“UNA
RETORICA RETORCIDA”
Las
pretensiones de Washington y Bruselas de no detener la expansión de la OTAN han
encontrado una decidida resistencia de Rusia que trata de ser vencida con
argumentaciones anacrónicas y poco sustanciales. El 10 de enero próximo Moscú
planteará a Washington un plan para superar esta situación ¿Será aceptado o
Washington y Bruselas trataran de imponerse por la fuerza?
Por Charles H. Slim
Los
asesores y material bélico de la OTAN se siguen movilizando a Europa del este y
pese a ello, solo hay un silencio sordo desde Naciones Unidas que hace como si
allí no sucediera nada. Sobre el papel de las Corporaciones de medios
anglosajonas no hace falta algún comentario ya que son la caja de resonancia de
la visión de Washington. Eso no puede sino traer malos augurios pero no para
solo para la región euroasiática sino incluso, para todo el mundo.
En Kiev, el gobierno del presidente Volodymir Zelensky
apuesta a jugar rudo o al menos, a mostrar desde lo discursivo una postura
inflexible con Rusia creyendo que Washington y la OTAN estarán para respaldarlo
en el terreno ¿Pero eso es real?
Desde una perspectiva política y de cara a la opinión
pública, Washington y Bruselas están dispuestos a respaldar a Ucrania en su
intensión de volcarse al bloque euro atlantista pero ello no se traduciría en
una intervención militar directa y mucho menos, utilizar sus capacidades
nucleares como carta de intimidación contra Rusia. Zelensky no debería ser tan
cándido y más bien debiera revisar un poco la historia para ver quienes son los
que terminan poniendo los muertos por las sugerencias angloestadounidenses.
A estas alturas, los argumentos de La Casa Blanca
además de poco creíbles encuentran limitaciones intrínsecas para un relato
veraz.
Y estos límites se encuentran reflejados en situaciones
muy concretas: Una inexplicable estrategia para-legal de Washington (apoyada
por la ONU) con la cual intervino en otras naciones; problemas entre algunos
miembros de la Alianza (que podrían disgregarla) y una superioridad técnico
militar rusa ineludible (entre los que se cuentan los misiles hipersónicos) que
podría terminar definitivamente con el hegemonismo estadounidense.
Es por ello que sus estrategas y expertos en medios buscan
huecos y fisuras en los argumentos políticos discursivos rusos para sostener su
preocupación por la expansión de la OTAN y la continuidad de EEUU por penetrar
en Eurasia a toda costa. En resumen, sus medios y sus “Think Thank” tratan de
demoler la política de multipolaridad que Moscú viene impulsando desde aquellas
jornadas en que el entonces presidente de Venezuela Hugo César Chávez Frías
contagió con su entusiasmo a un curioso Vladimir Putin en 2006 que recién venía
a medio camino de reconstruir la potencialidad político-militar.
Esta multipolaridad que choca con los intereses de la
unipolaridad norteamericana, es una verdadera concepción de una geopolítica que
realmente respeta la pluralidad de voces y deshace el mando único que Washington (con un puño de hierro
revestido de un guante de seda) ha ejercido con total libertad desde 1990 hasta
no hace mucho, casualmente, cuando Rusia en 2014 decidió que no permitiría que
el terrorismo de manufactura occidental (ISIS), destruyera al estado sirio y
luego pudiera mudar a gusto y conveniencia sus operaciones al Cáucaso y al Asia
Central (como lo pretenden con ISIS-K) para establecer el caos contra la
Federación rusa.
A partir de entonces, se le puso un límite claro a las
movilizaciones de occidente y más allá de que sus medios y sus “tanques de
pensamiento” acusen una recurrente falta de memoria para recordar los golpes
que recibieron en Siria por la intervención rusa, los jefes militares del
Pentágono, sus asesores de inteligencia y los políticos más preclaros del
Congreso saben que no hay margen para molestar de frente al Oso ruso. Por el
contrario, seguirán con sus golpes bajos y zanjadillas mediante (otras
tácticas) la implementación de todo tipo de sanciones comerciales.
