domingo, 17 de febrero de 2019



VETERANOS DE AYER




“CUESTIÓN ESTRATEGICA”

28 años después de la campaña Tormenta del Desierto sigue demostrando la importancia central de una buena planificación logística para el éxito de las operaciones militares



Por Charles H. Slim
Cuando la administra- ción de George H. Bush decidió que la situación entre Iraq y Kuwait pasaba por una cuestión estricta- mente militar, inmedia- tamente llamo a sus asesores para que le dieran un informe pormenorizado sobre cuáles eran las opciones para lanzar una operación rápida y devastadora que obligara a los iraquíes a volverse a sus posiciones de origen.

Solo nos referiremos a los aspectos militares del desarrollo de las operaciones Escudo y Tormenta del Desierto sin considerar en esta ocasión las razones y motivos de fondo que movieron a Washington para esta intervención. La intención es esclarecer términos y precisiones sobre lo que significó dicha campaña bélica y como pudo llevarse a cabo.

Ante todo, cuando Bush y Collin Powell viajaron a Riad para supervisar la inmediata llegada de la 82° Brigada Aerotransportada a la base de Dahran que se desplegó para proteger al reino de una posible arremetida iraquí, se preguntaron ¿y ahora qué? Hay que partir de la idea que en ese mismo instante Bush y sus generales ya preveían una acción militar pero el problema que representaba la empresa era, una cuestión estrictamente logística y se resumía en la siguiente cuestión ¿Cómo hacer para traer todo lo necesario a un escenario tan inhóspito y alejado de los principales puntos de abastecimiento?

El tema de la logística siempre ha sido relegado a aspectos secundarios de una campaña bélica pero ello ha sido una injusticia histórica. Se trata de una materia tan antigua como la guerra misma solo que no goza del glamour de la adrenalina de las acciones directas de un frente de batalla.  Su importancia es tan capital, que cada país y organización militar cuenta con un área específica que atiende esta materia. En este sentido la OTAN define a la Logística “la ordenación y empleo de los recursos económicos  de las naciones, para el apoyo de operaciones militares”. Su entidad y complejidad variara conforme a los desafíos que la empresa bélica deba desarrollar.

Sin lugar a dudas que los generales con Schwarzcopf a la cabeza se preguntaron ¿y cómo lo haremos? Y es que cuando tomaron un mapa de la región del Golfo Pérsico no pudieron obviar el gran dilema para cualquier operación bélica que fuese factible y sostenible en el tiempo. A pesar de que EEUU estaba comenzando a beneficiarse de su hegemonía como la única superpotencia en pie tras la caída del Muro de Berlín un año antes, una decisión semejante no podía ejecutarse sin prever como llevarla a cabo.

No solo era un problema la posición geográfica y política, era un dilema para el trazado de rutas de abastecimiento y cobertura de las líneas del frente que en esta ocasión abarcarían la tierra, el aire y el mar. En conclusión, las Fuerzas armadas estadounidenses por sí solas no podían con la empresa e incluso no les bastaría con el apoyo de sus aliados europeos ya que, además de geopolíticamente compleja era una aventura muy riesgosa.

En las maratónicas reuniones de trabajo en el Pentágono se discutía cómo hacer que los aviones, los tanques y las tropas una vez allí, estuvieran asistidas en forma ininterrumpida y no detener las operaciones por contratiempos como podía ser la falta de combustible, municiones, repuestos o los sofisticados sistemas de armas que necesariamente debían llegar embalados con meticulosos protocolos de seguridad.  La vía aérea para ello era insuficiente, costosa y muy riesgosa. La vía terrestre a través de Turquía era limitada y contaba con los mismos riesgos que la otra alternativa. Solo quedaba la marítima y fue así que consultaron al entonces General William Gus Pagonis, una autoridad en el campo logístico  quien luego reflejaría sus experiencias en la guerra del Golfo en el libro US Leadership in Wartime: Clashes,Controversy, and Compromise  del 2009 donde detalla la importancia que tuvo el diseño de una logística por vía marítima y los costes que insumiría para el éxito de la campaña.
Zona de operaciones del grupo canadiense

Estaba más que claro que sin resolver la cuestión logística, no se podía hablar de poner en marcha ninguna operación. Había que garantizar los medios y no solo que llegaran a tiempo sino también la seguridad de la ruta por donde llegarían. La situación que se le presentaba a Pagonis y sus ayudantes era según sus propias palabras “una pesadilla”. No solo por lo extenso del tramo que había que recorrer sino también por los potenciales peligros que existían en las aguas del Golfo. Era necesario anular la capacidad naval iraquí mediante la implementación de cerrojos a sus puertos y establecer zonas marítimas seguras para el tránsito de los convoyes de suministros que se dirigían al frente. Pero eso no era todo. 
Hacía poco que la guerra entre Iraq e Irán había culminado pero como recuerdo quedaban flotando una buena cantidad de minas magnéticas desperdigadas por sus aguas. A ello, la extensa costa iraní podía representar un complejo problema si Teherán entraba en la lucha a favor de Bagdad.

