miércoles, 6 de febrero de 2019


EN LA MIRA



“INVIABILIDAD ASEGURADA”

La situación interior y exterior de Israel se complica cada día llevando a que se vuelva mucho más inestable su presencia en el Medio Oriente



Por Dany Smith
Mientras los medios globales distraen a la opinión pública con los asuntos internos de Venezuela y toda la parafernalia que ponen en rededor de ella, en el Medio Oriente las cosas nunca dejaron de estar tan calientes como inestables. A la insufrible situación de la población palestina en general y la de Gaza en particular, se han agregado las continuas injerencias agresivas de Tel Aviv contra Siria y contra el Líbano con la advertida intensión de desatar un choque con la resistencia libanesa de “Hizb´allah”. Pero esta idea causa mucho nerviosismo dentro de los círculos militares y de inteligencia israelíes, incluso de los más duros de la extrema derecha que intuyen que un mal cálculo, acabaría con la estabilidad e incluso con la misma existencia de su estado.

Las presiones son más fuertes que lo que los medios convencionales pueden mostrar y ello se siente en el aire, aunque los maquilladores profesionales  de aquellos medios sigan pintando a Israel como un sitio turístico amigable que goza de una tolerancia confesional entre las comunidades religiosas. 
Nada de ello es real. Desde la declaración unilateral de Jerusalén como capital de Israel las fricciones han comenzado a afectar a los cristianos quienes durante años han sido como el jamón del medio en este conflicto, solo que en esta oportunidad, están siendo, junto a los musulmanes,  víctimas de la frenética campaña de judeización de la ciudad santa que busca sin reparos en los medios utilizados para tal fin, por hacerla solo para los judíos.

Netanyahu tiene mucho que perder si no logra distraer a su población y a la comunidad internacional pronto. A los delitos financieros por estafa que lo tienen procesado junto a su mujer Sarah, sumado a la creciente impopularidad por las brutales represiones policiales contra los judíos ortodoxos que reniegan tomar las armas en las FDI, su política racista de expulsión de judíos negros etíopes;  sus más que inhumanas políticas que lleva adelante contra la población palestina (sin discriminar a mujeres, niños y ancianos)  fomentando la inmigración de colonos judíos de otros países para dotarlos de armas del ejército con la finalidad de que usurpen territorios en la Cizjordania y propiedades árabes en Jerusalén, ha hecho que una franja importante del judaísmo mundial, se sienta  abochornado ante esto y las bestialidades que siguen produciéndose en Gaza.

Es este sector el que está rechazando el estado político que durante estas décadas se ha sustentado en la sangre y el dolor y que a la vista de cómo evolucionan los acontecimientos lo lleva, (como lo pronostico Henry Kissinger) a ser a mediano plazo, insostenible.

Y esta conclusión no surge de un deseo o de la postura política contraria al estado israelí. Es el resultado de un largo prontuario de crímenes y violaciones a la Carta de la ONU que se han venido acumulando desde hace décadas. Pero ello no ha sido por la culpa del terrorismo de “Hamas” o de la “Jihad Islámica” como continuamente argumentan los voceros de Tel Aviv.  
Ha sido el mismo Netanyahu quien en los últimos años ha dado una mano importante por complicar la situación política en la que se encuentra Israel y su misión se ha potenciado con el apoyo de Donald Trump, declarando a Jerusalén como capital del estado judío en forma arbitraria e ilegal. Solo los extremistas sionistas festejan esto mientras que los llamados izquierdistas y corrientes religiosas como los judíos jaredíes de “Naturei Karta” apoyan y se solidarizan con la población palestina repudiando la continuidad de este Status Quo racista y bestial.  

Detrás de las políticas de Netanyahu y sus ultraderechistas se encubren multimillonarios negocios inmobiliarios que no solo provienen del robo impune de territorios palestinos para erigir colonias que serán habitadas por militantes ultraderechistas bien pertrechados por el estado, sino también para convertir a vastas extensiones de esos territorios, en plazas de turismo para engrosar las arcas del estado ocupante sin olvidar las importantes ganancias que ingresan por la venta de armamento y equipamiento a varios países.

