EN LA MIRA
“ARQUITECTURA DEL ENGAÑO”
Cómo es la infraestructura y los personajes de la intervención planificada para Venezuela ¿Sobrevivirá la revolución bolivariana al embate de una “Primavera caribeña”?
Por Charles H. Slim
Hace ya casi 17 años tras el fallido intento de golpe
de estado orquestado desde Washington contra Caracas, Hugo César Chávez
profetizó que habían días aciagos por venir y que el imperio estadounidense y
sus lacayos no se detendrían en su empresa por tratar de acabar con su gobierno
y con el proceso revolucionario que había comenzado. Un año más tarde vendría
la invasión a Iraq, tres años más tarde la intentona frustrada de Israel por
ocupar el Líbano en 2006 y la bestial intervención en Libia en 2011 y los
esfuerzos por reiterar la experiencia contra Siria. Sin lugar a dudas, el
tiempo ha reivindicado aquellas profecías y hoy se puede ver como EEUU y sus
aliados regionales, tratan de articular los mismos mecanismos de desestabilización
utilizados en aquellas ocasiones pero esta vez contra Venezuela.
El libreto es prácticamente el mismo al utilizado
para agitar los ánimos del norte de África en 2010, solo que hoy la opinión
pública se halla mejor preparada para no caer en operaciones de intoxicación
informativa como las realizadas en aquel momento –y con la inestimable cooperación de los Mass Media- por las
agencias de inteligencia occidentales, llevadas a cabo con la cooperación del
Mossad israelí y las Mutkhabarats de
las petromonarquías del Golfo. Fue de ese modo que tanto los medios corporativos
anglosajones y redes sociales como Facebook y Twitter, se convirtieron en las
plataformas de ataque psicológico dirigidas a minar y manipular a la opinión
pública de todos los países que estuvieron sumergidos bajo aquella falsa
revolución de masas denominada como “Primavera Árabe”.
Cuando muchos advertíamos que eso vendría para
Latinoamérica, los medios corporativos y sus periodistas empleados, se burlaron
de esa hipótesis con lo cual, se puede decir que el tiempo ha reivindicado esas
previsiones.
Ahora en Venezuela se está viendo como desde
Washington se apoya a un gobierno paralelo autoproclamado por un total
desconocido para gran parte de la ciudadanía venezolana y que solo ha recibido
la legitimidad de los voceros de la Casa Blanca y los informativos anglosajones
a los cuales le siguen lastimosamente los de la república Argentina. Eso mismo
sucedió con los personajes que usurparon los gobiernos de los países que EEUU
intervino por la fuerza.
Cuando se orquesto toda la parafernalia montada por
el entonces secretario de estado Collin Powell ante el Consejo de Seguridad en
rededor de las supuestas armas de destrucción masiva en Iraq y las maldades del
“dictador” Saddam Hussein en 2002,
Washington ya tenía el gabinete propio para implantar un gobierno que
reemplazaría al existente en Bagdad. Al igual que Guaidó, en ese momento
políticos arribistas iraquíes, la mayoría con prontuarios criminales como Ahmed
Chalabi, Yalad Alawi y el mismo Nouri Al Maliki y que no representaban sino a
sus propios intereses sectarios, fueron
designados de facto por Washington para una vez derrocado Saddam Hussein,
entregarles una administración de gobierno pero no el poder.
Las consecuencias de aquello quedo bien reflejadas
por ocho años de sangrienta ocupación
que en un sentido, jamás terminó ya que aún existen bases estadounidenses en
Iraq para garantizar que Bagdad siga bajo las directivas de Washington y aún
subsiste el ánimo de resistencia a dicha presencia.
Lo mismo sucedió en la trágica intervención militar de
la OTAN sobre Libia en 2011. Una
intervención que fue polémicamente refrendada por Naciones Unidas y que ha sido
la causal de un continuo goteo de inmigración y tráfico de personas hacía
Europa. Allí y mucho antes de que se comenzaran a desplegar los mercenarios en
el terreno, la entonces secretario de estado Hillary Clinton ya venía
trabajando con varios sectores de la oposición libia entre ellos, los jefes de
“Al Qaeda” en Libia y otros extremistas quienes jugarían un papel trascendente
en las operaciones terrestres. A la vez que se desarrollaban las acciones militares
en las ciudades libias, Clinton y sus asesores
coordinaban las acciones políticas del Consejo Nacional Libio de
Transición (CNLT), un ente artificial –no
consensuado por la participación popular- compuesto por políticos
opositores al gobierno de la “Jamairiyah Verde” que tras desalojar a Mohammar
Gadafy aspiraban a gobernar Libia.