Fue así que nació la idea de formar una “Coalición internacional” de armadas para –bajo la pantalla del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas- establecer una ruta naval protegida por grupos de tareas de varios países que se encargaran de garantizar la circulación de los buques de transporte que entraban por el estrecho de Ormuz hasta los puertos sauditas y más tarde en las costas de Kuwait.

La medida no era caprichosa. Desde el punto de vista estratégico la protección de las líneas de abastecimiento eran tan o más importantes que ganar una batalla. Sabían que una vez abiertas las hostilidades la ruta de abastecimiento se convertiría en un blanco legítimo de las fuerzas iraquíes. EEUU no podía distraer a su flota en tareas secundarias de servicio como las que debían prestar los buques que operaban en la retaguardia los cuales al mismo tiempo les cuidaban las espaldas.  Pero además el despliegue de estos buques tuvo otro propósito muy poco comentado en los hechos de esta guerra y ese fue, en medio de un sofisticado despliegue de tecnología bélica, el de garantizar un flujo de inteligencia electrónica en tiempo real que cubriera todo el espacio acuático del Golfo. Fue por ello que a todos los buques participantes de la Coalición se les instalaron un software y antenas para coordinar la situación de cada buque en las operaciones dentro de sus respectivos sectores  y también para replicar las señales de interferencia de las comunicaciones que se lanzaban sobre Kuwait e Iraq.

Fue por ello que pese a la relativa independencia operacional de los grupos de tareas asignados dentro del teatro, siempre estuvieron en última instancia bajo la atenta vigilancia y coordinación central del USCENTCOM. En ese sentido, tras cumplirse la fecha límite del ultimátum para la retirada de las fuerzas iraquíes, cualquier grupo de tareas que a último momento hubiera pretendido abandonar las operaciones, le hubiera sido imposible hacerlo. Y es que había mucho en juego para tolerar comportamientos veleidosos o poco profesionales.

La titánica tarea de proveer los medios con los cuales las líneas del frente pudieran operar con la fluidez necesaria, quedo reflejada en las cifras que algunos investigadores han expuesto en publicaciones especializadas. La comida y el agua mineral para más de 670.000 hombres, 150.000 vehículos terrestres de todo tipo, 40.000 conteiners, 2000 helicópteros de toda clase y 2000 vehículos blindados llegaron por la ruta marítima durante un lapso de seis meses y todo ello, porque hubo una muy buena planificación que logro cumplir con el objetivo central de que en ningún momento las tropas de la coalición carecieran de los medios necesarios para el combate.

viernes, 15 de febrero de 2019



EN LA MIRA

                                        



ARQUITECTURA DEL ENGAÑO”

Cómo es la infraestructura y los personajes de la intervención planificada para Venezuela ¿Sobrevivirá la revolución bolivariana al embate de una “Primavera caribeña”?



Por Charles H. Slim
Hace ya casi 17 años tras el fallido intento de golpe de estado orquestado desde Washington contra Caracas, Hugo César Chávez profetizó que habían días aciagos por venir y que el imperio estadounidense y sus lacayos no se detendrían en su empresa por tratar de acabar con su gobierno y con el proceso revolucionario que había comenzado. Un año más tarde vendría la invasión a Iraq, tres años más tarde la intentona frustrada de Israel por ocupar el Líbano en 2006 y la bestial intervención en Libia en 2011 y los esfuerzos por reiterar la experiencia contra Siria. Sin lugar a dudas, el tiempo ha reivindicado aquellas profecías y hoy se puede ver como EEUU y sus aliados regionales, tratan de articular los mismos mecanismos de desestabilización utilizados en aquellas ocasiones pero esta vez contra Venezuela.

El libreto es prácticamente el mismo al utilizado para agitar los ánimos del norte de África en 2010, solo que hoy la opinión pública se halla mejor preparada para no caer en operaciones de intoxicación informativa como las realizadas en aquel momento –y con la inestimable cooperación de los Mass Media- por las agencias de inteligencia occidentales, llevadas a cabo con la cooperación del Mossad israelí y las Mutkhabarats de las petromonarquías del Golfo. Fue de ese modo que tanto los medios corporativos anglosajones y redes sociales como Facebook y Twitter, se convirtieron en las plataformas de ataque psicológico dirigidas a minar y manipular a la opinión pública de todos los países que estuvieron sumergidos bajo aquella falsa revolución de masas denominada como “Primavera Árabe”.

Cuando muchos advertíamos que eso vendría para Latinoamérica, los medios corporativos y sus periodistas empleados, se burlaron de esa hipótesis con lo cual, se puede decir que el tiempo ha reivindicado esas previsiones. 

