“UNA PROPUESTA
INCONVENIENTE”
La propuesta de
erigir un Tribunal Internacional para juzgar a combatientes occidentales por
los crímenes del ISIS en Siria e Iraq puede causar más problemas que ventajas.
El problema de ser juez y parte.
Por Charles H. Slim
Han pasado ya cinco años desde que sorpresivamente y
sin explicaciones, hizo aparición en el escenario del “Levante” (una región desértica
entre Iraq y Siria) una fuerza armada altamente preparada y pertrechada con
moderno armamento. Acompañado de una sofisticada plataforma de propaganda digital
e impostando una predica islámica seudo suní se presentaba ante el mundo el “ISIS”,
una versión mejorada del “Islamic State of Iraq” insertado en Iraq en 2006 tras
la eliminación de Abu Muzab Al Zarqawi. Ello se dio en momentos muy oportunos
para los intereses de quienes estaban intentando derrocar al legitimo gobierno
sirio y al mismo tiempo desbancar al incomodo régimen iraquí del títere de
extracción chií Nouri Al Maliki.
La supuesta intención de instalar un “Califato”, es
decir un estado islámico bajo argumentos escatológicos falsos y nacidos al
amparo de los cerebros del engaño de las administraciones republicanas de Bush
padre y que se perfeccionaron bajo la administración George W. Bush y Cia, se
creó el tan necesitado “enemigo islámico” para explicar el funcional relato de
la “lucha contra el terrorismo” que entre otras cosas, justificaba las
operaciones secretas de la CIA para facilitar secuestros y las torturas en
cualquier parte del mundo. Y aunque a simple vista las hordas de milicianos
vestidos de negro desplazándose en esas costosas camionetas artilladas marca “Toyota”
emulaban a combatientes árabes de épocas pasadas (especialmente de la
resistencia iraquí), en realidad ocultaban sus verdaderos orígenes e
intenciones.
En los detalles está la diferencia suele decirse; y
así con el paso de los meses y de los años, se pudo constatar lo que realmente represento el accionar de ese
grupo presumidamente árabe-islámico que había llegado supuestamente para
liberar a los iraquíes de la opresión “Safávida” y pro-iraní. El “ISIS” o
“Daesh” (acrónimo árabe) fue claramente un oxímoron, símbolo vistoso de un
engaño orquestado y puesto en marcha por las agencias de inteligencia
occidentales y obviamente con la ineludible participación Israelí. Nada fue al
azar e incluso la situación creada en la región tras la invasión y ocupación de
Iraq fue deliberadamente propicia para favorecer la aparición y justificación
de este pretendido “fenómeno”.
Pero no duró mucho. Tras su derrota en 2017, ha
surgido un nuevo dilema para los gobiernos occidentales y es el referente a los ciudadanos que se
unieron a las filas del “Daesh” y que tras haber sido capturados, fueron en
primera instancia encarcelados en Siria e Iraq para más tarde algunos de ellos,
ser repatriados a sus respectivos países de origen.
Aquí las preocupaciones de Washington, Londres,
Francia y Berlín trasuntan no porque estos elementos traigan consigo planes de
llevar adelante ataques terroristas o cosas similares, no nada de eso; las
preocupaciones son por las probables revelaciones de elementos comprometedores que
podrían salir a la luz de los testimonios de cada uno de estos “yihadistas” que en su mayoría no serían más
que un montón de maniacos y aventureros, pero hay otros que participaban en
sitios, junto a personajes centrales y
actividades clave de la organización. Algunas áreas que podrían llegar a
comprometer a los gobiernos involucrados (entre ellos EEUU) están el robo y
tráfico de petróleo sirio sacado por Turquía, la compra y traslado de armas y
la ruta de financiamiento bancario para sustentar la operatividad de la
organización. Sin dudas que muchos ya fueron eliminados tras haber caído en
manos de los iraquíes o de los mismos estadounidenses que se cercioraran de no
dejar rastros que puedan complicar a su gobierno.
Está claro que no todos estos mercenarios occidentales
ocupaban una misma categoría e importancia dentro de esta organización. La
mayoría era mera carne de cañón reclutados por agencias fantasma que respondían
en última instancia a la CIA mientras que otros además de combatir, aportaron
conocimientos específicos y muy importantes en áreas tan variadas como ser el
conocimiento en explosivos y armas, manipulación de armas químicas, informática,
inteligencia, contrainteligencia etcetc. Otro de los inconvenientes que podrían
suscitarse se refieren a las comprobadas injerencias de la CIA en la
triangulación de armas adquiridas a Bulgaria para destinarlas a “ISIS” en Siria
y otros países en guerra, una investigación que le costó el trabajo a la
investigadora y periodista búlgara Dilyana Gaytandzhieva.
Es por ello que instarse un proceso como el
pretendido, podría revelarse estos negocios y asuntos sucios lo cual es algo
demasiado embarazoso para los gobiernos implicados.
Este largo prefacio viene a colación de la reunión
que se llevó a cabo el 3 de junio pasado en la ciudad de Estocolmo, donde una
docena de países enviaron a sus representantes para tratar con el primer
ministro sueco Mikael Damberg la posibilidad de constituir un tribunal
internacional para juzgar los crímenes del ISIS. El proyecto habría sido ideado
por el Reino Unido, Francia y Holanda justamente los países más comprometidos
con el regreso de combatientes del Daesh que está complicando la agenda
política de cada uno de estos países.
El año pasado, Donald Trump haciendo gala de su
frontalidad llamó a los países europeos a “retirar sus mercenarios que
combatían con ISIS” sin decir nada claro, sobre la participación de sus propios
elementos militares y de inteligencia que desde el inicio apoyaban a las bandas
armadas tales como “Al Nusrah” y “Al Qaeda”, este último un reconocido y
antiguo activo de la inteligencia anglosajona.
Esta intensión no persigue precisamente indagar en
los hechos y las causas que originaron al “Daesh” o cómo pudieron financiarse,
abastecerse o determinar quién y cómo les facilitó todo el sofisticado equipamiento
con el que contaron o simplemente hacer justicia por los crímenes
cometidos, sino hacer un show meramente
escenificado y preparado de antemano para condenar a simples mercenarios
europeos y norteamericanos sin profundizar en cuestiones complejas como las
antecedentemente mencionadas.
Otro motivo real que empuja a los países interesados
en llevar adelante esta charada, es la búsqueda de una legitimación pública a
nivel internacional del embuste denominado “Lucha contra el terrorismo” y de
toda la legislación –en particular la
estadounidense- claramente estigmatizante y discriminatoria direccionada
contra los musulmanes. Pero sin dudas otro de los motivos son las presiones
provenientes de Bagdad donde la administración de justicia iraquí viene
reclamando precisamente a estos países, la subvención por los gastos que causan
los prisioneros occidentales en sus temibles cárceles, algo de lo cual los
europeos no quieren colaborar.
Por lo pronto, los suecos han planteado varios
obstáculos para concretar este plan. En primera instancia han dicho que no es
oportuno realizarlo; es poco o nada factible llevarlo a cabo dado que tanto
Damasco como Bagdad por cuestiones político legales se niegan a reconocer otra
jurisdicción extraña a sus propias legislaciones; su costo podría llegar a
cientos de millones de dólares, dineros que desde hace tiempo reclama Bagdad
por el procesamiento y encarcelamiento de varios de estos mercenarios; y por
último un problema de competencias que se ve por la participación de estos
estados en la provisión de apoyo financiero, político y militar para que el
“ISIS” pudiera operar.