viernes, 3 de junio de 2016

EN LA MIRA




“EL REGRESO AL SUDESTE  ASIÁTICO”

Cómo la retirada de EEUU del Medio Oriente está demostrando un progresivo cambio de su geopolítica más orientada al sudeste asiático




Por Charles H. Slim
Hace cincuenta y cinco años atrás, los Estados Unidos llevaron al sureste de Asia bajo la excusa de la democracia y el peligro del Comunismo,  una de las guerras más espantosas del siglo XX, en la cual se realizaron todo tipo de masacres y se utilizaron las más letales armas que los americanos tenían en sus costosos arsenales.  Pese  a la desastrosa experiencia de Corea, los norteamericanos insistieron en sus intensiones de imponer sus reglas en la región.  Fue por allá en los finales de la segunda guerra mundial cuando Japón perdió el control de la Indochina,  paso a ser reocupada por los colonialistas franceses quienes a la vista y vivencia de los pobladores de esa región, no representaron ninguna diferencia con los imperialistas nipones.

Triunfantes en el tren de los aliados, Francia no perdió el tiempo y trató de recobrar sus joyas en Asia y África, volviendo a las políticas de su acostumbrado colonialismo pero, esta vez mucho más condicionados por la erección de Naciones Unidas y del emerger de un poder imperial que les limitaría sus agendas liderado por los EEUU que se convertiría en el líder de lo que ellos mismos se autodenominaron como “el mundo libre”.  En ese marco y con la influyente presencia china y británica en Saigón, los franceses desembarcaron en la que llamaban Indochina pero que más tarde conoceríamos como Vietnam, tratando de reconquistar  sus dominios, especialmente  al norte que se había plegado a un gobierno de signo comunista que liderado por el cerebro de la resistencia durante la guerra mundial Ho Chi Min, estaba claramente apoyado por Pekín.

Para ser breves, tras sus infructuosos esfuerzos los franceses deberían salir humillados para entender que no tenían cabida en aquel lugar tras la derrota de 1956 en Die Dien Fu en la cual, se causó grandes bajas y la pérdida material de importancia para la potencia colonial en decadencia.  Por su parte la fuerza del “Vietmin” debió pagar un alto precio por esta victoria doblando el número de bajas francesas y sus heridos. 

 Tan pronto finalizó esta lucha y tras los acuerdos de Ginebra Vietnam se dividió en una parte norte con capital en Hanoi bajo el control del Partido Comunista Vietnamita (VietCom) y el sur, con capital en Saigón bajo el control del emperador Bao Dai quien estaba respaldado desde las sombras por Washington. 

Precisamente por estas influencias políticas que oficiaba el Departamento de Estado y que operaba la flamante CIA en el terreno, lograron colocar en el poder a un autócrata llamado Ngo Dinh Diem quien –y bajo el consejo de Washington- rechazó los acuerdos de paz con lo cual dio rienda suelta a una campaña de represión y persecución de los sectores opositores –especialmente al Comunismo local- que llevó a un deterioro paulatino de la situación político y social interna de  la región.  Sin dudas, es el antecedente de las intervenciones unilaterales con la aplicación de los llamados “programas para la democracia” que causarían nada menos que “diez mil días de guerra” con un saldo de más de dos millones de muertos, un millón de lisiados y centenares de miles de heridos.

Luego de unas cuantas décadas de olvido y tras haber se concentrado en el Medio Oriente durante las dos últimas décadas, Washington y sus aliados de la OTAN vuelven a la carga con planes de poner sus pies en el sureste asiático tratando seguramente de contener al avance chino y controlar más de cerca al impredecible gobierno de Corea del Norte que al día de hoy es uno de los países que tiene capacidad lanzar misiles nucleares.  Igualmente Washington nunca se quedó quieto y uno de sus principales objetivos durante la última década ha sido tratar de meterse al bolsillo a la India para usarla como colchón contra  la influencia de China. Una de las formas ha venido siendo mediante la asistencia para paliar la sequía más importante que azota a la región y para lo cual EEUU se ha ofrecido gentilmente a prestar auxilio.

Mientras tejen sus redes en esta parte de la región, Washington y sus socios se hallan en un interminable Stand By en Afganistán donde las noticias malas no paran de llegar.

