jueves, 7 de febrero de 2019


EN DEBATE







“LA OTAN Y SUS TRASFONDOS”

Una estructura político militar que sobrevive pese a no tener los objetivos que ya no existen ¿Tiene legitimidad para seguir actuando paralelamente a la ley 

internacional?


Por Charles H. Slim
Ciertas estructuras nacen para atender las necesidades de un tiempo y lugar determinados, y en política ello es tan común como necesario. Ese es el caso de la OTAN, un ente militar que nació al amparo de una amenaza contemporánea a las necesidades de los gobiernos que la conforman, en especial Francia, Alemania y por supuesto, EEUU. La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue fundada el 4 de abril de 1949 en el marco de la psicosis sobre el temor a una avalancha soviética proveniente del este que invadiera a la Europa occidental judeo cristiana que había salido apenas un lustro antes de la segunda gran guerra.

Si en aquellos momentos el peligro de una escalada comunista sobre occidente tenía ciertos visos de realidad, especialmente en la era de Stalin y parte del gobierno de Kruschev, ello para finales de los setentas y mediados de los ochentas, ya no tenía sustento.  Y es que a pesar de que la URSS aún estaba entera y el Pacto de Varsovia operaba como la contraparte de la Alianza atlántica, ya se comenzaban a ver serias fisuras dentro del bloque comunista. En la teoría aquella mega estructura militar occidental, se desmantelaría una vez que su contra parte soviética el “Pacto de Varsovia” se hubiera disuelto; pero ello, solo fue una vana esperanza.

Si bien habían varios generales y almirantes en ambas partes que tenían la expectativa de que estas estructuras se desmantelaran inmediatamente al final de la pugna bipolar, la mayoría o más bien, los más influyentes bregaron junto a los sectores políticos neoconservadores dentro del Congreso estadounidense, por bregar para mantener a la OTAN como una organización necesaria para la seguridad nacional. La necesidad arguída en realidad escondía razones económicas convenientes que comenzaron con la lucrativa industria armamentística y de defensa pero que se fueron ampliando con el paso de los años.

A la caída del muro de Berlín en 1989 el objeto de la OTAN entro en crisis y no fueron muchos los que apostaban por su continuidad. Era una cuestión de lógica ya que si un monstruo había desaparecido, era razonable que el otro también lo hiciera. Obviamente ello no fue así y entonces comenzaron las preguntas y los dilemas para tratar de justificar su existencia más allá de las reales necesidades que en algún momento llego a cubrir.

Lo cierto es que desactivar semejante megaestructura militar, conllevaría a desmantelar una vasta red de departamentos, secciones y con ello el cesanteo de miles y miles de puestos administrativos que mueven la burocracia de esta gigantesca organización. En fin. Darle muerte a la OTAN por falta de rival a quien combatir, significaría el final de subvenciones presupuestarias, de millonarios ingresos de cada uno de los gobiernos que cooperan para su sustento y por supuesto, la desarticulación de una formidable estructura militar extra continental que podía ser usada contra cualquier país que no se aviniera a las políticas de un “nuevo orden” como lo anuncio ante el Congreso estadounidense George H. Bush en septiembre de 1991.

En algún momento cuando devino la crisis del Golfo en 1990, algunos cerebros intentaron argumentar un ensamble de la OTAN con el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que pese a no haberse oficializado, hoy parece una realidad de facto. Tratando de lavar la cara ante la opinión pública, se hicieron algunas propuestas para que su estructura sirviera para ejecutar resoluciones emitidas por el Consejo.

Y así fue utilizada ni bien se presentó la oportunidad, amparándose en situaciones de conflicto dentro de países estratégicos  que tomaron un cariz internacional a la vera de resoluciones de Naciones Unidas. Así pues, Los Balcanes en la década de los noventa (con especial interés en degradar a Serbia aliado de Rusia), Afganistán 2001; Iraq 2003 y Libia en 2011 fueron los episodios más emblemáticos de su visible intervención en conflictos regionales. Obviamente que también ha actuado y sigue actuando bajo cubierta y con programas secretos en varios conflictos que tiene importancia geopolítica para Washington y Bruselas. En estos últimos no puede dejarse de recordar el golpe de estado de 2014  en Kiev que llevo al desencadenamiento de un conflicto en el este de Ucrania por la región del Dombas y la fallida intento de repetir el mismo libreto en la península de Crimea, abortado por la rapidez en adoptar una decisión política crítica por parte de Vladimir Putin.