Ahora en Venezuela se está viendo como desde Washington se apoya a un gobierno paralelo autoproclamado por un total desconocido para gran parte de la ciudadanía venezolana y que solo ha recibido la legitimidad de los voceros de la Casa Blanca y los informativos anglosajones a los cuales le siguen lastimosamente los de la república Argentina. Eso mismo sucedió con los personajes que usurparon los gobiernos de los países que EEUU intervino por la fuerza.

Cuando se orquesto toda la parafernalia montada por el entonces secretario de estado Collin Powell ante el Consejo de Seguridad en rededor de las supuestas armas de destrucción masiva en Iraq y las maldades del “dictador”  Saddam Hussein en 2002, Washington ya tenía el gabinete propio para implantar un gobierno que reemplazaría al existente en Bagdad. Al igual que Guaidó, en ese momento políticos arribistas iraquíes, la mayoría con prontuarios criminales como Ahmed Chalabi, Yalad Alawi y el mismo Nouri Al Maliki y que no representaban sino a sus propios intereses sectarios,  fueron designados de facto por Washington para una vez derrocado Saddam Hussein, entregarles una administración de gobierno pero no el poder.

Las consecuencias de aquello quedo bien reflejadas por  ocho años de sangrienta ocupación que en un sentido, jamás terminó ya que aún existen bases estadounidenses en Iraq para garantizar que Bagdad siga bajo las directivas de Washington y aún subsiste el ánimo de resistencia a dicha presencia.

Lo mismo sucedió en la trágica intervención militar de la OTAN sobre Libia en 2011.  Una intervención que fue polémicamente refrendada por Naciones Unidas y que ha sido la causal de un continuo goteo de inmigración y tráfico de personas hacía Europa. Allí y mucho antes de que se comenzaran a desplegar los mercenarios en el terreno, la entonces secretario de estado Hillary Clinton ya venía trabajando con varios sectores de la oposición libia entre ellos, los jefes de “Al Qaeda” en Libia y otros extremistas quienes jugarían un papel trascendente en las operaciones terrestres. A la vez que se desarrollaban las acciones militares en las ciudades libias, Clinton y sus asesores  coordinaban las acciones políticas del Consejo Nacional Libio de Transición (CNLT), un ente artificial –no consensuado por la participación popular- compuesto por políticos opositores al gobierno de la “Jamairiyah Verde” que tras desalojar a Mohammar Gadafy aspiraban a gobernar Libia.

Dicho ente político pudo perdurar en el tiempo, gracias al apoyo de la Unión Europea canalizada por el Consejo Europeo y por el aporte de ayuda financiera para sostener dicha empresa bélica proveniente de las monarquías del Golfo. El apoyo político europeo consistió en reconocer a dicha entidad como el único interlocutor legitimo en Libia, ignorando y desconociendo la autoridad del gobierno legítimo en Trípoli.

No olvidemos que Francia y Gran Bretaña tuvieron el papel estelar en las operaciones militares para intervenir en Libia causando entre la población civil miles de muertos, heridos, arrestados, torturados y una situación de miseria y sojuzgamiento a cargo de los grupos mercenarios entre los cuales estaba “Al Qaeda” y células remanentes del “Estado Islámico de Iraq” que luego crecerían asombrosamente para aparecer por arte de magia en Siria y después sobre Iraq. Las atrocidades que se cometieron contra ciudadanos libios fueron deliberadamente ocultadas por la prensa aunque, hubieron medios alternativos que por un breve lapso de tiempo, pudieron denunciar con asombrosos testimonios gráficos, algunos de esos crímenes masivos como fue el fusilamiento de cientos de soldados libios a los cuales para no dejar rastro de su existencia fueron enterrados en gigantescas fosas comunes.

Derrocado Gadafy, Washington y sus socios británicos y franceses ya tenían preparado un nuevo golpe pero esta vez, contra Siria donde se confiaron que Bashar Al Assad correría la misma suerte que el líder libio. Pero, pese a los esfuerzos por tratar de crear situaciones violentas para que las autoridades sirias reaccionaran desmedidamente  e incluso, sembrando el terror con la infiltración de miles de mercenarios pagados por los emiratos del Golfo en plan de fomentar el clima insurreccional para un golpe de estado mientras al mismo tiempo, se buscaba cooptar a parte de la oficialidad del ejército para hiciera el trabajo. Así nació el Ejército Libre Sirio.

