jueves, 8 de septiembre de 2016


NACIONAL



“EXPIONAJE VARIADO Y SALVAJE”

Como décadas de descalabro y corrupción de la inteligencia argentina ha propiciado la inseguridad actual.




Por Braulio Vergamo
A pesar de que los políticos argentinos no lo hayan notado, la Argentina se encuentra inmersa en una realidad que Europa vivía hace ya cuarenta años antes, en la cual las agencias de inteligencia convirtieron a dicho espacio geográfico, como el campo de batalla por excelencia de las disputas entre los gobiernos de las dos superpotencias de aquel entonces, agencias de inteligencia y grupos armados clandestinos. Eran los años de la guerra fría y el negocio del espionaje abarcaba casi todos los negocios ilícitos que cualquiera pudiera imaginarse.  Recientemente parece que la administración de Mauricio Macri parece haber advertido que su país se halla en una situación de anarquía en el campo de la inteligencia, llevando a que lo que fue la SIDE (hoy AFI) y muchos de sus elementos se hallen dispersos trabajando para el mejor postor, aplicando sus conocimientos –que en muchos casos son amplísimos- que además de ser dirigidos a negocios ilegales, vulneran el derecho a la intimidad de los ciudadanos.

Lejos de las opiniones de los charlatanes y opinologos que saturan las pantallas de televisión, el tema del espionaje en el país tiene diferentes escalas y es tan complejo que muy bien de resucitar el novelista y periodista británico Ian Fleming, de visitar la Argentina podría escribir varios volúmenes de historias con diferentes “Bonds gauchescos”.  Y es que como dice aquella letra de la canción….”aunque no lo veamos, el espía siempre está” obviamente refiriéndonos a los ojos y oídos indiscretos que diariamente –y especialmente desde hace 16 años hasta hoy- escudriñan nuestras vidas y comunicaciones personales.

Pero el mundo del espionaje carece de ese romanticismo y aquel glamour que las novelas de Fleming destilaban; por el contrario, es una dimensión oscura de la realidad que vive en el bajo fondo de los estados, entremezclados en todos los estratos de la sociedad y sin los límites claros de lo legal o ilegal. En la Argentina el tema de la “inteligencia” más conocido como los “servicios”, es de larga data. Casi siempre ha sido pintado como una cuestión exclusivamente de las Fuerzas Armadas, tratando engañosamente de vincularlo a los gobiernos militares como origen y fin de los mismos servicios, pero ello es una falacia. Los gobiernos “democráticos en adelante han sido prolíficos en usar a los “servicios” para los fines más alejados de sus propósitos operativos para los cuales fueron creados.

Pese a la estructurada y puntillosa diagramación legal de la rama de la inteligencia nacional (ley 25520) las pésimas administraciones pasatistas y los escarceos políticos a la que se le sometió de continuo, la convirtieron como han señalado algunos viejos personajes de ese mundo, en  las cloacas del estado.  Y ello no significa que antes no lo fueran solo que, antes estaban al servicio de los intereses nacionales.

Casi nunca escucharan que los radicales se hagan cargo de su desastrosa administración en el área de la SIDE durante el gobierno de Alfonsín en la década de los ochentas, entregándola a agencias extranjeras para su supuesta remodelación, una decisión estratégica y política horrible.  Peor aún, no escucharan autocriticas de los menemistas que además de colaborar aun más para su inorganicidad, la entregaron en bandeja a las agencias como la CIA, el Mossad israelí y a los de la DGSE francesa quienes la volvieron un colador que vertía más información al enemigo que al gobierno que la requería.

Igualmente los noventas están lejos como sus caducos funcionarios, que como el caso del ex jefe de la SIDE del gobierno de Menem,  Miguel Ángel Toma tratan hoy de explicar lo inexplicable en torno a las explosiones en la Embajada de Israel y la AMIA, cuando al momento de estar a cargo de dar respuestas, jamás dieron alguna coherente. Pero muchos jóvenes con mentalidad renovada y razonamiento criterioso han comenzado a preguntarse ¿Pero de que pueden hablar estos dinosaurios de la política cuando en su momento, no supieron resolver los problemas que acuciaron a la seguridad y defensa del país? Y la respuesta sería que, nunca estuvo en sus funciones velar por la seguridad y la defensa del país. Recordemos sino al mismo Miguel Ángel Toma cuando expresaba muy suelto de cuerpo que “el país debía dejar de tener Fuerzas Armadas”, como parte de una aspiración –obviamente política externa- de colocar a la Argentina bajo la tutela militar de la OTAN.

A tal grado de descalabro se llevo a esta vital área del estado, que no es posible de creer que se hayan podido llevar a cabo dos episodios como los de la embajada de Israel y la AMIA, o la voladura de Río Tercero en Córdoba o el asesinato del hijo del presidente, sin que lo supieran sus servicios de inteligencia.

De esta manera y con una progresiva degradación del campo de la inteligencia nacional, llegamos a nuestros días con escándalos como fue el insólito asesinato de un fiscal federal supuestamente protegido en un piso alto en medio de la capital, la revelación de la identidad del jefe de operaciones de la SI (Jaime Stiusso), las presuntas operaciones de la inteligencia militar sobre periodistas y políticos ordenadas por el general César Milani, la progresiva filtración de droga por los canales aduaneros que albergan mafias señeras que se vinculan con otros negocios negros del contrabando internacional que no pasan inadvertidos para la inteligencia lo que demuestra una gran impunidad política.