Por otra parte, no olvidemos que en los tres últimos años, la OTAN ha venido incrementando su presión sobre las fronteras rusas incluso, interviniendo clandestinamente en los procesos políticos de los países vecinos que como fue con el golpe de estado gestado en Ucrania del 2014 que coloco a un gobierno pro-occidental, pretendió acceder a su territorio para instalar una base en la puerta trasera de Rusia.

Como siempre, los argumentos principales para esto son los “derechos humanos”, la “democracia” y los peligros de la “proliferación nuclear” pero hoy todos saben muy bien que esas son solo monsergas para los medios y nada más.  El interés se centra en tratar de desalentar el impulso de una bolsa petrolera rusa con sede en San Petersburgo desarticular  y también la prometida bolsa china de Shangai que amenazan la supremacía del dólar en mercado del crudo, teniendo como blanco más importante  al BRICS que se ha convertido en una amenaza comercial real para los negocios del eje Washington-Londres y la UE que podría reducirse a los intereses del  G-7.  

Fue de ese modo que Obama al firmar en 2015 el acuerdo del TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica)  que incluso abarca a Chile, tratara de boicotear  la expansión de la floreciente economía china que puede extenderse por América Latina gracias al BRICS.  Sin dudas que ante el incremento de estas amenazas,  fue que Rusia y China firmaron  acuerdos de cooperación comercial y un  acuerdo de seguridad  que comenzó a tener vigencia en mayo del 2015 y que abarca desde la seguridad aeroespacial, la terrestre hasta la de los mares que bañan a ambas naciones lo que ha perjudicado notablemente las operaciones navales de la OTAN.

En el caso del sudeste de Asia las excusas no cambian y los métodos tampoco. Como táctica recurrente para desarrollar estas planificaciones, se centran en ir desde lo pequeño hasta lo más grande; en este caso, centrarse en las situaciones político-sociales de pequeños países como Myanmar, Brunei, Camboya, Timor Oriental  Malasia y Laos, donde Washington hace esfuerzos  para ingresar –especialmente por medio de ONGs- y desde el campo de la cultura, las finanzas, el comercio y la política, busca ingenierizar una corriente contraria a la influencia regional de China Popular. 

La mecánica se orienta a cortar en pequeños pedacitos a la región y tratando de manipular a las corrientes étnicas de cada uno de estos pequeños estados, seccionar  lo más posible la lealtad nacional que aglutina a sus habitantes y de ese modo, comprarse las lealtades de esas minorías que, una vez cooptados, pasaran a ser sus aliados dentro de toda la región. Se trata de la misma dinámica empleada en el Medio Oriente en donde podemos ver como recurrentemente desde comienzos de 1991, se hizo incapie en abordar a las minorías dentro del mundo árabe-islámico, para que, mediante influencias políticas operadas por Washington e Israel, grupos como los Kurdos, los chiitas y últimamente a los cristianos acepten voluntariamente separarse de la comunidad inter étnica que antes de su intervención los congregaba. En aquellas jornadas, el interés por el petróleo y el posicionamiento geopolítico de EEUU dentro de la región  movilizó la guerra de 1991 y terminó con la invasión de Iraq en 2003.  Tras ello, EEUU logró acaparar el acceso al petróleo y establecer estratégicas bases militares y de inteligencia cercanas a Irán pero también, cercanas a Rusia. 

Apenas unos días atrás, Obama realizó una gira al Lejano Oriente teniendo como principales escalas a Japón y Vietnam a éste último, levantándole el embargo de armas estadounidenses que tenía desde hace décadas evidentemente con la intensión de ganarse el apoyo de Hanoi que mantiene disputas marítimas con el gigante chino, pero también para que abandone su cooperación técnico-militar que mantiene con Rusia  y sin lugar a dudas que además se vea tentado a adherir al TPP.


Hoy, mientras una parte de la flota de la OTAN maniobra provocadoramente en aguas del Mar Meridional de China y realiza ejercicios navales que claramente se orientan a que China los vea (mientras toma cartas en el asunto), las maniobras de gestación de fisuras en las comunidades del sudeste mediante las conocidas ONG que con la fachada de ayudas sin fines de lucro o con la máscara de la ayuda humanitaria o incluso la llegada de inversiones, siguen su curso buscando instalar doctrinas que en apariencias no parecen tener finalidades políticas y menos aún pro-estadounidenses, van llevando a los habitantes que aceptan estas “ayudas” a que poco a poco terminen agradeciendo a Washington y sus amigos de occidente por cosas que ya les estaba proveyendo su propio estado nada más que con otro color. 

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