La misma mecánica vemos hoy con el impulso político y mediático de Juan Guaidó en Venezuela, quien hasta no hace mucho, era un perfecto desconocido en la política del país caribeño. Dos intentos de copamiento contra unidades militares en el Fuerte Tiuna de la Capital, revelan las intenciones de Guaidó y su gente. Con apenas treinta y seis años de edad fue elegido como el vocero de los sectores más reaccionarios y decididamente partidarios del intervencionismo militar estadounidense. El mismo es lanzado al estrellato gracias al aparato mediático que maneja la Corporación mediática anglosajona que si lugar dudas hace tiempo se halla coordinada con las políticas exteriores de Washington. Todos los ingredientes de aquella receta intervencionista, se repiten nuevamente con la intensión de constituir un gobierno paralelo al legítimo que se asienta en Caracas. Vinculado a ello, vemos como artífices de siniestras operaciones en el pasado regresan a la Casa Blanca con el propósito de poner sus conocimientos al servicio de estas intenciones. De prosperar estos planes es muy posible que se recreen aquellas nefastas situaciones en nuestro continente algo que debería alarmar a los organismos regionales como la OEA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Al igual que en los casos anteriores, existe en Venezuela un importante botín que motiva una aventura intervencionista y ella se centra en los recursos petrolíferos a cargo de la empresa estatal PDVSA y sus reservas de oro que son sin lugar a dudas, la clave para resistir los embates financieros que han lanzado desde Washington con la finalidad de debilitar a la economía nacional.

Por lo que se puede ver de las posiciones de Guaidó, él y sus seguidores estarían expectantes por la posible intervención militar norteamericana como sucedió en la isla de Granada de 1982 y en Panamá en 1989, donde EEUU acudió a tapar sus asuntos sucios en momentos que la política doméstica pasaba por una muy mala situación ¿Volveremos a ver esta misma situación? 

lunes, 11 de febrero de 2019


VETERANOS DE AYER



“ARGENTINA, EL GOLFO Y LA REGIÓN”

Cómo impacto la experiencia operacional de la Armada Argentina durante la Guerra del Golfo Pérsico en las FFAA de la región ¿Cuestiones profesionales o envidia corrosiva?



Por Dany Smith
El impacto de la participación argentina en la Crisis y Guerra del Golfo Pérsico en 1991 tuvo un alcance regional más allá de lo que el mismo gobierno argentino quiso revelar. En un sentido más central, el impacto de la misión se pudo ver en la atención prestada por las armadas de los países vecinos como Chile y Brasil, éste último con un importante interés en mantener un control cercano de ver cómo evolucionaba su vecino del Río de la Plata ante su crítica posición geoestratégica.

La armada chilena –bajo conducción de almirantes pinochetistas- tomo este hecho histórico como un suceso preocupante para sus hipótesis de conflicto (en particular con sus ambiciones por controlar la ruta atlántico-pacifico) y pronto la coloco como una bolilla más en sus manuales de los liceos militares. Para quienes conocen de la importancia que reviste la experiencia de situaciones extremas y mucho más, la vivida por una armada como la argentina con un envidiable antecedente que es el de haber sido el único país del hemisferio que peleo en el siglo XX contra una potencia de la OTAN, el haber desarrollado operaciones junto a las armadas más poderosas del globo, implicaba una sustancial enseñanza y un serio desafío para sus inexpertas tripulaciones.

El factor humano ha demostrado ser central en el desarrollo de un sector crítico como lo es la defensa. Hay en la historia amplios ejemplos de ello. 
Puede dotársele a un grupo de hombres del mejor equipo y armamento de última generación pero si carecen de motivación y profesionalismo todo aquello no servirá de nada. Pues a la inversa era la situación de los argentinos. Su desempeño con el modesto equipo que tuvieron a la mano, dentro de un esquema organizacional complejo, fue formidable y destacable tal como lo evaluaran en informes dados a conocer por la Oficina de Inteligencia Naval en Washington y que durante años mantuvo inquietos a los británicos.

En el caso de los brasileros el impacto no fue menor pero, sin la particular ponzoña que tenían los almirantes chilenos al momento de abordar la experiencia argentina. El carácter de los militares brasileros se hallaba más enfocado a criterios objetivos sin contaminación ideológica como se ve en los cuadros militares chilenos. En aquellos momentos se comenzaron a tender puentes de entendimiento duraderos. En esos momentos las relaciones bilaterales iban en crecimiento gracias en parte, al impulso del MERCOSUR como proyecto de un mercado común con ilusiones de volverlo un bloque competitivo de cara a la globalización neoliberal que ya se había instalado en la región.

Brasil respiraba tranquilo cuando Argentina firmo el Tratado de No proliferación nuclear asegurándole que no tendría competidor en la región y ello gracias a Washington. Pero aun así, seguía la preocupación por el desarrollo de sus fuerzas armadas que a pesar de su ya para ese entonces paupérrimo estado propiciado por la derrota en la guerra de 1982, seguían operativas.  Fue allí el interés de estudiar la experiencia argentina en la guerra del Golfo.

