ILM-MIDDLE EAST
“PELIGROSA POLITICA DE LA PERFIDIA”
Hasta donde pueden disimularse las arbitrariedades de Israel sobre la población palestina
Por Horace Husseini
Se suele decir que la política es el arte de lo posible, una
definición popular que en lo que va del siglo ha sido interpretada de todas las
formas impensadas. Pero más allá de las interpretaciones como actividad que
busca propender a desarrollar hechos que beneficien a los habitantes de un
país, se le ha dado orientaciones tan útiles como siniestras. En lo que hace a la política internacional y
en especial a la que lleva adelante Israel en la región del Medio Oriente, se
halla continuamente teñida de sangre con la cual se sacian los intereses
nacionalistas y sionistas que la dirigen.
A la
altura de las circunstancias ya no es una discusión de cuáles son los intereses
reales que mueven al ente israelí y a sus partidarios para prevalecer a
cualquier precio sobre la población nativa y ante sus enemigos vecinales y claramente se puede resumir en un
interés meramente inmobiliario.
Si
alguien pensaba que podía haber algo peor que el gobierno ultraderechista de
Netanyahu, solo hay que esperar lo que será con la incorporación de sus nuevos
aliados de la más recalcitrante derecha sionista del partido Bayit Yehudi. La incorporación de los extremistas al
gobierno ya ha encendido las alarmas tanto dentro como fuera del estado.
Aunque
muchos traten de impostar sorpresa por el giro a la ultraderecha del gobierno
de Netanyahu, lo cierto es que Tel Aviv desde que se instaló en tierra de
Palestina en 1948, ha pasado por encima de los nativos árabes como si de
hormigas se tratara. Que la llegada del ultraderechista Avigdor Lieberman al
gobierno de Netanyahu cause críticas en los círculos internos de la política
del estado judío no es una noticia nueva. La personalidad de éste político israelí es
tan revulsiva para unos, como adorada para otros. Hay que partir de que para
los israelíes de la derecha a la izquierda política, los palestinos son una
molestia para conquistar sus fines que nada más ni nada menos, persiguen el
adueñarse de sus tierras.
El
regreso de Lieberman no es una novedad ya que éste mafioso ultraderechista
había sido parte del gobierno de Bibi hace unos años. La única novedad en su regreso está en que
ocupará nada menos que la cartera de defensa, un área que en manos de un
fanático ultranacionalista predice más derramamiento de sangre palestina y la
posibilidad de una guerra abierta en ciernes contra algún vecino árabe.
A
pesar de que Netanyahu ha pasado por encima de quienes se han opuesto a
continuar con las expropiaciones de territorios palestinos e incluso
reprimiendo y encarcelando a manifestantes pacifistas israelíes que se oponen a
ello, los viejos métodos de imponerse con la mano de hierro le ha traído muchos
dolores de cabeza y muy mala prensa internacional. Intentando ablandar esa
imagen de un régimen de “Apartheid” en pleno siglo XXI y hasta de un fascismo
que muchos judíos honestos no dudan en denunciar, Tel Aviv ha recurrido a
personajes como Moshe Kahlon un
sonriente ministro del partido Likud que a pesar de su llamativa sonrisa, tiene
las mismas intensiones que Bibi y sus
secuaces (v. http://www.veteranstoday.com/2016/06/04/uri-avnery-the-day-of-the-rhinos/ )
Cuando
se suele habla de Israel como “la democracia del Medio Oriente” que una parte
de la intelectualidad occidental la ensalza como un ejemplo en la región, falta
hacer una pequeña aclaración; es una democracia solo para judíos. Más allá de las continuas discriminaciones
que los sionistas y los ultraderechistas israelíes suelen explicitar
verbalmente o más directamente con sus brutales acciones contra hombres, mujeres
y niños palestinos, existe en la
política expansionista del estado judío un sentimiento de presumida “superioridad
moral” que les da autorización a masacrar a cualquiera que amenace sus
intereses a los cuales, disfrazan tras slogans como “derecho a la defensa y la
subsistencia”, con discutibles interpretaciones de sus sagradas escrituras o
acudiendo a las manipulaciones culposas sobre aquel holocausto durante la
segunda guerra mundial.
Ante
tantas barbaridades que se han venido acumulando a lo largo del tiempo, ha desatado
focos de conciencia en algunos sectores de ésta sociedad que se suelen identificar con sectores pacifistas
y de la izquierda que han venido causando cortos circuitos que se han
materializado en protestas internas que no han terminado bien. Pero si bien
estas movilizaciones populares tengan un verdadero interés por la paz, no puede
decirse lo mismo de la clase política.
Por
medio de estas supuestas compulsas internas dentro de Israel, se trata de
hacerle creer a una cada vez más ávida y descreída opinión pública mundial –especialmente
la occidental- que hay matices dentro del ideario racista del sionismo que
abogan por buscar la paz con algún grado de justicia con los palestinos. De
este modo algunos señalan que los sionistas de la derecha son muy diferentes a
los sionistas de la izquierda intelectual y viceversa. La historia de la
existencia de éste ente demuestra que ello no es real. Si ha habido algunos
raptos de conciencia por las calamidades que el gobierno israelí cometía y
sigue cometiendo a costa y nombre de los judíos del mundo, en realidad son solo
honrosas excepciones que se reducen a muy pocos individuos, tal el caso de
Yitzac Rabin asesinado por un extremista judío en 1996 por osar escuchar los reclamos
palestinos. Y es que si hubiera
realmente alguna preocupación de una masa importante de israelíes sobre la
situación de los árabes-palestinos, simplemente el estado de Israel sería
internamente inviable.