Es por ello que la táctica que actualmente están
desplegando desde Washington, es la de buscar un consenso en la opinión pública
entre sus países aliados y entre aquellos países que se mantienen al margen
sobre la necesidad de este avance para protegerles ante un supuesto peligro
ruso e incluso, tratando de convertir a los neutrales, en fervientes aliados de
la OTAN. En esta lista están Finlandia y Suecia, quienes mantienen con Rusia un
extensa frontera y claro, una historia de conflictos y desavenencias que hoy
por hoy, los medios anglosajones pretenden explotar para contener a Rusia.
Para la OTAN Finlandia es una barrera estratégica que
mantiene una relación con cierta tensión con Rusia. Igualmente y pese a la
historia conflictiva entre Helsinki y Moscú, la moderación y el acercamiento ha
primado como forma de descomprimir sus relaciones. Pero a pesar de que a los
anglosajones les vendría muy bien que estas relaciones se tensaran y entraran
en una nebulosa de desconfianzas, los mismos finlandeses y en particular su
gobierno, están conscientes de estas intensiones y es por ello que se mantienen
alejados de sus cantos de sirena y de las ofertas de “colaboración”
provenientes del oeste.
Algo similar sucede con Suecia, quien ha tenido
históricas rencillas con Rusia, particularmente en lo que hace al dominio del
Mar Báltico, tampoco forma parte de la OTAN pero a diferencia de Finlandia, no
ha permanecido muy neutral y en cierta medida coopera con algunos movimientos políticos claramente coordinados desde el Departamento de Estado norteamericano y la ineludible cooperación de Bruselas (como fue el caso de Alexei Navalny).
La retórica anglosajona (EEUU y Gran Bretaña) trata de
voltear la realidad en el terreno mediante argumentos retorcidos y claramente
sacados de contexto. A la cabeza de esta tarea están (como no podía ser de otra
manera) los medios corporativos y sus desinformadores prime time que no
dudan en seguir sosteniendo bulos como el “Russia-Gate” o cambiar el
significado de las palabras acorde y conveniencia de La Casa Blanca. Uno de los
argumentos más graciosos que repetidamente surgen de medios como CNN es la
supuesta ambición internacionalista de Rusia como tratando de hacer creer, que
Vladimir Putin pretende revivir a la URSS. Tan inverosímil y desatendibles son
estos argumentos que ni los mismos politólogos de casa, se ocupan por desmentirlos
pero aun así, son vertidos para el consumo de la opinión pública.
EEUU y sus vasallos europeos pretenden seguir expandiendo
su influencia político-militar mediante la OTAN y al mismo tiempo, pretenden
que Rusia lo acepte. Cualquiera puede ver que aceptar semejante pretensión es
como dejar que un verdugo te pase una soga por el cuello para luego (y cuando
lo crea conveniente) patear el banquillo donde estás parado. Así es como si
dudas lo ve el presidente ruso Vladimir Putin quien está determinado a que esto
se detenga.
La narrativa anglosajona para justificar su apetito
expansivo es claramente artificiosa y solo busca en la opinión pública un fin
efectista, que nos retrotrae a las viejas épocas de la guerra fría con
historias y trascendidos oscuros de esa rancia propaganda anticomunista que
pintaban a los rusos como demonios ateos. En resumen de cuentas, esta se centra
en la reedición de la propaganda “macartista” de la décadas de los cincuenta y
sesentas (1950/1960) ayornada a las actuales circunstancias en las que ni el
Comunismo soviético existe ni las ambiciones de reeditarlo son políticamente viables.
Pero en realidad y ello no hay que perder de vista, es
que Rusia y todo Oriente está bajo un asedio anglosajón que pretende anexar más
estados para que se conviertan en sus vasallos y como tales, alojen en sus
territorios bases militares y silos de misiles nucleares que apunten a Rusia y
China y eso es algo que Moscú (y claramente China) ya ha dejado en claro que no
tolerara.
Ante esto, las opciones para Washington y sus socios
se reducen a dos posibilidades: O aceptan el mapa que Moscú le propone en el
cual los norteamericanos y la OTAN retiran sus fuerzas (incluyendo sus misiles)
de estados títeres como Polonia, Hungría y Ucrania a Europa occidental o se
arriesgan a quedar involucrados en un posible escenario de potencial conflicto
con una escalada progresiva convencional con posibles implicancias nucleares
¿Quién tendrá los nervios para soportar esta tensión?, ¿Será Biden o Putin?