Fue de ese modo que los militares brasileros y asesores políticos en defensa realizaron sus propios estudios de aquel acontecimiento histórico y del desempeño de la armada vecina operando tan lejos y en un teatro desconocido para sus acostumbrados entrenamientos insulares. Los antecedentes operativos de la Armada Argentina fueron materia de análisis durante la guerra de Malvinas. En lo referente a la Crisis y Guerra del Golfo,  la experiencia era particularmente importante para analizar las capacidades humanas de aquellas dotaciones navales. Incluso se hicieron publicaciones en medios de círculos militares como “Seguridad & Defensa” donde se detallaban los aspectos operativos de la misión “Alfil 1”.

Aún más, en estas publicaciones se realizó un cuidadoso examen de las misiones de cada navío y de cada helicóptero embarcado, informando así la naturaleza real de aquel conflicto y el alcance en sus consecuencias que durante casi tres décadas, los gobiernos argentinos han tratado de enmascarar –para evitar reclamaciones de sus efectivos- como una “Misión de paz” de Naciones Unidas.

La individualización de cada aparato y sus correspondientes roles en las operaciones “Escudo del Desierto” y luego en plena guerra durante la “Tormenta del Desierto” no les dejo lugar a dudas de la capacidad que aún mantenían los argentinos en desplegar sus conocimientos en un teatro altamente peligroso y hasta casi imposible de delimitar atento a la existencia en ese momento, de armas de largo alcance y de precisión casi milimétrica. En éste sentido, no hay que olvidar que los iraquíes contaban en sus arsenales con los temibles misiles “AM39 Exocet”, los mismos que ellos habían usado con mortífero éxito contra  los británicos en la guerra de Malvinas en 1982.

Pero eso no era todo. La variedad de misiles antibuque iraquíes con alcance suficiente para darles de lleno a cualquiera de las unidades navales desde las costas kuwaitíes o desde su propia línea costera, quito el sueño a los planificadores de la operación naval ya que, ello pudo haber cambiado el curso de la guerra extendiéndola más allá de lo deseado por Schwarzcopf  y su estado mayor. No hay que olvidar que más allá de que las batallas más importantes fueron terrestres, fue la vía marítima por el Golfo Pérsico, la ruta estratégica por la cual, se aprovisiono más del 90% de las cargas (3.000.000 de Toneladas) de pertrechos y equipamiento  bélico para surtir a la misión de la Coalición. Sin aquella ruta la campaña se habría complicado y muy seguramente habría extendido las acciones bélicas más allá de lo tolerable.

Según lo ha comentado el mismo Vicealmirante Stanley Arthur y coincidiendo con los planificadores de las operaciones “Escudo y Tormenta del Desierto”, esta maniobra estratégica fue la clave del éxito militar al conceder a las fuerzas navales participantes, tareas parciales en coordinación cuya finalidad era asegurar la llegada en tiempo de los convoyes de transporte.

Pese a todo, la misión argentina cumplió con su parte y ello fue motivo de análisis de los expertos militares brasileros. Uno de los aspectos que más destacaron en sus publicaciones fue las tareas realizadas por los helicópteros embarcados SA316B provenientes de la Base Aeronaval Comandante Espora que se ubica en la ciudad de Bahía Blanca, al sur del país. En plenas operaciones bélicas los helicópteros “Alluette” desempeñaron vitales tareas de vigilancia y rastreo de minas para proveer seguridad  tanto a sus buques como al tren de convoyes que debían escoltar hasta las aguas kuwaitíes y para ello llevaron adelante operaciones combinadas con buques franceses como el Marne con el buque hospital Comfort, con los canadienses embarcados en el Athabascan y la fragata italiana Zeffiro.

Los aparatos argentinos realizaron dentro de la zona de operaciones y  en pleno de la guerra 28 vuelos de búsqueda de minas, las cuales cobraron sus bajas entre la flota de la Coalición; unos 14 vuelos de transporte y 2 vuelos de evacuación médica, todos ellos lanzados desde la fragata “ARA Almirante Brown”.

A la par de esto, las armadas aliadas también interactuaron con los buques argentinos y en este sentido el destructor “Almirante Brown” recibió en su cubierta de vuelo a los helicópteros SA316 franceses, el sobrevuelo de los SH-3 “Sikorsky” y SH-60 “Seahawk” de la armada estadounidense, los AB212 italianos y un fluido contacto con el Alto mando naval situado en Darham desde donde se coordinaban los movimientos de la flota de la Coalición que más allá de haber operado con relativa independencia operativa, debían cumplir con lo planificado por el “MarCent” (Comando Central Naval) dirigido por Almirantes y generales estadounidenses, británicos y franceses.

