NACIONAL
“DIVERSIFICACIÓN GEOESTRATEGICA”
La crisis económica que afecta a la Argentina y que es reflejo de una crisis global puede hallar un paliativo en el abordaje de una nueva visión de su abandonada industria armamentística que puede abrir prósperos caminos para obtener ingresos más que apetecibles.
Por
Charles H. Slim
La actual
situación político-económica en el Cono Sur parece una letanía sin fin que pone
a prueba la imaginación de la clase política y de los grupos de economistas de
todas las tendencias filosóficas. El problema más grave de esto es que ninguno
de los dos tiene una pisca de imaginación. En el caso de Argentina, la
situación va aumentando en la desazón por la compleja problemática de la
economía domestica que no halla reparo en la macroeconomía regional e incluso
global, signada por una recesión interminable. Para el gobierno de Macri se
hace claro que no vendrán las tan esperadas inversiones financieras con las que
contaba, no al menos las convencionales.
Como
en un círculo, la historia del país se ve nuevamente en aquella situación en la
que solo tiene para ofrecer lo que siempre la hizo grande: “el campo”. Parece
un Deja vu que nos retrotrae a los comienzos del siglo XX con aquella
Argentina agro-ganadera exportadora que la hizo tan prospera como nación y muy
ricos a unas pocas familias de la burguesía nacional vinculada estrechamente
con Europa y especialmente con Londres. “Las pampas” argentas productoras del
trigo y del ganado vacuno gordo fueron legendarias en los estrechos suelos
europeos que tras las dos grandes guerras, quedaron estériles por el fuego y
las bombas con no más lugar que para cementerios.
Cuando
aquel papel de simple “granero” del cual se sirvieron muy cómodamente los
británicos desde finales del siglo XIX se hizo insuficiente ante el avance
tecnológico que devino tras el final de la segunda guerra mundial en 1945, hizo
necesario que Argentina diversificara sus actividades productivas incursionando
en campos que muchos jamás imaginarían. Fue sin dudas la visión de Juan Domingo
Peron la que catapultó esa diversificación productiva para el desarrollo de una
nueva economía productiva basada en la industrialización para llevar al país a
la nueva era que daba comienzo tras la posguerra.
Gral Savio |
Desde
la manufactura especializada, la producción de acero siderúrgico (Hornos Zapla)
hasta la creación de polos industriales para el ensamble de automóviles,
construcción de buques y navíos (civiles y militares) en los astilleros
nacionales y la creación e impulsión del desarrollo aeronáutico con sello
propio, hizo que el país pasara al frente en lo que respecta a la
competitividad comercial transnacional que llevó –entre otras cosas- a
que el entonces gobierno de británico de Winston Churchill encargara a su Foreing
Office y éste a sus recursos en el país para tratar de sabotear éstas
iniciativas, especialmente las vinculadas a las de la concreción del Tratado regional “ABC” (Argentina-Brasil y Chile).
Una
de las anécdotas más cercanas en la historia referida al sabotaje del resurgir
de la industria armamentística nacional fue la traición llevada a cabo allá por finales de 1989 por el entonces
candidato a presidente por el PJ el gobernador de la Rioja Carlos Saúl Menem,
quien supuestamente había prometido –entre todas las promesas que jamás
cumplió- reactivar la industria poniendo a cargo de esa tarea al Tte.
Coronel Mohamed Alí Seineldín, un militar nacionalista (anti estadounidense) quien
le había planteado un plan de reestructuración que apenas Menen llego al poder,
fue abortado por el simple hecho de que se puso del lado estadounidense.
Actualmente
y en medio de circunstancias tecnológicas muy diferentes, Argentina se
encuentra desde hace 30 años estancada en el desarrollo de industrias propias y
en continua desarticulación de las que aún quedan. La misma vieja historia de siempre.
Una de las
industrias fructíferas que alguna vez llego a explotar con mucho renombre fue
la del armamento llegando incluso a exportar diseños y productos finales
propios (FMA) a otros países.
Pruritos
seudo moralistas y más bien ligados a tironeos políticos partidistas llevaron
poco a poco desarticular lo que quedaba del área. Durante los últimos 40 años
hasta la fecha varios episodios ayudaron al desmorone de la industria nacional
de tecnología militar. En la Era de Menem, la voladura (o más bien el sabotaje)
de la fábrica de “Río Tercero” ayudo en mucho a ello.