La era del gobierno Kirchnerismo dejó abierta la puerta a la creación de grandes cuadros de buchones e informadores rentados que entremezclados entre militantes de la Campora y organismos del estado, llevó a que lo que quedaba de la SIDE (SI) pasara a ser prácticamente un órgano partidario más del FPV dejando en claro que ello no significó devolverle la independencia operativa que cortaría con la influencias y el enquiste operativo de agencias extranjeras. Y si no baste recordar el escándalo del masivo espionaje que, usando la plataforma de la embajada británica en Buenos Aire, venía realizando el MI-6 en las narices del gobierno.

Precisamente y sobre la operatividad de las agencias de inteligencia externas en el país, el  año pasado tras el escandaloso caso del fiscal Nisman y toda la misteriosa circunstancialidad que lo acompaño –entre ellos, la aparición y huida del agente israelí Patcher-, ha quedado muy en claro cómo, además de los diversos sectores de colaboradores locales con intereses extranjeros en el país,  la CIA, el Mossad y el MI-6 se mueven con total comodidad no solo en el ámbito territorial sino dentro de la misma estructura gubernamental.

Pero todo este caldo de intriga hoy se ha desparramado en todo el espectro de la vida política no solo nacional sino también la provincial y la municipal.  El negocio de los “buchones” hace tiempo que ha superado las fronteras de los servicios para tareas gubernamentales.  Solo recordemos como en el mismo salón de gobierno en la Casa Rosada,  a comienzos del mes de marzo se habían descubierto micrófonos instalados en dos despachos, que habían sido colocados por manos anónimas lo que preanunciaba el operar de terceros actores  tras bambalinas.

Como no citar a los falsos equipos de trabajo de servicios públicos, los técnicos de empresas telefónicas e internet que enmascarados como simples empleados, se cuelgan de postes telefónicos o abren cajas terminales para interceptar líneas determinadas para obtener información en forma subrepticia. Pese a que la tecnología ha evolucionado al grado de que ya no se requiere de interceptar físicamente un cable telefónico o incluso hacerlo desde la central de telefonía –y más allá de que haya o no orden judicial-,  es un método que se sigue empleando.

Pero la intriga y las confabulaciones también tienen desarrollo en el  escenario provincial, especialmente la de Buenos Aires, donde con un ramillete de mafias que se interconectan a todos los niveles de la sociedad, hallan involucrados a sectores policiales bonaerenses, de la justicia, sectores ministeriales que a su vez se conectan con los escalones del submundo del narcotráfico, trata de blancas, armas y muchos asuntos sucios más. Es por eso que no debería sorprender a nadie, que la misma gobernadora María Eugenia Vidal haya sido amenazada tan íntima e impunemente como se pudo ver en el pasado mes de agosto.

De esta manera se articulan ingeniosos mecanismos que tienden a generar estereotipos y posibles causantes de ese caos controlado, que achacado al problema de la inseguridad local, sirven a propósitos políticos y estratégicos externos como acostumbradamente viene sucediendo con los llamados “terroristas” , que con mucha soltura los medios y algunos insignes periodistas, gustan difundir con notorio agrado cuando aquellos son de origen árabe, musulmán o libanés.

Obviamente que cuando al país ingresan elementos de las agencias como la CIA o el Mossad israelí o militares de esas nacionalidades, archi comprometidos en todo tipo de crímenes de lesa humanidad como son las torturas, las violaciones, asesinatos de civiles y las limpiezas étnicas, que son los revelados orquestadores del “ISIS” y todo el descalabro montado en Siria, no hay comentarios por aquellos periodistas y sus medios que suelen acusar a sus propios paisanos como “malos”  (v. http://www.radiojai.com.ar/online/notiDetalle.asp?id_Noticia=71737 ) .

En uno de estos claros ejemplos del operar xenófobo, pudo verse en Bahía Blanca cuando tres funcionarios egipcios que habían llegado con el buque cerealero Sea Biscuit al puerto de Ingeniero White en agosto pasado, fueron presentados por los medios como “terroristas árabes” que estaban siendo seguidos en forma encubierta por la Policía Federal y los servicios, denotando las claras connotaciones arabofobas y antisemitas que dejan al descubierto a los recurrentes autores intelectuales detrás de esos “informes de inteligencia” elaborados en Washington y Tel Aviv (v. http://www.lanueva.com/la-ciudad/875923/hablaron-los-egipcios-que-son-investigados-por-terrorismo-en-bahia-blanca.html ).

En el mismo sentido y como parte de la misma estrategia de generar la desconfianza y el caos, no se debe perder de vista el incremento de la violencia delictiva que, además de ser inflada mediáticamente, causalmente estos mismos sectores del periodismo con orientación ideológica muy clara, forma parte de una táctica de desestabilización de baja intensidad con claros fines políticos que puede evolucionar peligrosamente a otros niveles.


Hay una atmosfera de desconfianza en todos los niveles del gobierno y ella se ha extendido a la sociedad toda, donde nadie está seguro de quien tiene a su lado o si a quien le esta confiando un secreto, luego será sorprendido con que esa conversación había sido grabada con increíble nitidez. Para colmo de males, la seguridad interior está en manos de  personajes funcionales a Washington. Ni que hablar de los llamados “corrillos” o chismes de pasillos que abundan e intoxican la vida política de los municipios bonaerenses más importantes.  Se tratan de “operadores” de la más baja calaña, pero operadores al fin que tienen en la mayoría de los casos, una recompensa económica o favores de aquellos (adquisición de terrenos, ventajas locativas, automotores etc) que les mandan a cumplir con esas tareas.

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