Se reconoció la experiencia como inédita destacando la pertenencia regional de dicha misión militar, la cual tuvo su paso obligado para reabastecimiento en puertos brasileros. Sin perder el hilo de las consecuencias  -Realpolitik- que ello tuvo, no huelga en nada tener que recordar que detrás de la decisión de permitir las operaciones de reabastecimiento de víveres, pertrechos y alije de combustible fue permitido por Washington y bajo la atenta observación de Gran Bretaña que monitoreo todo el procedimiento desde sus aguas e incluso en los mismos puntos por donde tocaron los navíos argentinos.

En conclusión y a la vista de estos documentos históricos que dan cuenta de una experiencia tan importante para el desarrollo de una arma como la marina de guerra, se puede ver que son los brasileros quienes más saben de este acontecimiento que los mismos argentinos, protagonistas históricos de aquellas jornadas.

domingo, 10 de febrero de 2019


EN LA MIRA




“¿REGRESO A LA INESTABILIDAD?”

La salida de EEUU del Tratado de misiles INF ha desatado éste cuestionamiento el cual sin dudas, es crucial para evitar la proliferación y utilización de armas nucleares tácticas en conflictos convencionales ¿Primara la cordura?



Por Charles H. Slim
En la carrera por la dominación global, el desarrollo de sistemas ofensivos de armas estratégicas siempre ha sido una prioridad para los países enrolados en esa empresa, como apoyo irreductible y estratégico a sus políticas diplomáticas. La era de la llamada “Guerra fría” durante la segunda parte del siglo XX fue la muestra de aquello. Pese a la disolución de la URSS todo aquello parecía acabado incluso se llevaron adelante gestiones y tratados bilaterales para terminar con la carrera armamentista que significaba tratar de estar un paso más adelante del rival.

A pesar del paso del tiempo las cosas no han cambiado e incluso se puede asegurar que han empeorado. La era de las teorizaciones y las ideologías abstractas ha pasado y con los ejemplos más descarnados de la geopolítica internacional contemporánea se puede ver como se ha consagrado el triunfo de la Realpolitik. En resumen: Quien tenga el musculo más grande impone sus decisiones.  Obviamente ello matizado con nuevas y poderosas herramientas de persuasión conducentes a manipular a la opinión pública como paso previo a desplegar cualquier uso masivo y despiadado de la fuerza.

El primer fundamento que vimos a comienzos de los noventas fue “combatir a los dictadores” –los mismos que el departamento de Estado y la CIA apoyaron-, luego vino “implantar la democracia y la libertad” en regiones donde regían otros valores tan respetables como los imponibles por los occidentales, y lo más siniestro fue el presumido combate al “terrorismo” mediante la orquestación de una muy real y cruenta violencia explícita y gratuita.  Esto era imponible a pequeños países o estados poco estables, vulnerables a la influencia de Washington o de sus aliados, pero no lo era para nada con los grandes actores como Rusia y China que trabajan en sus propias agendas geopolíticas en un marco de multipolaridad.

Pese a que el sector del Conglomerado de  medios anglosajón invirtió decena de millones de dólares por tratar de pintar a los estados orientales como los únicos armamentistas y con malas intenciones hacia sus vecinos e incluso, como una amenaza real  para el mundo entero, la realidad se impuso por sí misma y ella dejo bien en claro que los EEUU, Gran Bretaña y otros pequeños aliados eran los verdaderos peligros para la paz.

El reciente abandono por los EEUU del Tratado de misiles de alcance intermedio INF firmado por la administración Reagan con la URSS en 1987, puso blanco sobre negro sobre quienes son realmente un peligro para subsistencia de la paz en el globo y desata a su vez dentro de la misma comunidad política angloestadounidense, un amplio debate sobre el papel que desempeña La Casa Blanca en la nueva carrera armamentística que parece haberse dado inicio con estas señales agresivas hacia Oriente.

Agregado a esto, la situación parece reflejar el ingreso o más bien, el regreso de viejas caras al staff de la administración Trump que pueden verse deambulando por los pasillos del Departamento de Estado y el Pentágono que hoy están impulsando una nueva política exterior que podría desencadenar una oleada armamentística que a su vez puede llevar al mundo a una nueva crisis de alcance global como se ha visto desde la crisis de los misiles en Cuba en el siglo pasado, relacionada con la proliferación de armas de destrucción masiva de alcance intercontinental.

La declinación del acuerdo nuclear entre Washington y Teherán durante la administración Obama, es solo un capítulo más en todo esto. Detrás de ello se encuentra la intensión de multiplicar el desarrollo de misiles de alcance intermedio con la finalidad de que sea posible utilizarlos como elementos tácticos en batallas clave o para ablandar posiciones (incluyendo ciudades) que no puedan ser capturadas con facilidad por las tropas convencionales. Los ensayos de este uso ya vienen siendo llevados a cabo desde hace mucho en escenarios como el polígono israelí en el desierto de Negev, como en teatros reales en Afganistán, Iraq y hoy en Yemen.

