miércoles, 1 de junio de 2016

EN LA MIRA

“GOLPE QUIRÚRJICO EN BRASIL”
Cómo la posible destitución de Dilma Roussef puede achacase al éxito de un golpe blando



Por Javier B. Dal


El pasad viernes 13 de mayo, Dilma Rousseff  hasta ese momento era la presidente de la República Federativa del Brasil. En unas horas el Congreso de ese país, reunido en pleno resolvió su juicio político por supuestos actos de corrupción, algo de lo cual para muchos  brasileños no solo es inverosímil sino incluso, es una total mentira. Aunque pareciera obra de la casualidad, cada uno de los gobiernos “progresistas” –obviamente cada uno con sus propios matices- que se habían venido resistiendo a las interferencias de Washington y de sus aliados, han venido cayendo como en una escalera de dominó que a su vez, revela una causa y al acto que la ha creado.

En el pasado siglo, en las décadas de los 50s, 60s y 70s los golpes de estado eran gestados por agencias occidentales como la CIA, el MI-6  y sus colegas militares del Pentágono, quienes cumpliendo con planes que se habían diseñado en las grandes cocinas de la política en Washington dirigidas por hombres como Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger, que además de ser fervientes sionistas, lograron engatusar a los sectores opositores en los países objetivos para que hicieran el trabajo sucio que ellos dirigirían desde las sombras.

Pero desde los noventas las tácticas han cambiado y Washington ha variado sus recetas para imponerse en la región, salvo claro algunas excepciones (ej. Granada 1982 y Panamá 1989). Cuando los gobiernos militares que ellos mismos promovieron e instalaron dejaron de servir, crearon las condiciones para que se restablecieran los procesos electorales obviamente, tutelados por una ideología económica y política conocida como el “neoliberalismo”.  Los gobiernos que surgieron de estas amañadas situaciones históricas, se fueron deteriorando a tal grado, que las clases políticas que se cebaron de las estructuras nacidas al amparo de supuestas democracias, se volvieron ricos de la noche a la mañana creyéndose que eran los dueños de los derechos de los ciudadanos.

Los noventas fueron la década de los monigotes neoliberales más estridentes;  personajes que como Menem, Collor de Mello o Fujimori,  fueron arrimados al poder para establecer un bloque neoliberal en la región que compartiera y adhiriera a las directivas de Washington y a su vez, asegurar el dócil cumplimiento de los pagos y los planes financieros del FMI y el Banco Mundial.  Fueron jornadas de entrega total del patrimonio nacional mediante privatizaciones tan discutidas como poco transparentes; sectores estratégicos como la exploración y explotación de los recursos energéticos (Gas, Carbón y Petróleo), servicios públicos e incluso la defensa fueron privatizados bajo las excusas de que serían más rentables.

El fracaso de esas jornadas no tardó en verse antes de que terminara la década y la mayoría de estos “administradores” demostraron que además de la subalternidad hacia los intereses de los organismos financieros, eran terriblemente corruptos lo que llevo al hartazgo de los  pueblos por lo cual varios de ellos terminaron yéndose prácticamente por la ventana del baño.

Parecía que esos años habían sido lo suficientemente aleccionadores como para que los pueblos no repitieran los mismos errores en los que habían incurrido en los noventas.  Tras el escándalo que ha rodeado el pedido de Impeachment de la presidente brasileña Dilma Rousseff, muchos han señalado una autoría intelectual foránea detrás de todo esto, llevando a que el vice Michel Temer ocupe transitoriamente el poder hasta tanto se resuelva la situación de la suspendida mandataria.

De este modo el presidente del PMBD ha dado rienda suelta a las medidas de privatización de casi todas las áreas sensibles de la industria nacional y de los principales centros de generación de energía del Brasil. Para muchos esto ha ido demasiado rápido para un vice transitorio; para otros, ésta celeridad es algo muy conveniente que lograra estabilizar el déficit financiero que afecta a la nación carioca. Pero más allá de esto, al parecer la celada contra Rousseff  y su gobierno trata de tapar una red más grande y sucia que involucra a muchos de los que señalan con el dedo acusador en el Congreso.

Tal como lo habíamos señalado antes, Dilma Rousseff no es una carmelita descalza ni nada por el estilo, pero están surgiendo indicios de que, entre otras cuestiones, habría sido  desplazada por sus molestas investigaciones sobre los desmanejos en el caso denominado “Lava Jatos” , en las cuales el ministro de Planificación Romero Jucá aparecería estableciendo contactos indiscretos con  diplomáticos norteamericanos y brasileños. Esto surgió tras la publicación de unos audios que tras ser ventilados no tardaron en causar revuelo y controversias entre los brasileños.

