EN LA MIRA
“EL REGRESO AL SUDESTE ASIÁTICO”
Cómo la retirada de EEUU del Medio Oriente está demostrando un progresivo cambio de su geopolítica más orientada al sudeste asiático
Por
Charles H. Slim
Hace cincuenta y cinco años atrás, los Estados Unidos llevaron al
sureste de Asia bajo la excusa de la democracia y el peligro del Comunismo, una de las guerras más espantosas del siglo
XX, en la cual se realizaron todo tipo de masacres y se utilizaron las más
letales armas que los americanos tenían en sus costosos arsenales. Pese a
la desastrosa experiencia de Corea, los norteamericanos insistieron en sus
intensiones de imponer sus reglas en la región.
Fue por allá en los finales de la segunda guerra mundial cuando Japón
perdió el control de la Indochina, paso
a ser reocupada por los colonialistas franceses quienes a la vista y vivencia
de los pobladores de esa región, no representaron ninguna diferencia con los
imperialistas nipones.
Triunfantes
en el tren de los aliados, Francia no perdió el tiempo y trató de recobrar sus
joyas en Asia y África, volviendo a las políticas de su acostumbrado
colonialismo pero, esta vez mucho más condicionados por la erección de Naciones
Unidas y del emerger de un poder imperial que les limitaría sus agendas liderado
por los EEUU que se convertiría en el líder de lo que ellos mismos se
autodenominaron como “el mundo libre”. En ese marco y con la influyente presencia
china y británica en Saigón, los franceses desembarcaron en la que llamaban
Indochina pero que más tarde conoceríamos como Vietnam, tratando de reconquistar
sus dominios, especialmente al norte que se había plegado a un gobierno
de signo comunista que liderado por el cerebro de la resistencia durante la
guerra mundial Ho Chi Min, estaba claramente apoyado por Pekín.
Para
ser breves, tras sus infructuosos esfuerzos los franceses deberían salir
humillados para entender que no tenían cabida en aquel lugar tras la derrota de
1956 en Die Dien Fu en la cual, se causó grandes bajas y la pérdida material de
importancia para la potencia colonial en decadencia. Por su parte la fuerza del “Vietmin” debió
pagar un alto precio por esta victoria doblando el número de bajas francesas y
sus heridos.
Tan pronto finalizó esta
lucha y tras los acuerdos de Ginebra Vietnam se dividió en una parte norte con
capital en Hanoi bajo el control del Partido Comunista Vietnamita (VietCom) y
el sur, con capital en Saigón bajo el control del emperador Bao Dai quien
estaba respaldado desde las sombras por Washington.
Precisamente por estas
influencias políticas que oficiaba el Departamento de Estado y que operaba la
flamante CIA en el terreno, lograron colocar en el poder a un autócrata llamado
Ngo Dinh Diem quien –y bajo el consejo de Washington- rechazó los
acuerdos de paz con lo cual dio rienda suelta a una campaña de represión y
persecución de los sectores opositores –especialmente al Comunismo local- que
llevó a un deterioro paulatino de la situación político y social interna
de la región. Sin dudas, es el antecedente de las
intervenciones unilaterales con la aplicación de los llamados “programas para
la democracia” que causarían nada menos que “diez mil días de guerra” con un
saldo de más de dos millones de muertos, un millón de lisiados y centenares de
miles de heridos.
Luego
de unas cuantas décadas de olvido y tras haber se concentrado en el Medio
Oriente durante las dos últimas décadas, Washington y sus aliados de la OTAN
vuelven a la carga con planes de poner sus pies en el sureste asiático tratando
seguramente de contener al avance chino y controlar más de cerca al impredecible
gobierno de Corea del Norte que al día de hoy es uno de los países que tiene
capacidad lanzar misiles nucleares. Igualmente Washington nunca se quedó quieto y
uno de sus principales objetivos durante la última década ha sido tratar de
meterse al bolsillo a la India para usarla como colchón contra la influencia de China. Una de las formas ha
venido siendo mediante la asistencia para paliar la sequía más importante que
azota a la región y para lo cual EEUU se ha ofrecido gentilmente a prestar auxilio.
Mientras
tejen sus redes en esta parte de la región, Washington y sus socios se hallan
en un interminable Stand By en Afganistán donde las noticias malas no
paran de llegar.
Por
otra parte, no olvidemos que en los tres últimos años, la OTAN ha venido
incrementando su presión sobre las fronteras rusas incluso, interviniendo
clandestinamente en los procesos políticos de los países vecinos que como fue
con el golpe de estado gestado en Ucrania del 2014 que coloco a un gobierno
pro-occidental, pretendió acceder a su territorio para instalar una base en la
puerta trasera de Rusia.
