NACIONAL
“POZO SIN FONDO”
¿A dónde puede conducir la inesperada y extraña aparición de las cajas con abundantes documentos relacionados con el ataque a la AMIA en 1994?
Por
Pepe Beru
Cuál pudo haber
sido la reacción de los tres instructores que, en la tarea de ordenar el
material del que disponían sobre la causa AMIA descubrieron en escondrijos
secretos dentro de lo que hoy se conoce como la Agencia Federal de
Investigaciones (AFI), más de doscientas cajas con varios documentos en papel y
fílmicos que habían sido inexplicablemente relegados por el desaparecido fiscal
Alberto Nisman. ¿Es posible que no lo hayan visto y quién ordenó esconderlo. Ante
este descubrimiento se han formulado nuevos e intrigantes cuestionamientos del
por qué aquel funcionario que jugaba a dos puntas, mando a separar esos
documentos que se relacionan con el ataque del 14 de julio de 1994.
Han
pasado demasiados años de impunidad pero también de una infundada y gratuita
campaña antiárabe e islamofoba mediática que fue deliberadamente direccionada
desde Tel Aviv y Washington utilizando a los sectores sionistas –judíos y no
judíos- en la Argentina quienes no por casualidad, centraron sus dardos
sobre la comunidad árabe de ascendencia libanesa. Con este supuesto azaroso
descubrimiento, se podría traer mucha luz sobre lo que realmente pudo haber
ocurrido más allá de aquellas versiones políticamente interesadas; incluso se
albergan sospechas de que el cambio de rumbo tras la elección de Donald Trump
en EEUU fue el real impulsor para que “aparezcan”
estos trapos sucios de pasadas administraciones en Washington muy involucradas
con las acciones de Tel Aviv en el exterior.
Para
poder entender el “por qué” de éste momento para que aparezcan nada menos que
más doscientas cajas que nadie puede creerse que pasaron desapercibidas
ante los ojos de los diferentes
funcionarios que pasaron por la SIDE y la Policía Federal, no hay que pasar por
alto los estadios geopolíticos que abarcaron esos años uno de los cuales, fue
conocido como la Doctrina Wolfowitz diseñada e impulsada desde el corazón de los
EEUU para crear enfrentamientos dentro de los países usando al Islam como el
principal chivo expiatorio.
Según
han precisado algunas fuentes el grupo encargado de buscar material informativo
para estudio, análisis y su agregación a las actuaciones de la causa que se
denomina GERAD, pudo hallar entre otras cuestiones, filmaciones de las
autopsias de varios cuerpos de los muertos rescatados de entre los escombros
para la determinación del tipo de
esquirlas, la dirección y la intensidad de la explosión o explosiones. Según cita la fuente, estas constataciones
llevaron a revisar los depósitos de la Policía Federal donde hallaron más
material que jamás fue ni siquiera mencionado que existía, esto además de
anormal nos lleva a que nos preguntemos: ¿Será posible que estemos ante la
prueba más categórica del encubrimiento más escandaloso de la historia judicial
argentina o, tal vez se trate de un montaje prearmado por las agencias de inteligencia extranjeras para
constituir pruebas definitivas que terminen apuntando a un autor
determinadamente buscado?
Rubén Beraja ex directivo de la DAIA |
En
algún sentido si vemos lo que se pretendería probar con este voluminoso y
sorpresivo manojo de pruebas que aparecen de la nada, estaría nada menos que la
comprobación de la presunta existencia de un chofer de origen árabe-libanés que
condujo una supuesta Traffic y que, según la tesis presentada por el Shin Bet
israelí y un posterior informe del Mossad y la CIA, se incrusto contra el frente del edificio. Al
día de hoy esos organismos extranjeros no han dado pruebas concretas para
sostener esa hipótesis “Hollywoodense” del tan voceado ataque islamista. Esta misma
hipótesis era la que pretendía instalar el fiscal fallecido sin presentar más
que argumentos estrictamente políticos y rayanamente islamofobos que manejan
las organizaciones sionistas estadounidenses con adherentes como nada menos que
los usureros Sheldon Adelson y Paul Singer para mencionar tan solo a los más conocidos.
Obviamente
éste se hallaba obligado a impulsar ese libreto ya que ha quedado muy bien evidenciado
como dicho funcionario federal a sueldo de la nación presto –remunerada e
indebidamente- prestaba colaboración indiscreta con agencias de
inteligencia extranjeras violentando a ley y a la misma constitución de su país.
