sábado, 1 de noviembre de 2025

 

LA NUEVA BIPOLARIDAD

¿Qué implica la actual conflictividad geopolítica entre el agresivo occidente colectivo y el multilateralismo que plantea el sur global?

 

Por Charles H. Slim 

En la segunda mitad del siglo pasado, fue la bipolaridad la que marcó el enfrentamiento entre el este y oeste que conocimos como la “guerra fría”. EEUU y la Europa occidental que se autodenominaban como el “mundo libre” y Rusia y todo Europa oriental denominado como el “bloque soviético” mantuvieron en vilo al mundo en especial, por las capacidades nucleares de cada uno. Pese a que ese paradigma desapareció en 1991, parece que esta lógica ya está nuevamente instalada bajo una nueva y muy peligrosa circunstancialidad[1].

A la pregunta de ¿Por qué llegamos a esta instancia? Haremos un repaso histórico extra ligero de las causales y sus autores. Ante todo, EEUU típico a su historia, dijo una cosa y termino haciendo otra, es decir, mintieron en toda la regla. En mayo de 1990 James Baker prometió en su cara a Eduard Shevardnadze que la OTAN no se extendería “ni una pulgada” hacia el este mientras bajo cubierta, la CIA y sus colegas británicos ya trabajaban en alimentar los independentismos en Eurasia[2] y (especialmente el islamista) en el Cáucaso.

El gobierno de Boris Yeltsin fue funcional para estos planes. Sin poder político real, sumido el país en una catástrofe político-económico y social, los financistas estadounidenses de Wall Street junto a los oligarcas que surgieron entonces, se repartieron a gusto el control de los intereses estatales con miras a los más importantes[3]. Esto recién comenzó a cambiar cuando en diciembre de 1999 Vladimir Putin es elegido presidente e inmediatamente comienza a ordenar al país llevándolo a la potencialidad actual. 

Desde entonces hasta hoy, Rusia vió en silencio y con paciencia como EEUU mediante la OTAN avanzaba tratando de cercarla[4] y al mismo tiempo lo hacía sobre el mundo invadiendo, destruyendo y cooptando países sin que los organismos internacionales como la ONU hicieran algo en su contra.

Hoy estamos bajo una bipolaridad marcada no por falsas diferencias ideológicas sino, por una lucha entre un imperio moribundo con su disfraz democrático ajado y un sector del globo (sur global) que ha sido víctima constante de las políticas de aquel. Precisamente en este último la Federación de Rusia hoy tiene su sitial de preferencia como punta de lanza para abrir camino a una nueva realidad geopolítica. Junto a China dieron el primer paso para proponer un nuevo modelo multilateral de cooperación y desarrollo que hoy conocemos como los BRICS+ y que sigue creciendo motivo por el cual histéricamente trata de ser saboteado desde el “occidente colectivo”.

En este contexto, como siempre, los gobiernos argentinos han estado detrás de los acontecimientos y hoy, bajo una administración eminentemente pro-sionista-atlantista[5] (y por ende renunciante de sus intereses nacionales)[6] no debe asombrarnos el hilarante proceso de obsecuente americanización que da lugar a toda clase de epítetos.

En esta nueva bipolaridad el enfrentamiento es claramente por el control económico y comercial global (incluida la talasacracia) pero que a su vez, bajo la superficie esconde un componente ideológico-confesional que agrandes rasgos podríamos resumir como el choque entre dos formas de pensar irreconciliables cada una, comprometida con intereses bien definidos. En occidente el sionismo-capitalista bajo la cobertura militar de la OTAN (EEUU, UE e Israel) y el mundo islámico, China y el cristianismo ortodoxo de Oriente (Rusia, China e Irán), son los paradigmas de este conflicto. Mientras los primeros pisotean los valores, los derechos humanos y las soberanías ajenas, los segundos se defienden de aquellos siendo la esperanza de construir un multilateralismo para escapar y protegerse de aquel monstruo. 

