jueves, 20 de junio de 2019




ILEGALIDAD INTERNACIONAL”

Hasta dónde puede sostenerse una situación de arbitrariedad e ilegalidad como la que se vive en Palestina

Por Javier B. Dal
Hadan Shelby asesinada por Israel
Cuánto puede durar un sistema legal y jurídico si en el existen odiosas y tácitas excepciones a su acatamiento? Esta cuestión viene a cuento de lo que se viene viendo con la continuada y sistemática violación por parte del estado de Israel de los preceptos de la Carta de Naciones Unidas y la legislación internacional humanitaria toda. Ninguna muerte es justificable y menos aún el saqueo de lo ajeno al amparo de supuestas prerrogativas divinas. Actualmente a nadie le quedan dudas de esto y hoy la corporación de medios y los lobbies que los sustentan, se hace muy difícil argumentar a favor de Tel Aviv no pudiendo frenar las crecientes críticas que arrecian por los crímenes que además de graves no son pocos. Ello es una cuestión caustica para los principales involucrados en tolerar estas conductas ilegales lo que demuestra una falta total de imparcialidad y respeto por la misma letra de la ley a la que debieran hacer cumplir.

Se sabe muy bien de las influencias que ejerce Tel Aviv por intermedio de sus Lobbies y asociaciones en occidente (particularmente de EEUU y Europa), que se basan en una retórica victimizante que –con la colaboración de las Corporaciones de Medios- va acompañada por la presión irresistible del poder económico y financiero que estos sectores despliegan alrededor del mundo. Y también vemos a diario que quienes no se someten a estas artimañas son simplemente eliminados. Los palestinos son sin lugar a dudas la principal prueba de ello. 

Pero ¿Cómo puede combatirse esta especie de corrupción transnacional que horada la credibilidad de gobiernos y de las instituciones internacionales? Al parecer la respuesta es tan simple como compleja. Simple por “quiénes” pueden frenar esto y la “forma” de hacerlo a su vez deviene en algo muy complejo de articular.

Sobre la cuestión de quiénes, los únicos que tienen el poder de frenar esto son los mismos ciudadanos del mundo quienes al ser testigos de estos crímenes e incluso advirtiendo los embustes que los medios utilizan para cubrirlos, los ponen de manifiesto y no se dejan envolver en las falsas empatías que las costosas propagandas pro-israelíes, elaboradas y desplegadas en todo el mundo, tratan de crear para amortiguar aquellas bestialidades.  En este sentido el activismo independiente de miles de ciudadanos conscientes alrededor del mundo ha posibilitado que medidas de boicot a productos israelíes elaborados por palestinos sojuzgados por la ocupación, se vean materializadas en iniciativas de acción civil como el BDS (Boycott Divesment and Sanctions)[1] que causan verdaderos dolores de cabeza a los empresarios israelíes y a sus socios alrededor del mundo.
bombas israelies en medio de Gaza

Cuando vemos lo que a diario sucede en Palestina, advertimos que no hay noticias de primera plana que reflejen las brutalidades que de continuo sufren los pobladores árabes palestinos a manos de un estado invasor que viene tragándose sus territorios al amparo de una apática mirada internacional. Hechos tan abominables como son las violentas irrupciones en los hogares palestinos, los bombardeos aéreos indiscriminados o las torturas (físicas y psicológicas), las ejecuciones a sangre fría de mujeres y niños por efectivos del ejército israelí o la temible “Shin Bet”, pasan desapercibidos para las plumas intelectuales occidentales dejando a la vista el claro sesgo despectivo y un implícito racismo, que existe en este lado del mundo por la vida de los semitas palestinos.  

Esto es producto de la “influencia” que por intermedio de periodistas, intelectuales, asociaciones, fundaciones y ONG, ejercen los intereses sionistas que a su vez, sirven de nexos externos para la extensión de las políticas de Tel Aviv. Adunados a ellos, no hay que dejar de lado el activismo neosionista de iglesias evangelistas que mediante enseñanzas con rasgos supremacistas de una teología política advertidamente venenosa, cada día reclutan más y más católicos descontentos y que tienen amplia penetración en países como Chile y Argentina (en donde tienen una creciente influencia en la política) teniendo como doctrina fundamental en su proselitismo, el sionismo religioso. Con esto vemos como intensionalmente se ha desviado el conflicto israelo-palestino en una cuestión meramente religiosa, alegando que los “musulmanes son malos y odian a los judíos”, algo tan falso como malintensionado, que ha sido fabricado al amparo de las guerras en las que aquellos sectores oscuros ponen su cuota de participación.

Cuando Israel causa una masacre o se apodera de territorios ajenos para construir asentamientos, sus representantes en el exterior tienen la misión de salir rápidamente al cruce en cada capital de los países del hemisferio occidental para justificar políticamente esos hechos, aunque se hace muy difícil de explicar cómo aviones “F-16” lancen sus bombas y misiles sobre edificios en Beirut (como en 2006), sobre Damasco como siguen haciendo actualmente  o sobre los barrios paupérrimos de Gaza. Usar a la “Shoa” como el continuado argumento intimidante para no aceptar críticas a este tipo de hechos, achacando a quienes se atrevan de tildarlos de “antsemitas” ya no tiene la misma aceptación que supo tener incluso hasta comienzos de éste siglo. Además de que dicha acusación carece de asidero, es francamente contradictoria dado que sus acciones terminan con la vida de verdaderos semitas como son los palestinos. Y es aquí donde se produce la gran escisión dentro de la comunidad judía que parte de ella, se ve sinceramente abochornada por las criminalidades que son llevadas a cabo en su nombre.

Y bien decimos “sinceramente” ya que, hay en muchas expresiones de esta comunidad una clara falsedad en sus supuestas constricciones que son solo para escapar momentáneamente al señalamiento exterior.

Desde la forzada instauración de Israel como un “estado nación”, se supuso que, como miembro de Naciones Unidas, acepto ajustarse a las normativas e instancias que rigen el derecho internacional que incluye al derecho internacional humanitario, al menos eso era la idea. Con el paso de los años y por el apoyo de una superpotencia como los EEUU, el estado judío se ha convertido en un niño malcriado o como señalaron algunos décadas antes en la administración de Eisenhower, en un “Caballo loco” que Washington tenía que contener aún a costa de sufrir varias patadas arteras (Caso del “USS Liberty”, el “USS Cole” y los nada claros sucesos del 11 de septiembre de 2001[2]).

La supervivencia de este “Status Quo” se ha basado en el engaño, la perfidia  y la fuerza y en él han colaborado las diferentes administraciones estadounidenses llevando a que se produzcan fisuras dentro del poder político norteamericano, generando sectores del poder dentro del poder que han terminado filtrando los más altos estamentos políticos en Washington. Igualmente, como lo dijo un reconocido sionista, caracterizado por ser realista como sin dudas lo es Henry Kissinger, advirtió que continuar esa dinámica “en veinte años Israel será un estado inviable”.  


[1] Campaña de alcance global que nace en 2005 que denuncia las políticas ilegales de Israel similares al Apartheid de Sudáfrica.

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