EN DEBATE
“ARGENTINA: ¿CUÁL ES SU POSTURA ANTE EL TERRORISMO S.A.?”
Cuál es la agenda del gobierno de Mauricio Macri en uno de los temas más importantes y peligrosos para la nación
Por
Pepe Beru y Charles H. Slim
Aunque la respuesta pareciera obvia, la pregunta del título de
nuestro artículo es más difícil de responder de lo que usted piensa. Seguramente y con mucho acierto dirá que el
gobierno argentino comprometido con la paz y en cumplimiento de las
obligaciones que surgen de la Carta orgánica de Naciones Unidas y Blablabla,
condena y se opone a que la violencia del terrorismo avance a costa de las
vidas miles de inocentes etcetcetc. Ahora bien. Usted con mucha razón puede
preguntarse ¿Qué quiere decir todo ese palabrerío; nuestro gobierno condena al
terrorismo como una entelequia fantasmagórica a la cual se le ha puesto el mote
de “islámica” sin ahondar en quienes realmente están promoviendo esta táctica?
Sin lugar a dudas, el tema le queda muy grande a la clase política de un país
como Argentina que pese a jactarse de haber pasado por una etapa negra como fue
el “terrorismo de estado” (entre 1976-1983), solo ha servido de muletilla a su
clase política para victimizarse cuando ven peligrar sus intereses. Es algo
demasiado peligroso para abordarlo y a
la vista de los que se arrogan alguna representatividad parecen muy poco
dispuestos a implicarse para echar luz y buscar frenar estas nuevas variantes
de un terrorismo que bien podríamos llamar “franquiciado”.
Aquí
dejaremos de lado los conceptos meramente políticos e ideológicos que los
diferentes autores pretenden imponer ya que estamos viendo faz operativa.
El
principal problema radica en que las fuentes que informan sobre “el
terrorismo”, son las que abrevan de y
solo de fuentes occidentales; más
precisamente de las estadounidenses y sus colegas israelíes auto-declarados
como “expertos” en la materia. Tan conocedoras de esta “táctica sucia” y que es
verdad había sido explotada por los grupos insurgentes árabes durante gran
parte de la segunda mitad del siglo XX, los cierto es que tanto el “Mossad”
como sus colegas de la “CIA” la incorporaron a sus arsenales como un arma más
para concretar los objetivos de sus gobiernos.
Más
allá de que aquellas agencias pueden ser harto criticadas por las complicidades
puestas en evidencia en lo que ha venido comprobando contra Iraq, Siria y lo
visto en Yemen, se dejan de lado –y en forma claramente deliberada- a las
fuentes mejor informadas y con experiencia real en el campo de batalla como lo
señalan algunos periodistas de investigación, que son las árabes, que han venido experimentando en carne propia
estas siniestras operaciones (v. http://www.voltairenet.org/article192151.html ).
A la
altura de las circunstancias la no consideración de las fuentes árabes como
proveedoras de conocimiento de cómo se estructura, financia y opera ese
“terrorismo”, se hace evidente que persiste una clara discriminación que es
histórica en aquellos sectores occidentales que menosprecian al mundo
árabe-islámico, pero además, acompañada
de una evidente arbitrariedad maliciosa que busca mantener en el relato la
versión de que el fenómeno implica únicamente a elementos y organizaciones
mentadas por cerebros árabes e islámicos,
es decir, existen intereses en perpetuar la versión de que cada hecho que
ocurre “debe ser autoría de los musulmanes”. Baste señalar que esto último implica una clara
falacia y que si bien los medios masivos occidentales han venido haciendo lo
imposible por sostener el relato de “Al Qaeda” como el “gran mal” o el
precursor del terrorismo islámico de los últimos quince años, desde las
revueltas fomentadas en el norte de África en 2010 todo eso se derrumbó ante la
mirada impávida de investigadores que pudieron comprobar que todo aquello era
un enmarañado embuste.
Desde
unas décadas antes, era recurrente oír a lo “especialistas” –obviamente
occidentales- decir que agrupaciones como la OLP, luego el HAMAS en
Palestina y el ”Hesbolá” libanés eran el
ejemplo de terrorismo sin contextualizar donde operaban y cuáles eran y siguen siendo sus causas. Pero sucedió que
éstas tácticas fueron adoptadas por las agencias como las israelíes quienes tienen los más antiguos precedentes en el
ejercicio del terrorismo moderno desde mediados de los años cuarentas ( Haganá,
Pandilla Stern y Palmach).
Precisamente
tras el incidente de las Olimpiadas de Munich en 1972, donde el grupo palestino “Septiembre Negro”
asesino a varios atletas israelíes, Golda Meir ordenó al Mossad su propia
campaña de terror que incluyó entre sus métodos, el asesinato, atentados con bomba y accidentes
simulados, como venganza por aquel acto.
Otros de los precedentes del fomento de organizaciones extremistas, fue
sin dudas el llevado a cabo dentro de los territorios ocupados, que surgió en
1967 con el apoyo clandestino del Mossad a los islamistas palestinos que
tras formar la “Jihad Islámica”,
sirvió de obstáculo al nacionalismo militante que encabezaba Yasser
Arafat.
