martes, 7 de junio de 2016

ILM-MIDDLE EAST




“PELIGROSA POLITICA DE LA PERFIDIA”

Hasta donde pueden disimularse las arbitrariedades de Israel sobre la población palestina



Por  Horace Husseini
Se suele decir que la política es el arte de lo posible, una definición popular que en lo que va del siglo ha sido interpretada de todas las formas impensadas. Pero más allá de las interpretaciones como actividad que busca propender a desarrollar hechos que beneficien a los habitantes de un país, se le ha dado orientaciones tan útiles como siniestras.  En lo que hace a la política internacional y en especial a la que lleva adelante Israel en la región del Medio Oriente, se halla continuamente teñida de sangre con la cual se sacian los intereses nacionalistas y sionistas que la dirigen.

A la altura de las circunstancias ya no es una discusión de cuáles son los intereses reales que mueven al ente israelí y a sus partidarios para prevalecer a cualquier precio sobre la población nativa y ante sus enemigos  vecinales y claramente se puede resumir en un interés meramente inmobiliario.

Si alguien pensaba que podía haber algo peor que el gobierno ultraderechista de Netanyahu, solo hay que esperar lo que será con la incorporación de sus nuevos aliados de la más recalcitrante derecha sionista del partido Bayit Yehudi.  La incorporación de los extremistas al gobierno ya ha encendido las alarmas tanto dentro como fuera del estado.

Aunque muchos traten de impostar sorpresa por el giro a la ultraderecha del gobierno de Netanyahu, lo cierto es que Tel Aviv desde que se instaló en tierra de Palestina en 1948, ha pasado por encima de los nativos árabes como si de hormigas se tratara. Que la llegada del ultraderechista Avigdor Lieberman al gobierno de Netanyahu cause críticas en los círculos internos de la política del estado judío no es una noticia nueva.  La personalidad de éste político israelí es tan revulsiva para unos, como adorada para otros. Hay que partir de que para los israelíes de la derecha a la izquierda política, los palestinos son una molestia para conquistar sus fines que nada más ni nada menos, persiguen el adueñarse de sus tierras. 

El regreso de Lieberman no es una novedad ya que éste mafioso ultraderechista había sido parte del gobierno de Bibi hace unos años.  La única novedad en su regreso está en que ocupará nada menos que la cartera de defensa, un área que en manos de un fanático ultranacionalista predice más derramamiento de sangre palestina y la posibilidad de una guerra abierta en ciernes contra algún vecino árabe.

A pesar de que Netanyahu ha pasado por encima de quienes se han opuesto a continuar con las expropiaciones de territorios palestinos e incluso reprimiendo y encarcelando a manifestantes pacifistas israelíes que se oponen a ello, los viejos métodos de imponerse con la mano de hierro le ha traído muchos dolores de cabeza y muy mala prensa internacional. Intentando ablandar esa imagen de un régimen de “Apartheid” en pleno siglo XXI y hasta de un fascismo que muchos judíos honestos no dudan en denunciar, Tel Aviv ha recurrido a personajes como Moshe Kahlon  un sonriente ministro del partido Likud que a pesar de su llamativa sonrisa, tiene las mismas intensiones que Bibi  y sus secuaces (v. http://www.veteranstoday.com/2016/06/04/uri-avnery-the-day-of-the-rhinos/ )

Cuando se suele habla de Israel como “la democracia del Medio Oriente” que una parte de la intelectualidad occidental la ensalza como un ejemplo en la región, falta hacer una pequeña aclaración; es una democracia solo para judíos.  Más allá de las continuas discriminaciones que los sionistas y los ultraderechistas israelíes suelen explicitar verbalmente o más directamente con sus brutales acciones contra hombres, mujeres y niños palestinos,  existe en la política expansionista del estado judío un sentimiento de presumida “superioridad moral” que les da autorización a masacrar a cualquiera que amenace sus intereses a los cuales, disfrazan tras slogans como “derecho a la defensa y la subsistencia”, con discutibles interpretaciones de sus sagradas escrituras o acudiendo a las manipulaciones culposas sobre aquel holocausto durante la segunda guerra mundial.

Ante tantas barbaridades que se han venido acumulando a lo largo del tiempo, ha desatado focos de conciencia en algunos sectores de ésta sociedad que  se suelen identificar con sectores pacifistas y de la izquierda que han venido causando cortos circuitos que se han materializado en protestas internas que no han terminado bien. Pero si bien estas movilizaciones populares tengan un verdadero interés por la paz, no puede decirse lo mismo de la clase política.

Por medio de estas supuestas compulsas internas dentro de Israel, se trata de hacerle creer a una cada vez más ávida y descreída opinión pública mundial –especialmente la occidental- que hay matices dentro del ideario racista del sionismo que abogan por buscar la paz con algún grado de justicia con los palestinos. De este modo algunos señalan que los sionistas de la derecha son muy diferentes a los sionistas de la izquierda intelectual y viceversa. La historia de la existencia de éste ente demuestra que ello no es real. Si ha habido algunos raptos de conciencia por las calamidades que el gobierno israelí cometía y sigue cometiendo a costa y nombre de los judíos del mundo, en realidad son solo honrosas excepciones que se reducen a muy pocos individuos, tal el caso de Yitzac Rabin asesinado por un extremista judío  en 1996 por osar escuchar los reclamos palestinos.  Y es que si hubiera realmente alguna preocupación de una masa importante de israelíes sobre la situación de los árabes-palestinos, simplemente el estado de Israel sería internamente inviable.

