lunes, 26 de diciembre de 2016

EN LA MIRA




“EL VELO RASGADO”

Cómo la última decisión ejecutiva de Obama sobre la abstención ante la ONU sobre los asentamientos ilegales en Palestina ha causado un cisma entre Washington y Tel Aviv





Por Charles H. Slim
La abstención de EEUU ante el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado 23 de diciembre sobre condenar a los asentamientos ilegales israelíes en territorios ocupados palestinos, causó un sismo político en Washington que tuvo sin lugar a dudas replicas en Tel Aviv y en las principales capitales donde anida el sionismo pro-israelí.  Más allá de que ello pueda representar a lo menos, una curiosa desviación en la acostumbrada política de Washington por apoyar contra viento y marea las fechorías de Israel, ello no es más que una estrategia de doble propósito que lejos está de ser un arrebato del saliente presidente norteamericano.

Hacen casi dos años cuando un iracundo Netanyahu en vísperas de elecciones en Israel, llego a EEUU para como un vaquero de las películas de Hollywood, entrar prácticamente pateando las puertas del Capitolio para dar su propia visión de la política exterior norteamericana y de cuáles deberían ser sus objetivos de cara a un nuevo periodo encabezado por un gobierno derechista como el suyo.  A la par de esto, Obama demostró su adversidad a esta demostración de “poder vulgar” y simplemente como quien se cruza de brazos negó a recibirlo en alguna audiencia oficial.

Sin dudas esta abstención que propicio la aprobación de la resolución 2334 se enmarca en una lucha interna dentro de Washington, que está más dirigida a ensuciarle el camino al nuevo presidente que una política de estado creíble. Sin dudas esta abstención ha sido una mancha  para la Casa Blanca.
Sea como fuere, el impulso de una resolución condenando el avance irrestricto e ilegal de los asentamientos israelíes, se ve como una tarea imperiosa por tratar de establecer algún parámetro de legalidad que garantice –al menos un poco- la integridad territorial árabe de los continuos arrebatos del poder israelí, que hacen cada vez menos viable la posibilidad de la coexistencia pacífica de dos estados, uno israelí y uno palestino.

Durante décadas Israel ha ido avanzando sobre territorios palestinos bajo supuestas argumentaciones, entre ellas la mesiánica de la “tierra prometida” por medio de las cuales se le ha permitido todo tipo de atropellos sobre la población civil.  Incluso ha tratado de cooptar a los palestinos para sedimentarlos en el fondo de una sociedad completamente ajena a sus raíces. Si bien el pueblo palestino acudió a su legitimo derecho a la resistencia contra la ocupación  y se organizó a comienzos de los sesentas en torno a movimientos como la Organización Para la Liberación de Palestina (OLP) liderados por carismáticos hombres como Yasser Arafat, para luego irse atomizando en una serie de agrupaciones que fueron debilitando la corriente nacionalista, el uso de la fuerza no podía dar resultados reales con un ente que recibiría en forma constante y sin límites, armas, dinero y el apoyo político en los altos niveles de la diplomacia internacional.

Fue de ese modo y tras varios fracasos militares de la OLP y que en cierta medida conllevo a  disputas internas que a su vez llevaron a que se fragmentara en varias corrientes internas, hasta  que  para la década de los ochentas empezaran a gestarse  nuevas vías para canalizar la oposición política y armada contra la ocupación israelí. Así nacería “Hamas” (entusiasmo en árabe) que comenzaría su protagonismo con la “primera intifada”  que significaba “revolución de las piedras”  que estallo en Cizjordania a finales de 1987 pero que ya venía gestándose desde 1986.

