viernes, 29 de septiembre de 2017


 

OPINION



“DESDE EL 
KURDISTÁN HASTA LA PATAGONIA”

El fenómeno del separatismo que parece asolar los cuatro rincones del planeta no es tan espontaneo como se lo quiere presentar. Hoy los kurdos iraquíes han proclamado su separación de Iraq y ello gracias a décadas de infiltración y sabotajes planificadas desde Tel Aviv y Londres. Ahora la Patagonia se ve revolucionada por una serie de hechos que han salido a la luz por la desaparición del joven Santiago Maldonado ¿Se trata de la misma dinámica?




Por Javier B. Dal

Se suele decir que las comparaciones son odiosas, pero esa regla no se aplica cuando se dan en situaciones y sujetos que tienen un conjunto de características que los asemejan. Para quienes han venido estudiando conflictos regionales y en especial, los separatismos que se volvieron un fenómeno endémico desde la caída de la Unión soviética en 1991, el descalabro de naciones que hoy ya no existen, tuvieron como foco de inicio, las reivindicaciones de grupos étnicos que por su historia, no reconocían la pertenencia a una nación en común.

Pero no todos los casos respondieron ni responden a la misma casuística. Cuando nos referimos a la desintegración de la URSS, el fenómeno más bien respondió a un anhelo de muchos países que durante setenta años habían sido absorbidos por la fuerza del entonces poder soviético con su centro de poder político y burocrático en Moscú. El caso de los checos, los búlgaros, los moldavos e incluso los mismos ucranianos es un ejemplo de aquello.

Otros casos fueron instigados. Chechenia fue el ejemplo más cabal del ensayo para elaborar e impulsar fuerzas centrifugas (generadas desde fuera) que desafiaran a un estado ruso endeble y mal conducido.

Chechenia, una nación musulmana ubicada en las montañas del Cáucaso que mantiene una larga historia conflictiva con la Rusia desde épocas medievales, no dudó en reclamar su independencia ni bien colapso la Unión de repúblicas en 1991 sabiendo que Moscú no aceptaría semejante pretensión.  El problema es que esa pequeña república tiene bajo su suelo riquísimos yacimientos petroleros y de gas, que representan para el estado ruso, uno de los capitales activos más importantes para sus negocios geoestratégicos con la Unión Europea. Permitir que ese pequeño territorio rico fuese independiente y administrado por una población tribal islámica, era perder un capital invaluable en recursos energéticos  que Rusia no iba a permitir.

Igualmente el entonces ex general de la Fuerza Aérea soviética Dzhojar Dudayev, en 1994 fue proclamado presidente de la república Islámica de Chechenia desatando la primera guerra con Rusia. Tras ésta lucha, los servicios británicos del MI-6 proporcionaron apoyo en armas y equipos que se iría incrementando con el paso de los años.  El objetivo era que lograran separarse y de lograrlo, Londres lo reconocería como un estado independiente.

La ex Yugoslavia fue otro teatro para el ensayo. A la muerte del mariscal “Tito” las tres comunidades que antes fueron unidas terminaron en una guerra que no estuvo exenta de las injerencias del MI-6, interesados en alejar la influencia de Rusia y ampliar la jurisdicción de la OTAN. De esa manera, los británicos estaban al mismo tiempo asesorando a grupos armados en Zagrev y Sarajevo, mientras espiaba al gobierno serbio en Belgrado.

El Medio Oriente, es otro laboratorio de experimentos de de las agencias de inteligencia occidentales que cuentan con un valioso y estratégico colaborador como es Israel. Precisamente, Tel Aviv fue el primero en poner su vista en las minorías dentro de sus vecinos árabes y explotar sus ansiedades a favor de sus intereses. Uno de sus mejores logros fue sin dudas los kurdos iraquíes, a quienes desde los años cincuentas comenzaron acercamientos encubiertos mediante agentes del Mossad para luego recibir incluso, la visita de militares israelíes de alto rango como fue Moshe Dayan.

Los kurdos eran perfectos para Tel Aviv. Una minoría sin país pero con una cultura y etnia propias dentro de los países árabes islámicos, fue el material necesario para ahondar más esas diferencias y consolidar la desconfianza mutua. A base de negocios como el tráfico de armas, drogas y mercancías en negro, el Mossad y el clan Barzani retroalimentaron sus ambiciones y establecieron una amistad que se volvió una sociedad política. Con ello, Tel Aviv persigue extender sus ambiciones mesiánicas haciéndose con territorios árabes del norte lo que a la palestra representaran magníficos negocios inmobiliarios.

Entre 1974 y 1975 EEUU se acercó a los kurdos iraquíes  con claras intensiones de establecer una base en esa estratégica región. Cuando el presidente iraquí Hassan Al Bakr comenzó a reprimirlos Washington opto por volcarse a favor de éste último, abandonando a los kurdos. Ese apoyo a Bagdad continuaría durante toda la guerra contra Irán, sin que ello ruborizara al Departamento de Estado.

En 1990 en medio de la crisis del Golfo, mientras las fuerzas de la Coalición se agrupaban en Arabia Saudita, la CIA y el MI-6 británico trabajaban encubiertamente con la Peshmerga del clan kurdo de Barzani con la intensión de dar un golpe interno contra Bagdad. Apenas dos años antes, el ejército iraquí había lanzado armas químicas en Halabja que fueron provistas por EEUU y sus aliados europeos. Eso no le intereso a Barzani y su gente que buscaba la independencia, sin interesarle si ello era a cualquier costa, pactando incluso con el mismo diablo.

