TRIGONO
¿Cuáles son las
repercusiones y las consecuencias de la reconfiguración del mapa
geopolítico-económico Euroasiático?
Por Charles H. Slim
Si hay dos señales de que hay un nuevo rumbo para los países que busquen una alternativa al desorden que promueven los anglosajones, esos son los auspiciosos acuerdos que vimos en la cumbre comercial de la OSC y los BRICS en Tianjin y los festejos de la victoria de la RPCH contra los invasores japoneses, ambos en China.
Pese a las
diferentes naturalezas e incumbencias en cada uno de estos eventos, los actores
principales se repiten y no por casualidad. Rusia y China son sin dudas estos
actores como parte del eje central por el cual se puede encauzar una nueva
geopolítica para Asia y para todo el sur global. La participación de la India
es trascendental ya que pone sobre la mesa un enfoque más regionalista de
Narendra Modi soltándose al menos en apariencias de las directivas de
Washington y de la UE muy interesados en que juegue el papel de tapón de China.
Sin dudas que el
germen para el progreso de este nuevo camino ha sido la cooperación estratégica
entre Rusia y China que ya tiene más de una década de existencia y en la cual,
las áreas se han ido ampliando y reforzando al paso del tiempo con una
finalidad común: el progreso y la seguridad común.
Ante todo, la
importancia de esta cooperación se ve reforzada por el complemento de un socio
que durante décadas estuvo marginado y discriminado, en especial, por las
políticas unilaterales y hegemónicas norteamericanas. Ese socio es Corea del
Norte que a pesar de las duras sanciones y presiones que se le han impuesto por
más de 70 años se ha sabido reinventar y mantener fiel a un concepto muy raro
hoy día como es, la soberanía nacional.
El valor que
agrega Corea del Norte se ve por su aporte potencial en el área militar que ha
probado a sus fuerzas en las duras batallas contra los invasores atlantistas
sobre el oblast de Kursk. Desde ese momento la gratitud del presidente ruso
Vladimir Putin y de su gobierno se ha expresado ante el público con la
invitación de los generales norcoreanos al desfile del día de la victoria de mayo
pasado a los cuales saludo con afecto uno a uno. Pero el agradecimiento no se
quedo en ese noble simbolismo. Desde entonces el intercambio y la cooperación técnico-militar
se han ampliado al área comercial con la participación en la cumbre de Tianjin,
una plataforma estratégica para construir un nuevo camino geoeconómico.
El acercamiento entre
Pekín, Moscú y Pyongyang materializa o más bien, oficializa una nueva estructura
de cooperación (aunque previamente existente) que sin dudas le dará un valor
agregado a la seguridad hemisférica especialmente, en lo que hace a las rutas
marítimas de los mares en el Indo-pacífico extendiendo así, un cordón estratégico
que bordea desde el Mar Amarillo hasta el Golfo de Bengala. Obviamente que los
dos ejes en este rodamiento son China y la Federación de Rusia quienes ya han
forjado una relación de confianza mutua.
Dentro de este
marco de cooperación sino-ruso uno de los más trascendentales tal vez sea el
del desarrollo energético tanto en la explotación como en el transporte. En
esta área uno de los proyectos que Rusia y China tienen para desarrollar es el
gasoducto más grande del planeta llamado “Fuerza de Siberia 2” que abastecerá
50 millones de metros cúbicos de gas barato a China lo que representaría una
potencialidad inagotable para el desarrollo industrial chino.
Casi al mismo
tiempo y unos días después con el desarrollo de la imponente conmemoración del
día de la victoria de China contra el Japón, las presencias de Vladimir Putin y
Kim Jon Un fueron claramente destacadas entre los 20 mandatarios que asistieron
al evento. Y no es para menos. Ambos son los dignatarios de dos estados que han
demostrado poder hacer frente a los enjuagues occidentales y a las guerras que
fabrican como sucedió con Ucrania.
No por casualidad
Donald Trump se puso furioso por el desarrollo de esa cumbre y de quienes
asistieron a ella, aunque (sin dudas) lo que lo que más le enfureció fue la
declaración que surgió de la cumbre donde se reafirma el respeto a la soberanía
y la igualdad entre sus miembros como pilares para un desarrollo del sur
global. Así la OCS se convirtió en un apéndice de los BRICS para hacer realidad
el verdadero multilateralismo.
Pero no solo Trump
puso en evidencia su molestia y hasta preocupación por estos eventos, algunos
de los países de la región que se alinean a Washington también han mostrado su
gran preocupación por esta reorganización del mapa geopolítico-económico euro-asiático
con proyección global. Los principales gobiernos inquietos son tal vez los del
Indo-pacífico como Taiwán, Hong Kong y Singapur quienes ya sabemos y cada uno
en incumbencias determinadas, son históricos aliados de los movimientos
geopolíticos angloestadounidenses.
Con esta nueva
conformación en la cual la India, dejando de lado los resquemores fronterizos
con China y las diferencias por la competencia que se alimentan desde
occidente, hay muy buenas perspectivas para un desarrollo mancomunado bajo el
concepto “win win”

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