EN DEBATE
“LA OTAN Y SUS
TRASFONDOS”
Una estructura político militar que sobrevive pese a no tener los objetivos que ya no existen ¿Tiene legitimidad para seguir actuando paralelamente a la ley
internacional?
Por Charles H. Slim
Ciertas estructuras nacen para atender las
necesidades de un tiempo y lugar determinados, y en política ello es tan común
como necesario. Ese es el caso de la OTAN, un ente militar que nació al amparo
de una amenaza contemporánea a las necesidades de los gobiernos que la conforman,
en especial Francia, Alemania y por supuesto, EEUU. La Organización del Tratado
del Atlántico Norte fue fundada el 4 de abril de 1949 en el marco de la
psicosis sobre el temor a una avalancha soviética proveniente del este que
invadiera a la Europa occidental judeo cristiana que había salido apenas un lustro
antes de la segunda gran guerra.
Si en aquellos momentos el peligro de una escalada
comunista sobre occidente tenía ciertos visos de realidad, especialmente en la
era de Stalin y parte del gobierno de Kruschev, ello para finales de los
setentas y mediados de los ochentas, ya no tenía sustento. Y es que a pesar de que la URSS aún estaba
entera y el Pacto de Varsovia operaba como la contraparte de la Alianza
atlántica, ya se comenzaban a ver serias fisuras dentro del bloque comunista.
En la teoría aquella mega estructura militar occidental, se desmantelaría una
vez que su contra parte soviética el “Pacto de Varsovia” se hubiera disuelto;
pero ello, solo fue una vana esperanza.
Si bien habían varios generales y almirantes en
ambas partes que tenían la expectativa de que estas estructuras se
desmantelaran inmediatamente al final de la pugna bipolar, la mayoría o más
bien, los más influyentes bregaron junto a los sectores políticos
neoconservadores dentro del Congreso estadounidense, por bregar para mantener a
la OTAN como una organización necesaria para la seguridad nacional. La
necesidad arguída en realidad escondía razones económicas convenientes que
comenzaron con la lucrativa industria armamentística y de defensa pero que se
fueron ampliando con el paso de los años.
A la caída del muro de Berlín en 1989 el objeto de
la OTAN entro en crisis y no fueron muchos los que apostaban por su
continuidad. Era una cuestión de lógica ya que si un monstruo había
desaparecido, era razonable que el otro también lo hiciera. Obviamente ello no
fue así y entonces comenzaron las preguntas y los dilemas para tratar de
justificar su existencia más allá de las reales necesidades que en algún
momento llego a cubrir.
Lo cierto es que desactivar semejante megaestructura
militar, conllevaría a desmantelar una vasta red de departamentos, secciones y
con ello el cesanteo de miles y miles de puestos administrativos que mueven la
burocracia de esta gigantesca organización. En fin. Darle muerte a la OTAN por
falta de rival a quien combatir, significaría el final de subvenciones
presupuestarias, de millonarios ingresos de cada uno de los gobiernos que
cooperan para su sustento y por supuesto, la desarticulación de una formidable
estructura militar extra continental que podía ser usada contra cualquier país
que no se aviniera a las políticas de un “nuevo orden” como lo anuncio ante el
Congreso estadounidense George H. Bush en septiembre de 1991.
En algún momento cuando devino la crisis del Golfo
en 1990, algunos cerebros intentaron argumentar un ensamble de la OTAN con el
Consejo de Seguridad de la ONU, algo que pese a no haberse oficializado, hoy
parece una realidad de facto. Tratando de lavar la cara ante la opinión
pública, se hicieron algunas propuestas para que su estructura sirviera para
ejecutar resoluciones emitidas por el Consejo.
Y así fue utilizada ni bien se presentó la
oportunidad, amparándose en situaciones de conflicto dentro de países
estratégicos que tomaron un cariz internacional
a la vera de resoluciones de Naciones Unidas. Así pues, Los Balcanes en la
década de los noventa (con especial interés en degradar a Serbia aliado de
Rusia), Afganistán 2001; Iraq 2003 y Libia en 2011 fueron los episodios más
emblemáticos de su visible intervención en conflictos regionales. Obviamente
que también ha actuado y sigue actuando bajo cubierta y con programas secretos
en varios conflictos que tiene importancia geopolítica para Washington y
Bruselas. En estos últimos no puede dejarse de recordar el golpe de estado de
2014 en Kiev que llevo al
desencadenamiento de un conflicto en el este de Ucrania por la región del
Dombas y la fallida intento de repetir el mismo libreto en la península de
Crimea, abortado por la rapidez en adoptar una decisión política crítica por
parte de Vladimir Putin.