Desde el inicio se sospecho que el juicio político impulsado contra Rousseff era más bien una maniobra de “Golpe blando” que, hay que señalar, fue ingenierizado por el filosofo y político estadounidenses Gene Sharp a mediados de la década de los noventas en los y adoptado por los laboratorios de la inteligencia estadounidense  y que se viene ensayando desde el primer día que se comenzaron a erigir los primeros gobiernos de carácter progresistas en la región, siendo el primero en experimentarlo el gobierno de Hugo César Chávez en Venezuela allá por abril del 2002, con éxito contra  el gobierno de Manuel Zelaya de Honduras en 2007, el impulsado y fracasado contra Evo Morales en Bolivia en 2008, contra el gobierno de Correa de Ecuador en 2010 y que también fracaso,  contra el gobierno de Lugo en Paraguay en 2012 que fue exitoso, demostrando que a partir de ahora, la información y en especial la de carácter reservada y sensible para cada gobierno, además de estar al descubierto para esos ojos indiscretos, podía ser utilizada en cualquier momento contra ellos mismos.

Obviamente no deben quedar dudas sobre la injerencia que organizaciones como el G-7 tienen en estas maniobras para alterar la institucionalidad de países y bloques que puedan amenazar a sus negocios. Por si acaso a usted no le ha quedado claro, desde hace una década el G-7 ha venido siendo el foro de países selectos donde se decide a quien le irá bien y a quien mal, especialmente desde el 2013 cuando Vladimir Putin volvió a comandar la Federación rusa que entre otras políticas corrosivas para sus intereses, ha impulsado contra viento y marea el desarrollo del BRICS, en el cual Brasil es un socio vital para la extensión del bloque en todo Latinoamérica.  

La nueva modalidad de golpe, reviste sobre la base del espionaje puro y duro, usando los datos sensibles que son extraídos por la interceptación de comunicaciones privadas para muchas veces manipulados y lanzarlos al conocimiento público buscando como principal efecto, la indignación de las masas populares de un país. Como se puede ver lo que se busca es manipular las emociones y las reacciones del colectivo de una nación usando como principal elementos de estos planes, temas muchas veces irrelevantes que sirvan para desviar la atención de las políticas centrales, usando a los medios masivos de difusión como hilo conductor de estas operaciones para desgastar la adhesión popular del gobierno atacado.

Hay en este tipo de operaciones mucho de  vileza y obviamente, el atropello claro de los derechos que hacen a la intimidad de las personas, de la confidencialidad de sus correspondencias sean estas postales, telemáticas o digitales, sean de particulares o del mismo presidente. No es posible aceptar como algo normal que una agencia extranjera se entrometa gratuitamente en el sistema de un país soberano para escuchar y grabar a sus habitantes cuando nadie les dio la autorización para ello, por más poderosa que sea. Esto quedó comprobado cuando allá por el 2013, un informe filtrado por el ex agente de la NSA Eduard Snowden reveló que en la misma capital de Brasil había hasta unas 16 bases de espionaje regenteadas por la NSA y sus colegas de la CIA, enfocadas a la tarea de “recopilación de Información”.  Es sin lugar a dudas que por medio de estos escudriñamientos indebidos  se logro obtener el material para fabricar una causa contra Rousseff. Pero lo peor de todo, es que ella misma sabiéndolo no quiera reconocer aquel involucramiento.

A pesar del éxito en la promoción del “Impeachment”, en la región pocos son los gobiernos que se han atrevido a señalar una maniobra como la denunciada y como es el caso de Evo Morales desde Bolivia ha expresado su “indignidad” ante el atentado contra la democracia y la estabilidad económica del Brasil que de caer en manos de los tecnócratas del renovado neoliberalismo del siglo XXI, sumirán a toda la región bajo el ya conocido eje anglosajón Washington-Londres y la UE.


Tal como lo señalan varios analistas independientes, la maniobra  es parte de una estrategia (de entre las variadas –v. http://www.voltairenet.org/article191966.html ) que tiene objetivos velados y que buscan destruir la estructura del bloque BRICS en la cual, Brasil es uno de los miembros estratégicos para los intereses de Rusia y China especialmente ya que, el país carioca es una de las potencias comerciales e industriales del Cono sur.  Con Michel Temer en el poder, es muy seguro que llegue a disolver sus vínculos con el bloque lo que sin dudas será aplaudido por Wall Street y el Departamento de Estado y del Tesoro de los EEUU.  

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