“EL PRECIO DE LA
ESTUPIDEZ”
Ha quedado claro
que el asesinato de Qassem Soleimani y de sus colegas iraquíes ha sido un hecho
contraproducente para la política exterior de EEUU y otro desacierto político del
presidente Trump ¿Cuál fue el saldo real de la venganza de Teherán?
Por Chrales H. Slim
Cuando el 2 enero último una operación conjunta de la
CIA y el Mossad israelí asesino con dos misiles guiados al general iraní Qassem Soleimani, al jefe de las
milicias populares iraquíes Abu Madhi Al Muhandis y a ocho de sus miembros,
Donald Trump y su séquito neoconservador que siguieron el evento de cerca, pensaron
que causarían pavor en Teherán y en especial, en el gobierno de Rohani. Lo
mismo especularon silenciosamente Netanyahu y su círculo de asesores en Tel Aviv
quienes no esperaban reacciones. Fue todo lo contrario y la replica prometida
por este cobarde crimen (uno más de los que estas agencias ejecutan alrededor
del globo) no se hizo esperar.
Los estadounidenses conjeturaron muy mal y los
iraníes no se quedarían en la retorica. Obviamente y antes de tomar el curso de
acción la cancillería iraní dejo claro que habría un desquite, pero el CENTCOM
y sus unidades militares en Iraq creyeron que Teherán no se atrevería por lo
cual no tomaron ninguna precaución extra a las que ya tomaban acostumbradamente
para protegerse de los continuos ataques de cohetes y morteros de agrupaciones
de la resistencia iraquí.
Pero quienes más se equivocaron fueron sus
funcionarios políticos y militares en Washington dado que se tomaron muy a la
ligera las consecuencias de este hecho y la capacidad real que tiene Irán para
responder. Quienes también mantenían los dedos cruzados eran los israelíes,
quienes como de costumbre, tenían –en forma
encubierta obviamente- parte en el asunto. Pese a que no se hizo público,
Israel estuvo en estado de alerta y sus Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se
mantuvieron a la espera de una posible retaliación de Hesbolla desde el sur del
Líbano.
Pero no fue necesario de que el Hesbolla libanes vengara a uno de sus más prominentes héroes de la resistencia islámica. El 8 de
enero en altas horas de la madrugada, la venganza se concreto en manera
sorpresiva y letal. Una docena de misiles balísticos de corto alcance (300 kms)
“Fateh -110” lanzados por la Guardia Revolucionaria (CGRI) desde puntos estratégicos en el
desierto iraní no revelados, impactaron
sobre dos objetivos estadounidenses en Iraq.
Foto aérea de algunos de los daños en Ain Al Assad |
Las sirenas de alerta se escucharon sobre las bases
estadounidenses destacadas en el aeropuerto de Irbil (bajo control del gobierno
autonómico kurdo) y la base aérea “Ain Al Assad” en la provincia de “Al Anbar” y
tan solo unos minutos después testigos del lugar sintieron y vieron los
potentes impactos de los misiles provenientes del oriente. Pese a que los informes de inteligencia
iraquíes revelaron un gran daño en ambos objetivos, EEUU mantuvo un silencio
sordo y desconcertante. Y es que si en
realidad no había sucedido nada ¿A qué se debió éste largo silencio de la Casa
Blanca? Al mismo tiempo la noticia
disparo los precios del petróleo en el comercio internacional.
Luego del último impacto, las fuerzas
colaboracionistas iraquíes, junto a los estadounidenses se avocaron a tratar de
tapar el suceso pesquisando a los pobladores cercanos y empleados civiles de
cada una de las bases para que entregasen sus teléfonos celulares y cualquier
otro elemento que hubiera podido captar y grabar el momento del ataque. Pese al
intento encubrir las consecuencias, no lo lograron.
La respuesta de Trump ante esta noticia fue tan
confusa como incoherente: “Todo está bien!”. Pero solo se trato de una
información engañosa que los encargados de monitorear la situación tras los
ataques le dieron al presidente para no alarmar al público estadounidense.