Ahora bien. El paso de este tiempo y a la luz de la
evolución de todas estas situaciones y de las consecuencias que ellas han
reportado a millones de personas, no cabe lugar a dudas del origen y
direccionalidad que pretende dársele a la OTAN y a organizaciones similares.
Como bien dijimos, el nacimiento de este ente se enmarcaba en una amenaza al
mundo occidental “judeo cristiano”, término que hoy por hoy adquiere una vital
relevancia para entender el trasfondo de sus políticas y acciones. La llegada
de los neoconservadores en 2000 a la Casa Blanca, fue solo la muestra del poder
desnudo que operaba en las sombras ya desde décadas anteriores especialmente
desde los sectores de lobistas dentro del Congreso y en especial en la administración Reagan. La peculiaridad de este sector era –y sigue siendo- la composición de sus
miembros en su mayoría judíos o cristianos adherentes al llamado “neosionismo”.
De este modo personajes como Wolfowitz; Perle, Cheney, Rumsfeld, Feith, Ledeen,
Woolsey, Negroponte en muchos otros funcionarios de la era Bush, agitaron
situaciones para concretar planificaciones previamente diseñadas por sus “Think
Tanks”.
La predilección por el mundo árabe islámico y en
particular contra los países laicos más avanzados de la región, fue notable y
su fin se vio a la claras cuando desguazaron Iraq. Destruir las capacidades de
estos países para que no rivalicen con Israel era –y sigue siendo- su “leitmotiv”. En ese plan han impulsado todo tipo
intrigas y conflictos que han llevado a crear la engañosa necesidad de
organizaciones como la OTAN pero adaptadas a la región donde se les requiere. Hoy
eso se ve en el Medio Oriente, tras el fracaso de Barack Obama por establecer
el plan de un “Medio Oriente Ampliado” sustentado por las monarquías árabes y que
trató de engullirse a la República Árabe Siria, cambia de forma mediante el
intento de crear una organización de seguridad regional “judeo sunita” que
contenga la influencia iraní en la región. Esta inimaginable alianza ya viene
siendo una realidad encubierta desde hace varios años y Yemen es su más
sufriente ejemplo.
Actualmente el regreso de los neoconservadores con
John Bolton a la cabeza, parece potenciarse con la venida de siniestros
ingenieros del intervencionismo en épocas de Reagan; nos referimos a Abrams
Elliott quien con un largo prontuario a sus espaldas por obrar a espaldas del
Congreso estadounidense y tras ser indultado por esos cargos, es acogido por la
peculiar administración de Trump quien en realidad poco y nada sabe del pasado
de éste nuevo funcionario. Elliott además de ser un sionista militante, es un
troskysta que fundo la “Teopolítica”
como línea de fundamento para la toma del poder mundial, demostrando que
los integrismos religiosos no solo provenían del mundo Islámico. Estuvo y sigue
teniendo estrechos contactos con la inteligencia israelí –colaborando como asesor de Condoleezza Rice en la agresión israelí de
2006 contra el Líbano- la cual a su
vez y por esta relación, tuvieron que ver con terribles masacres en el
Salvador, Guatemala y Nicaragua.
Según algunas fuentes, su llegada es el prolegómeno,
tras el fracaso del “Estado Islámico” (un embuste planificado por la
inteligencia occidental), de la instauración de una nueva planificación para
guardar los intereses estadounidenses en el Medio Oriente de cara a reorientar
sus fuerzas sobre Venezuela y ello se concretaría con la creación de una OTAN
compuesta por elementos israelíes y árabes. Esto se vislumbrará en la
Conferencia de Varsovia a desarrollarse el 15 de febrero en la capital polaca y
en ella se expondrán las ventajas de poner en marcha una estructura como la
comentada. Ya se ha comprobado por los
testimonios de altos mandos militares israelíes el grado de compromiso de Tel
Aviv en las acciones violentas contra Siria como una manera de dejar en claro
que su participación en esta posible estructura militar y de inteligencia para
el Medio Oriente, debe ser más que preponderante y que sin dudas Washington
apoyara a toda costa.
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