Pero
las acciones de Israel no se limitan a las fronteras de los territorios
ocupados. Sus acciones encubiertas de diferente índole e intensidad han
abarcado no solo a los países árabes vecinos (Yemen, Siria, Iraq, Dubai entre
otros) sino incluso en varios países occidentales. Actualmente se ha visto como
la inteligencia y unidades militares asisten a las bandas mercenarias que
asolan Siria, sin mostrar el mínimo escrúpulo.
Durante décadas las acciones
criminales de sus servicios de inteligencia tanto civiles como militares,
quedaban cubiertas por las dudas que otorga la actuación clandestina y la tan conveniente ocultación de los medios
masivos anglosajones que respondiendo a intereses y lealtades que financian sus
corporaciones, trataron de mantener miles de muertes bajo la alfombra de la
historia.
El
actual escenario de inestabilidad que gravita en torno a Yemen, Siria e Iraq ha
sido la oportunidad de oro para Tel Aviv
en reimpulsar con mayor vigor sus operaciones contra el eje de la resistencia
“árabe-islámica” que no se limita solamente a la lucha armada sino que además
cuenta con una extensa faceta política que tiene como principal representante
político al Partido de Dios (Hesbolá) del Líbano. En el caso del Yemen hay que
señalar que Israel colabora en forma ardua y de varias formas en dicho
escenario proveyendo todo tipo de apoyo
a los esfuerzos sauditas por aniquilar a la oposición yemenita que encabezan
los combatientes chiitas de la tribu Hutie. Uno de las principales asistencia
ha sido la aérea que según informes de la ONU, han tenido como blancos
sistemáticos a escuelas y hospitales (v. http://www.globalresearch.ca/u-n-blacklists-saudi-arabia-coalition-for-killing-children-in-yemen/5528905 ).
También
ha sido comprobado como Tel Aviv ha estado actuando bajo cuerda con grupos como
“Jabbat Al Nusra” y otras agrupaciones
que son asistidas por la CIA que además de tener vinculaciones con “Al Qaeda”,
sirven para propósitos e intereses no árabes. Nada de ello tiene el menor cariz
democrático y menos aún legal pero, se suele aún escuchar a los principales
medios anglosajones y círculos intelectuales del sionismo internacional con gran cobertura mediática –muchos de
ellos no judíos ni israelíes- que el “terrorismo islámico” es una amenaza
global de la cual Irán es su promotor. Si no fuera por sus poderosos contactos
que mantiene dentro del Status Quo
norteamericano que le posibilitan entre otras cosas, saltar por encime a las
leyes internacionales, hace tiempo que Israel estaría atosigado por las
sanciones.
En Argentina
el tema de Palestina por influencia de los poderosos intereses sionistas que
existen en el país, trata de guardarse bajo la alfombra del olvido y los pocos
argumentadores en pro de las bestiales políticas israelíes contra la población
árabe-palestina son tan obvios en su exudar un auténtico antisemitismo –dado
que los árabes son semitas- que son aconsejados para que no se traben en
entuertos públicos que embarran más a la posición de Israel. Otros desde sus posiciones religiosas y
que casualmente han encontrado cobijo en cargos públicos en el actual gobierno,
tratan de desviar la atención y encubrir su adhesión al sionismo alegando que
“aquel tema está muy lejos” pero a su vez –y contradictoriamente- levantando
sus voces críticas cuando Argentina reconoció
el derecho del pueblo palestino a su estado independiente. Solo algunos
intelectuales honestos y estudiosos del complejo geopolítico del Medio Oriente –entre
ellos Pedro Brieger- han tratado el tema con la altura y con la mayor
enjundia sin posicionarse en un panfleterismo parcial.
Con
estos precedentes y desde una mirada en retrospectiva veremos que Israel lejos
ha estado de buscar la paz con el pueblo palestino al cual últimamente algunos
intelectuales, se han atrevido a cuestionar su existencia. Tal vez por estas
continuas idas y venidas en las que Tel Aviv juega al gato y al ratón con los
representantes de la débil ANP, ha llevado a una idea que parece desagradar
bastante al círculo de los sionistas más recalcitrantes. Se trata de la iniciativa propuesta por el
gobierno francés –al cual hay que señalar como un notable pro-Israel- de que funcionarios de terceros países,
lleven adelante en París las discusiones para el arribo a una paz duradera
entre israelíes y palestinos. Ahora bien
¿Por qué a Tel Aviv le desagrada tanto la idea? Pues la respuesta es muy clara.
Se trata de que mientras ha mantenido las conversaciones directas y cerradas con
la ANP, Tel Aviv ha podido manipular las mismas a gusto y cuando llegaban a
intersticios que no parecían culminar en beneficio a las posiciones de Israel,
simplemente ellos pateaban el tablero y ahí acababa todo.
Para
ser breve y mientras la región se desangra por la proliferación de grupos de
mercenarios que curiosamente solo atacan a los árabes, lo que Israel sigue
haciendo y aprovechando estas convenientes
circunstancias es hacer valer más que nunca la política de la “zanahoria y el
garrote, una práctica que revela que tan democrático es el proceder de sus
políticas de estado ocupante.