En lo estrictamente militar y geoestratégico, la Federación de Rusia (y por las políticas de Putin) se ha estado preparando para afrontar los desafíos que hoy le presenta una administración estadounidense ambigua y sus nihilistas socios atlantistas (en especial los británicos) dispuestos a encender a Europa con una guerra. Putin ha sido medido y paciente ante las provocaciones estadounidenses, el fomento de la inestabilidad y el terrorismo patrocinado por Londres que ha sido mal interpretado como una debilidad. Tanto la secretaría general de la OTAN como algunos generales del Pentágono creen eso, aunque y lejos de los micrófonos y las cámaras de los medios, saben que están frente a un dilema estratégico que no se resolvería ni con misiles Storm Shadow, ni Taurus ni los Tomahawk.

En el terreno de los medios también se marcan diferencias con el pasado. A diferencia de las épocas de la guerra fría, la Federación de Rusia ha sido activa en promover canales y medios de comunicación a fin de impulsar la difusión de una voz alternativa para darle lugar a la versión que los poderes del occidente colectivo nunca darían a conocer. Con ello, el monopolio que tenían los medios estadounidenses y europeos hoy es historia.

Por último y no menos importante, es el poder de fuego. La OTAN y EEUU han encontrado limites y precisamente fue Rusia quien se los puso.

El último ejercicio de las fuerzas estratégicas rusas poniendo a prueba las capacidades de la triada nuclear ante una inminente agresión, dejó bien claro que de ser necesario Moscú tiene con qué, no solo para defenderse sino también para cobrarle los daños a los autores y sus instigadores. Así mismo demuestra poseer las herramientas necesarias para la defensa efectiva de su soberanía territorial incluyendo el auxilio a sus socios quienes (como Venezuela) se vean amenazados por potenciales agresiones[7]. En este último sentido, el acuerdo estratégico firmado en mayo pasado entre Caracas y Moscú, alcanza entre otras cuestiones, a la cooperación en asistencia de armamento estratégico[8]. En esto el cómo y con qué ya tienen respuesta, solo queda esperar el cuándo el presidente Putin ordene la acción.  

 

 



[1] Que se evidencia con la probada eficacia de los nuevos misiles hipersónicos rusos con capacidad nuclear, como una respuesta a las constantes y amenazantes injerencias de EEUU en alimentar al régimen neonazi de Kiev.

[2] La agitación y la desestabilización planificada fue promovida mediante las llamadas “revoluciones de color” que sacudieron países como Yugoslavia, Georgia, Rumania, Hungría y en especial Ucrania fueron en realidad operaciones de subversión montadas y dirigidas por ONG´s que eran una máscara de la inteligencia angloestadounidense.

[3] Para Washington uno de los objetivos primordiales era apoderarse mediante maniobras de privatización de las centrales nucleares, la industria militar y debilitar en lo posible a las FFAA

[4] En 2002 durante la administración de George W. Bush, EEUU abandono unilateralmente el Tratado sobre Misiles Balísticos (ABM) con la clara intensión de multiplicar sus fuerzas de misiles ofensivos en Europa occidental y oriental para rodear a la Federación de Rusia.

[5] Permitiendo la instalación de bases navales en el atlántico sur (Tierra del Fuego) colaborando y reforzando con el ello el control estratégico de la OTAN en la zona y a su vez permitiendo la proyección del poder naval anglo-estadounidense sobre la Antártida.

[6] Consecuencia de este alineamiento geopolítico, las reivindicaciones sobre la soberanía de las islas Malvinas y todas las aguas circundantes han sido congeladas con miras a que se olviden.

[7] Casualmente por parte de los mismos que agreden con sus sanciones económicas y fomento de guerras de poder contra la Federación de Rusia en Ucrania y muy pronto contra China en el indo-pacífico

[8] Incluidos el asesino de portaaviones KH-31A una variante modernizada del misil soviético KH-22  y un exponente del flamante dron submarino POSEIDON.

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