GEOPOLITICA DEL
PATIO TRASERO
¿Cuáles son las
opacas implicancias de la geopolítica de la Casa Blanca para Latinoamérica?
Por Javier B. Dal
Cuando Donald Trump
firmó la orden ejecutiva para el envío de una Task Force al Caribe para “luchar
contra el narcoterrorismo” ciertamente no le encontré sentido, incluso dije que
se trataba de otra estúpida maniobra distractiva de una administración cada día
más impopular dentro de su país. Pero no paso mucho para que algunas fuentes
confiables en la región (en especial en la Guaira y Colombia) me soplaran que
ciertas embarcaciones irregulares estaban transportando armas y explosivos sin
que el operativo americano hiciera nada por interceptarlos ¿Qué curioso verdad?
La batalla campal
que se desató en Río de Janeiro en la mañana del 28 de octubre entre el Comando
Vermelho y la policía militarizada no sería nada azarosa. Sacando las
interpretaciones meramente criminalistas y localistas que los medios han
tratado de darle intentando maquillar responsabilidades políticas, nadie ha querido
ver el panorama macro detrás de todo esto. Yendo al punto, hay una movida
silenciosa pero que tiene una punta pública con la presencia militar
estadounidense en el Caribe, que debería hacer reflexionar a los sectores
políticos de cada país en la región sobre la verdaderas implicancias e
intencionalidad con estas “explosiones” de violencia.
En estos momentos
la CIA y agencias aliadas se hallan muy ocupadas tratando de sabotear a
Venezuela e incluso estarían coordinando operaciones desde territorio colombiano
a espaldas del gobierno de Petro. Es bien sabido que la “agencia” entre todos
los recursos que usa, se sirve del bajo mundo local para subvertir a los
estados que busca desestabilizar. Hoy comenzamos a caer en cuentas de que el
Departamento de Estado está desplegando una nueva estrategia que combina la
vieja receta del golpe de estado, operaciones blandas y la guerra híbrida. Dentro
de todo este asunto que Trump disfraza de un actuado legalismo hablando de
“luchar contra el narcoterrorismo”, hay (además de fabulosos negocios) verdaderos
intereses geopolíticos y precisamente eso que dice combatir, es parte y
elemento fundamental para concretarlos.
El papel de las
agencias de inteligencia como la CIA y sus colegas con el crimen organizado y
en especial con el narcotráfico y el tráfico de armas a nivel global comienza a
tener un grado de importancia fundamental en la geopolítica de la
administración Trump-Vance para la región y en especial contra aquellos
gobiernos que considera enemigos. Así las livianas acusaciones contra el
presidente venezolano y sus ministros de ser miembros de un cartel, podríamos
intuir que lo ocurrido la semana pasada en Río de Janeiro huele a una operación
que intenta poner al presidente Lula en la misma línea.
Precisamente la advertencia
del poder de fuego y las tácticas utilizadas por el Comando Vermelho contra el
mega operativo policial lanzado en las favelas de “Penha” y “Alemão” en la
madrugada del martes pasado, reflejan un grado de organización para-militar que
no parece local y menos aún, de meros jóvenes soldados pagados para portar una
AK-47, o FAL argentinos y hasta GALIL israelí (o FMB versión boliviana). No
solo la sofisticación en los elementos utilizados para contraatacar a la
policía sino también, la pericia de su uso y lo más importante, el origen de
ellos entonces ¿Quiénes proveen de todo esto?
En Argentina y en
particular desde algunos conspicuos medios pro-angloestadounidenses y sionistas
en CABA, no falto la oportunidad para meter bocado islamófobo (en particular,
anti iraní) hablando del tráfico de armas y que los drones seguramente podrían
ser “iraníes” ya que Maduro y otros gobiernos en la región tienen
(legítimamente) relaciones con la república Islámica de Irán. Pero pese al
intento, el sesgo quedó rápidamente expuesto con las pruebas del caso y que
para peor, se les vuelve en contra.
Según los propios testigos y de los elementos que se han recopilado tras los enfrentamientos, no solo no son iraníes sino que apuntan a sectores bien determinados. El caso de los Drones (por el modelo y características) son los utilizados por los neonazis ucranianos en la guerra contra Rusia y que (como no hace falta decirlo) son provistos por los chicos de la OTAN (a través de la CIA y el MI6) con anuencia, de Washington. Estos drones denominados “bombarderos” que llevan una plataforma de enganche para una bomba ya tienen una historia previa durante la farsa de la “lucha contra ISIS” en Iraq, donde la CIA y el MI6 entre 2014 a 2017 proveían por intermedio de sus enlaces turcos (MIT) este mismo modelo de drones (entre ellos el DJI Phantom quadcopter) a esta agrupación para atacar a los regulares iraquíes. Incluso es muy posible que algunos de estos rezagos hayan sido vendidos a los narcos de las favelas.
Nadie debería
asombrarse sobre por qué y cómo la CIA interviene en estos negocios y la DEA
solo sirve como una tapadera para cubrirla. Controlar los carteles y rutas de
tráfico no solo es un negocio ambicioso y una fuente financiamiento, es una
cuestión estratégica. Las evidencias sobre esto son tan extensas como
escandalosas. Solo para citar una muy cercana es el tráfico de la “heroína
negra” afgana que la CIA (junto al ISI) tras acuerdos secretos y desacuerdos
con la “red Haqqani” la sacaba de Afganistán en aviones militares que
aterrizaban en bases militares tanto de Europa como de EEUU, entonces ¿La DEA y
el FBI?
El impacto creado
por los eventos de Río ya causó el efecto esperado: Poner al gobierno de Lula
Da Silva en el centro de la cuestión. Esto fue rápidamente explotado desde los
medios que aquí señalamos para tratar de enlazar las políticas de Trump en el
Caribe y tangencialmente justificar una extensión hacia el sur. Obviamente, el
gobierno pro-estadounidense de los Milei se halla muy interesado en participar
en esta movida que no es luchar contra el narcoterrorismo sino, actuar para uno
de los bandos (agencias de inteligencia angloestadounidenses) que pelean por
controlar las rutas de tráfico.


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