Mientras esto se urdía en las sombras, la propaganda mediática de la CNN y la BBC vendía la historia del “pueblo perseguido por Saddam” por ser una minoría indeseable y dejaba muy lejos de sus comentarios, los entretelones de quienes fueron los que le proporcionaron las armas y la venia política para combatir las reivindicaciones kurdas. Aquellas mismas agencias que trabajaron codo a codo con la inteligencia iraquí hasta 1990, eran ahora las que proporcionaron a los kurdos una ayuda ingente para subvertir el orden legal en Iraq.

Al mismo tiempo y algo similar se hizo con los chiitas iraquíes, a quienes esta misma corporación mediática, presentaba como un sector oprimido por  Saddam y su régimen. Igual que con los kurdos, la CIA y el MI-6 establecieron contactos con la oposición política chiita iraquí que curiosamente, mantenía sus bases operativas en Londres y Teherán. Pero a pesar de los esfuerzos por tratar de unir a los kurdos en el mismo plan (derrocar a Saddam Hussein), no todos los chiitas iraquíes estaban de acuerdo con esos planes y mucho menos, confiaban en los kurdos (por su conocida sociedad con Israel). Como siempre, pequeñas facciones extremistas como el partido “Dawa” y algunas falanges armadas leales al clérigo Mohammd Baqir Al Sadr se prestaron a la intentona, tratando de reclutar disidentes dentro de las fuerzas armadas, pero fracasaron.
Fue imposible manipular a ambas partes para que trabajasen coordinadamente y ello se reflejaría en el fallido alzamiento contra Bagdad en abril de 1991.

En ese entonces, Washington y Londres no buscaban desmembrar Iraq y ante la necesidad de mantener buenas relaciones con su aliado estratégico Turquía que mantiene un histórico conflicto político-territorial con los kurdos y ante el fracaso del intento de derrocamiento que habían instigado, la CIA y sus aliados –entre ellos Israel- salieron de escena, abandonando el grueso de las ayudas que habían estado proveyendo a los grupos kurdos. Una vez más, de la noche a la mañana “los pobres kurdos” pasaron al ostracismo forzado y sus reivindicaciones cayeron en la nada; habían sido vilmente usados y arrojados al bote de la basura. Pero no sería por mucho tiempo. Cuando EEUU impuso una zona de exclusión aérea sobre el norte, no fue para proteger a los kurdos de ataques aéreos del “régimen de Saddam”, sino para posibilitar el ingreso de vuelos desde Turquía con cargamentos de armas, equipos y mercancías que proporcionarían más poder al clan de Massud Barzani.

A partir de allí hasta la implementación del plan “Daesh” en junio de 2014 –de cual participaron los servicios de EEUU, Reino Unido, Turquía, Arabia Saudita e Israel- y que fue filtrado por el diario turco “Ozgur Gundem” y que sería ratificado por el mismo secretario de estado John Kerry en una conversación con la oposición siria en septiembre de 2016, los kurdos coordinados con el “Daesh” y grupos de la resistencia iraquí (Ejército Nakshaiabandi) tomaron el control de Kirkuk y Mosul al mismo tiempo. Gracias a esta maniobra, el Clan Barzani extendió en un 40 % el territorio kurdo y ello fue gracias al apoyo del “Daesh”. Es evidente que el llamado “Estado Islámico” fue una farsa destinada (además de destituir a Nouri Al Maliki y consecutivamente a Bashar Al Assad) a cumplir con el plan de desmembrar tanto a  Siria como a Iraq trazado por la administración de Barak Obama (Red Voltaire. Org. “El regreso del plan yanqui de rediseño del Medio Oriente ampliado”. http://www.voltairenet.org/article185356.html#nb1 ) que como una consecuencia colateral les daría a los kurdos su propio dominio territorial que hace unos días, los kurdos iraquíes ratificaron con un  referéndum que solo apoyo Tel Aviv.

En todo esto, el MI-6 (junto a sus socios franceses, turcos e israelíes) ha sido prolífico en dar apoyo a los grupos anti-gubernamentales de Iraq y Siria y las historias de que no calcularon bien la amenaza terrorista, es un gran embuste. 

Por el contrario en Siria el plan de realizar la misma maniobra en clara violación al proyecto de la Conferencia de Sevres de 1920 y de los acuerdos entre Hafez Al Assad y el PKK en décadas pasadas y tras  haberse vendido sus líderes –principalmente Saleh Muslim- a los intereses mencionados, la realidad en el terreno parece demostrar un fracaso y es por ello que los norteamericanos están dejando a los YPG y SDF por su cuenta.


Con todo esto, si vemos lo que se viene fomentando con los “Mapuches” en la Patagonia y las vinculaciones de elementos británicos en la organización de la facción R.A.M. (Mapuche-Nation.org. http://www.mapuche-nation.org/english/html/news/pr-118.html), llama a que el gobierno argentino no tropiece con la misma piedra, máxime cuando hay razones –cuestión Malvinas- para ello. Aunque el grado de virulencia hasta el momento es menor, la táctica es la misma: Fomentar las ideas de “minorías oprimidas” y el separatismo. Similar a lo que se trabajo en el Kurdistán, británicos e israelíes incursionando bajo apariencias de benéficas ONGs y haciendo en el terreno un persistente trabajo “hormiga” (que se combina con maniobras políticas y mediáticas desde altas esferas),  parecen haber unido esfuerzos por buscar la empatía entre los pobladores de la región para crear nexos con sus gobiernos, usando el tema de las reivindicaciones aborígenes como una fachada para sus reales propósitos enfocados en el control y acceso a los vastos territorios patagónicos,  contrariando así los intereses soberanos de la nación argentina.

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