No se trata del accionar o la maquinación de un orate como Trump o de sus asesores cercanos. No para nada. Ello es una planificación bien trazada y ensayada por funcionarios de gestiones anteriores en otros escenarios y contextos geopolíticos como fue la era de la Guerra fría. La salida unilateral de EEUU del Tratado de Misiles de Alcance Intermedio, viene acompañado de una constante expansión de la OTAN sobre las fronteras de la Federación rusa cooptando a gobiernos corruptos y de endeble legalidad de países como Polonia, Macedonia y Bulgaria que creen que obtendrán ventajas económicas y comerciales por prestar sus territorios y sus bases militares para albergar bases, equipamientos  y tropas de la Alianza Atlántica.

Este tipo de acciones da razones y muy poderosas para que Rusia fortalezca sus sistemas de defensa misilistica que no hay que olvidar, ha escalado a un nivel de sofisticación y alcance sorprendente, tanto que Washington entró en pánico el año pasado al comprobar que sus multimillonarios sistemas de escudos eran inútiles ante los nuevos vectores rusos.

jueves, 7 de febrero de 2019


EN DEBATE







“LA OTAN Y SUS TRASFONDOS”

Una estructura político militar que sobrevive pese a no tener los objetivos que ya no existen ¿Tiene legitimidad para seguir actuando paralelamente a la ley 

internacional?


Por Charles H. Slim
Ciertas estructuras nacen para atender las necesidades de un tiempo y lugar determinados, y en política ello es tan común como necesario. Ese es el caso de la OTAN, un ente militar que nació al amparo de una amenaza contemporánea a las necesidades de los gobiernos que la conforman, en especial Francia, Alemania y por supuesto, EEUU. La Organización del Tratado del Atlántico Norte fue fundada el 4 de abril de 1949 en el marco de la psicosis sobre el temor a una avalancha soviética proveniente del este que invadiera a la Europa occidental judeo cristiana que había salido apenas un lustro antes de la segunda gran guerra.

Si en aquellos momentos el peligro de una escalada comunista sobre occidente tenía ciertos visos de realidad, especialmente en la era de Stalin y parte del gobierno de Kruschev, ello para finales de los setentas y mediados de los ochentas, ya no tenía sustento.  Y es que a pesar de que la URSS aún estaba entera y el Pacto de Varsovia operaba como la contraparte de la Alianza atlántica, ya se comenzaban a ver serias fisuras dentro del bloque comunista. En la teoría aquella mega estructura militar occidental, se desmantelaría una vez que su contra parte soviética el “Pacto de Varsovia” se hubiera disuelto; pero ello, solo fue una vana esperanza.

Si bien habían varios generales y almirantes en ambas partes que tenían la expectativa de que estas estructuras se desmantelaran inmediatamente al final de la pugna bipolar, la mayoría o más bien, los más influyentes bregaron junto a los sectores políticos neoconservadores dentro del Congreso estadounidense, por bregar para mantener a la OTAN como una organización necesaria para la seguridad nacional. La necesidad arguída en realidad escondía razones económicas convenientes que comenzaron con la lucrativa industria armamentística y de defensa pero que se fueron ampliando con el paso de los años.

A la caída del muro de Berlín en 1989 el objeto de la OTAN entro en crisis y no fueron muchos los que apostaban por su continuidad. Era una cuestión de lógica ya que si un monstruo había desaparecido, era razonable que el otro también lo hiciera. Obviamente ello no fue así y entonces comenzaron las preguntas y los dilemas para tratar de justificar su existencia más allá de las reales necesidades que en algún momento llego a cubrir.

Lo cierto es que desactivar semejante megaestructura militar, conllevaría a desmantelar una vasta red de departamentos, secciones y con ello el cesanteo de miles y miles de puestos administrativos que mueven la burocracia de esta gigantesca organización. En fin. Darle muerte a la OTAN por falta de rival a quien combatir, significaría el final de subvenciones presupuestarias, de millonarios ingresos de cada uno de los gobiernos que cooperan para su sustento y por supuesto, la desarticulación de una formidable estructura militar extra continental que podía ser usada contra cualquier país que no se aviniera a las políticas de un “nuevo orden” como lo anuncio ante el Congreso estadounidense George H. Bush en septiembre de 1991.

En algún momento cuando devino la crisis del Golfo en 1990, algunos cerebros intentaron argumentar un ensamble de la OTAN con el Consejo de Seguridad de la ONU, algo que pese a no haberse oficializado, hoy parece una realidad de facto. Tratando de lavar la cara ante la opinión pública, se hicieron algunas propuestas para que su estructura sirviera para ejecutar resoluciones emitidas por el Consejo.