La aparición del “Hamas” trajo dos señales al unísono; una era para los palestinos que les marcaba que aún quedaban esperanzas de lograr la liberación por medio de la vía armada y otra, la de preocupación para Tel Aviv que veía en este nuevo grupo, mayor temeridad y decisión a la hora de ir contra sus fuerzas. Si bien a lo largo de los años algunos han especulado en que la aparición de este movimiento había sido generada por una planificación de la inteligencia israelí a modo de potenciar el enfrentamiento dentro de la OLP y la violencia que al mismo tiempo justificaría una brutal e ilimitada represión,  los israelíes no pueden negar que dicha organización es una seria amenaza  para su propia seguridad.
Arafat y Rabin

Por otra parte cuando Arafat se volvió más pragmático de lo que un palestino podía tolerar, aquel se vio entrampado entre su búsqueda de la liberación de todo el territorio ocupado y las continuas interferencias de Washington –que ahora a la distancia puede conformarse como tales- que bajo los supuestos auspicios para la paz que se orquestaron con los tratados de Oslo de 1993, le dio tiempo a Israel para ir reorganizando sus estrategias –incluyendo la demográfica- de cara a una Palestina sin el liderazgo de Arafat y con ello la posibilidad de acabar de un golpe con las aspiraciones de los palestinos o algo peor, la radicalización de su resistencia.

De esta manera muchos israelíes e intelectuales judíos alrededor del mundo, entendieron que la política de la “zanahoria y el garrote”  que se venía implementando desde el ala ultraderechista y ortodoxa israelí contra los árabes no podía seguir.  Quien dio el puntapié para reencauzar estas políticas fue el ex general Ytzack Rabin quien debió lidiar con políticos como Shimon Peres y los partidarios del Likud como Yitzack Shamir  que no ahorraron medios para aplastar las reivindicaciones palestinas.  Incluso el mismo Rabin en sus épocas de militar, fue acusado de multiples crímenes contra ciudadanos palestinos entre ellos la de enterrar vivos a milicianos capturados que no querían colaborar.  

Pero a pesar de la buena predisposición de una parte del Stablishment político israelí y de las continuas reyertas y oposiciones internas que debió encarar el ex primer ministro Yitzack Rabin , éste no dudo en reunirse con Arafat e incluso buscar las vías para que se concluyera de una buena vez, la ansiada paz con un acuerdo justo. Claramente eso era intolerable para el núcleo sionista que influía por aquel entonces y que aún maneja la faz política y financia el brazo armado israelí y en vistas del problema que representaba Rabin, tomaron cartas en el asunto para sacarlo de escena.

Tan simple como  siniestro, así de cruda es la política que se cuece en Tel Aviv y a la vista de ello. 

Rompiendo el mito mediático que reza “un judío no mata a otro judío” , la ultraderecha sionista vio concretada la misión de sacar a Rabin del escenario encargándole el asesinato a un sicario de los suyos, quien pudo acercarse en medio de una multitud  para y sin dudarlo  acribillarlo por la espalda. Esto nos llevaría a cuestionarnos  ¿Si matan a uno de sus propios lideres, qué diablos puede importarles asesinar a cientos o miles de palestinos con sus aviones de última generación?

Eso nos llevo a otro cuestionamiento y ese era ¿Si mataron a Rabin con tanta facilidad, por qué no eliminar Arafat con la misma celeridad? Aunque el hecho era el mismo, los efectos no. El asesinato de Rabin fue un meta mensaje  a todos aquellos israelíes y judíos que pretendieran ir contra los intereses sionistas demostrando que para ellos no hay intocables. Por otra parte, Arafat siempre fue un blanco pero con el paso de los años su prioridad fue cambiando y a medida que se convirtió en un elemento discordante con las nuevas generaciones de líderes palestinos, Tel Aviv calculo que ese viejo zorro seguiría siendo útil por al menos un tiempo (hasta morir envenenado en 2006). Además, haberse cargado a Arafat en un modo similar a Rabin o si se quiere como lo hicieron con el líder espiritual de “Jihad Islámica” Ahmed Yassim (asesinado el 22 de marzo del 2004) o como hicieron con Abdel Aziz Al Rantisi (asesinado por Israel en abril del 2004) hubiera desatado una espiral de violencia para la cual Tel Aviv no tenía preparado un plan para contener una sublevación masiva palestina.
Colono judíos con armas del FDI

Uno de los objetivos que “Hamas” ha venido teniendo en la mira son precisamente los asentamientos y colonias, las cuales han sido edificadas en terrenos robados por Israel y que son usufructuados por  “joint ventures” de empresas que, financiados por una pléyade de bancos privados que responden a sionistas como Sheldon Adelson, Irving Moskowitz y John Hagge  van desde el área de la construcción, la venta inmobiliaria, la seguridad (G4S) hasta  la provisión de servicios.