Otro
logro de aquella administración neoliberal fue el desguace de la empresa
estatal de fabricación de tanques TAMSE y el literal abandono de los
desarrollos aeronáuticos de puro origen nacional que se desarrollaban en Falda
del Carmen, Córdoba.
Otra
torpeza de aquella “Era” fue la desactivación del Plan misilistico Cóndor y
entregado en paquete con moño de regalo a Washington, todo ello claro, con el
especial beneplácito de Londres. Sumado a ello, la galopante corrupción que se
instaló que fue carcomiendo los pocos recursos y productos que se elaboraban en
lo que quedaba de Fabricaciones Militares llevó a que prácticamente
desaparecieran los controles que evitaran los continuos robos de municiones y
armas portátiles de la fábrica de Fray Bentos y ni que hablar del desguace de
Falda del Carmen donde Argentina (de no haber sido por los gobiernos
entreguistas) pudo haber desarrollado en la actualidad aviones de IV
generación.
El
negocio de la venta de armas es tan viejo como el mundo y siempre ha estado
ligado a las ganancias exorbitantes que con el paso de las centurias ha sido un
factor de peso para otorgar a ciertas potencias, su lugar preponderante dentro
del concierto mundial fijando los lineamientos políticos al resto.
Corporaciones
privadas como “Lockeed Martin” facturan números que superan los PBI de cien
países juntos, pudiendo literalmente comprarse a una buena parte del globo.
Actualmente
las ganancias en este negocio es muy difícil de calcular con exactitud pero
algunas estimaciones revelan que anualmente se llega a facturar un Trillón y
medio de dólares, surgidos de contratos legales de armas entre naciones y de
reestructuraciones militares como las que actualmente está llevando adelante
EEUU. A ello agreguemos que en la preocupante realidad internacional, existen
organizaciones para-estatales –caso del ISIS- que absorben irregularmente
una gran cantidad de la producción de armas, equipos y municiones que
financiadas con dinero de petróleo robado en Siria e Iraq y de ilícitos como el
narcotráfico, tráfico de órganos y otros, ha llevado a superar las capacidades de
algunos ejércitos del mundo.
Para
la Argentina retomar el desarrollo propio de éste campo, abandonado por
prejuicios baladí de políticos obtusos (serviles
a los enemigos externos), puede llevar a una reactivación meteórica de la
economía local dado que más allá del valor del producto final, la industria
absorbe una amplia gama de especialidades técnicas y de manufactura que asegura
el crecimiento de la demanda de mano de obra nativa para laborar en industrias
pujantes en constante demanda por los avatares mundiales.
Igualmente
no hay que ralear la necesaria posición política que debería adoptar la Casa
Rosada ante una empresa como ésta dado que, no puede ignorar –más allá de
quienes ocupen transitoriamente la misma- la dura y decidida oposición
proveniente de Londres y de varias corporaciones privadas norteamericanas que
quieren seguir manteniendo la exclusividad en la provisión de armas y equipos
para toda la región. No todo el mercado
es de armas ofensivas. Existe actualmente un alto desarrollo de sistemas
defensivos dedicados a desarmar potenciales agresiones y conjurar actividades
clandestinas que podrían terminar en un ataque. En ese sentido Argentina podría
desarrollar en conjunto productos complejos para la defensa antiaérea y naval
que tendrían gran demanda en los crecientes teatros bélicos existentes y los
por venir.
En
estos últimos, hemos ido viendo como en el caso de Rusia, los productos elaborados
por sus empresas como “Almaz Antéi”, la corporación “OAK” para el desarrollo
aeroespacial y la corporación “OSK” para el desarrollo naval, han demostrado amplia eficacia contra
sistemas de armas de la OTAN de las cuales
Gran Bretaña se sirve para sus operaciones globales incluidas las que despliega
en el Atlántico sur.
Igualmente
se requiere de un gran cambio de paradigma político y de un gran esfuerzo
material en el que Argentina puede hallar como socios muy útiles y calificados
a polos industriales como Rusia y China, países con industrias de armas muy
respetables y competitivas que han demostrado como pesan sus productos ante las
amenazas reales, tanto convencionales como no convencionales, algo de lo que
Buenos Aires –abandonando sus oxidados prejuicios- debería tomar nota.
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