Pero las acciones de Israel no se limitan a las fronteras de los territorios ocupados. Sus acciones encubiertas de diferente índole e intensidad han abarcado no solo a los países árabes vecinos (Yemen, Siria, Iraq, Dubai entre otros) sino incluso en varios países occidentales. Actualmente se ha visto como la inteligencia y unidades militares asisten a las bandas mercenarias que asolan Siria, sin mostrar el mínimo escrúpulo. 

Durante décadas las acciones criminales de sus servicios de inteligencia tanto civiles como militares, quedaban cubiertas por las dudas que otorga la actuación clandestina  y la tan conveniente ocultación de los medios masivos anglosajones que respondiendo a intereses y lealtades que financian sus corporaciones, trataron de mantener miles de muertes bajo la alfombra de la historia.

El actual escenario de inestabilidad que gravita en torno a Yemen, Siria e Iraq ha sido  la oportunidad de oro para Tel Aviv en reimpulsar con mayor vigor sus operaciones contra el eje de la resistencia “árabe-islámica” que no se limita solamente a la lucha armada sino que además cuenta con una extensa faceta política que tiene como principal representante político al Partido de Dios (Hesbolá) del Líbano. En el caso del Yemen hay que señalar que Israel colabora en forma ardua y de varias formas en dicho escenario  proveyendo todo tipo de apoyo a los esfuerzos sauditas por aniquilar a la oposición yemenita que encabezan los combatientes chiitas de la tribu Hutie. Uno de las principales asistencia ha sido la aérea que según informes de la ONU, han tenido como blancos sistemáticos a escuelas y hospitales (v. http://www.globalresearch.ca/u-n-blacklists-saudi-arabia-coalition-for-killing-children-in-yemen/5528905 ).

También ha sido comprobado como Tel Aviv ha estado actuando bajo cuerda con grupos como “Jabbat Al Nusra”  y otras agrupaciones que son asistidas por la CIA que además de tener vinculaciones con “Al Qaeda”, sirven para propósitos e intereses no árabes. Nada de ello tiene el menor cariz democrático y menos aún legal pero, se suele aún escuchar a los principales medios anglosajones y círculos intelectuales del sionismo  internacional  con gran cobertura mediática –muchos de ellos no judíos ni israelíes- que el “terrorismo islámico” es una amenaza global de la cual Irán es su promotor. Si no fuera por sus poderosos contactos que mantiene dentro del  Status Quo norteamericano que le posibilitan entre otras cosas, saltar por encime a las leyes internacionales, hace tiempo que Israel estaría atosigado por las sanciones. 

En Argentina el tema de Palestina por influencia de los poderosos intereses sionistas que existen en el país, trata de guardarse bajo la alfombra del olvido y los pocos argumentadores en pro de las bestiales políticas israelíes contra la población árabe-palestina son tan obvios en su exudar un auténtico antisemitismo –dado que los árabes son semitas- que son aconsejados para que no se traben en entuertos públicos que embarran más a la posición de Israel.  Otros desde sus posiciones religiosas y que casualmente han encontrado cobijo en cargos públicos en el actual gobierno, tratan de desviar la atención y encubrir su adhesión al sionismo alegando que “aquel tema está muy lejos” pero a su vez –y contradictoriamente- levantando sus voces críticas  cuando Argentina reconoció el derecho del pueblo palestino a su estado independiente. Solo algunos intelectuales honestos y estudiosos del complejo geopolítico del Medio Oriente –entre ellos Pedro Brieger- han tratado el tema con la altura y con la mayor enjundia sin posicionarse en un panfleterismo parcial.

Con estos precedentes y desde una mirada en retrospectiva veremos que Israel lejos ha estado de buscar la paz con el pueblo palestino al cual últimamente algunos intelectuales, se han atrevido a cuestionar su existencia. Tal vez por estas continuas idas y venidas en las que Tel Aviv juega al gato y al ratón con los representantes de la débil ANP, ha llevado a una idea que parece desagradar bastante al círculo de los sionistas más recalcitrantes.  Se trata de la iniciativa propuesta por el gobierno francés –al cual hay que señalar como un notable  pro-Israel-   de que funcionarios de terceros países, lleven adelante en París las discusiones para el arribo a una paz duradera entre israelíes y palestinos.  Ahora bien ¿Por qué a Tel Aviv le desagrada tanto la idea? Pues la respuesta es muy clara. Se trata de que mientras ha mantenido las conversaciones directas y cerradas con la ANP, Tel Aviv ha podido manipular las mismas a gusto y cuando llegaban a intersticios que no parecían culminar en beneficio a las posiciones de Israel, simplemente ellos pateaban el tablero y ahí acababa todo.  

Para ser breve y mientras la región se desangra por la proliferación de grupos de mercenarios que curiosamente solo atacan a los árabes, lo que Israel sigue haciendo  y aprovechando estas convenientes circunstancias es hacer valer más que nunca la política de la “zanahoria y el garrote, una práctica que revela que tan democrático es el proceder de sus políticas de estado ocupante.




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