Como
siempre, los argumentos principales para esto son los “derechos humanos”, la
“democracia” y los peligros de la “proliferación nuclear” pero hoy todos saben
muy bien que esas son solo monsergas para los medios y nada más. El interés se centra en tratar de desalentar
el impulso de una bolsa petrolera rusa con sede en San Petersburgo desarticular
y también la prometida bolsa china de
Shangai que amenazan la supremacía del dólar en mercado del crudo, teniendo como
blanco más importante al BRICS que se ha
convertido en una amenaza comercial real para los negocios del eje
Washington-Londres y la UE que podría reducirse a los intereses del G-7.
Fue
de ese modo que Obama al firmar en 2015 el acuerdo del TPP (Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica) que
incluso abarca a Chile, tratara de boicotear
la expansión de la floreciente economía china que puede extenderse por
América Latina gracias al BRICS. Sin
dudas que ante el incremento de estas amenazas,
fue que Rusia y China firmaron
acuerdos de cooperación comercial y un
acuerdo de seguridad que comenzó
a tener vigencia en mayo del 2015 y que abarca desde la seguridad aeroespacial,
la terrestre hasta la de los mares que bañan a ambas naciones lo que ha
perjudicado notablemente las operaciones navales de la OTAN.
En
el caso del sudeste de Asia las excusas no cambian y los métodos tampoco. Como
táctica recurrente para desarrollar estas planificaciones, se centran en ir
desde lo pequeño hasta lo más grande; en este caso, centrarse en las
situaciones político-sociales de pequeños países como Myanmar, Brunei, Camboya,
Timor Oriental Malasia y Laos, donde Washington
hace esfuerzos para ingresar –especialmente
por medio de ONGs- y desde el campo de la cultura, las finanzas, el
comercio y la política, busca ingenierizar una corriente contraria a la
influencia regional de China Popular.
La
mecánica se orienta a cortar en pequeños pedacitos a la región y tratando de
manipular a las corrientes étnicas de cada uno de estos pequeños estados,
seccionar lo más posible la lealtad
nacional que aglutina a sus habitantes y de ese modo, comprarse las lealtades
de esas minorías que, una vez cooptados, pasaran a ser sus aliados dentro de
toda la región. Se trata de la misma dinámica empleada en el Medio Oriente en
donde podemos ver como recurrentemente desde comienzos de 1991, se hizo incapie
en abordar a las minorías dentro del mundo árabe-islámico, para que, mediante
influencias políticas operadas por Washington e Israel, grupos como los Kurdos,
los chiitas y últimamente a los cristianos acepten voluntariamente separarse de
la comunidad inter étnica que antes de su intervención los congregaba. En
aquellas jornadas, el interés por el petróleo y el posicionamiento geopolítico
de EEUU dentro de la región movilizó la
guerra de 1991 y terminó con la invasión de Iraq en 2003. Tras ello, EEUU logró acaparar el acceso al
petróleo y establecer estratégicas bases militares y de inteligencia cercanas a
Irán pero también, cercanas a Rusia.
Apenas
unos días atrás, Obama realizó una gira al Lejano Oriente teniendo como
principales escalas a Japón y Vietnam a éste último, levantándole el embargo de
armas estadounidenses que tenía desde hace décadas evidentemente con la
intensión de ganarse el apoyo de Hanoi que mantiene disputas marítimas con el
gigante chino, pero también para que abandone su cooperación técnico-militar que
mantiene con Rusia y sin lugar a dudas
que además se vea tentado a adherir al TPP.
Hoy,
mientras una parte de la flota de la OTAN maniobra provocadoramente en aguas
del Mar Meridional de China y realiza ejercicios navales que claramente se
orientan a que China los vea (mientras toma cartas en el asunto), las maniobras
de gestación de fisuras en las comunidades del sudeste mediante las conocidas
ONG que con la fachada de ayudas sin fines de lucro o con la máscara de la
ayuda humanitaria o incluso la llegada de inversiones, siguen su curso buscando
instalar doctrinas que en apariencias no parecen tener finalidades políticas y
menos aún pro-estadounidenses, van llevando a los habitantes que aceptan estas
“ayudas” a que poco a poco terminen agradeciendo a Washington y sus amigos de
occidente por cosas que ya les estaba proveyendo su propio estado nada más que
con otro color.