“EL FRENTE CHINO”
Las fallas que se están advirtiendo en la
política para aislar del mundo a Rusia y la creciente cooperación estratégica
de esta con China puede llevar a que Biden cometa un error garrafal.
Por Charles
H. Slim
Mientras la guerra en el Donbass continua sin
pausa, el gobierno de Zelensky establece nuevas medidas legislativas tendientes
a establecer un régimen extremista y rusofobo apoyado por la OTAN, Washington
parece estar buscando abrir otro frente en el extremo oriente destinado a
hostigar a China con la excusa de auxiliar Taiwán. Si bien es Joe Biden quien
ocupa La Casa Blanca quienes en realidad impulsan estas políticas son los
neoconservadores que trataran establecer la hegemonía total sobre el continente
Euroasiático.
Cuando Rusia dio
comienzo al la Operación Especial Z, muchos que simpatizaba con el gobierno de
Vladimir Putin dejaron de apoyarlo alegando que ello le daba la oportunidad para
que la OTAN se expandiera aún más. En algún sentido ello es verdad y claramente
lo vemos con su activa pero indirecta intervención en el campo de batalla. Al
mismo tiempo y considerando la crítica situación de las milicias ucranianas, es
muy probable que a mediano plazo deba intervenir directamente con tropas
propias para frenar a las fuerzas rusas.
Pero lo que molesta a
la administración Biden es la cooperación entre Pekin y Moscú que claramente
está siendo eficaz para amortiguar las consecuencias de las sanciones
financieras y comerciales implementadas contra Rusia. Obviamente que esto es
una conveniencia para ambas partes quienes, más allá de sus históricas
diferencias tienen a un adversario en común que les acecha en sus fronteras. Esto
es algo que molesta mucho a la Casa Blanca y al Establishment norteamericano
por lo cual no fue una sorpresa la bravata de Biden del 23 de mayo pasado
amenazando a China de que intervendrían en defensa de Taiwán si invadían la
isla.
El discurso del
presidente podrá haber sonado impactante pero en realidad su motivación real
pasa por otro lado.
Para EEUU China es el
principal y más preocupante enemigo al cual han tratado de desbancar por los
más variados medios. Fue durante la administración de Donald Trump donde quizá
se halla ido más lejos. Obsesionado por tratar de frenar el avance comercial
chino sobre el hemisferio occidental, en particular sobre toda Latinoamérica
llevó a que se intentara sabotear sus inversiones a tal punto que aún surgen
muy sospechosas las circunstancias en las que se produjo la aparición del
SARS-COV2 (Covid19) al cual el mismo Trump y sus funcionarios llamaban “el
virus chino”.
También fue muy poco
creíble el muy acentuado intento de los medios occidentales por culpar a un
murciélago y luego a un pangolín ambos de origen chino por la aparición de este
“virus”.
Aquello desató una ola
de sinofobia (aversión a los chinos) en occidente que fue muy conveniente y
funcional para sembrar la desconfianza a todo lo que tuviera que ver con China.
Sembrado ese miedo irracional ¿Quiénes querrían entrar a un mercado o aceptar
productos de origen chino?
Pekín nunca olvido esto
y pese a tan sucia jugarreta, perseveró y tras demostrar su preparación
científica para minimizar el impacto de esa pandemia, lentamente fue recobrando
la confianza en los mercados donde mantiene sus inversiones. En ese sentido y
más allá de que en Wuhan se confirmó la existencia de instalaciones biológicas
en las que participa EEUU, el gobierno de Xi Jinping nunca se convenció del
relato occidental.
Casualmente en el marco
de las acciones militares rusas que se están llevando en Ucrania, se vinieron a
descubrir interesantes situaciones que vienen a consolidar aquel escepticismo. El
hallazgo por los rusos de al menos 26 instalaciones dedicadas a desarrollos y
experimentos biológicos dispersados en el territorio ucraniano despertó la
atención de Pekín. Hay que recordar que cuando Rusia anunció estos
descubrimientos desde Washington y los medios occidentales trataron de
desacreditarlos hablando de “propaganda rusa”. Pero cuando las evidencias se
pusieron a disposición del Consejo de Seguridad los funcionarios estadounidenses
entraron en pánico y buscaron negociar en secreto.
Para infortunio de
Washington Rusia no esta interesada en tapar su mugre. Fue por ello que el 11
de marzo pasado la representación rusa ante el Consejo de Seguridad puso sobre
la mesa todas las evidencias desatando la furia de los estadounidenses. Sumado
a esto, China ha visto con interés y preocupación el descubrimiento de
semejante y terrorífica infraestructura que EEUU mantiene en la región y es partidaria
que se investigue de forma seria y extensa las implicancias que han tenido
estos laboratorios en experimentos con seres humanos mediante la manipulación
de agentes biológicos para el uso bélico.
China ya venía
siguiendo las actividades del Pentágono dedicadas a financiar estos
laboratorios en la región y ha publicado algunos experimentos realizados por el
gobierno norteamericano sobre su propia población. Los desarrollos encabezados
por DARPA no se limitan al desarrollo de agentes biológicos para infectar la
salud de poblaciones sino también afectar cosechas (para destruir las
producciones cerealeras) mediante vectores aptos para su dispersión
indetectable (por ejemplo, usando mosquitos y palomas). Esto y tras la
sospechosa declaración de la pandemia de COVID, Pekín no se detendrá para saber
a detalle las implicancias y la existencia de muchas otras instalaciones
ubicadas en los alrededores de su país.
Sin dudas que esta
postura ha influido para que el Establishment norteamericano empuje a Joe Biden
a buscar abrir un frente contra China poniendo como argumento central la
situación de Taiwán, pero esto puede ser una pésima idea tanto para Biden como
para los taiwaneses que crean en los cantos de sirena de Washington.
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