A la
par de esto y mientras a finales de la década de los setentas se señalaba con
el dedo a los árabes como los únicos ejecutores del terrorismo, Washington por
intermedio de la CIA ya estaba trabajando en la creación de lo que a comienzos
de la década de los ochentas se conocería como el programa “Al Qaeda” (The
Base), que se implantaría en Afganistán para crear obstáculos a la presencia
soviética. Fue allí donde el entonces
Consejero de seguridad de Carter, Zbigniew Brzezinski viajó a ese país en 1979
para establecer contacto con quien dirigiría a los “Muyahidines” que entrenaban
los asesores de la “Agencia”, que era nada más ni nada menos que el mismo Osama
Bin Ladem un agente saudita en la nómina.
Entre
tanto en Centro América sumida en los tironeos de la guerra fría, los talentos
de aquellas agencias gubernamentales fueron volcados para asesorar y entrenar a
los bestiales cuerpos de seguridad de los dictadores militares de Honduras, El
Salvador y Guatemala que entre otras novedades, pusieron en ejecución los
llamados “escuadrones de la muerte” que se cobraron miles de vidas inocentes. Esta parte de la historia fue muy retaceada
por los continuos gobiernos argentinos –sin diferencias entre militares y
civiles- que prefirieron tomar la versión “oficial” de lo que los medios
angloestadounidenses suelen ventilar como “información seria”.
Con
lo que se ha venido viendo desde el 11 de septiembre del 2001 hasta aquí, esas
posturas ya no se sostienen. Desde las
incongruencias advertidas de este evento por investigadores independientes
pasando por las mentiras que fundaron la invasión a Iraq en 2003 admitidas por
el mismo presidente George Bush y Cía, hasta el embuste político y
propagandístico que artificiosamente los medios anglosajones llamaron Primavera
Árabe por el 2010 y que terminaron mostrando sus reales propósitos en
Siria, advertimos que todo ha sido una vil mentira.
Se
puede ver como aquel terrorismo de grupos aislados de tipo celular y con
financiamiento limitado, paso a ser cooptado por las agencias de inteligencia y
manipulado a voluntad. Y no solamente por las ventajas políticas que ofrece
esta táctica, sino también por el fabuloso negocio que viene detrás de él.
Pero
para quienes aún siguen sosteniendo alguna duda sobre lo que planteamos en
cuanto a los verdaderos impulsores de la nueva ola de terror que, bajo la
máscara de la franquicia “ISIS” pretenden desde el 2014 establecer una
relación al “Islam”, le invitamos a que
razonen las siguientes situaciones que se han venido dando tanto en Siria, como
en otros países árabes que ocupan la región.
Primero que todo, cuando se produjo el ataque del 11/S inmediatamente, se le puso una cara y nombre
al presunto responsable de aquel hecho. Cuando las preguntas comenzaron
arreciar y las investigaciones de sujetos independientes comenzaron a poner en
duda la versión oficial del gobierno, primero se saco de los medios al tan
nombrado Bin Ladem y cuando las preguntas eran imposibles de responder por La
Casa Blanca, en mayo del 2010 “se orquestó una supuesta operación para asesinarle
y lanzar su cuerpo al mar”.
Lo
mismo ocurriría con otro supuesto líder de otro de los embustes fabricados por
la CIA y la inteligencia militar estadounidense en Iraq, el jordano “Abu Musab
Al Zarqawi que los medios anglosajones bautizaron como el líder de “Al
Qaeda-Iraq” que en realidad era un programa de contrainsurgencia creado e
insertado por el ex general David Howell Petreaus allá por el 2004 como una
manera de frenar la resistencia armada iraquí que había sobrepasado las
expectativas de los analistas del Pentágono. Los principales objetivos de estas
células integradas por extremistas y asesinos profesionales reclutados por la
CIA para operar en Iraq, radicaba en crear la confusión entre los grupos de la
resistencia que además de crear la desconfianza entre la población, buscar
distanciar a los sectores chiitas de los sunitas, estos últimos los más
organizados y con grandes caudales de apoyo material y simpatía popular. Entre algunas de las “hazañas” de estos
criminales, estuvieron las famosas decapitaciones de extranjeros que jamás
tocaron a un solo soldado o marine estadounidense. Algunos de estos rehenes
habían sido ejecutados dentro de la cárcel de Abu-Graib bajo el control
norteamericano por lo cual, las preguntas comenzaron a fluir por doquier y el
silencio reinó en Washington.
Estábamos
siendo testigos de un terrorismo como arma de manipulación y
desinformación, una mezcla que con el
terror que implica su práctica, servía para crear una circunstancialidad acorde
a los intereses de los invasores y que era “que los iraquíes eran terroristas y
que EEUU hacía bien estar allí”.