Hamas no ha dado el brazo a torcer y por ello, en varias ocasiones e incluso varios de sus altos líderes fueron sistemáticamente asesinados por brutales e indiscriminadas operaciones israelíes matando incluso  a las familias de estos. La excusa de Tel Aviv para estas masacres criminales era que “ellos habían matado israelíes”  y así se fue generando un círculo vicioso de violencia que jamás termina.  Israel puede asesinar a cientos de personas desde un Drone, con un F-16 o con sus grupos de asesinos enmascarados pero eso no ha detenido la sed de venganza de los palestinos, menos aún de “Hamas”.

Pero lo que más molesta a Tel Aviv es que la resistencia de “Hamas” detenga sus lucrativos emprendimientos inmobiliarios en tierra arrebatadas a familias y pueblos palestinos –tanto por la fuerza como mediante estafas- (v. MIDDLE EAST MONITOR. https://www.middleeastmonitor.com/20160412-palestinian-activists-file-lawsuit-against-us-and-israeli-entities-supporting-west-bank-settlements/)  en donde se establecerán  judíos de varias partes del mundo sin interesarles que ese lugar ha sido robado a punta de pistola. Obviamente ese cuestionamiento no existirá ya que esos complejos son entregados a los llamados “colonos”, que se conforman por familias judías con autorización para portar fusiles de asalto con los cuales han y siguen asesinando impunemente a pobladores palestinos.
Caserío palestino derrumbado por topadoras israelies

En el fondo de esta cuestión y resumiendo, podemos decir que el único título que presentan los israelíes para poder erigir estos complejos edilicios en tierras palestinas es la fuerza de sus bombas y sus topadoras, nada más con las cuales no han hecho más que, incrementar la rabia por tanta injusticia.

Y toda esa ira no surge solo de las pasadas matanzas como las llevadas a cabo en Gaza en 2009 y 2014 (para citar las más cercanas) ante la anestesiada opinión pública y una corrupta estructura de medios  más destinada a maquillar las acciones militares israelíes que a informar el efecto de sus acciones.  La BBC, The New York Times y el The Washington Post se rasgaban sus camisetas publicando sobre el “terror de Hamas y sus cohetes artesanales”  que  discurrir sobre las impiadosas acciones israelíes volando edificios enteros en medio de la ciudad de Gaza. En la mentalidad racista  y empachada de impunidad que anida en el sionista promedio, la vida de esos “negros” no tiene suficiente valor para que sea retratada en una sola línea editorial; claro después de todo, ellos son quienes financias esas editoriales.

De unos años para esta parte, Israel ha seguido en la misma tónica. Con su murallón que avergüenza a muchos judíos de buena voluntad que no comulgan con esa clara señal del odioso racismo de épocas del Apartheid sudafricano –con el cual Tel Aviv celebraba negocios- , que grafica sus políticas de guerra psicológica contra prisioneros y ciudadanos palestinos por igual y sus novedosos artilugios utilizados en sus variados métodos de tortura que no dejan marcas físicas, pocas probabilidades existen de que pueda subsistir con la impunidad que supo gozar durante toda la mitad de siglo XX.

La aprobación de una resolución  de este tenor condenando y conminando a Tel Aviv a culminar con esta práctica abusiva,  odiosa y criminal, pone en riesgo varios negocios muy lucrativos que no solo involucran al gobierno judío sino también, a empresas constructoras e inmobiliarias israelíes y estadounidenses, principales beneficiarias de la política de las topadoras. Como nos señalan algunos respetables columnistas de otros medios, ha sido sin dudas una victoria para la justicia y una derrota para la acostumbrada política israelí de apretar a quienes no se ajustan a sus intereses, acusando como ha sido la aburrida costumbre desde su inserción en la región del Medio Oriente como una afrenta “antisemita” ( http://www.veteranstoday.com/2016/12/23/breaking-unsc-passes-resolution-to-end-israeli-settlements/ )


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