A ello no hay que perder de vista que Israel usa la mano de obra esclava palestina a la cual puede utilizar y sojuzgar por la situación fáctica de encerrona que mantiene sobre la población. Sin dudas que esto pasara a la historia como el paradigma de la arbitrariedad y el cinismo internacional.

Para tratar de maquillar todo esto, Tel Aviv y sus cerebros de la guerra psicológica han venido implementando junto a sus aliados estadounidenses y árabes del golfo nuevos y más sofisticados programas en este campo destinados principalmente a frenar la difusión de información que afecte a la imagen del estado y complique a sus funcionarios en delitos de lesa humanidad como los tipificados en el Estatuto de Roma que tiene vigencia dentro de la Unión Europea que dicho sea de paso, es una jurisdicción donde operan muchas empresas y organizaciones israelíes. Y si bien a Netanyahu, sus ministros de gabinete y generales poco les ha venido importando el respeto a la ley internacional, en los últimos años los requerimientos  por organismos de derechos humanos ante la justicia de varios países, ha desatado una gran preocupación que es tema recurrente en las reuniones de las organizaciones sionistas internacionales.

De esta manera, asesinar a un palestino o toda una familia con sus bombardeos indiscriminados sobre Gaza hoy no pasa inadvertido como sucedía anteriormente a la aparición de los medios digitales trasmitidos por el internet. A la indignación de la opinión pública,  ha ido creciendo el activismo político por las redes sociales en busca de frenar estas aberraciones criminales que obviamente, no molestan a los ojos del Establishment de Washington pero si les causa problemas de imagen al momento de salir justificar a Israel. La tarea por tratar de ocultar este tipo de crímenes abominables y bloquear los emprendimientos como el BDS se ha vuelto una tarea ingente y difícil de concretar a la vista de la interconexión global existente.

Incluso el montaje de situaciones supuestamente amenazantes y de hostigamiento por supuestas células terroristas en el exterior ya no bastan a la luz de muchos fraudes orquestados por sus propios servicios de inteligencia. De esta manera apelar a la victimización ya no resulta como excusa para acallar las críticas y a su vez tratar de limpiarse la sangre de sus víctimas.  

En el último año Tel Aviv ha metido la pata con sus ataques contra Siria no solo por no haber podido encubrir sus operaciones tras la recurrente marca de la sorpresa, sino porque en algunas de estas operaciones ha matado a ciudadanos no árabes. Así paso con los 15 soldados rusos que se transportaban en un “Iluyin”, fueron usados por los aviones israelíes como escudo contra los misiles tierra-aire sirios. Pese a que los medios obsecuentes a Washington y Tel Aviv buscaron redirigir las responsabilidades a los sirios, Putin que conoce muy bien el tema, responsabilizó a Tel Aviv y  no dudo en enviar un mensaje alto y claro a Netanyahu y sus generales quienes desde ese momento redujeron sus incursiones aéreas directas.

Algo parecido sucede con Hassan Nasrallah, secretario general de Hizb´allah, quien hace poco ha salido en una entrevista advirtiendo a Tel Aviv que modere sus movimientos en torno al Líbano y que no teme en nada las amenazas de Netanyahu. Incluso el líder chiita aseguro que la resistencia libanesa  cuenta en sus arsenales con nuevos misiles de mayor alcance y precisión lo que deja expuestos a sus bases militares y de inteligencia en todo Israel.  Al mismo tiempo el gobierno israelí parece intentar fortificar sus posiciones con mayor inmigración judía y la construcción de más asentamientos ilegales en territorio palestino que puedan servir como barrera humana contra una iniciativa de sus vecinos. Sea como fuere, las terribles políticas de usurpaciones territoriales y desplazamientos de habitantes palestinos  no hace más que demostrar que el único idioma que entiende Tel Aviv es el de la fuerza.

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