“COMO EN 1989”
Aunque la
situación política y económica no es igual a la del 2001, es muy similar a la crisis de 1989 ¿Retroceso
o salto al vacío?
Por Pepe Beru
Suele decirse que la historia es cíclica y muchas
situaciones pueden volver a repetirse solo que matizadas a la época y el
contexto en que se producen. Pero también se dice que esto solo puede ocurrir
cuando una situación o las personas que la experimentan no han cambiado sus
actitudes o el sendero por el cual llegaron a esa situación reiterativa. Son
estas situaciones en las que uno suele decir “ya he visto o vivido esto antes”.
La Argentina es un gran Dejá Vu existencial. Su historia político y social es un compilado
de idas y venidas, acciones y contradicciones, zanjadillas y complots que ha mantenido al país en un estado de
letargo perpetuo que pareciera no tener fin.
Por estas horas el gobierno de Mauricio Macri se
halla en una difícil encrucijada, sometido bajo la presión de sus propias
torpezas y el aprovechamiento de una oposición política quien generó la matriz
del actual descalabro económico- financiero, debe tomar una decisión sobre si
continua hasta el final o cede a las presiones que buscan sacarlo y crear una
transición adelantada pintando un escenario mucho peor a la crisis de 2001.
A diferencia de sus fracasados predecesores
(Alfonsín y De La Rúa), Macri ha logrado obtener una sorpresiva demostración de
apoyo popular que se vio el sábado pasado en una Plaza de Mayo copada por miles
de manifestantes autoconvocados. Pero ello no significa que todos esos
ciudadanos tengan una sincera simpatía por las políticas que su gobierno ha
estado implementando; otra vez estaríamos viendo como las masas, movidas por su
propia conveniencia, varían su opinión luego de ser ellos mismos –en gran parte- los creadores de la
crisis.
Las últimas posturas del candidato del “Frente por
Todos” Alberto Fernández dejan en claro
que juega duro y sucio, sin importarle cuanto pueda costarle al país su plan
basado en el eslogan “mientras peor mejor”.
La negativa a comprometerse con el
desembolso de dólares que el FMI había acordado con el gobierno, acelera la
crisis financiera y acerca rápidamente el riesgo de un default.
Los ciudadanos de a pie no necesitan de intérpretes
mediáticos, especialistas en estadísticas, ni de periodistas supuestamente influyentes
que venden una supuesta “pura verdad” para darse cuenta de que se trata todo
esto. Sus padres y sus abuelos ya lo vivieron y por cómo van las cosas es
posible sus nietos sigan viendo la misma película.
En 1989, justo treinta años antes, se estaba
llevando a cabo un proceso similar que terminaría en una sucesión forzada y
adelantada del poder. Las circunstancias político económicas –más allá de las diferencias técnicas- son
semejantes. En aquel entonces el gobierno inoperante de Raúl Alfonsín había
trastabillado una y otra vez, llevando a la economía del país a una
hiperinflación que sus últimos meses de gobierno devoraría los sueldos y
hundiría en la pobreza a miles de argentinos.
La dinámica de los eventos que llevaron a la
presentación de la renuncia (o remisión) de Alfonsín, dieron comienzo desde el
primer día de ese año y algunos de ellos fueron decisivos para acelerar su
salida. El malestar social por el incremento incesante de los precios, la
agitación política y social en los
distritos del cono urbano bonaerense (dirigida por punteros del PJ) y los masivos paros sindicales encabezados por
la CGT (controlada por el PJ) habían convertido al país en una olla a presión,
las circunstancias propicias para que hicieran aparición de “los salvadores” de
la patria encarnados en –obviamente- los
candidatos peronistas, entre ellos el desconocido gobernador de la provincia de
la Rioja Carlos S. Menem.
En las primeras horas de la mañana del 23 de enero
de ese año, un comando de militantes marxistas asaltaba el cuartel militar de
“La Tablada”, agregando otro –y muy
conveniente- elemento desestabilzador al ya inestable gobierno radical. Más
allá de la intensión política de los atacantes (lo que desato varias
especulaciones sobre sus autores intelectuales y sus conexiones con el mismo
gobierno radical ) nunca se hizo público quién había financiado esta operación.
Al parecer en las actuales circunstancias no
pareciera que se estén urdiendo planes de operaciones sucias y cruentas como
ésta, pero no hay que perder de vista que lejos está de obtener la cooperación
de la oposición y del mismo Alberto Fernández para conformar un gobierno de
“unidad” en estos complejos momentos que vive el país.
Lo ocurrido el 27 de agosto último lo deja en
evidencia, “Fernández no aceptara comprometerse con el acuerdo que Macri y su
gobierno firmo con el FMI”, algo que recibió una inmediata respuesta del mismo
Fondo, de los mercados internos y externos, y obviamente de la gente. Pauta de
esto es la subida del riesgo país superando los 2000 puntos, subida del dólar
más de 62 $ pesos, declaraciones de algunos representantes del sector
empresarial señalando un descreimiento a cualquier plan que pudiera presentar
el gobierno y la movilización de organizaciones sociales que responden al
Kirchnerismo.
Pese al perjuicio que esto puede acarrearle al país,
el “Frente por Todos” parece apostar por empeorar las cosas y de esa manera,
crear una situación de ingobernabilidad al borde del caos. Es más, el candidato
“peronista” aprovechando esta oportunidad ha enviado un mensaje al organismo
internacional alegando que existe “un vacío de poder” y que no le conviene
hacer el desembolso.
Es ahí donde radica la estrategia de la operación
sucia para complicar y desestabilizar al gobierno. Con la clara ayuda de
algunos periodistas y sectores mediáticos bien definidos, Alberto Fernández
tratara de plantear una legitimidad en la anulación de las elecciones de
octubre y de ese modo se haga necesario un traspaso directo del mando,
apoyándose en los gobernadores peronistas que se han unido para presionar al
gobierno federal.
Más allá de que no hay armas y tanques para obligar
a la dimisión, la presión política que se aplica, está destinada para obtener
los mismos resultados algo por lo cual y sin temor a errar puede calificarse
sino del mismo modo, como un golpe blando.
El no desembolso del préstamo del FMI, complicaría
al gobierno pero también a la Argentina como estado ante sus acreedores, algo
que Alberto Fernández y a quienes lo sustentan tras bambalinas les convendría
en grado sumo ya que, además de obtener la salida inmediata del gobierno
macrista por una presión irresistible de la población, le posibilitara una vez
en el poder, hacerse con la suma del poder público basado seguramente en una
ley de emergencia económica. Con ello, imaginan que podrían plantearle unilateralmente
una renegociación de la deuda algo que muchos consideran como ilusorio.
En última instancia los principales responsables en
todo esto siguen siendo los mismos argentinos o, mejor dicho, los denominados
“porteños” (que viven en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) y en especial los habitantes
del cono urbano la provincia de Buenos Aires, quienes representando el caudal electoral más importante y decisivo en
las elecciones, son quienes terminan por definir el resultado de un escrutiño.