“AFICIÓN POLÍTICA O ¿POLITICA DE AFICIONADOS?
Hacer política en Argentina es más un pasaje al enriquecimiento
personal que una vocación para resolver asuntos críticos del país. Las
consecuencias vistas en la última semana por la violencia narco en Rosario recién
vienen a conmover a un gobierno federal apático y sin autoridad política ¿Quién
está a la altura de las circunstancias?
Por
Pepe Beru
Tras el anuncio del gobierno federal de involucrar al Ejército Argentino
y a la Gendarmería en el combate al narcotráfico en la ciudad de Rosario una
conclusión me vino inmediatamente a la mente: El desastre está a la vuelta de
la esquina.
Esta forma
de ver esta decisión no se dirige a las fuerzas intervinientes sino a los
responsables políticos que la han ordenado ¿Por qué creen que el ministro de
seguridad Aníbal Fernández está tan incomodo con esto? Claramente es el producto de la improvisación,
en función de dar un golpe de efecto ante una opinión pública absorta e
indignada por la violencia narco y lo más importante para los políticos del
gobierno, impostar algo de preocupación ante un año de elecciones
presidenciales. Como siempre sucede por aquí, hizo falta un levantamiento de
los vecinos que cubierto por los medios y ante sus repercusiones
internacionales, obligo al gobierno a hacer algo, aunque ello sea una verdadera
idiotez.
¿Qué
seriedad puede tener este despliegue? Los medios capitalinos, grandes culpables
en la degradación de la imagen de las instituciones de seguridad hoy dan su
aval a estas medidas meramente efectistas y contingentes que solo buscan tapar
una terrible realidad mediante grandes divagaciones semánticas que no hacen más
que demostrar su propia incoherencia. Apenas unos días antes de la boca de
muchos de estos mismos periodistas, las fuerzas de seguridad no servían para
nada y la corrupción las han vuelto inservibles.
Tema aparte
es el extendido vilipendio político y mediático contra el ejército argentino,
que comenzó allá por 1983 con el regreso de los gobiernos civiles y que no se
detuvo hasta hundirlo por falta de equipamiento y recursos -o más bien, no
darles- en la más absoluta inoperancia.
Siguiendo con ello, al presente el ejército argentino es una fuerza esquilmada y sin recursos materiales para defender con eficacia los intereses de un país tan grande. Apenas pudo durante la pandemia cubrir con su ayuda a la jurisdicción del AMBA ¿Qué sucedería ante una contingencia que afectara su soberanía territorial? Y en lo que hace a su verdadero objetivo ¿Cuál es su real y actual capacidad de combate? Durante décadas se la ha degradado, desarmado y desfinanciado a niveles peligrosos y sin dudas hay grupos armados de criminales comunes (y ni digamos de guerrillas) que están mucho mejor armados que el ejército argentino ¿Quiénes estuvieron en esta tarea de destrucción institucional? Los mismos y actuales funcionarios gubernamentales (muchos de ellos, rezagos de las guerrillas setentistas) quienes con la connivencia de gran parte de la fuerza política opositora, demonizaron a las FFAA y todas las fuerzas policiales bajo un claro sesgo ideológico de la mano de funcionarios y organizaciones que hicieron mucho para poner al país donde hoy está.
Pero el
combate al negocio del narcotráfico no se resolverá solo con balas. Incluso
podríamos decir que faltan actores y estratos que no están siendo contemplados
en este tema. Los grandes capitales financieros con nombres y apellidos
involucrados en los beneficios que da este negocio nunca son rozados por alguna
investigación. Tal vez ¿Complicidades políticas, intereses económicos y
políticos que salen de un negocio que genera tan solo en un mes millones de
pesos?, ¿Dónde están las investigaciones a los políticos, intendentes,
gobernadores, empresas e incluso los negocios más pequeños por los cuales se
lava dinero? El narcomenudeo de pistoleros y ajustes de cuentas que vemos en Rosario
y también en el Gran Buenos Aires, también esta enquistado en la vida cotidiana
de la sociedad bajo la inocente cubierta de kioscos, inmobiliarias y empleados
con doble vida.
Pero en el
caso de Rosario el poder político durante décadas ha hecho la vista gorda a las
puertas de entrada y salida de la droga, en especial en las aduanas portuarias
no solo de Rosario sino de todo el país. Sin dudas que la destrucción de los
organismos de inteligencia y seguridad no fue casual, mucho menos cuando hay
funcionarios sospechados de participar en este negocio.
Durante
décadas se advirtió del problema del narcotráfico y su complejidad pero como
sucede aquí, no hay planificaciones, mucho menos previsiones estratégicas ni se
toman enserio las evaluaciones de temas tan sensibles como este. Para la clase
política y los medios establecidos, “eso no podía pasar en la Argentina” y los
dineros públicos que podrían haberse invertido en inteligencia y una reforma
seria de los organismos tendientes a producirla terminaron financiando a los
partidos políticos que han pasado por el poder, a organizaciones sociales, a ministerios
inútiles y para pagar los sueldos de los tan inútiles burócratas que los ocupan.
Esto
responde a una mera dinámica de corrupción estructural, que se fue
desparramando como una metástasis y hoy forma parte de la degradación no solo
del estado como ente político en todos los niveles (nación, provincia y municipio)
sino también de toda su base ciudadana. Y sino pregúntense ¿Quiénes forman
parte de la sociedad argentina que elige a los políticos que les gobiernan y
luego se enriquecen con los impuestos que les graban?
Cuando
gobernó el Frente para la Victoria (FPV) bajo la presidencia de CFK, las fórmulas
para combatir la inseguridad y el narcotráfico fueron tan pueriles como
inservibles. La creación de las policías municipales en la provincia de Buenos
Aires (bajo la gobernación de Daniel Scioli) represento un dispendio de
recursos mediante el reclutamiento de efectivos mal entrenados, sin doctrina y
sin vocación que solo buscaban un sueldo fijo y una obra social. Hoy ese mismo
funcionario reciclado seguramente buscara la presidencia.
Tampoco la estrategia de involucrar a agencias y tácticas extranjeras como las implementada por la “piba” Bullrich (una montonera reciclada) con los israelíes y los estadounidenses fueron atinadas a solucionar este tema dado que a ellos poco les importa eso.
Lo que se
está viendo en la provincia de Santa Fe es solo un síntoma de un sistema
político institucional corrupto que baja desde los más altos estratos de la
nación y que (como no podía ser de otra manera) se replica en todas las
provincias y municipios del país. Los charlatanes de los partidos políticos
establecidos (de izquierda a derecha) no son quienes resolverán este problema y
aún cuando exista algún sector político con verdadero sentido de servicio, la
solución no estará exenta de momentos duros y medidas que ninguno de los
burócratas que hoy ocupan puestos políticos se atreverían a tomar.
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