sábado, 21 de septiembre de 2019



“GEOPOLITICA
Y  DERECHOS HUMANOS”
Medio o el fin de la geopolítica actual ¿O más bien la excusa para concretar otros fines?


Por Charles H. Slim
El mundo debió pasar por dos grandes guerras mundiales para caer en cuentas de que el valor de la vida humana no tiene precio. Incluso no hay que olvidar que quienes fueron participes en aquellas bestiales contiendas, eran vecinos ancestrales (Europa) y otros como los estadounidenses y los japoneses, actores foráneos que por un motivo u otro se enroscaron en la lucha. Pero si debemos señalar un motivo en especial de ambos para sacrificar a miles de sus compatriotas fue sin dudas, el acaparamiento de recursos y la expansión política.

Las cuentas pendientes y las rencillas de la primera guerra se cobraron con creces y un salvajismo nunca visto. Algo había que hacer para cuando se silenciaran las armas y en ese sentido se esbozaron las primeras ideas sobre una regulación universal entre los estados.

En 1941 ya se estaba tratando la creación de un organismo internacional (Tratativas en el Palacio St. James y la Carta del Atlántico) que en base a la colaboración voluntaria viniera a regular las relaciones entre los estados y fue así que el 1° de enero de 1942 a instancias de 26 representantes de sus respectivos países se produce la “Declaración de Naciones Unidas”. Inmediatamente de finalizada la segunda guerra el 26 de junio de 1945 cincuenta estados nacionales se adhieren y firman la Carta Orgánica de Naciones Unidas.

Pero, pese a los documentos vigentes, los debates y los principios que la misma Carta enuncia, la guerra como acto de agresión y los crímenes que de aquella se producen, no se detuvieron. Por el contrario, se diversificaron y complejizaron a los fines de que no parezcan una guerra y así los responsables, escaparan de las amonestaciones de éste nuevo organismo. Para ello se manipularon los términos y se construyó una justificación para cada situación; de ese modo, comenzaríamos a escuchar nuevas elaboraciones de términos como “intervención humanitaria”, “guerra justa”, “guerra preventiva”, “lucha contra el terror” y una subsecuente catarata de otros términos tendientes a engañar y convencer a la opinión global.
niño palestino Hadan Shelby asesinado por la FDI

A partir de ese mismo instante comenzaron a verse las primeras excepciones, raleos en el abordaje de los hechos, los sesgados entendimientos de las regulaciones de la Carta y pese a que se trató imponer su cumplimiento en forma uniforme, franca y equilibrada, las influencias y las manipulaciones de algunos actores se impusieron llevando a que, tras varios episodios infames de la historia contemporánea, llegue al día de hoy una organización con muy poca credibilidad a nivel global.

Se harían evidentes pero silenciados al mismo tiempo, la impertinente influencia de algunos actores que –inequitativamente- los colocaba por encima de los demás miembros. Pese a que cada miembro de la organización está sometido en igualdad a la Carta Orgánica, “algunos son más iguales que otros”. Así veríamos como poco a poco la impunidad se encaramaba en beneficio de algunos miembros.

Estos desequilibrios pudieron verse ante conflictos regionales que estallaron a la sombra de la “Guerra fría” (EEUU y el mundo Libre y la URSS). Desde ese momento la Organización fue rehén de los teje y maneje geopolíticos de ambas superpotencias y en algunos casos, de algunos de sus satélites. Y como suele decirse, el hilo terminaría cortándose por lo más delgado haciendo que el papel de la organización ante acciones cruentas contra la población civil de países del Tercer Mundo pasaran a la anécdota y la estadística sin que se procesaran con la firmeza y determinación que se requería, las responsabilidades de los implicados.

Es cierto que hasta el momento no ha habido una tercera guerra a escala mundial pero, si reuniéramos los desastres y las calamidades que algunos conflictos regionales han causado desde la creación de Naciones Unidas  y los que se siguen causando en la humanidad, aquello no tiene ninguna importancia.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en el ámbito de Naciones Unidas en 1948 contempla con claridad meridiana en su Preámbulo Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana; dejando así en claro que su alcance es de carácter universal sin restricciones o excepciones odiosas.

Aunque pareciera clara la letra de la ley, el espíritu de la misma –a la luz de varios casos- no revela el mismo alcance, claro, desde el entendimiento de sus transitorios intérpretes y ejecutores decididamente influenciados por intereses de algunos de los actores involucrados. La crisis palestina desatada a la luz de la violenta instauración del estado de Israel en 1948 fue el más emblemático y contemporáneo al surgimiento de la organización internacional. Incluso, es una cuestión que aún no ha sido resuelta y actualmente transita por gravísimas instancias. Las aberraciones vistas en aquel discutido acontecimiento fueron tan graves que incluso, tras la intervención de Naciones Unidas le costaría la vida a uno de sus representantes.

¿Pero que se hizo para reprender estos episodios de violencia con fines intimidatorios? Nada. Y los años fueron pasando y con ellos las décadas. La guerra de Corea en los cincuentas, Vietnam y las masacres en el Medio Oriente; las represiones brutales en Europa del Este; las revoluciones y los golpes de estado en América Latina; el terrorismo de organizaciones no estatales y el practicado (clandestinamente) por estados nación y organizaciones para-estatales como un arma más en sus arsenales, han sido eventos impulsados o desatados –en su mayor parte- por la injerencia y/o participación de los centros de poder político y financiero occidentales como eran EEUU, Bruselas y Londres.
chechenos arrastrados por vehículos rusos

En todo ello, se fue viendo como las empresas y las organizaciones privadas (bajo las pantallas de ONG) y a la par de los estados, fueron tomando un papel importante en sus incumbencias en países sumidos en el caos, con particular injerencia a los aspectos económicos hasta tal punto que se fueron volviendo imprescindibles para concretar planes y acciones de los gobiernos intervinientes.

