viernes, 21 de junio de 2019




A CUALQUIER COSTO

Los revelados y fallidos ataques de Falsa Bandera orquestados en el Golfo Pérsico mostraron la desesperación de sus verdaderos instigadores por desatar una guerra contra Irán ¿Cuánto más están dispuestos a comprometer estos actores para conseguir sus objetivos? ¿Qué medidas tomara Naciones Unidas y el Consejo de Seguridad para detener estas agresiones?


Por Charles H. Slim
Todas las cuestiones tienen una causa o un propósito, solo hay que indagar a profundidad para determinar qué interés se esconde detrás. La cuestión del programa nuclear de Irán sin lugar a dudas se ha convertido en el ariete de la campaña para la reelección del presidente Donald Trump. Que nadie se engañe y considere que la fecha para el acto electivo está muy lejos para que Trump se ponga en carrera. Si bien las elecciones serán el 3 de noviembre de 2020, el cúmulo de asuntos que importan al electorado estadounidense y en particular a un selecto sector del Establishment norteamericano, meritan una exhaustiva campaña.

En este sentido también hay que remarcar que el principal interesado en que Irán no progrese en el campo de la energía nuclear es Israel usando a los EEUU como el frontón y cobertura para sus operaciones. Y esto no implica que sus intenciones solo se recorten al aspecto meramente militar con la producción de Uranio enriquecido o el desarrollo de misiles de alcance medio que llegan a Israel sino incluso, los sionistas desearían hundir al país en una situación similar a la que ayudaron a crear en Iraq con la invasión del 2003.

Al parecer y al igual que sus predecesores –en particular los republicanos-  Donald Trump usará la política exterior como uno de los principales puntos a resaltar en la agenda de logros que su gobierno ha gestionado desde su asunción, haciendo valer ante una aceptable popularidad dentro de una franja importante de los habitantes de su país. A contrario de esto, Trump debe lidiar con la hostilidad de altos funcionarios demócratas del congreso que como Nancy Pelosi, vienen buscando que  Donald Trump sea inhabilitado mediante un juicio político para continuar con la presidencia. 
Créase o no, más allá de sus estridencias y odiosas contradicciones, el presidente norteamericano Donald Trump ha mantenido la fidelidad de ese “voto blanco medio” (por no decir mediocre) que sometido a la desocupación estructural del país, desde su llegada ha visto recuperar el empleo y también ver con muy buenos ojos como –entre otras cuestiones- su presidente lucha a brazo partido contra la odiosa inmigración latinoamericana.  

Pero Trump también tiene otra cara, y ella es la del despistado, la cual claro está, es una actuación de un sujeto eminentemente mañoso y con muchos recursos para la actuación. Su aparente torpeza o más bien, esas supuestas desinteligencias con sus asesores de política exterior, en especial con John Bolton son una muestra de su carácter estridente y teatral que exterioriza con sus gestuales morisquetas faciales. Por más que muchos en EEUU o más bien, dentro del “Establishment” político  norteamericano (en particular los demócratas seguidores de los Clinton) han tildado de “idiota” o incluso de mentalmente incapaz a su presidente, claramente están lejos de tener un ápice de razón.

Entre quienes lo consideran nocivo para la política exterior como Tomas Wrigth del “Brookings Institutions” y el profesor  G. J. Ikenberry de la Universidad de Pricenton, Trump “él está socavando el orden internacional” que había sido erigido por la política intervencionista de sus predecesores; pero lo más imperdonable, es la falta de reciprocidad con los aliados de EEUU desconociendo tratados y compromisos asumidos para su cumplimiento.

Es cierto que Trump no podría gestar ciertas cosas (¿y qué presidente ha sido capaz de hacerlo?), pero hay muchas otras en las que participa en forma directa. Una de aquellas es la profunda cooperación con el estado de Israel al cual le ha extendido un cheque en blanco para que, además de tomar todas las medidas administrativas y militares sobre Jerusalén,  literalmente haga lo que quiera con la población palestina. Ello ha permitido que Tel Aviv lleve adelante una política de “judeización” de la población incitando a que colonos y extremistas de la derecha sionista lleven adelante todo tipo de atentados contra propiedades palestinas y profanaciones en los templos musulmanes de la ciudad. Lo mismo con los territorios ocupados de los “Altos del Golán” sirios en donde hace unos días Benjamín Netanyahu mediante una pomposa y vistosa ceremonia, inauguró un nuevo asentamiento para colonos judíos sin dejar de agradecer el valioso papel de Donald Trump en esta empresa.

