomas Espora quien sería más tarde uno de los próceres del ideario nacional en el Mar. En sus aventuras que dieron la vuelta al mundo, estuvieron su expediciones al África donde junto a navíos británicos y franceses, hacían la vida imposible a la marina imperial española. Igualmente y contra la lógica que aquellas relaciones conllevaban, Buchard al realizar una inspección sobre tres naves inglesas y una francesa en el puerto Tamatave de Magadascar, comprobó que eran barcos negregros por lo cual ordenó la inmediata liberación de los esclavos a bordo y el arresto de los oficiales europeos.

La odisea de Bouchard continuaría sin pausa por los mares del mundo, con el único objetivo de apoyar la lucha de sus camaradas en el continente. Su fragata llegaría a lugares tan distantes como Hawai, Java e incluso, batiría sus cañones contra galeones españoles en el Callao del Perú y en las costas de la California española donde flameo por seis días la celeste y blanca.

Su misión para debilitar los intereses españoles y ayudar al crecimiento de una independencia real, lo llevaría a girar alrededor del mundo y someterse él y su tripulación a las duras condiciones de largas travesías, escorbuto y por supuesto las bajas por las batallas en el mar. Como contracara a la hazaña de hombres como Bouchard, Espora, Azopardo, San Martín y todos los hombres que combatieron a su lado, en Buenos Aires enmarcado en el localismo de la Asamblea “año XIII”, en Londres y París estaban aquellos “intelectuales” y politiquillos intrigantes que empequeñecidos por la grandeza de éstos hombres que destacarían por  su propio brillo, buscaban como el “judas” una recompensa en los poderes europeos por sus viles servicios traidores.  Ya lo había dicho otro gran pro-hombre de la patria como fue el Brigadier general Juan Manuel de Rosas cuando en momentos que las flotas imperialistas anglo-francesas –aliadas en la rapiña- se hallaban cerrando un cordón  naval sobre la desembocadura el Río de la Plata  De ser necesario, andaremos en patas y con taparrabos como nuestros hermanos los indígenas, como respuesta a uno de sus funcionarios ante el bloqueo que ejercían las potencias europeas que no dejaban pasar ni siquiera cargamentos de ropas y calzado provenientes del exterior.

Claro que, hoy en día si algún gobierno argentino decidiera poner en marcha una política de extranjería semejante para combatir y degradar los intereses del enemigo histórico –Gran Bretaña- sería considerado por los “amos de la verdad” y sus serviles locales,  como un acto de terrorismo.

Es cierto que el mundo ha cambiado y las circunstancias –en algunos casos- han variado ampliamente, pero los valores no debieran cambiar jamás ya que ellos son inmateriales e incorruptibles, nutren a los hombres en su esencia y les mantienen en pie aún en la adversidad; son el límite para su contra cara que tan conocida y extendida se puede ver por estos días como es la “ambición sin medidas”, que lleva a que los intereses manejados por unos pocos que a golpe de dinero y fuego, no dudan en pervertir – y si no alcanza, exterminar- a naciones enteras para someterlas a sus designios.

Sin dudas que el último grito de independencia tuvo lugar en la gesta de 1982 por la recuperación de las Islas Malvinas que, tras la derrota a manos de la OTAN,  además de tratar de esconder a nuestros héroes fue canallezcamente vapuleada por los gobiernos posteriores, quienes tras haber pasado al olvido como en un acto de justicia histórica y en contraposición a aquellos,  quienes lucharon cara a cara contra los enemigos más tenebrosos del país, hoy han recuperado junto a sus hombres el sitial que como héroes supieron conseguir.

Actualmente el alcance del término independencia, debe partir desde cada individuo para que propenda al beneficio común; que aquel sea un medio y fin en sí mismo que logre captar la admiración de los demás y se pongan en el camino de esa independencia individual que no es anarquía, sino el gobierno de uno mismo en coherencia con quienes nos rodean.

Los argentinos debieran abrevar mucho más en los ejemplos de su terruño, que como estos hombres dieron muestra de una potencialidad individual y colectiva que pocos países pudieron demostrar contemporáneamente ante los mismos enemigos que trataron de quebrarle sus rodillas.  



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