Y así fue utilizada ni bien se presentó la oportunidad, amparándose en situaciones de conflicto dentro de países estratégicos  que tomaron un cariz internacional a la vera de resoluciones de Naciones Unidas. Así pues, Los Balcanes en la década de los noventa (con especial interés en degradar a Serbia aliado de Rusia), Afganistán 2001; Iraq 2003 y Libia en 2011 fueron los episodios más emblemáticos de su visible intervención en conflictos regionales. Obviamente que también ha actuado y sigue actuando bajo cubierta y con programas secretos en varios conflictos que tiene importancia geopolítica para Washington y Bruselas. En estos últimos no puede dejarse de recordar el golpe de estado de 2014  en Kiev que llevo al desencadenamiento de un conflicto en el este de Ucrania por la región del Dombas y la fallida intento de repetir el mismo libreto en la península de Crimea, abortado por la rapidez en adoptar una decisión política crítica por parte de Vladimir Putin.

Ahora bien. El paso de este tiempo y a la luz de la evolución de todas estas situaciones y de las consecuencias que ellas han reportado a millones de personas, no cabe lugar a dudas del origen y direccionalidad que pretende dársele a la OTAN y a organizaciones similares. Como bien dijimos, el nacimiento de este ente se enmarcaba en una amenaza al mundo occidental “judeo cristiano”, término que hoy por hoy adquiere una vital relevancia para entender el trasfondo de sus políticas y acciones. La llegada de los neoconservadores en 2000 a la Casa Blanca, fue solo la muestra del poder desnudo que operaba en las sombras ya desde décadas anteriores especialmente desde los sectores de lobistas dentro del Congreso  y en especial en la administración Reagan.  La peculiaridad de este sector era –y sigue siendo- la composición de sus miembros en su mayoría judíos o cristianos adherentes al llamado “neosionismo”. De este modo personajes como Wolfowitz; Perle, Cheney, Rumsfeld, Feith, Ledeen, Woolsey, Negroponte en muchos otros funcionarios de la era Bush, agitaron situaciones para concretar planificaciones previamente diseñadas por sus “Think Tanks”.

La predilección por el mundo árabe islámico y en particular contra los países laicos más avanzados de la región, fue notable y su fin se vio a la claras cuando desguazaron Iraq. Destruir las capacidades de estos países para que no rivalicen con Israel era –y sigue siendo- su “leitmotiv”. En ese plan han impulsado todo tipo intrigas y conflictos que han llevado a crear la engañosa necesidad de organizaciones como la OTAN pero adaptadas a la región donde se les requiere. Hoy eso se ve en el Medio Oriente, tras el fracaso de Barack Obama por establecer el plan de un “Medio Oriente Ampliado” sustentado por las monarquías árabes y que trató de engullirse a la República Árabe Siria, cambia de forma mediante el intento de crear una organización de seguridad regional “judeo sunita” que contenga la influencia iraní en la región. Esta inimaginable alianza ya viene siendo una realidad encubierta desde hace varios años y Yemen es su más sufriente ejemplo.

Actualmente el regreso de los neoconservadores con John Bolton a la cabeza, parece potenciarse con la venida de siniestros ingenieros del intervencionismo en épocas de Reagan; nos referimos a Abrams Elliott quien con un largo prontuario a sus espaldas por obrar a espaldas del Congreso estadounidense y tras ser indultado por esos cargos, es acogido por la peculiar administración de Trump quien en realidad poco y nada sabe del pasado de éste nuevo funcionario. Elliott además de ser un sionista militante, es un troskysta que fundo la “Teopolítica”  como línea de fundamento para la toma del poder mundial, demostrando que los integrismos religiosos no solo provenían del mundo Islámico. Estuvo y sigue teniendo estrechos contactos con la inteligencia israelí –colaborando como asesor de Condoleezza Rice en la agresión israelí de 2006 contra el Líbano-  la cual a su vez y por esta relación, tuvieron que ver con terribles masacres en el Salvador, Guatemala y Nicaragua.

Según algunas fuentes, su llegada es el prolegómeno, tras el fracaso del “Estado Islámico” (un embuste planificado por la inteligencia occidental), de la instauración de una nueva planificación para guardar los intereses estadounidenses en el Medio Oriente de cara a reorientar sus fuerzas sobre Venezuela y ello se concretaría con la creación de una OTAN compuesta por elementos israelíes y árabes. Esto se vislumbrará en la Conferencia de Varsovia a desarrollarse el 15 de febrero en la capital polaca y en ella se expondrán las ventajas de poner en marcha una estructura como la comentada.  Ya se ha comprobado por los testimonios de altos mandos militares israelíes el grado de compromiso de Tel Aviv en las acciones violentas contra Siria como una manera de dejar en claro que su participación en esta posible estructura militar y de inteligencia para el Medio Oriente, debe ser más que preponderante y que sin dudas Washington apoyara a toda costa.