Dicho ente político pudo perdurar en el tiempo,
gracias al apoyo de la Unión Europea canalizada por el Consejo Europeo y por el
aporte de ayuda financiera para sostener dicha empresa bélica proveniente de
las monarquías del Golfo. El apoyo político europeo consistió en reconocer a
dicha entidad como el único interlocutor legitimo en Libia, ignorando y
desconociendo la autoridad del gobierno legítimo en Trípoli.
No olvidemos que Francia y Gran Bretaña tuvieron el
papel estelar en las operaciones militares para intervenir en Libia causando
entre la población civil miles de muertos, heridos, arrestados, torturados y
una situación de miseria y sojuzgamiento a cargo de los grupos mercenarios
entre los cuales estaba “Al Qaeda” y células remanentes del “Estado Islámico de
Iraq” que luego crecerían asombrosamente para aparecer por arte de magia en
Siria y después sobre Iraq. Las atrocidades que se cometieron contra ciudadanos
libios fueron deliberadamente ocultadas por la prensa aunque, hubieron medios
alternativos que por un breve lapso de tiempo, pudieron denunciar con
asombrosos testimonios gráficos, algunos de esos crímenes masivos como fue el
fusilamiento de cientos de soldados libios a los cuales para no dejar rastro de
su existencia fueron enterrados en gigantescas fosas comunes.
Derrocado Gadafy, Washington y sus socios británicos
y franceses ya tenían preparado un nuevo golpe pero esta vez, contra Siria
donde se confiaron que Bashar Al Assad correría la misma suerte que el líder
libio. Pero, pese a los esfuerzos por tratar de crear situaciones violentas
para que las autoridades sirias reaccionaran desmedidamente e incluso, sembrando el terror con la
infiltración de miles de mercenarios pagados por los emiratos del Golfo en plan
de fomentar el clima insurreccional para un golpe de estado mientras al mismo
tiempo, se buscaba cooptar a parte de la oficialidad del ejército para hiciera
el trabajo. Así nació el Ejército Libre Sirio.
La misma mecánica vemos hoy con el impulso político
y mediático de Juan Guaidó en Venezuela, quien hasta no hace mucho, era un
perfecto desconocido en la política del país caribeño. Dos intentos de copamiento
contra unidades militares en el Fuerte Tiuna de la Capital, revelan las
intenciones de Guaidó y su gente. Con apenas treinta y seis años de edad fue
elegido como el vocero de los sectores más reaccionarios y decididamente
partidarios del intervencionismo militar estadounidense. El mismo es lanzado al
estrellato gracias al aparato mediático que maneja la Corporación mediática
anglosajona que si lugar dudas hace tiempo se halla coordinada con las
políticas exteriores de Washington. Todos los ingredientes de aquella receta
intervencionista, se repiten nuevamente con la intensión de constituir un
gobierno paralelo al legítimo que se asienta en Caracas. Vinculado a ello,
vemos como artífices de siniestras operaciones en el pasado regresan a la Casa
Blanca con el propósito de poner sus conocimientos al servicio de estas
intenciones. De prosperar estos planes es muy posible que se recreen aquellas
nefastas situaciones en nuestro continente algo que debería alarmar a los
organismos regionales como la OEA y la Corte Interamericana de Derechos
Humanos.
Al igual que en los casos anteriores, existe en
Venezuela un importante botín que motiva una aventura intervencionista y ella
se centra en los recursos petrolíferos a cargo de la empresa estatal PDVSA y
sus reservas de oro que son sin lugar a dudas, la clave para resistir los
embates financieros que han lanzado desde Washington con la finalidad de
debilitar a la economía nacional.
Por lo que se puede ver de las posiciones de Guaidó,
él y sus seguidores estarían expectantes por la posible intervención militar
norteamericana como sucedió en la isla de Granada de 1982 y en Panamá en 1989,
donde EEUU acudió a tapar sus asuntos sucios en momentos que la política
doméstica pasaba por una muy mala situación ¿Volveremos a ver esta misma
situación?