domingo, 23 de enero de 2022

 

“NI UN CENTIMETRO AL ESTE”

A la luz de la mala fe evidenciada por los infundios de Washington y sus aliados de la OTAN las señales de Moscú son claras

Por Charles H. Slim

La mejor palabra que describe al canciller ruso Sergüei Lavrov es sin dudas “integridad” ya que solo basta verlo pasar por la puerta para darte cuenta que es un tipo que no vas a poder pasarlo con infantilidades. Esto lo decimos tras la presentación del informe estadounidense que se titula “Realidad vs ficción” y en el cual, como bien lo sintetizo el mismo Lavrov “está plagado de mentiras”.

Igualmente a él no le molesta (más allá de lo engorroso de este informe) tener que desbancar una a una estas chapucerías y ponerlas al conocimiento público.

Y así fue con su acostumbrada parsimonia y ese tono grave en la voz, dijo ante los medios que lo que los norteamericanos habían presentado no tenía pies no cabeza. No había más nada que agregar, la leve sonrisa en su monolítico rostro lo decía todo. Pero ¿Qué dice ese informe norteamericano?

Tal como lo fue desgajando punto por punto, a la vista de quienes hemos venido siguiendo las políticas de Washington en Eurasia, son un rosario de mentiras, falacias e invenciones que solo viene a ratificar como se ha comportado EEUU en el uso del tan conocido “doble rasero” en su política exterior.

La principal mentira que esbozan en este libelo habla de que “Rusia invadió Crimea en 2014” cuando en realidad ello es falso. Quienes crearon la desestabilización en Ucrania en aquel año y fomento el golpe de estado de febrero fue la embajada de EEUU. Tras aquel sangriento episodio en el que se emplearon elementos “proxies” (mercenarios de varias nacionalidades) que se unieron a los ultranacionalistas ucranianos, establecieron un gobierno que comenzó a perseguir a los ciudadanos ruso parlantes quienes ante esto, decidieron organizarse y resistir a este gobierno que no consideraban legítimo. Fue así como Crimea regresó a la Rusia histórica y en el este de Ucrania nacieron las repúblicas de Donetsk y Lugansk en el Donbass.

A partir de ese entonces, Washington y la OTAN han venido maniobrando de forma discontinua y por diferentes medios (la mayoría de ellos sucios y clandestinos) para apoyar a Kiev para recuperar la región del Donbass. Una de las tácticas que pretendieron implementar fue la de infiltrar células de asesinos y terroristas dentro esta región para -mediante sus ya conocidas tácticas- crear el caos y el terror entre los pobladores. Pero para desgracia de sus planificadores en Bruselas estos grupos fueron paulatinamente eliminados y varios de sus componentes capturados.

Para el Pentágono eso fracaso por la intervención del GRU ruso y de su agencia de inteligencia pero ello no puede ser corroborado y solo queda en la mera especulación.

De cara a la opinión pública, los medios anglosajones han estado implementando una constante campaña de intoxicación informativa que tiene como principal objetivo la demonización de Rusia y de su gobierno. En esta campaña se adhieren los anglófilos argentinos y en particular los medios y editoriales capitalinas acostumbradamente rusofobas que son la mímica de lo que dicen en Washington y Londres.

Parte fundamental de esta campaña son sin dudas la novela del “Russia-Gate” tejida por los demócratas (liderados por Hillary Clinton) durante la administración de Donald Trump, las falsas acusaciones de espionaje y ataques cibernéticos contra la infraestructura de los EEUU, las falsas acusaciones de Londres en el caso del envenenamiento del doble agente Skripal y en última instancia, las supuestas intenciones rusas de invadir Ucrania.

Un detalle que sobresale en este documento es la terminología con la que la OTAN se autodenomina para justificar su constante avance. La pretensión de considerarse (hoy) como una “organización defensiva”, es una falacia que no se condice con sus antecedentes más contemporáneos. Solo para dar sustancia a este argumento recordemos que la organización atlántica (además de asistir a Gran Bretaña en la guerra de 1982), intervino de forma ilegal en acciones ofensivas de la ex Yugoslavia en 1999, intervino en la invasión a Afganistán en 2001, en la de Iraq de 2003 y la de Libia de 2011. A la vista de esto cualquiera puede preguntar ¿Qué clase de defensa es esa?

Una excusa similar se trata de emplear cuando se le cuestiona sus intenciones en Ucrania con su constante aprovisionamiento de sistemas de armas ofensivas y de tropas para instrucción ¿Qué clase de garantías de no agresión pueden ver los rusos en semejantes movimientos?

Tampoco ha sorprendido al viejo Lavrov la poca memoria de los estadounidenses. Esto a cuento de que según cita dicho informe, “occidente (léase EEUU, Gran Bretaña y la UE) nunca hizo una promesa de no extender la OTAN”. Al parecer los burócratas en Washington parecen sufrir de amnesia o más bien, simulan sufrirla. En realidad, esto no es algo nuevo en la historia política de los EEUU. En 1982 cuando Gran Bretaña cruzo el océano atlántico para arrojar a los argentinos que habían recuperado las islas Malvinas y todo el archipiélago del sur, Washington desconoció la vigencia del Tratado de Asistencia Recíproca TIAR permitiendo que los británicos (asistidos por la OTAN) agredieran a uno de sus contratantes hemisféricos.

Más cerca en el tiempo, el abandono en 2018 del Tratado de no proliferación nuclear iraní firmado en 2015 entre Washington y Teherán, demostró no solo la desprolijidad de Washington sino tal vez lo peor, lo nada confiable que es como estado para establecer un acuerdo y en el ausente respeto por la legalidad internacional.

Una vez más y como si pudieran seguir con estos juegos de niños, el Departamento de Estado y en particular su Secretario, Anthony Blinken pretende hacerse el desentendido de lo que su mismo departamento en 1990 acordó con Moscú. A pesar de que este informe señala de que ellos no prometieron nada, el 9 de febrero de 1990 el por entonces Secretario de Estado James Baker dejó expresado en documentos que tienen ambas partes “Garantías férreas: la jurisdicción de la OTAN y sus fuerzas militares no se moverán ni un centímetro hacia el este”.

Pero a pesar de las palabras de Baker, durante toda esa década y aprovechando que Rusia estaba tambaleando tras la desintegración de la URSS, Washington no tuvo reparos en comisionar a la CIA para que con sus colegas del MI6 y con el seguro apoyo del MIT turco (parte de la OTAN) y la Mukhabarat saudita, comenzaran a alimentar al fundamentalismo islámico que campeaba en las ex repúblicas soviéticas a finde de que fueran elementos de desestabilización permanente. El caso de Chechenia fue sin dudas paradigmático de como occidente uso a los chechenos y sembró la semilla de la inseguridad como táctica para que la OTAN, mientras Rusia se ocupaba de los separatistas, avanzaba paso a paso.

Para Sergüei Lavrov, para el presidente Vladimir Putin y una parte importante de la población rusa, los estadounidenses y la OTAN, el mensaje es claro y el mismo se resume en que no deben avanzar un solo centímetro más hacia el este.

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