Ahora bien. El paso de este tiempo y a la luz de la evolución de todas estas situaciones y de las consecuencias que ellas han reportado a millones de personas, no cabe lugar a dudas del origen y direccionalidad que pretende dársele a la OTAN y a organizaciones similares. Como bien dijimos, el nacimiento de este ente se enmarcaba en una amenaza al mundo occidental “judeo cristiano”, término que hoy por hoy adquiere una vital relevancia para entender el trasfondo de sus políticas y acciones. La llegada de los neoconservadores en 2000 a la Casa Blanca, fue solo la muestra del poder desnudo que operaba en las sombras ya desde décadas anteriores especialmente desde los sectores de lobistas dentro del Congreso  y en especial en la administración Reagan.  La peculiaridad de este sector era –y sigue siendo- la composición de sus miembros en su mayoría judíos o cristianos adherentes al llamado “neosionismo”. De este modo personajes como Wolfowitz; Perle, Cheney, Rumsfeld, Feith, Ledeen, Woolsey, Negroponte en muchos otros funcionarios de la era Bush, agitaron situaciones para concretar planificaciones previamente diseñadas por sus “Think Tanks”.

La predilección por el mundo árabe islámico y en particular contra los países laicos más avanzados de la región, fue notable y su fin se vio a la claras cuando desguazaron Iraq. Destruir las capacidades de estos países para que no rivalicen con Israel era –y sigue siendo- su “leitmotiv”. En ese plan han impulsado todo tipo intrigas y conflictos que han llevado a crear la engañosa necesidad de organizaciones como la OTAN pero adaptadas a la región donde se les requiere. Hoy eso se ve en el Medio Oriente, tras el fracaso de Barack Obama por establecer el plan de un “Medio Oriente Ampliado” sustentado por las monarquías árabes y que trató de engullirse a la República Árabe Siria, cambia de forma mediante el intento de crear una organización de seguridad regional “judeo sunita” que contenga la influencia iraní en la región. Esta inimaginable alianza ya viene siendo una realidad encubierta desde hace varios años y Yemen es su más sufriente ejemplo.

Actualmente el regreso de los neoconservadores con John Bolton a la cabeza, parece potenciarse con la venida de siniestros ingenieros del intervencionismo en épocas de Reagan; nos referimos a Abrams Elliott quien con un largo prontuario a sus espaldas por obrar a espaldas del Congreso estadounidense y tras ser indultado por esos cargos, es acogido por la peculiar administración de Trump quien en realidad poco y nada sabe del pasado de éste nuevo funcionario. Elliott además de ser un sionista militante, es un troskysta que fundo la “Teopolítica”  como línea de fundamento para la toma del poder mundial, demostrando que los integrismos religiosos no solo provenían del mundo Islámico. Estuvo y sigue teniendo estrechos contactos con la inteligencia israelí –colaborando como asesor de Condoleezza Rice en la agresión israelí de 2006 contra el Líbano-  la cual a su vez y por esta relación, tuvieron que ver con terribles masacres en el Salvador, Guatemala y Nicaragua.

Según algunas fuentes, su llegada es el prolegómeno, tras el fracaso del “Estado Islámico” (un embuste planificado por la inteligencia occidental), de la instauración de una nueva planificación para guardar los intereses estadounidenses en el Medio Oriente de cara a reorientar sus fuerzas sobre Venezuela y ello se concretaría con la creación de una OTAN compuesta por elementos israelíes y árabes. Esto se vislumbrará en la Conferencia de Varsovia a desarrollarse el 15 de febrero en la capital polaca y en ella se expondrán las ventajas de poner en marcha una estructura como la comentada.  Ya se ha comprobado por los testimonios de altos mandos militares israelíes el grado de compromiso de Tel Aviv en las acciones violentas contra Siria como una manera de dejar en claro que su participación en esta posible estructura militar y de inteligencia para el Medio Oriente, debe ser más que preponderante y que sin dudas Washington apoyara a toda costa.

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