Pese
al daño causado mediante sangrientas operaciones que impostaban como ejecutadas
por la resistencia, el grueso de la población iraquí indistintamente de ser
sunitas, chiitas, cristianos o kurdos, sabían que ello no era así. Incluso
estaban al tanto que “Al Qaeda-Iraq” como el tan mencionado especialmente por
medios como la CNN, FOXNEWS y otros del fantasma Zarqawi, no eran parte de la
resistencia que se movía en la clandestinidad. Cuando ésta franquicia falló en los propósitos
y comenzó a ser vista como una sospechosa entelequia que respondía más a EEUU
que los iraquíes que buscaban sacudirse a los invasores y justamente en medio
de una creciente oposición a la guerra dentro de EEUU, en mayo del 2006 un
avión lanzó un misil sobre una vivienda en la localidad de Baqba matando entre
otras personas al “famoso Al Zarqawi” lo que además de dar un gran golpe de
efecto mediático, respaldo muy convenientemente la impopular administración de
Bush. Nunca pudieron explicar cómo
sabían con tanta precisión el paradero del “supuestamente” más importante líder
de aquel embuste denominado como “La Base”. La realidad era, que tanto la CIA como el
Pentágono supieron siempre donde podían hallarlo.
Aquel
hecho represento el fin de la operatividad de esa supuesta célula iraquí de “Al
Qaeda” que curiosamente además de no atacar a los invasores, no tenía componentes
iraquíes. Al mismo tiempo pero en el sur, se pudieron comprobar que varios
supuestos ataques con coches bomba contra mercados y edificios de
organizaciones chiitas, que públicamente se le achacaba a la resistencia sunita
de “Saddam”, estaban montadas por la
inteligencia militar británica e incluso, tras fallar en colocar un camión con
una tonelada y media de explosivos en medio de una poblada barriada de Basora,
al ser advertidos por los transeúntes, dos hombres que bajaron de ese camión
pretendiendo escapar para detonarlo a distancia, tras aprehenderlos descubrieron
bajo sus “Kufiyyas” los rostros de dos hombres blancos caucásicos, dos ingleses
que pretendían hacerse pasar por árabes.
El
hecho fue tan revelador como escandaloso. En aquella oportunidad esos dos
agentes de la inteligencia británica fueron detenidos por las fuerzas
policiales colaboracionistas y trasladados al cuartel de inteligencia de Basora
para interrogarlos. No pasaron un par de
horas cuando una brigada mecanizada de
los “Royal Marines” tomo por asalto el edificio para rescatar a sus dos hombres
y antes de irse, destruir los archivos iraquíes. Pese al intento, ese episodio dejo a las
claras de que los invasores eran la tercera pata en la guerra sucia que se
estaba desarrollando.
Fue
precisamente en Iraq como en Afganistán donde la combinación entre “contratistas
civiles” –mercenarios de empresas privadas- , fuerzas especiales y
grupos organizados por la CIA –y agencias aliadas- fructificaron y
ensayaron a costa de la vida de los pobladores, el mejoramiento de sus tácticas
para que, hoy en Siria e Iraq bajo los ropajes de “Al Nusra” y el “Daesh” sus acciones encubiertas imposten una creíble autoría
islámica.
Tras
concretar la invasión de Libia en 2011 se pudo ver como a espaldas del
conocimiento público “Al Qaeda” hizo pie y con el apoyo de la OTAN, logro
despedazar al país creando zonas libres para creación de bases de entrenamiento
de mercenarios que bajo asesoramiento de elementos británicos y franceses saldrían más tarde hacia Siria para tratar de
derrocar el gobierno de Bashar Al Assad. Cuando fracasaron pusieron en marcha
el despliegue del “Daesh” que ya se
estaba entrenando en campamentos regenteados por elementos norteamericanos en
el desierto entre Jordania e Iraq. Obviamente todo estaba bien planificado.
En
menos de dos años, en los medios se comenzó a hablar del “Jihadismo” como
“libertadores” para destituir al tirano Assad
y tratar de cubrir la podredumbre que se ocultaba detrás de todo ello. Recordemos
que apenas unos meses atrás, desde el Líbano el Jeque Hassan Nasrala (Líder de
Hesbolá) denunció los planes sauditas de extender el financiamiento de esta
mecánica en Latinoamérica.
En
últimos informes provenientes de Siria se han revelado las descaradas
incursiones de comandos y acciones aéreas de aviones israelíes para bombardear
blancos en su territorio. Pero además y lo más chocante fue el descubrimiento de operaciones de comandos
israelíes para rescatar a miembros de “Jabbat Al Nusra” que se hallaban
rodeados en Alepo y Quneitra, grupo ligado a “Al Qaeda” y aliado a la
franquicia del “ISIS”. A todo ello, las ayudas logísticas y de provisión de
armas por parte de aviones estadounidenses y británicos a favor del “ISIS” en
Iraq han dejado sin base de sustentación la tan mentada por Washington “guerra
contra el terrorismo”. En medio de todo esto, el gobierno argentino ignorante
de la situación geopolítica actual y sin muestras de tener una política propia,
parece coquetear con Washington y Tel Aviv sin tomar conciencia de cuáles
pueden ser las consecuencias que se traen bajo el pocho estos oscuros
pretendientes.