NACIONAL
“REVISIÓN SETENTAS”
Los juicios de la memoria son una parte necesaria para sanear la memoria nacional pero ¿ Habrá juicios similares por los crímenes cometidos por los ex guerrilleros y pistoleros de los grupos armados como Montoneros y ERP?
Por
Javier B. Dal
Se sabe que en
Argentina desde la reforma de su constitución nacional en 1994 recepta una
serie pactos y tratados internacionales vinculados a los Derechos Humanos que
explicitan con firmeza su respeto y efectivo cumplimiento en beneficio de todos
sus habitantes. Con este marco y desde que el gobierno de Néstor Kirchner se
instalo en el poder allá por el 2003, utilizó la recepción de estas piezas
legislativas como un puntal para llevar justicia para muchos casos de víctimas
del terrorismo de estado vinculados a la última dictadura, causando la
reapertura de las heridas devenidas de las cruentas épocas de enfrentamientos
políticos propiciados y cabe aclararlo- desde la matriz “peronista” que
terminaría con la instauración de un gobierno militar de facto en 1976.
Más allá de que pueda criticarse la impulsión de esta política de
revisión unilateral de la violencia setentista con presuntas intensiones de
justicia, lo cierto es que Kirchner inconscientemente (y sin quererlo) abrió la
puerta para que esa revisión también llegue a los que él y su señora esposa y
ex presidente llamaban “los revolucionarios” o la “juventud maravillosa” o más
bien, a los responsables tácticos y estratégicos de haber impulsado a miles de
esos jóvenes a la muerte.
Aunque hubiera habido un solo muerto del lado de los militares y de
aquella en sociedad civil que fue protagonista en toda esta tragedia, la
aplicación de los tratados y pactos internacionales son tan válidos para ellos como
lo ha sido para los ex guerrilleros y personeros de la izquierda peronista de
donde surgió Montoneros. Un conscripto o un oficial de las Fuerzas Armadas eran
tan argentinos como aquellos “idealistas”. Esto como una aclaración para
quienes han creído que los derechos humanos forman parte exclusiva de una
ideología sectaria.
Apropiándose de la bandera de los derechos humanos y cooptando a
organizaciones civiles como “Madres de Plaza de Mayo”, aprovechando la
declaración de nulidad de las leyes que otorgaron los indultos, los Kirchner
crearon su propia visión y relato sobre los años de plomo tratando de reformar
aquella historia tratando de versionarla con toques de un heroicísmo
inexistente, tratando de cerrar la misma con juicios y sentencias judiciales
ideológicamente contaminadas.
Los llamados juicios por la memoria, solo abordan una parte de la
historia dejando de lado una extensa porción de aquellos años y eso no puede
prosperar si lo que se busca es sanar las heridas del pasado, reabiertas por intereses
partidocráticos que luego se volvieron económicos. Los casos en lo que
existieron crímenes como fueron los asesinatos, desapariciones, las torturas y
las apropiaciones de bebés son sin dudas (y en buena hora), los que realmente
han sido justamente beneficiados con estos juicios.
Pero detrás de estas tragedias, se han encolumnado una pléyade de personajes
arribistas y criminales de aquella época que, reciclados en avenidos políticos,
periodistas y funcionarios desde 1983 han tratado de saltar el cerco de esta
justicia histórica sin que nadie lo note. Son los protagonistas y responsables
de sus pretensiones “revolucionarias” que lejos estaban de luchar por la tan
voceada democracia –término que recién sería utilizado desde 1983- sino
que bregaban por instaurar, basados en el uso de la fuerza, un sistema
ideológico importado desde otras latitudes.
Decir que no existió una guerra, significaría que no existió
enfrentamiento entre partes y eso no fue lo que sucedió en aquellas épocas. La
cronología de los hechos de sangre y toda la tragedia que se ha usado para
armar un relato político, se halla deliberadamente posdatada. Así es. No fue
que el 24 de marzo de 1976 bajaron de Marte los militares a matar a todo el
mundo; no señores, había un caldo de cultivo que venía gestándose desde
comienzos de los setentas y en el que tuvieron mucho que ver, el mismo Juan
Domingo Perón y lugartenientes del movimiento que tironeaban de izquierda a
derecha.
Entre medio de esas pugnas internas del PJ, se colaron marxistas, maoístas
y todo tipo de lumpen extremistas que buscaban recrear la hazaña cubana de
“Sierra Maestra”.
Desde los traficantes de armas que arreglaban los contactos
externos, la compra y su traslado hasta los intelectuales que argumentaban en
pasquines la gloria de una revolución (Mario Santucho), fueron los elementos
que combinados con aquel nacionalismo popular tirado para la izquierda de
Montoneros (con integrantes como Firmenich, Vaca Narvaja, Perdía, Galimberti),
crearon el coctel explosivo que dio rienda suelta para que se dieran las
condiciones de una lucha armada inspirada en el “foquísmo” del “Che”, usando
como principal campo de batalla, las urbes.
Desde 1970 y con una creciente operatividad, las bandas armadas de
ésta calaña trataron de recrear una lucha de guerrillas, teniendo como
especiales objetivos, comisarías y puestos de gendarmería en zonas rurales de
las provincias del norte. Los principales reclutas provenían de familias de
clase media alta porteña, muchos de los que actualmente forman parte del PJ.
De manera falas y engañosa se uniformaron los casos de civiles que
fueron víctimas de abusos y crímenes por parte del aparto estatal de entonces
con el claro y siniestro objetivo de tapar el otro lado de esa historia (EL
HISTORIADOR.com. http://www.el-historiador.com.ar/ ).
Como parte de esto hablar de una “guerra” o de la “teoría de los dos demonios”
se volvió un prurito para tratar de acallar las preguntas como; ¿Y qué hay de
los Montoneros; de los izquierdistas del ERP, FAP, FAL y otras células que
operaban en aquel entonces? ¿Qué hay de sus jefes, de sus ejecutores, de las
responsabilidades por comandar a miles de jóvenes a operar en cuadros armados?
Es que acaso sus crímenes no serán procesados?
Más allá de que el matrimonio Kirchner levanto las banderas de los
setentas, jamás levantaron un dedo para participar en la JP o en alguna célula
armada al estilo ERP, FAP o Montoneros. Mucho menos supieron blandir un arma de
fuego. Todo lo contrario; en esos años se dedicaron a los negocios al amparo
del gobierno militar. Por el contrario, hay muchos otros que tienen sus manos
teñidas de la sangre argentina, pero insignes personajes de esas épocas son
claramente reconocidos por sus nombres, pululan libremente entre la ciudadanía:
Felisa Micelli, Horacio Verbitzky, Carlos Kunkel, Jorge Taiana, Nilda Garré,
Miguel Bonasso, Carlos Betini, Esteban Righi
Los derechos humanos no son un “mito” como dijo alguna vez aquel
rapaz asesor polaco-estadounidense de nombre Zknew Brzezinski. Como tales son
inherentes a los seres humanos y por ende, despojados de etiquetas ideológicas,
étnicas y religiosas. Nadie está por sobre éste compilado universal ni nadie
puede arrogarse la potestad de sindicar “quienes sí y quienes no” están
alcanzados por ellos. Decir que unos están por sobre los otros, es un
contrasentido, una incongruencia que significaría la inaceptable
deshumanización del otro.
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