“CAMBIOS GEOPOLÍTICOS”
Argentina está
pasando por grandes cambios internos que auguran el regreso del rancio
izquierdismo setentista ¿Influirá de algún modo en la geopolítica regional?
Por Javier B. Dal
Quienes en Argentina vienen hablando de la “grieta”
no parecen equivocarse en su percepción pero tal vez no han sido demasiado
precisos al momento de describir en cuantos pedazos fragmenta aquella al país. Y
es que, según se puede advertir hay un sector que no quiere saber más nada con
el Macrismo, otros que detestan a los Kirchneristas y otros que no quiere a
ninguno de estos sectores. La crisis es severa y la polarización crece día con
día.
Tras la ponencia del presidente Mauricio Macri ante
la Asamblea de Naciones Unidas el martes 24 de septiembre pasado, a la vista de
la situación en su país, a los presentes les quedo mucho menos claro cuál puede
ser el rumbo que puede tomar su país después de las elecciones de octubre.
Las circunstancias en las que se daba esta
presentación ante el foro no podían ser peores. Mientras Macri y su comitiva
llegaban a New York, en Buenos Aires las protestas que bloqueaban las calles de
Buenos Aires, la inflación que está superando todos los techos previsibles y la
agitación cambiaria por el temor a una disparada del dólar, pintaba un
escenario muy difícil de disimular ante el mundo. Sumado a esto, las
reticencias del FMI por desembolsar los 5.400 millones de dólares para poder
estabilizar las cuentas con sus acreedores, pone al país en un borde muy
peligroso para la estabilidad socio-económico-financiera.
Su ponencia fue más un llamado de auxilio que otra
cosa. Tratando de dar sustento a un supuesto logro en su política exterior
estrechamente vinculada a los intereses políticos del Departamento de Estado
norteamericano y de otros países aliados, Macri intento validar su gobierno
como un actor preponderante para su particular visión de multilateralismo en
política exterior. Una vez más, aposto por tratar de mostrar una importancia política
que no tiene. Subiéndose una vez más al discurso anti-Maduro y anti-iraní,
clamo veladamente a sus benefactores (Washington y Tel Aviv) por un salvavidas
para su fracasada gestión.
Pero el mundo y en particular EEUU e Israel tienen
sus propios problemas para atender. Y es que con dilemas mucho más complejos y
vinculados a disputas de intereses políticos regionales e internos, los
estadounidenses y sus aliados israelíes tienen demasiado de que ocuparse para
voltear a ver las mismas y acostumbradas incoherencias de un país que pareciera
marchar sobre una cinta rodante en reversa. Donald Trump se está viendo
arrinconado por el escandaloso asunto “Biden-Ucrania” que por estas horas alimenta
los argumentos de los demócratas para impulsar en su contra el Impeachment y por
otra parte Netanyahu pese a sus ventajas electorales está sumergiendo al estado
judío en una peligrosa espiral de violencia que puede llevar a que se cumplan
los vaticinios de Henry Kissinger.
Macri solo es un funcionario pasajero y en lo que
respecta a los convenios y acuerdos de seguridad que Buenos Aires firmo con
ambos estados, no hay vuelta atrás y no hay posibilidades de que otro gobierno
de orientación contraria –aún
Kirchnerista- se atreva a desconocerlos. En este sentido tanto Cristina
Fernández como Alberto Fernández no son los revolucionarios que pretenden hacer
creer y saben bien donde les aprieta el zapato y es por ello, que cerraran la
boca y harán lo que Washington decida. En lo referente a la propuesta económica
de Alberto Fernández de implementar una “solución a la uruguaya” parece tener
más un fin efectista que una posible concreción en la realidad.
Ambas partes han demostrado desconocer sus propias
promesas y es por ello que hay mucha incertidumbre. Lo único que puede
reconocérsele a Macri es que al menos es coherente con su ideología anglófila y
filosionista mientras que sus opositores, más allá de sus estridentes discursos,
en realidad carecen de cualquier ideología.
A diferencia de Argentina, sus vecinos se hallan por
lejos en una situación socio-económica mucho más estable. Brasil con Bolsonaro
pese a su controvertida personalidad, el país no para de crecer; Chile con sus
limitaciones territoriales tiene una economía saneada y en expansión que sigue
tejiendo sus relaciones geoestratégicas con Gran Bretaña y EEUU; Uruguay con su
estabilidad socio económica se ha convertido en uno de los destinos para los
argentinos que comienzan a abandonar el país ante el posible regreso del
“Peronismo K” y Perú pese a su agitado pasado marcado por el terrorismo
senderista y la corrupción política, es un ejemplo de estabilidad económica y
política.
En lo estrictamente regional, la participación de
Argentina en el “Grupo de Lima” como foro de agitación política y aplicación de
sanciones (respaldada por Washington) contra Venezuela, está en dudas de
continuar. A la par de ello, mientras
Macri hablaba de Venezuela ante el foro, el presidente venezolano Nicolás
Maduro llegaba a Moscú para entrevistarse con el premier ruso Vladimir Putin
demostrando que Caracas tiene una agenda política comprometida y definida para
el futuro. Ambas partes acordaron una ayuda mutua de cooperación entre ambos
países.
Por el contrario, la Argentina aún no tiene una
agenda geopolítica determinada y menos aún, propia.
La mencionada “inserción inteligente” del presidente
argentino al mundo claramente no fue tal. Macri solo reedito la política de relaciones
carnales con Washington y las hizo extensivas a Tel Aviv llevando en éste
último caso a profundizar la colaboración (bajo los argumentos de los atentados
de 1992 y 1994) por consolidar los intereses geopolíticos de Israel en Medio
Oriente como en el Cono Sur. A la ya presencia e injerencia en el área de
inteligencia (monitoreando ilegalmente las redes sociales), Tel Aviv desde su
asunción ha remitido asesores militares y personal civil que operan en la
región. La prueba de esto está en las lanchas israelíes “Shaldag” con sus
respectivas tripulaciones que deambulan por las aguas de los Ríos Paraná,
Paraguay de la Plata y las tropas estadounidenses que se mueven libremente por
el país.
Otra es el encubrimiento gubernamental sobre las
implicancias en el hundimiento del submarino “ARA San Juan” en 2017 que en
algún momento, si Macri abandona el gobierno debiera ser motivo de
investigaciones independientes con seguras consecuencias para los funcionarios
políticos y militares participes en esto. Y hay que aclarar que “debiera” por
el hecho de que el posible regreso de un gobierno integrado por el Kirchnerismo
es dudoso que se avoquen a realizar alguna investigación de este tipo.
El actual papel de la Argentina en el concierto
internacional y en particular en la región es bastante incierto. Más allá de
las declamaciones de Mauricio Macri sobre la situación política interna de Venezuela,
su gobierno y el país que representa no puede condicionar ni mucho menos
intimar a otros estados a cumplir ley alguna si no tiene con qué para respaldar
sus palabras.
En éste último sentido, su reclamo de soberanía sobre las Islas
Malvinas sigue siendo tan vacío como intrascendente para Londres.
Lo cierto es que la posible salida de Macri del poder,
en teoría, llevara a que Argentina se reincorpore al club de los países “no
alineados a Washington” pero en condiciones altamente desfavorables y en
circunstancias muy complicadas para que puedan reeditarse las posturas
ampulosas y seudo-revolucionarias de Cristina Fernández y el motivo de ello es
porque no hay dinero. Como sea, ello creara, aunque se trate de disimular o
incluso nada gravitante, un giro geopolítico en la región.
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