Igualmente no hay que dejar de mencionar la anexión y las arbitrariedades de China en el Tibet que desde 1950 violan la soberanía política de un estado independiente, como así también los actos gubernamentales de Pekín contra las minorías musulmanas.

Tras (aunque no expuesto expresamente para no incomodar a Washington) las consecuencias de la guerra del golfo en 1991, el genocidio en Ruanda (1994), la guerra civil en los Balcanes (1991-1995) y las atrocidades rusas en Chechenia (1994-1999) a instancias de la Conferencia de Roma y por medio del Estatuto de Roma se decidió en 1998 el establecimiento de la Corte Penal Internacional en 1998 que como órgano judicial internacional entraría en vigor el 1° de julio de 2002 a cargo del abordaje, investigación y procesamiento de crímenes de guerra, genocidio, de agresión  y lesa humanidad cometidos por personas físicas de los estados implicados en cualquiera de estos actos.

La aparición de este órgano, independiente de Naciones Unidas (no confundir con la Corte Internacional de Justicia), trajo grandes preocupaciones y consternación a las elites políticas de los países que estaban y siguen estando profundamente involucrados en varias de las conductas tipificadas en el estatuto, especialmente a los más influyentes. 
Aunque la aplicación del estatuto rige desde su firma y no es retroactivo a hechos ocurrido antes de su establecimiento, existen casos que pueden llegar a escapar a este principio y es que, si lo vemos desde un punto de vista del sentido común y de justicia natural, el principio de justicia con alcance universal es tan o quizá más valioso que aquel otro principio.
policias israelies llevándose a una niña palestina

Más allá de que solamente se persiguen a personas físicas que han sido acusadas de perpetrar actos que encuadran en las figuras del estatuto, los estados más comprometidos llevaron adelante varias gestiones diplomáticas extra oficiales para eludir su involucramiento e incluso, rechazar abiertamente la vigencia y la competencia de dicha Corte en sus respectivos países e incluso, para que sus funcionarios no sean requeridos en países que adhieren a la jurisdicción de la Corte Penal Internacional.

EEUU fue el principal preocupado por esto. En un primer momento Washington en 1998 bajo la administración de Bill Clinton jugo con la consigna de los “Derechos Humanos” como un elemento geopolítico para señalar lo que estaba pasando en otros países y así justificar una intromisión en sus políticas internas. Fue en ese sentido que rubrico la firma del Tratado que creo la CPI. Pero en el año 2000 con la llegada de la administración republicada de Bush-Cheney el acuerdo no se ratificó y de esa manera, ya se vislumbraban los motivos para no hacerlo. El paso de los años, demostró que la negación de jurisdicción de la Corte, era para cubrir situaciones que pronto iban a ocurrir (por que ya estaban planificadas en el PNAC) y que involucraría a sus funcionarios y agentes en incontables crímenes de agresión, lesa humanidad y de guerra en Iraq, Afganistán y Yemen.

De haberse ratificado el tratado los principales requeridos por aquellos crímenes habrían sido el mismo presidente George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y un largo listado de funcionarios políticos, de inteligencia (CIA, NSA, DIA etc) civiles  y militares involucrados en incontables hechos criminales (en los que se involucran delitos tales como la privación de la libertad, torturas, abusos y ejecuciones)  no solo en los países aquí nombrados sino también, alrededor del globo (con los vuelos de la CIA y sus cárceles secretas) y también dentro de los EEUU. En este sentido ha habido presentaciones judiciales contra los mandatarios estadounidenses, pero que han sido malogradas como consta en Saleh vs Bush de 2014.

Israel es otro de los grandes opositores a la competencia de la Corte y las razones son harto evidentes. Tras las denuncias bien documentadas presentadas por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Tel Aviv mediante argumentos bastante febles ha negado en forma enfática y continua la jurisdicción de la CPI.  Incluso, para tratar de huir de las prosecuciones contra sus funcionarios ha contado con el velado apoyo de gobiernos y también de réprobos funcionarios de la misma Corte que como el ex fiscal argentino Luís Moreno Ocampo en algún momento dejo tranquilos a los funcionarios israelíes al asegurarles tras bambalinas,  que “los palestinos no tendrían un caso sólido contra Israel”.

Justamente, éste fiscal sospechado por actividades contrarias a sus funciones, fue definitivamente apartado de la CPI tras comprobarse que tenía vínculos con el lavado de activos en el caso de los “Panamá Papers”. También es tristemente recordado por su detestable actuación en el asunto de los crímenes en Libia tras la vergonzosa invasión de la OTAN de 2011 dejando en evidencia en aquellos momentos, su falta de transparencia e imparcialidad para abordar todos los casos de violaciones a los derechos humanos que se presentaban.

En el caso palestino, desde hace años que los palestinos y medios independientes vienen poniendo en evidencia los crímenes que el estado de Israel comete contra su pueblo

Apoyado desde décadas por EEUU, el estado judío es responsable de un número no precisado de crímenes individuales como colectivos –sin contar los realizados en otros países- contra la población árabe palestina que van desde las detenciones administrativas sin importar la edad, sexo o condición de los detenidos, las usurpaciones de territorios y propiedades hasta las golpizas y el asesinato de palestinos a manos de las FDI, de colonos ultraderechistas y “escuadrones de contraterrorismo”. Hay también en el haber del estado judío, acusaciones sobre una serie de hechos gravísimos que implican entre otras cuestiones el tráfico y comercio ilícito de órganos de jóvenes y niños palestinos que incluso, además de la repulsa internacional ha sido motivo de denuncias e investigaciones periodísticas dentro de Israel.

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