Actualmente
y tras los intentos de sacralizar la figura del fiscal Nisman como una especie
de “mártir” por la justicia, la opinión pública argentina no se ha dejado
engañar y en su mayoría ha caído en cuentas de que dicho fiscal estuvo muy
lejos de cumplir con las funciones que el gobierno argentino le encargo. Y esto no quiere decir que su muerte este
justificada o cosa por el estilo, nada de eso; pero si puede explicar de dónde
pudo haber provenido la orden para ejecutar tan silencioso crimen que de haber
sido ejecutado por algún “moro loco” o
algún “comando iraní”, no les quepa la menor duda de que se habría sabido en
titulares a color en todos los medios nacionales.
Esta
basura que parece haberse salido debajo de la alfombra no solo puede haber sido expuesta deliberadamente,
sino que además podría ser parte de las nuevas políticas que comenzaran a regir
en Washington desde el mes de enero, sino también que sería la confirmación de
que Menem al acusar a Hesbolla hace unos meses atrás de haber sido el autor del
ataque, es una mentira insostenible.
Lamentablemente
hay que reconocer que las circunstancias históricas en las que se produjeron
los hecho, tenían a una Argentina con un gobierno totalmente entregado a los
intereses que se digitaban desde Washington entre los cuales se mezclaban los
económicos, comerciales, políticos y militares donde en todos ellos, Buenos
Aires no controlaba a ninguno.
En
aquella década de los noventas el gobierno de Carlos Menem no solo no
controlaba –aunque lo hubiera querido- lo que Washington pretendía sacar
de Argentina, sino que incluso sirvió fielmente a los propósitos geopolíticos
que desde la administración de George H. Bush se promovían para la región y el
resto del mundo. Es posible que dentro de la cuota de ignorancia demostrada por
aquel gobierno menemista un 50% haya
sido por su absoluta estupidez y el otro 50% por sus desmedidas ambiciones
meramente económicas que dichos funcionarios argentinos buscaban saciar con su
acercamiento a EEUU y eso incluyendo a los temas de la inteligencia en donde se
manejan cuantiosos fondos negros que no tienen origen rastreable.
Bush, Peretz y Adelson |
Entendiendo
eso, se podrá percibir que aquella SIDE y sus organismos dependientes buscaban
más bien hacer negocios con grandes actores que hacer sus labores para las
cuales se habían creado. Y esta
degradación de los cuadros de la
inteligencia y su corrupción medular no se habría producido si el país hubiera
tenido una política de inteligencia activa y una geopolítica propia que la mantuviera en márgenes razonables de
la lealtad. En ese sentido quienes pasaron por la Secretaría de inteligencia en
momentos de haberse perpetrado ambos ataques contra Buenos Aires y en los años posteriores,
no pudieron no haber sabido que existían o no existían tal cúmulo de pruebas
apiladas en dependencias de la misma SIDE y de la Policía Federal; eso no se lo
puede creer nadie.
Pero
lo peor de todo es que cuando se creó la “super UFI-AMIA” colocando al fiscal Nisman,
un miembro de la comunidad judía argentina como una especie de seguro para
cerciorarse de que las investigaciones no se desviarían de su curso, tras su
muerte y posteriores hallazgos sobre sus reales actividades es muy dudoso creer
que este funcionario haya ignorado la existencia de esta montaña de pruebas.
Por
ello se hace insultante que varios de esos impresentables, actualmente se los
vea desfilando en programas televisivos de debate que, aunque sean un circo
para distraer momentáneamente al público, no deja de ser un insulto a la
memoria de las personas muertas en esos hechos. Si tan interesados están de
sentarse en una silla a discursar sobre
gastadas “hipótesis” que lastimeramente tratan de embarrar a la
confesión islámica, muy bien deberían sentarse en el banquillo de los
tribunales federales para responder por sus responsabilidades funcionales ante
estos hallazgos y explicar por qué no dieron a conocer en su momento la
existencia de todas estas piezas de información.
Tal
como señalan otras fuentes y con las cuales coincidimos, Nisman solo se dedicó
a no hacer nada o más bien, junto a Stiusso y su equipo a cerciorarse que otros no investigaran con
la profundidad y seriedad necesaria ya
que ello hubiera revelado a los verdaderos autores intelectuales y materiales
de aquel ataque (v. http://pajarorojo.com.ar/?p=29744 )