Al mismo tiempo que ha reforzado a Israel, ha ido buscando la forma de horadar la confianza y la estabilidad en el Golfo, en particular en torno a Irán. Las sanciones comerciales y económicas que Trump implemento apenas llego al gobierno no han logrado sofocar al gobierno iraní y sin dudas ello fue motivo –junto a los esfuerzos de Tel Aviv- para ampliar el espectro de medios para alcanzar el mismo objetivo. Por supuesto que ya hace tiempo que la infraestructura destinada a crear incidentes, rencillas  y controversias entre los gobiernos de la región, viene fabricando un hecho criminal tras otro buscando que Teherán caiga en la trampa de la provocación. Los recursos con los que cuenta EEUU e Israel para ello son amplios. Obviamente que Trump no está al corriente de los pormenores de estas actividades negras y lo único que debe hacer es firmar las órdenes ejecutivas necesarias para ello. Por supuesto que cabría preguntarse ¿Dónde está la aplicación igualitaria de la ley internacional en todo esto? A la vista de lo que se viene viendo ello esta es una pregunta que carece de sentido.

Si hay una línea realista que complica los planes de provocar un Armagedón en la región esa es la marcada por Rusia y en particular por la gestión de Vladimir Putin quien como ex agente del KGV, sabe cuándo se está enfrentando a un embuste tejido por agencias de inteligencia. No hay que olvidar cuando Londres pretendió endilgarle a Rusia el atentado con un agente químico al doble agente Skripal ¿En qué quedo todo aquello?

Incluso ha quedado harto evidente la sucia intensionalidad de atacar a un petrolero japonés y hacerlo pasar como una acción iraní. En Washington no están para nada felices con las relaciones bilaterales entabladas por el comercio petrolero que se estaban concretando entre Tokio y Teherán; entonces  los expertos en el juego sucio se dijeron ¿Por qué no rompemos la confianza entre ambos con un ataque falso?   

Como bien lo señalan algunos investigadores y académicos, Washington está echando mano a las mismas tácticas y mentiras que utilizo hace 16 años cuando se inventó una excusa para agredir e invadir a Iraq mientras los medios masivos y los gobiernos del mundo asentían con vergonzante pasividad lo que termino siendo una de las catástrofes militares y humanitarias más graves de lo que va del siglo.

Para EEUU y su aliado Israel, todo vale. Sin dudas que los últimos y fracasados intentos de comprometer a Irán con ataques de Falsa Bandera contra buques petroleros de terceros países, ha llevado a intentar nuevas y más arriesgadas argucias. La última que se conoce es el derribo el día 19 de junio de un “Drone RQ-4 Global” de inteligencia militar estadounidense que merodeaba el espacio aéreo de las aguas territoriales adyacentes a Irán, lo que ha llevado a que el mismo Trump expresara “Irán ha ido muy lejos” alegando que dicha acción había sido irrazonable. Pero la incursión estadounidense pudo haber perdido mucho más que un costoso aparato robot como lo es un Drone ya que, como lo informó el Jefe de la División Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria Amirali Hajizadeh, dejaron pasar a un avión de espionaje “Boing-P-38 Poseidón” que llevaba 38 hombres de tripulación que acompañaba al Drone derribado.   

Igualmente, Trump ordeno una represalia que  debió suspender diez minutos antes de su ejecución por motivaciones que claramente no son las que los medios han publicado. Algunos especulan que las tensiones políticas entre facciones dentro de la misma administración llevo a una serie de discusiones internas que hicieron vacilar a Trump. Otros han señalado que los satélites norteamericanos pudieron haber advertido movimientos iraníes para una contra represalia iraní que habría causado además de bajas y pérdidas materiales, el corte del flujo del petróleo desatando un descalabro en el precio del petróleo y ello, no es algo que beneficie a las ambiciones re electivas de Trump.  La pregunta que hay que hacerse es ¿Hasta dónde Naciones Unidas (Consejo de Seguridad) y las instancias internacionales toleraran estas maniobras agresivas contra la soberanía de Irán?

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