martes, 18 de diciembre de 2018


OPINION



“THE FALLEN COUNTRY”

Desde lejos se ve más claramente la desgracia de Argentina, el país que está sumido en una esclavitud voluntaria va camino a ninguna parte nos comenta el veterano espía



Por Sir. Charlattam
Sentado en la reposera de mi modesta cabaña de Spittal, en el noreste de Escocia, que tiene una fabulosa vista al mar me puse a pensar sobre lo que ocurre con Argentina ¿Por qué un país que siempre lo tuvo todo sus habitantes son tan desdichados? Cuando razone bien este pensamiento y mucho más esta pregunta, me di cuenta hay ciertas palabras que están mal en mi inquietud. Verán, desde siempre para quienes hemos estado alguna vez viviendo en aquel hermoso país, recordara que las costumbres son tan simples como extraordinariamente peculiares y eso se debe al carácter de los argentinos, notablemente voluble e histérico.

Durante treinta y dos años viví en el barrio de Colegiales de lo que hoy se denomina “la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” aunque mis tareas abarcaban a todo el país. Y es por esta posibilidad de conocer y tratar con diversos estratos de habitantes de las extensas regiones argentinas que fui dándome cuenta de cuáles son las mañas que aquejan al carácter de una pequeña pero influyente parte de su población que se agolpa en la capital.

Los llamados “porteños” (denominados así por vivir en una ciudad portuaria) tienen una muy rara pretensión que en algunos casos desatan las carcajadas a quienes les observan desde lejos. Hay en una parte de ellos y en especial de las familias más pudientes de esta pretendida aristocracia “gaucha”, una admiración irracional a lo europeo –y que ha extendido en las últimas décadas a lo estadounidense- que parece decir “Why can´t l be you? (Por qué no puedo ser como tú). Pero ello no es nada comparado con familias del interior que llegadas a la ciudad y posicionarse de algún modo mejor de donde provenían, terminan imitando las petulancias de estos figurines de “aristócratas” locales que en el fondo, les desprecian. Es por ello que, no todos los argentinos son porteños pero hay muchos que se esmeran por serlo.

Hay una dependencia al  centralismo porteño tan marcado en el interior, que ha convertido a la ciudad en un estado aparte que sigue mirando al mar mientras da la espalda a toda esta variada y rica realidad nacional. Si te detienes a ver con cuidado veras que hay hasta un sesgo racista en esta relación, producto de las épocas de clases que se creían ser superiores por su ascendencia europea o cosas así. Lamentablemente ello se sigue notando, especialmente en lo político y en algunos casos en lo cultural. La obsecuencia con que se conduce el actual gobierno con los enemigos naturales de la nación como lo es Gran Bretaña y EEUU habla a las claras de ello.

Pero eso habla de los mismos argentinos que han elegido este tipo de gobiernos o acaso ¿Usted cree que han bajado de la luna? No hay misterio en esta realidad aunque si no puedo dejar de mencionarlo, las influencias externas de quienes ambicionan convertirlos en sus serviles voluntarios, trabajan día y noche para que acepten la realidad obtusa en la que viven. 
Desde el consumo pasando por la educación hasta la seguridad, esta sistematizada para estrechar las libertades individuales en pro de intereses ajenos. Y me refiero a las agendas de las embajadas de los principales interesados en que ello ocurra que mediante sus programas de ayuda, cooperación e impulso de ONGs supuestamente desinteresadas, solo persiguen cooptar a los más jóvenes para ir formando una corriente propicia que se extienda en el tiempo para concretar sus objetivos.

En ese plan están las Corporaciones de medios, que aunque ello sea ridiculizado por los “laureados comunicadores”  aquello es tan real como nefasto para el futuro inmediato del país. Es más, el papel que desempeñan actualmente estos “comunicadores” es tan vil y descarado, que ya no esconden que son financiados por la embajada Británica, la de EEUU entre los más destacados mecenas y/o por los usureros privados del corretaje financiero de Wall Street.

En lo que respecta a sus caducos partidos políticos y mucho más en cada uno de sus representantes, poco o nada se puede esperar. Ellos siguen siendo –salvo algunas excepciones- los mismos ineptos y corruptos de altos sueldos que no permitirán de forma alguna que le arrebaten sus privilegios y sus negocios solventados con los dineros que extraen de los impuestos de sus “borregos-ciudadanos”.  Son estos mismos que tiemblan al ver como se manifiestan fenómenos civiles como los “Chalecos amarillos” en Francia, que dicen basta a tantos abusos.

Creo que evidencia de esto lo pueden ver con el actual gobierno, repleto de colaboradores (y no ad honorem) de aquellos propósitos. Ello es percibido por muchos argentinos de a pie pero la mayoría aún se ven confundidos por los del “otro lado”, o mejor dicho los que se dicen ser la “contra” de estas políticas abiertamente atentatorias de la soberanía de su país, que solo actúan como una oposición que en realidad no es tal. Más allá de algún que otro “personaje” estrafalario, tanto unos como otros, responden a un mismo incentivo y ese no es otro que el dinero. Lamentable pero cierto.

A tal grado de descomposición se halla la sociedad de éste magnífico país que de haber un conflicto armado, sus enemigos no dispararían un solo tiro ya que habrían comprado con éxito a quienes tienen la llave para entrar en la casa. Incluso más, el enemigo ya está dentro y se está acomodando muy plácidamente en su territorio sin detenerse a pensar que los argentinos puedan representar alguna molestia seria. Además de dominados, menospreciados; todo un desastre.

Día y noche los argentinos son manipulados y arrastrados como borregos por los psicodramas y el circo de opinologos que los medios masivos les ponen frente a sus ojos. La idea es que haya culpa, mucha culpa y que ello inmovilice a sus habitantes. Podemos verlo con toda esta parodia que se desato con una actriz quien supuestamente había sido violada diez años antes pero, que –convenientemente- hoy ha tomado valor para denunciar a su presunto agresor. Como era de esperar la masa se vio influida por este pasquín audiovisual –por cierto muy prolijamente editado- y desató la inmediata condena (sin pruebas certeras) a lapidar a un hombre por las lágrimas lacrimógenas mostradas en un video claramente editado para desatar emociones en el espectador ¿Saben cómo se llama eso? Tácticas de manipulación y las mismas son parte de la llamada “guerra psicológica” que busca debilitar al rival mucho antes de que éste pueda enfrentarse.

Así de mal esta este país. Por ello que mientras me tomo mi taza de té con azúcar, aquí lejos de las pampas argentas no me queda otra conclusión que la de decir que este es el “país que no va a ninguna parte”.

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