En un primero momento el Pentágono negó bajas entre
sus tropas y solo acuso pocos daños en las instalaciones de las bases aéreas de
“Ain Al Assad” y la base que mantiene en “Irbil”. Teherán en base a sus fuentes
de inteligencia calculo más de cien bajas en las tropas norteamericanas. Era la
pulseada por ver quien convencía más a la opinión pública. EEUU debía mostrar
fortaleza y seguridad, incluso inmdemidad pero cuando Donald Trump tardo en
salir con su gabinete para informar públicamente lo que sucedió, ya se intuía
que algo no había salido “tan bien” como lo había señalado en un comienzo.
Incluso más. Las caras de quienes acompañaron su informe revelaban todo lo
contrario a lo que Donald Trump estaba diciendo.
La cruda realidad fue que Teherán jamás le avisó a
Bagdad de sus objetivos y mucho menos “arreglo” con Washington un golpe
simbólico para que los iraníes salvaran el honor. Nada de eso. Tan pronto como
ocurrió el asesinato las CGRI barajo las opciones para dar el golpe más duro
posible y prepararse para una contra replica de EEUU. Los ataques tomaron por
sorpresa al personal estadounidense en ambas posiciones y producto de ello no
habían tomado contramedidas para proteger las aeronaves, equipos y a sus
propios hombres.
En ningún momento Teherán dio aviso sobre esto.
Incluso más, los objetivos elegidos para la venganza fueron considerados en
cuanto a su importancia y proximidad. La alerta temprana que mencionó Trump
para tratar de desmentir las aseveraciones iraníes sobre unas cien bajas, no
pudo detectar estos vectores con el tiempo necesario para que se tomaran
medidas.
memo del Pentágono FOIA |
Fue un asunto para olvidar y en dicho sentido
comenzaron a laborar la Corporación de Medios y sus repetidoras gráficas,
televisivas y por internet alrededor del globo. Y no era para menos, ya que las
consecuencias reales de lo sucedido dejaban pésimamente parados no solo a
Donald Trump, sino también a los autores intelectuales –entre los que se hallan los israelíes- que habían planeado y
ejecutado este asesinato en masa. Fue así que de aquella declaración que afirmó
“no haberse producido bajas” tras los relevamientos realizados por el propio
Departamento de Defensa norteamericano y el Comité de Seguridad Nacional los
resultados demostraban todo lo contrario.
Un memo del Pentágono dirigido al congresista y
presidente del Comité de Seguridad Nacional Bernie G. Thompson, se informó el
resultado obtenido por un Equipo
Especial de Investigación remitido para dicho asunto a la base “Ain Al Assad”.
Solo ahí se contabilizaron 285 bajas
(146 heridos y 139 mortales). El memo continua detallando los daños materiales
señalando “daños extensivos” a 15 helicópteros y Drones “MQ-1 Predator”. En las
instalaciones los daños no fueron menores y los daños por los impactos
afectaron gravemente el Comando Central, tres hangares, tres barracas y diez
tiendas de campaña. Por último se informó de daños relativos en las
instalaciones de la torre de control y tráfico aéreo de la base.
Las conclusiones del informe no podían ser más
contundentes y dejaban en claro que los iraníes no solo tenían razón sino que
incluso se habían quedado cortos en la evaluación de los daños ocasionados. El
documento revela también que Donald Trump y todo su Staff (incluyendo a la CIA),
una vez más, mintieron a su población y al mundo.
Aunque Washington trato de usar un argumento basado
en la ley internacional para sugerir que Irán había violado la soberanía de
Iraq al bombardear objetivos en su territorio, lo cierto es que las bases
atacadas surgieron por una agresión e invasión que terminó en una ocupación ilegal.
La alegación estadounidense de que sus tropas son “invitados por Bagdad para su
permanencia” es una parodia tragicómica.
Por lo pronto estos argumentos y acusaciones contra
Teherán no prosperaron y actualmente la Casa Blanca se ve seriamente
cuestionada por el asesinato cometido contra un alto funcionario iraní en
territorio iraquí. En último sentido, el Parlamento iraquí voto por la salida
inmediata de todas las tropas estadounidense de su país algo que Washington no
esta dispuesto a aceptar.
Pese a que el Secretario de la Defensa Mark Spert
trato de argumentar un malentendido entre el Jefe del Comando Militar que tiene
su cede en la Zona Verde en Bagdad y las autoridades iraquíes, lo cierto es que
tanto a nivel de gobierno como en la opinión pública iraquí nadie más quiere a
los estadounidenses en su territorio (militares y sus contratistas civiles).
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